[align=center][b]Sarah Echolls | Cementerio | Parte II[/b]
El entierro terminó y McLeod se fue. No fui capaz de decirle adiós porque era demasiado duro, ni siquiera hasta luego. Era incapaz de despedirme de él. Me quedé en silencio, observando cómo mi lápida, cubierta de flores, estaba sola y mi cuerpo, estaría empezando a pudrirse bajo tierra. Apreté los puños con rabia y maldije porque la vida, con sus más y sus menos era siempre maravillosa, tuviese que acabar y la muerte fuese infinita. Era tan injusto que quería gritar, pero no serviría de nada porque ya nadie me oía.
– [b][i]¿Estás lista?[/b][/i] – Preguntó una voz a mi espalda. Ni siquiera necesité girarme para saber quién era.
– [b]No[/b].- Respondí apretando mi mano con fuerza, fingiendo que McLeod seguía ahí.- [b]N-no…quiero irme. N-no…puedo irme[/b].- Sollocé.
– [b][i]Ha llegado tu hora pequeña[/b][/i]. – Me dijo en un tono de voz inusualmente dulce. – [b][i]Tenemos que irnos.[/b][/i]
– [b]Por favor…[/b]- Le rogué. Todavía no había sido capaz de darme la vuelta, tampoco de soltar la mano de McLeod y eso que ni siquiera estaba ya allí.- [b]Los necesito. [/b]
– [b][i]Tienen que seguir con su vida[/b][/i]. – Me puso una mano en el hombro, haciendo que me estremeciera. – [b][i]Ven, camina conmigo[/b][/i]. – Se separó de mí y empezó a andar, silbando la misma canción que había sonado cuando bajaban mi féretro.
-[b] ¿Y yo no puedo seguir con la mía…?[/b]- Miré hacia donde estaba mi tumba y pensé en mi cuerpo que estaría siendo devorado por los gusanos. La imagen me pareció tan repulsiva y horrible que quise vomitar, pero no pude porque estaba muerta.- [b]¿No tengo derecho?[/b] – Pregunté con un deje de desesperación en mi voz.
– [b][i]No soy yo la que lo decide, pequeña, solo la que te llevará a la siguiente parada.[/b][/i]
– [b]Quiero bajarme aquí, quedarme con mi familia, con mis amigos y con Daniel, no…no quiero marcharme a ningún sitio, no hasta dentro de ochenta años[/b].- Me senté en el suelo, llorando con desesperación. Por primera vez la vi. Tenía el aspecto de una chica joven, pálida, de pelo oscuro, vestía ropa negra y llevaba un paraguas a juego. Si era una pesadilla quería despertarme ya, no quería sufrir más. Ya había aprendido la lección.
– [b][i]No te preocupes, Daniel estará pronto contigo[/b][/i]. -Hizo una pausa. – [b][i]Y los demás también.[/b][/i]
– [b]¡Nooooo![/b]- Grité desesperada, ahogándome en mis propias lágrimas.
– [b][i]A todo el mundo le llega su hora[/b][/i]. – Me dijo con naturalidad y se acercó hasta mí, abrió su paraguas y me resguardó de la lluvia.- [b][i]Sólo es otro cambio, al otro lado te esperan reencuentros[/b][/i]. – Se apartó un poco y entre los árboles, delante de una luz cegadora me pareció ver a mi abuelo, sonriéndome. Tenía dos tazas de chocolate caliente entre las manos, como las que preparaba para los dos cuando yo era muy pequeña, antes de que él…nos dejase para siempre.
– [b]¿Abuelo?[/b] – Pregunté aún entre lágrimas y él asintió con la cabeza, como si me hubiera
escuchado. Después, miré a la chica.- [b]¿Me cuidará él…allí?[/b]
– [b][i]Y muchos más. Para cuando te des cuenta todos los que te importan estarán allí, ya no tendrás que temer perderlos nunca más [/b][/i]. – Me miró intentando tranquilizarme pero no lo consiguió. No quería que todos muriesen sólo para que estuvieran conmigo.
– [b]Quiero vivir…[/b]- Le rogué desesperada, mirándola a los ojos, buscando compasión, quizás pena.- [b]La vida es maravillosa y la vida con Daniel es mucho más que maravillosa…[/b]- Los hipidos casi no me dejaban hablar, pero tenía que decírselo.- [b]Ahora tengo a mi madre, a Diana, Christopher, Jan, Ed, Cecil, Liad…antes no tenía a nadie, ¿no puedes dejarme vivir? ¿no…no te caigo bien? ¿no me lo merezco?[/b]
– [b][i]Yo no decidí tu muerte pequeña, sólo soy la guía[/b][/i]. – Admitió quizás con pesar, pero tampoco estaba muy segura. – [b][i]Pero si te puedo asegurar que tu destino no era éste.[/b][/i]
– [b]Déjame seguir mi destino…por favor[/b].- Le pedí, aferrándome a la mano que tenía libre con fuerza y la miré a los ojos. Estaba desesperada.
– [b][i]Debo mantener un equilibrio[/b][/i]. – Dijo con tranquilidad y algo debió pasar dentro de mi cabeza porque dejé de llorar.
– [b]Haré lo que sea necesario…[/b]- Me levanté, volví a coger su mano, la miré a los ojos y dije.- [b]Quiero vivir.[/b]
Un segundo después de haber dicho eso me arrepentí, pero me di cuenta de que era demasiado tarde porque mi abuelo había desaparecido y de ella empezó a salir un halo de oscuridad que la cubrió por completo, haciendo que desapareciera y entre las sombras que se formaban a su alrededor pude atisbar la forma de la guadaña.
Pero ya no tenía miedo.
[spoiler]La chica ha sido controlada por Dracon[/spoiler]
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