Lucy | Taller
Mañana
Por los ventanales del escaparate del taller se colaban unos rayos de sol que invitaban más a ir a la playa que a estar rematando unos patrones, pero no podía quejarme, porque empezaba a tener una clientela fija y pronto podría dejar los arreglos para dedicarme a lo que más me gustaba: diseñar, confeccionar y dar clase. Ed meneaba la cabeza ligeramente al ritmo de ‘Jillian’ de Within Temptation, mientras me ayudaba a montar un maniquí nuevo que habíamos pedido por Amazon. Estaba deseando que llegase mi turno para controlar Spotify y poner algo de música que no implicase a una persona desgañitándose, pero el amor es así, de esa manera.
Cuando terminó, me levanté con mis preciosos (pero incomodísimos) stiletto de leopardo y puse ‘Malibú’ de Miley Cyrus.- [Ed]Otra vez Miley Cyrus, n…[/Ed]- alcé un dedo y él se quedó callado. Me giré con todo el estilo del mundo y, meneando mi melena mis caderas (resaltadas por unos maravillosos jeans hiper ajustados), volví a mi sitio.
Mi relación con Ed transcurría de una forma extraña. A veces, pedíamos comida por Just Eat o íbamos al Hannibal’s (hasta que un día me descubrí llorando delante de unas costillas y descubrí que era vegetariana) y después, a mi apartamento a ver una de las múltiples series que seguía Ed, algo que no resultaba tan malo como sonaba en mi cabeza, aunque a veces, cuando no era una de las que me gustaban, me dormía. Otras, íbamos a cenar a un restaurante veggie que habían abierto por la zona y luego, al cine a ver una comedia romántica. Durante el día, si teníamos un hueco, quedábamos y pasábamos todo el tiempo posible juntos, pero si estábamos separados, no pasaba nada. No había ataduras ni dramas. Evitábamos esos mensajes de «te quiero», «no, yo te quiero más». No era nuestro estilo. Y no es que no nos quisiéramos (todo se andaría), pero Ed sabía que tenía que dejarme volar.- [Ed]Ya estoy[/Ed].- salió del probador caminando como un pato mareado con la versión repleta de alfileres e hilos de su traje.
Vino hacia a mí y no pude reprimir una sonrisa. Seamos realistas: estaba muy bueno. Bueno, al menos para mí.-[Lucy]Si te pincho, avisa[/Lucy].- no sonó así, sino « fi te pinfo, afifa», porque tenía un montón de alfileres en la boca (mala costumbre) que necesitaba para terminar de ajustar su uniforme de Moondie.
Sonreí mientras me asegura de que los bajos de su pantalón estuvieran a la misma altura y le di una palmada en el culo, que hizo que diera un paso adelante.- [Ed]Tranquila, no le tengo muedo a los alfileres[/Ed].- se pasó la mano por el trasero como si intentara recolocárselo.
– [Lucy]Pues no lo parece[/Lucy].- parpadeé un par de veces.
-[Ed]Es para ponértelo más fácil. Cuanto menos me mueva: mejor/Ed].- mi idea inicial era que sus pantalones fueran bastante ceñidos, tipo leggins, pero él me había quitado la idea de la cabeza y ahora tenía que procurar que le quedaran relativamente anchos, pero no tanto como para parecer uno de los Bee Gees.
– [Lucy]Ahora ya no pareces un cantante de los 70[/Lucy].- me eché hacia atrás y observe a mi novio y a la obra de arte que llevaba por traje.
– [Ed]Eh, los 70 molaban… musicalmente hablando[/Ed].- se rascó la cabeza y se fue al probador a cambiar. Me hacía gracia que fuera tan sumamente pudoroso cuando nos veíamos en pelotas bastante a menudo. Eh…eso es una exageración. Quizás no tan a menudo como a mí me hubiera gustado, pero satisfactoriamente a menudo ;).
Mientras guardaba los alfileres, volví a pensar en Kaylee y en si habrían tenido una relación parecida a la nuestra o quizás, mejor. Yo no era Kaylee y jamás lo pretendería, pero su fantasma cada vez me molestaba más, como una sombra que crees que te persigue.- [Ed]¿Te encuentras bien? Pareces distraída[/Ed].- comentó rodeándome con su mano por la cintura.
— [Lucy]¿Sí? No sé…[/Lucy]- me zafé de su intento de acercamiento y me fui a mirar el maniquí, que había quedado bastante parecido al de las instrucciones.
– [Ed]Lucy, puedes decirme cualquier cosa que te ocurra[/Ed].- esta vez no intentó acercarse. Supongo que tenía miedo de que volviera a escaparme.
Me quedé en silencio y me mordisqueé la parte interior del carrillo derecho. ¿Cómo le dices a tu novio que últimamente te obsesiona su ex novia muerta, que supuestamente eres tú? ¿Cómo le explicas a tu novio que tienes miedo de bucear en tu pasado por si no encuentras nada. – [Lucy]Pensaba en Kaylee[/Lucy].- se lo dije sin andarme por las ramas.
– [Ed]¿Quieres saber algo de ella?[/Ed]- me pidió que le siguiera hasta la trastienda y sirvió un té Roiboos para mí y para él, un Nestea.- [Ed]Puedes preguntarme lo que quieras[/Ed].- dijo una vez estuvimos sentados frente a frente.
Me planteé mentirle y cambiar de tercio, pero ya que estábamos ahí, tenía que soltar todo lo que tuviera dentro.- [Lucy]¿Me parezco a ella?[/Lucy]- obvié la pregunta «¿estás conmigo porque soy ella?».
– [Ed]No..sí. Es decir, es…complicado. Ambas sois espíritus libres. Hacéis lo que queréis y os apasiona, aunque en su caso iba mucho mas allá[/Ed].- me habían dado a entender que Kaylee pasaba de todo y no era quién para echarle la culpa. Estar cerca de los Moondies era peligroso y agotador. Por suerte, yo no tenía ningún poder ni nada que me hiciese destacar especialmente (¿Quién pensó que esto podría ser algo bueno?=, por lo que me libraba de la carga.
– [Lucy]O sea, que no nos parecemos casi nada[/Lucy].- sonreí con alivio y di un sorbo a mi té.
– [Ed]Exacto. Incluso vuestra sonrisa es diferente[/Ed].- admitió sonriendo también.- [Ed]Cuando sonríes pareces feliz. En el caso de ella, no parecía así[/Ed].- su semblante se ensombreció un segundo, pero lo disimuló bebiendo su Nestea. Iba a contarle que eso era veneno azucarado, pero tampoco era plan de ponerme pesada.
– [Lucy]Pobre[/Lucy].- lo dije con total sinceridad.
– [Ed]Sí[/Ed].- se llevó la mano al bolsillo y juro por Coco Chanel que estuve a punto de escupir el té encima de la mesa. Era demasiado pronto para casarse.- [Ed]Es como si en todo ese tiempo hubiese sabido a lo que iba a acabar enfrentándose[/Ed].- me sujetó la mano y colocó en ella algo que, definitivamente, no era un anillo.- [Ed]He pensado que querrías tenerlo[/Ed].- separó su mano y yo observé el pequeño disco metal de diversos colores (negro, blanco, dorado, rojo, morado, verde, amarillo y azul).
– [Lucy]Joder, por un momento he pensado que te ibas a declarar[/Lucy].- admití entre risas, más histéricas de lo que me habría gustado. Normalmente no usaba tacos, pero era un caso de extrema necesidad.
– [Ed]No lo haría así[/Ed].- comentó haciéndose el misterioso y cambió de tema.- [Ed]¿Quieres saber lo que es?[/Ed]- asentí sin dejar de mirar aquel disco.- [Ed]Son las pruebas de Kaylee[/Ed].- me quedé esperando una explicación mejor, pero a Ed no se le daba muy bien explicarse.
– [Lucy]¿Y este disco…es como un DVD?[/Lucy]- me encogí de hombros sintiéndome un poco ridícula.
– [Ed]Algo parecido[/Ed].- sacó otro disco de diferentes colores. Siento decirlo, pero no era tan bonito como el mío.- [Ed]Cuando quieras ver las pruebas, solo tienes que tocarlo[/Ed].- se lo guardó nuevamente en el bolsillo.
– [Lucy]Ahora lo estoy tocando y no funciona. A lo mejor está roto[/Lucy].- le di un par de toquecitos con la uña y lo dejé sobre la mesa al lado del Roiboos.
– [Ed]Funciona mejor cuando estás solo y lo deseas de verdad[/Ed].- sonaba un poco más porno de lo que él pretendía. Eso seguro, así que puse una mueca graciosa y él se dio cuenta de lo que había dicho.- [Ed]Eh…[/Ed]
– [Lucy]¿Te estás poniendo nervioso, Edward?[/Lucy]- pregunté acercando mi silla a la suya y la mano que sujetaba el Nestea empezó a temblarle. Fue muy gracioso ver cómo lo derramaba y empezaba a tartamudear.
Y no os voy a contar cómo seguía esto, porque a nadie le importa saber cómo nos lo montábamos Ed y yo con un maniquí de Amazon como espectador.
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