[align=center][b][font= Book Antiqua][SIZE=4][color=black]Christopher McLeod | Cementerio[/SIZE][/color][/font][/b]
Vi su pálida cara, sumida en el sueño eterno y me derrumbé. Mis brazos y mis piernas perdieron toda su fuerza, reflejando que mis propias fuerzas, mis ganas de seguir adelante, se habían ido con ella. Había fallado, le había fallado a ella, les había fallado a todos.
Apreté una brizna de hierba entre mis manos mientras sentía como mis lágrimas se unían a las gotas de lluvia y caían, uniéndose a la tierra que pronto se tragaría a Sarah.
Sarah estaba muerta, había fallado a mis deberes como Vigilante, pero en especial había fallado a mis deberes como persona, como amigo, le había fallado de todas las formas posibles. No sólo no había impedido su muerte, sino que debía llevar tantos meses aturdido por el alcohol que ni siquiera la recordaba. No había servido ni siquiera para recordarla. Imaginé lo que pensarían todos de mí, Daniel, Diana, mis padres, me habrían apoyado al perderla pero haberme sumido en esto era demasiado.
Intenté hacer memoria, pero lo último que recordaba era estar en el bar de Lorne, todos reunidos. Algo debió pasar, algo horrible, que hizo que me refugiase en la bebida, o más bien que me escondiese.
Miré hacia donde había estado parado hace unos segundos y fijé la vista en la botella rota en el suelo. Mi verdadero enemigo, después de tanto tiempo intentando estar preparado, intentando buscar soluciones para que todo saliese bien, yo mismo nos había condenado, y todo por la maldita bebida.
Pasé los siguientes segundos en silencio, odiándome a mí mismo, intentando buscar una salida, pero no la había. Si Sarah estaba ahí es que Daniel no había encontrado la forma de traerla de vuelta. Una pequeña chispa de esperanza, nada comparada con la desesperación que tenía en ese momento, cruzó mi mente. Quizá Daniel todavía estaba buscando, no se rendiría, salvo que hubiese muerto también, o que buscando la salvación de Sarah se hubiese perdido a sí mismo.
Una mano en mi hombro me sacó de mis pensamientos. Me giré y miré hacia arriba. Vi a la señora Echolls, con los ojos enrojecidos, ojeras y pinta de no haber descansado desde hacía tiempo. Incluso estaba mucho más delgada que de costumbre.
– [b]¿Elizabeth?[/b] – pregunté, recomponiéndome como pude y poniéndome en pie. – [b]Qué…¿qué ha pasado?[/b] – titubeé. Estaba seguro de que me odiaría por haber perdido a su hija, no recordarlo sólo haría que me odiase más, y no la culpaba.
– [b][i]¿Ni siquiera lo recuerdas?[/b][/i] – atisbé en su mirada el odio. Todo el dolor de lo que había pasado saliendo hacia mí, el verdadero culpable de todo esto. A partir de ahora iba a vivir en una pesadilla que yo mismo me había labrado. – [b][i]Sarah ya no está, eso es todo lo que importa…[/b][/i] – respondió con mirada triste.
– [b]¿Y Diana? ¿Daniel? ¿Edward?[/b] – pregunté. Necesitaba alguien que pudiese explicármelo, alguien que aunque me mirase con odio no fuese a derrumbarse al contármelo. Alguien al que no pudiese hacer más daño del que había hecho.
– [b][i]Diana ya no está.[/b][/i] – respondió acercándose hacia el féretro y haciendo que me temblasen las piernas. Me sujeté al atrio de madera mientras reprimía el fuerte dolor en el pecho. – [b][i]Daniel no lo superó, está en la Institución Mental Thornhill.[/b][/i] – añadió haciendo que mi chispa de esperanza se esfumase. – [b][i]Y Edward, no lo conocía.[/b][/i] – finalizó. Diana ya no estaba, Daniel había perdido el juicio y Ed nunca había estado aquí. Algo había ido terriblemente mal. Me centré en lo que más me angustiaba en ese momento, Diana.
– [b]Diana, no puede estar. No…[/b] – conseguí decir. No me imaginaba seguir adelante sin una de sus sonrisas o sus bromas dándome fuerzas.
– [b][i]Cómo si lo estuviese. Buscó el poder para salvar a su hermana, y acabó engullida por él.[/b][/i] – explicó. Vi como aferraba con fuerza el féretro. – [b][i]¿Ya tienes suficiente? ¿O volverás a emborracharte y olvidarlo? ¿Vendrás otra vez a que te recuerde que he perdido a dos hijas gracias a ti?[/b][/i] – soltó con furia. – [b][i]Vete de aquí, ve a emborracharte si quieres. Olvida tú que puedes, yo llevaré siempre el recuerdo de mis hijas.[/b][/i] – añadió. No pudo reprimir las lágrimas que empezaron a brotar. Decidí que sería mejor alejarme, el dolor nunca se iría si me tenía cerca, y lo menos que podía hacer era dejarla tranquila el día del funeral de su hija.
Me alejé lo suficiente y me di la vuelta para observar. La madre de Sarah se puso en el atrio para decir unas palabras y después comenzaron a bajar el ataúd. Escuché levemente la [URL=http://www.youtube.com/watch?v=bUwLlwO-ZR8]música[/URL] que acompañaba el descenso de Sarah y se me erizó el vello de los brazos. Prometí a Sarah que volvería, que la salvaría, pero ni siquiera sabía cómo salvarme a mí mismo.
Después eché a andar y me perdí en la distancia mientras la música continuaba sonando.
[spoiler]
Espero que os haya gustado, en este post me he dado cuenta de detalles que tendría que haber tratado en el de Daniel, así que disculpad al pobre Daniel pero al ser el primero le tocó lo más difícil, será mejor en el siguiente xD
Queda claro que no es LA señora Echolls, sino una proyección creada por nuestro negro amigo.
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