Sasha | Apartamento
Mañana
Toc, toc.
Por un momento, creí que seguía soñando, así que me di la vuelta entre el amasijo de sábanas y seguí durmiendo.
Toc, toc.
Abrí los ojos con cuidado, con miedo a una resaca que era prácticamente imposible que tuviese. Estaba todo cerrado a cal y canto, así que podían ser las diez de la mañana, las tres de la tarde o las doce de la noche. Me fijé en la mierda de apartamento en el que estaba y del que ya debía dos semanas: ropa tirada por el suelo, latas de cerveza, envoltorios de comida rápida y colillas. Empecé a tener recuerdos fugaces de la noche anterior: cigarrillos, labios rojos, rubia, tetas pequeñas. Se llamaba Stacy o quizás Tiffany. Ah no, que era Miranda. Decía que no le gustaban las tías, pero que quería experimentar y yo que siempre había sido una amante de las causas perdidas, me la traje a casa. También es verdad que estaba de un humor de perros después de la fiesta de los amigos de Sarah. Por suerte, ya se había ido cuando me desperté. Supongo que fue una mierda de polvo de rebote para las dos.
Sarah. Cuando abrí la puerta me la encontré a ella. Llevaba un vaquero remangado a la altura de los tobillos para dejar ver sus deportivas y una blusa blanca. Si no sabías la edad que tenía, probablemente pensases que acababa de cumplir dieciocho. Tenía el pelo más largo que cuando estaba en el recinto para colgados de «Z» y se le ondulaba por las puntas. Qué guapa era, coño.
Dejé escapar un gruñido a modo de saludo. La simpatía nunca había sido mi fuerte.- [Sarah]Hola, ¿puedo pasar? He traído napolitanas[/Sarah].- me preguntó esbozando una sonrisa tímida. Por un momento, me planteé decirle que no, porque el apartamento era una cloaca y yo había puesto todo mi empeño en empeorarlo.
Me eché a un lado y me fijé en que llevaba una camiseta gris agujereada a modo de pijama, pero me importó más bien poco. Cerré la puerta con el pie y aparté de un manotazo el cubo de pollo frito vacío que estaba encima del sofá marrón raído.- [Sarah]Pues…el sofá es cómodo[/Sarah].- mintió.
– [Sasha]Es una mierda, pero es lo mejor que he podido conseguir[/Sasha].- obvié el hecho de que debía dos semanas de alquiler, porque a nadie le importan mis miserias. – [Sasha]Si no estás cómoda, te puedes sentar en la cama[/Sasha].- después de decirlo, me di cuenta de cómo sonaba, pero ya estaba dicho.
– [Sarah]Estoy bien, gracias[/Sarah].- miró a su alrededor y quise saber en qué estaba pensando. Decidí aprovechar el silencio incómodo para ponerme unos pantalones. Cogí unos cualquiera que había encima del montón de ropa «ni limpia ni sucia» y me los puse en el baño, más por el pudor que pudiera tener ella que por el mío.
– [Sasha]¿A qué se debe esta..visita?[/Sasha] – me senté a su lado, pero manteniendo las distancias y cogí una napolitana.
Sarah jugueteó con un anillo que llevaba en el dedo anular de la mano derecha. No es que entendiera mucho de anillos, pero parecía una baratija, poco más que la anilla de un refresco con la forma de un infinito. El pelirrojo no es que fuera el colmo de la originalidad.- [Sarah]Te fuiste muy pronto de la fiesta[/Sarah].- estaba esquivando lo que de verdad quería decirme, que ojalá fuera que se había enamorado de mí, pero era otra cosa.
– [Sasha]La fiesta…[/Sasha]- me mordí la lengua cuando iba a añadir «fue una mierda».- [Sasha]No pintaba mucho allí[/Sasha].- expliqué sin más. Fui porque me lo pidió ella y luego me dejó sola, porque tiene un millón de amigos, un novio, una hermana, una sobrina y una madre. No me gustaba socializar, no sabía bailar y el alcohol había dejado de hacerme efecto por ser Cazadora.- [Sasha]¿A qué has venido, Sarah?[/Sasha]- lo dije con menos paciencia de la que habría querido.
– [Sarah]Te necesitamos[/Sarah].- por un momento, durante una milésima de segundo, creí que iba a decir «te necesito», como si estuviéramos en una historia de esas que hace la gente sobre series de televisión en las que nunca hay bolleras.
Devoré la napolitana y luego otra. Después, le hablé.- [Sasha]¿Ya empieza la «guerra»?[/Sasha] – estaba un poco harta de que solo vinieran a mí cuando necesitaban algo. No era culpa de ella, pero alguien tenía que pagar mi frustración.
– [Sarah]Sí[/Sarah].- asintió sin más y me di cuenta de que no le había ofrecido nada de beber.- [Sasha]¿Quieres…agua del grifo?[/Sasha]- me sentí patética cuando ella declinó mi ofrecimiento con educación. El anillo del aesir era una baratija, pero al menos era mejor que un apartamento mugriento y un corazón hecho trizas.
Me quedé callada mirándola un poco más. Total, no me iban a cobrar.-[Sasha]Allí estaré. [/Sasha] – hice una pausa.- [Sasha]Pero lo hago por ti, que te quede claro. Me importa una mierda «Z», me importa una mierda que el mundo se vaya a tomar por culo y sobre todo, me importa una mierda si este pueblo acaba siendo un cráter humeante[/Sasha].
– [Sarah]Gracias[/Sarah].- y empezó a reírse a carcajadas, lo que hizo que yo sonriera.- [Sarah]Dramática[/Sarah].- me encogí de hombros.- [Sarah]Eh, escúchame. Si alguna vez necesitas algo: comida, algo de ropa, una ducha caliente, lo que sea. Estamos…estoy aquí para ayudarte[/Sarah].- me tendió la mano y apretó la mía. Rápidamente la retiré.
– [Sasha]Siempre me las he arreglado, S.[/Sasha]- farfullé y saqué un cigarrillo de un paquete de tabaco manoseado que tenía en el bolsillo trasero de ese pantalón.
– [Sarah]¿Fumas?[/Sarah]- me preguntó arrugando la nariz con desaprobación.
– [Sasha]A veces. Cuando estaba en el sistema, si fumabas todo el mundo pensaba que eras más dura[/Sasha].- me sentí ridícula al decirlo en voz alta. Realmente, hacía siglos que no fumaba, pero creo que la noche anterior había cometido algún exceso.
Enarcó una ceja hasta que volví a guardar el cigarro en su sitio.- [Sarah]Sasha, yo no soy quién para decirte nada, pero necesitas ayuda. ¿Tienes trabajo? ¿Cuánto hace que no comes comida de verdad?[/Sarah]
– [Sasha]No necesito que nadie cuide de mí.[/Sasha].- no necesitaba que «Doña Perfecta» viniese a criticar mi modo de vida- [Sasha]Ya sabes en qué trabajo[/Sasha].- no es que «mercenaria» se pudiera considerar una profesión para llevar a largo plazo, pero me daba de comer…a veces.
– [Sarah]Quiero ser tu amiga. Quiero ayudarte[/Sarah].- y sus ojos azules se clavaron en los míos. Pensé en comerle la boca de tres formas distintas, pero tenía todavía una pizca de dignidad.
– [Sasha]Ya lo hablamos en la boda de tu madre: queremos cosas diferentes[/Sasha].- lo dije en un tono monocorde, como si me importara un cojón la mujer que tenía delante.
– [Sarah]Piénsatelo[/Sarah].- se puso en pie y pasó sus manos por las perneras de los vaqueros.- [Sarah]El apartamento de Mara puede ser tuyo y tendrías un trabajo[/Sarah].
– [Sasha]Los Moondies y su puto programa de ayuda a personas en apuros. Sarah de Calcuta te van a llamar, joder[/Sasha].- tenía más mala baba acumulada de la que quería emplear con ella.
– [Sarah]No te voy a hacer caso, porque sé que lo estás pasando mal[/Sarah].- se despidió con una sonrisa moviendo el móvil para que recordase llamarla y salió sin inmutarse. Le miré el culo hasta que la perdí de vista.
Una vez dentro de casa, puse la radio en la tele y empezó a sonar una canción de ‘Miss Caffeina’, que se llamaba ‘El rescate’ y me tumbé en el sofá para fumarme el cigarro que Sarah no me había dejado. Era un acto de rebeldía.
Rescátame
entre la corriente de gente
y sálvame
de una vida inofensiva;
rodeados de almas vacías;
de cuerpos llenos
de almas vacías.
Y con tu risa meciéndome,
échame a dormir
que soñando es más fácil verlas venir.
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