Amy | Casa de Lucy y Ed
Me sentía rara fuera de mi cuerpo. Como si no fuera yo. Como si llevara un disfraz tres tallas más pequeño que me asfixiaba. Estaba acostumbrada a ser un bicho raro, a distraerme en clase con demasiada facilidad, a hablar poco. Prefería ser una loba. Mamá y papá sabían que era diferente. Siempre lo habían sabido y me dejaban a mi aire. La vida social me agobiaba. Hablar con más de tres personas suponía un esfuerzo que casi nunca quería hacer y ahora estaba en una casa con un montón de gente que me caía bien, pero con la que no necesitaba estar hablando todo el tiempo.
Los Moondies eran una manada, pero yo tenía bastante con la mía. Leo era mi manada desde aquel día en el que, siendo pequeños, le mordí. No estoy segura de si lo hice sin querer. A lo mejor no. Probablemente, no. Ellie también me caía bien, porque nos gustaban las mismas cosas y podíamos estar juntas sin hablar, pero no se había sentado conmigo en el autobús. Últimamente prefería a Jane y Leo quería estar solo. Leo siempre quería estar solo.- [Amy]Burbuja/Amy].- La llamé por el nombre que nos habíamos puesto «cuando éramos pequeñas». Cuando terminamos de merendar, Ellie había salido fuera a darle de comer a las cabras de Lucy. Todo el mundo insistía en que le dijera «tía Lucy», pero me parecía demasiado infantil.- [Amy]Ayer no te sentaste conmigo en el bus[/Amy].
– [Elle]¡Cactus![/Ellie]- me dijo con alegría.- [Elle]Es que Jane me lo pidió antes[/Elle].- era una excusa bastante mala.
– [Amy]¿Desde cuándo haces lo que te dice Jane?[/Amy]- me crucé de brazos y me apoyé en un árbol que había junto al cercado en el que estaban las cabras. Seguramente, prefirieran correr por el bosque.
Ellie puso una cara rara y me llamó para que me acercase: se avecinaba un secreto.- [Elle]¿Si te cuento algo me prometes que no se lo dirás a nadie?[/Elle]
– [Amy]Soy una tumba[/Amy].- hice como si me cosiera una cremallera y elle acercó a mi oído. [Elle]Es que….me gusta Jane.[/Elle]- susurró.
– [Amy]Venga, cuéntame el secreto[/Amy].- chasqueé la lengua: ¿Dónde estaba el secreto? A mí me gustaban los chicos y las chicas. Y ya está. Cero dramas.
– [Elle]¡Ese es el secreto![/Elle] – lo dijo gritando un poco. A Ellie no se le daba muy bien ser discreta.
– [Amy]Pero si tu hermano también pierde el culo por Jane[/Amy].- me pasé una mano por la cara.- [Amy]No sé qué le veis[/Amy].- Jane era aburrida, sosa y estaba todo el día peleándose con su mellizo. Al menos, Owen era gracioso una vez de cada tres millones.
– [Elle]Ya…[/Elle] – bajó la vista y miró las deportivas blancas de Sarah.
– [Amy]Eh, Burb…[/Amy].- le pasé una mano por el hombro y empezamos a andar.- [Amy]Hay más peces en el mar[/Amy].- pegué su cabeza a la mía.- [Amy]No te agobies[/Amy].- y me separé.
– [Elle]Te quiero un montonazo, Cactus.[/Elle] – quiso darme un abrazo y me eché atrás.
– [Amy]Eh, eh…que corra el aire[/Amy].- me reí y se le contagió.- [Amy]Los cactus no abrazan…dos veces.[/Amy]
– [Elle]¡Y pinchan a las burbujas![/Elle] – para que todo hubiera sido perfecto, tenía que haber estado Kay, pero seguro que estaba con la nariz metida en algún libro.
Estuvimos un rato diciendo tonterías, hasta que le dije.- [Amy]A la vuelta te sientas conmigo, ¿vale?[/Amy]- y ella me prometió que eso haría.
Después, se fue a jugar a Star Wars con Xander y Owen, porque eran bastante infantiles todavía.
* * *
Como estaba aburrida, decidí salir fuera de los límites de la casa, porque para algo tenía que servirme tener el cuerpo de una persona mayor.- [Amy]LEOCADIOOO[/Amy].- grité al verle entre los árboles con la pinta verde de su padre. ¿Dónde estaba el lobo negro que me acompañaba en las noches de luna llena?
– [Leo]Amelia.[/Leo] – se giró.
– [Amy]En la próxima luna llena he pensado que podíamos escaparnos[/Amy].- le propuse. Llevaba un tiempo dándole vueltas a la idea de correr en libertad sin vigilancia. Solo nosotros.- [Amy]Le echaremos la culpa al lobo y nadie nos castigará[/Amy].
– [Leo]No, mejor no.[/Leo] – me cortó. – [Leo]Pero podemos escuchar música en las jaulas.[/Leo]
– [Amy]¿Por qué? Será divertido[/Amy].- le pinché nuevamente.
– [Leo]Pero no quiero asustar a otros.[/Leo] – suspiré molesta y como vio que estaba de morros, cambió de tema. – [Leo]¿Quieres escuchar una canción nueva?[/Leo]- Leo llevaba su Infinity Band a todas partes y la tenía llena de música. Ni siquiera en el cuerpo de su padre la había dejado.
— [Amy]La escucho si nos escapamos[/Amy].— le tenté.
– [Leo]Me da miedo.[/Leo] – no era la respuesta que esperaba.
— [Amy]Estás conmigo[/Amy].— le recordé.—[Amy]Yo te protejo[/Amy].- era mi manada. Siempre íbamos a estar juntos.
– [Leo]Vale, pero con cuidado.[/Leo] – me tendió la pulsera y escuché ‘You’ve got the love’ de Florence Welch (lo sé porque me lo dijo). Me reí, porque no le pegaba nada.- [Amy]A veces creo que mordí al más soso[/Amy].- me quejé cuando terminó la canción.
– [Leo]Muerde a Owen, un licántropo sacamocos.[/Leo] -me sacó la lengua.
— [Amy]A lo mejor lo hago[/Amy].— le enseñé los dientes y gruñí.
– [Leo]Suerte. Seguro que toca el triángulo.[/Leo] – me replicó.
— [Amy]Más aburrido que tú no puede ser[/Amy].— le recordé subiendo una ceja.
– [Leo]Cuando seas famosa me echarás de menos.[/Leo] – alguna vez habíamos hablado de montar una banda e ir de gira. Todo el mundo decía que cantaba bien. Bueno, Leo decía que cantaba bien. Leo y Ellie eran «todo el mundo.» Al menos, los que importaban.
— [Amy]Te llamaré para que me limpies el avión privado[/Amy].— me limpié de los hombros unas motas de polvo imaginarias.
– [Leo]No te cogeré el teléfono. Estaré en la orquesta de Viena.[/Leo] – soltó una carcajada.
– [Amy]No te invitaré a mi palacio[/Amy].- empezaba a molestarme aquel juego.
– [Leo]Me da igual.[/Leo] – y que no se callara nunca, también, así que me di la vuelta y eché a andar en dirección a la casa.
– [Leo]Pues vale. Pero voy a correr más que tú en la próxima luna.[/Leo]- me gritó a la espalda y yo le enseñé el dedo corazón.
– [Amy]Lalalala[/Amy].- me tapé los oídos y escuché cómo caminaba rápido para ponerse a mi altura.
– [Leo]No te enfades.[/Leo] – me pidió.
– [Amy]Se supone que te mordí para que fueras de mi manada[/Amy].- le recordé.
– [Leo]Ya.[/Leo] – se quedó pensativo. A veces, daba la impresión de que Leo no quería ser un lobo.- [Leo]Pero me gustas más cuando no somos peludos.[/Leo]
– [Amy]Yo soy las dos cosas[/Amy].- le aclaré- [Amy]Tú solo quieres ser una[/Amy].
– [Leo]Ya…mira, escucha.[/Leo] – volvió a tenderme los auriculares de su band y esta vez, sonó una maqueta. Eran unos treinta segundos y se escuchaba a Leo tocando la guitarra.
– [Amy]Está guay[/Amy].- admití. Estaba un poco…saturada por las emociones y nos quedamos los dos en silencio.- [Amy]Voy a dar una vuelta.[/Amy].-pude decir finalmente y lo dejé ahí.
***
UNOS AÑOS DESPUÉS…
– [Amy]El concierto ha sido la hostia[/Amy].- exclamé eufórica. Habíamos llenado el local de mierda aquel. El primer concierto de ‘Red Riding Wolf’ (el nombre era mejorable) y lo habíamos petado. – [Leo]Tengo que comprar púas.[/Leo] – comentó Leo dejando la guitarra en el almacén del garito.
– [Amy]Que te la compren las groupies de la primera fila[/Amy].- esbocé una sonrisa de medio lado y él soltó una carcajada. El batería y el bajista eran una mierda, así que tendríamos que buscar reemplazo si queríamos triunfar. – [Leo]Mira quien habla.[/Leo] – y se sentó en una vieja silla entre cajas de cerveza vacías. – [Leo]Ni ellos ni ellas te quitaban ojo.[/Leo]
– [Amy]Voy a salir a fumar[/Amy].- saqué un paquete de tabaco de mi bolso.- [Amy]Tengo una reputación que mantener[/Amy].- había empezado a fumar para hacerme la guay en el instituto y la había cagado pero bien.
– [Leo]Deberías dejarlo. Nos vamos a quedar sin cantante.[/Leo] – lo dijo preocupado.
– [Amy]Sí, mamá[/Amy].- me burlé tanteando para encontrar el mechero. Seguro que lo había perdido.
– [Leo]Ríete, pero cuando tosas hasta en luna llena me harás caso.[/Leo]- puse los ojos en blanco.
— [Amy]Nunca te voy a hacer caso[/Amy].— le aclaré.
– [Leo]Ya, estoy acostumbrado.[/Leo] – se encogió de hombros y se levantó. – [Leo]Hay un hindú aquí al lado, ¿te apetece cenar algo?[/Leo] – preguntó sujetándome la mano para que dejase de buscar el mechero y se me olvidara que iba a fumar. No era tan fácil, pero siempre lo intentaba.
— [Amy]Claro[/Amy].— le di un manotazo para que me soltara y nos reímos. Yo con fuerza y él a su estilo sosete.—[Amy]Siempre tengo tiempo para mi mejor amigo[/Amy].- aunque al día siguiente tuviéramos clase y esto me fuese a costar una discusión con mi madre.-[Leo]Estupendo.[/Leo] – y vi que algo asomaba por el bolsillo delantero de su vaquero.
– [Amy]¡Me has robado el mechero![/Amy]- y le di una patada en el culo.
Leo me complementaba, era mi otra mitad. Mi manada.
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