[align=center][b][font= Book Antiqua][SIZE=5][color=black]Christopher McLeod | Playa.[/SIZE][/color][/font][/b]
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Caminé durante varios kilómetros sin detenerme ni saber en qué dirección continuar. El sol golpeaba fuerte y todavía no había conseguido dejar atrás el olor de aquella “playa”, pero nada de aquello me importó, porque no sentí cansancio ni percibí el olor hasta que vi unas figuras al frente. Durante todo ese rato simplemente vagué, esperando que la realidad se amoldase a mis deseos y todo volviese a ser como antes.
Pero no fue así, porque no era yo quien controlaba estas alucinaciones, o al menos no mi yo consciente, si no esa parte de mi que deseaba con todas sus fuerzas un trago, incluso en estos momentos, más que un vaso de agua. Este era el castigo de mi propio cuerpo, de mi propia mente, y ahora estaba completamente a su merced.
Por mucho que luchase ya, no cambiaría el hecho de que los había perdido a todos y no había hecho nada por ayudarlos porque estaba más ocupado hundiéndome en un pozo de alcohol que me llegaba hasta el cuello.
Me dolía cada vez que pensaba en Sarah y me daba cuenta de que ya no podría disfrutar nunca más de nada, de que ella y Daniel habían perdido su futuro juntos. Y ni siquiera era capaz de recordarlo, de haber estado lo suficientemente sobrio para al menos honrar su memoria.
Y Diana, se había consumido buscando una forma de salvar a Sarah, ¿y en qué la había ayudado? No lo sabía, porque no lo recordaba, pero la respuesta seguramente sería que en nada. No volvería a verla y eso me dolía demasiado como para soportarlo. Por mi cobardía no había dado un paso adelante y decidido que de todas formas, todos estábamos ya en peligro, y lo mejor que podíamos hacer era aprovechar el tiempo juntos y plantar cara como pudiésemos a todo lo que se nos viniese encima. No, en lugar de eso había preferido pensar que estaría más segura sin mí, cuando lo único que hacía era resistirme a mí mismo y amargarle los pocos momentos que nos quedaban juntos, cuando tenía que hacerme dado cuenta de que desde el primer momento en que la vi, nada volvería a ser lo mismo, y no podría estar sin ella. Lo había perdido todo y no había impedido que los demás lo perdiesen también.
Miré a las figuras que había al frente e intenté llamarlos, pero tenía un nudo en la garganta que no me dejaba articular palabra, era como si los sonidos se quedasen ahí. De las fuerzas que había sacado antes no quedaba ya rastro, porque ¿cómo podía salvarlos a ellos si ni siquiera podía salvarme a mí mismo? ¿Cómo encerrado en mis propias alucinaciones?
Aún así seguí adelante, porque no me iba a convertir en alguien abúlico, en alguien que se rindiese ante lo que ocurra. Eso no era lo que se esperaba de mí, debía ser fuerte y continuar adelante, así que seguí caminando hacia las figuras.
Pronto pude ver que estaban en círculo, mirando hacia algo que había en el suelo, alguien más bien. A medida que me acercaba la figura del centro se aclaraba mientras que las otras permanecían en las sombras. Me llevé las manos a los ojos, intentando aclarar la vista, pero lo que veía no cambió en absoluto, la figura del centro se iba aclarando según me acercaba y las otras seguían igual, eternas.
Apuré el paso, sintiendo como mis pies se hundían levemente en el suelo, se notaba que todavía estaba cerca de la playa y el suelo estaba débil, poco compacto. Aunque era una gran mejora respecto a la playa de queso que mi cerebro había creado para mí, junto con aquel hombre que parecía haber perdido el juicio o no haberlo tenido nunca. Quizá en el fondo era más cuerdo que yo, pero en mi locura no podía entender que era lo que quería decirme. Nunca se podían menospreciar las palabras de nadie, porque tenían una razón de ser, fuese la que fuese, y podían ayudar tanto para conocer a una persona como para situarse en un contexto totalmente nuevo. Pero en este caso, una guerra en la que el queso habría marcado una diferencia…quizá había ocurrido una guerra de verdad y ese hombre pensaba que el queso era la solución para todo, algo con lo que como mínimo estaba en desacuerdo. No podía comprender qué era cierto y que no, quizá nada lo fuese, sólo mi mente intentando confundirme, igual que yo la había embotado y adormilado a ella para no pensar. Por si la playa y el hombre del queso fueran poco, lo siguiente me lo confirmó.
En el suelo, en el centro del círculo, estaba…yo. O un yo, o una imagen de mí, pero en definitiva algo muy parecido a mí. Demasiado, porque a su lado tenía un par de botellas de whisky vacías. Luché contra mi instinto, que me llevaba a alejarme y olvidarlo para continuar sobreviviendo, y me serví para ello de mi curiosidad, así que me acerqué a las figuras, colocándome entre ellas, pero diferenciándome claramente porque continuaban siendo oscuras siluetas. Mi otro yo parecía sumido en un gran pesar, incluso con lo que debía haber tomado, y tenía mal aspecto. Llevaba barba, larga y descuidada, el pelo despeinado, un faldón de la camisa saliendo por encima del pantalón y los ojos enrojecidos, con más ojeras de lo habitual.
Me llevé la mano a la cara y comprobé que tenía la barba también bastante larga y seguro que el resto también se parecía. Tan yo como…yo parecíamos sacados de un naufragio. Aunque no era el momento ni el lugar, me hizo gracia pensarlo, porque acababa de naufragar en la orilla de una playa de queso después de que una ola de whisky me echase de mi casa. [i]A Diana le encantaría.[/i] – pensé, sintiendo como el nudo crecía de nuevo.
– [b][i]Debieron salvar mi realidad.[/b][/i] – dijo una voz a mi izquierda. Vi una de las sombras más clara, lo suficiente para reconocer a Ed. Aunque no el real, que no sabía dónde estaba, ni siquiera si había existido alguna vez. No habría sido tan raro que mi mente tuviese recuerdos de mis alucinaciones, quien sabe si Ed no era quizá un amigo que mi imaginación me había traído de “otra realidad”. Intenté confiar por un momento en mi mismo pero aún más confiar en Ed, y surtió efecto. No habría podido inventarme todo lo que le había ocurrido ni haber creado a una persona como él de la nada, no. – [b][i]El verdadero McLeod nunca habría abandonado a Diana, nunca nos habría dejado a nuestra suerte.[/b][/i] – después la figura se dio la vuelta con rostro triste y enfadado, y se desvaneció. [i]El verdadero McLeod[/i] – pensé. Les habría ido mejor con él, que si había sido fuerte y había estado con Diana hasta el final, que había luchado hasta su muerte… Él merecía vivir y no yo, Ed tenía razón, mi subconsciente tenía razón.
– [b][i]Confié en ti, ¿para qué? Sólo conseguí perderlos a todos….¡Y no hiciste nada![/b][/i] – dijo otra voz frente a mí. Era Liad, pero distinto, tenía furia en los ojos, decepción. Me dije que lo protegería, pero al final no hice nada. – [b][i]Nada.[/b][/i] –dijo una vez más antes de desaparecer.
– [b]Ni siquiera recuerdas mi muerte.[/b] – dijo una voz a mi derecha. La estaba esperando, A Sarah, me merecía todo lo que me reprochase, pero esas lágrimas en sus ojos y la decepción en sus palabras pudieron conmigo. El nudo que llevaba dentro comenzó resquebrajarse de empecé a temblar. Sentí como la tensión se me disparaba o bajaba radicalmente, no sabía exactamente qué, pero sentí a punto de caer. – [b]Eras como un padre para mí y me olvidaste.[/b] – se llevó las manos a la cara y se dio la vuelta llorando, hasta que se desvaneció.
Los siguientes minutos me sentí perdido, esperando el siguiente envite de mi mente. Me costaba trabajo respirar y sentí como aún tenía los nervios ahí dentro. El siguiente ataque no se hizo esperar más.
– [b][i]Volvía a tener una familia…[/b] – empezó la voz, haciendo que apoyase las rodillas en la arena y la mirase fijamente, mientras seguía haciéndome añicos. – [b][i]Ni siquiera estabas ahí cuando lo perdí todo. Cuando me quedé solo de nuevo.[/b][/i] – Había tenido que pasar por la muerte de Sarah solo, pensando, culpándose, hasta que el único recurso de su cuerpo para seguir adelante, fue la locura. El olvido no era una opción para él, se habría culpado de sus muertes y yo no estaba ahí para decirle que no. No escuché más, así que supuse que se había desvanecido con el resto. Pronto una voz más se unió al coro.
– [b][i]No debimos confiarte a Sarah.[/b][/i] – dijo la sombra de mi padre. – [b][i]El mundo estaba condenado…¿y te refugiaste en el alcohol?[/b][/i] – añadió con desagrado. Sentí cada punzada de desprecio en su voz. – [b][i]Nunca pensé que fuera a avergonzarme tanto de ti.[/b][/i] – después se desvaneció con el resto. Había fallado a todo el mundo, a todas las personas que confiaban en mí. Por mucho que me hubiese esforzado, no había estado a la altura, porque en el fondo, cuando la cosa se puso peor, opté por olvidar. Un buen Vigilante no habría hecho eso, mi padre no lo habría hecho.
– [b][i]No importaba que no lo consiguieses, lo que importaba es que lo hubieses intentado, pero te rendiste. [/b][/i] – comenzó a decir. – [b][i]Abandonaste a tus amigos y a tu familia más te necesitaban.[/b][/i] – dijo con una profunda decepción en su voz. Tenía razón, yo no era así, lo intentaba de todas las formas posibles, pero esta vez me había rendido. Mal hombre, mal amigo, mal Vigilante, mal padre, mal hermano, mal hijo… Mal, mal, mal, mal.
Ni siquiera sabía cómo debía sentirme, solo me apetecía quedarme así eternamente porque sabía que todo lo que mi subconsciente me decía, era cierto. Y aún faltaba lo peor, y el rato de espera me resulto horrible, hasta que hizo su aparición, Diana.
– [b][i]Te quería…[/b][/i] – dijo su voz. Había esperado tanto escucharla, desde el primer momento en el que todo empezó a ir mal supe que con ella conseguiría salir adelante, pero también la había perdido, y con ella las esperanzas. – [b][i]Me dejaste consumirme sin ni siquiera saber si sentías lo mismo por mí que yo por ti.[/b][/i] – añadió. – [b][i]Creaste un vacío dentro de mí que sólo pude llenar perdiendo mi humanidad.[/b][/i] – empecé a temblar aún más. Era mi culpa….
– [b]Es todo culpa mía…[/b] – dije en voz alta sin apenas darme cuenta. Apreté la tierra arenosa entre mis manos mientras se humedecía con las lágrimas que me caían. Lo había hecho todo mal, peor que mal.
– [b][i]Sí, lo es.[/b][/i] – dijo su voz de nuevo. La echaba tanto de menos, me hacía recordar cada alegre momento con ella y con los demás. Ni siquiera era capaz de levantar la cabeza y decirle cuanto la quería, porque esa oportunidad ya la había perdido. Lo que había ahora frente a mí era una simple sombra de mi subconsciente. – [b][i]Lo hiciste…lo hiciste.[/i][/b] – dijo la voz con pausa. Había algo extraño, no había ningún tono de reproche, ni de tristeza, simplemente, serenidad y calidez. – [b][i]No puedes solucionar nada de lo que hiciste.[/b][/i] – continuó. Levanté la cabeza y la miré, sonriéndome, cubierta por una angelical y blanquecina aura. Me puse en pie y lo observé todo de nuevo, las sombras se acercaban poco a poco a nosotros dos. Parecía costarles avanzar, pero aún así lo hacían, formando un fuerte contraste de luz y oscuridad. – [b][i]Lo que has hecho, no tiene solución, pero eso no significa que debas darte por vencido.[/i][/b] – Algo volvió a romperse dentro de mí, porque no estaba actuando como el resto, parecía más…Diana, y eso me recordaba cuanto la había fallado. Seguí escuchando, por una parte porque esto ya no parecía mi subconsciente enfrentándose a mí, sino algo distinto, y por otra porque en el fondo, aunque solo fuera su imagen, era ella. Entendí lo que intentaba decirme, que el pasado es historia y debo seguir adelante, que me culpe o no por lo que ha pasado, no tiene solución y no conseguiré nada, pero si sigo adelante…¿qué puedo conseguir? Ni siquiera sé cómo encontrar la forma de traerlos de vuelta, no tenía ninguna pista. – [b][i]Sé fuerte, sé el hombre que conozco, el que quiero.[/b][/i]
– [b]Y yo te quiero a ti.[/b] – solté sin ni siquiera pensarlo. No me importaba que no fuese ella misma, pero necesitaba decírselo, necesitaba empezar a corregir mis errores. En ese momento, pareció como si el mundo se sacudiese y empecé a ver cosas que no había visto antes. Las siluetas oscuras parecían más pequeñas y frágiles que antes, la playa se veía más cerca que antes a mi izquierda, y a mi derecha podía ver las siluetas de algunos edificios. – [b]Yo…[/b] – empecé a decir, pero no pude terminar la frase. Ella me sonrió una vez más y se desvaneció con un halo de luz. Cuando lo hizo las sombras se fueron con ella.
Me había liberado de las cargas de mi propia conciencia contra mí, y me había intentando hacer ver que por mucho que me culpe, el pasado no cambiará y lo único que puedo hacer es seguir adelante. Los primeros minutos le di vueltas a todo y me seguí culpando, los siguientes le di la razón, que no conseguiría nada, pero me seguía afligiendo la pena y la culpa. Después el tiempo siguió corriendo y mi cabeza siguió y siguió, hasta que sentí algo distinto, la aceptación. Había hecho todo lo que había hecho, y había fallado demasiado a la gente que quería, a Diana, a Sarah, a mis padres, a Daniel, a Ed, a Liad, a Elizabeth…pero toda esa pena y esa culpa, esa decepción conmigo mismo, serían renovadas fuerzas para no volver a fallarles, porque si me quedaba aquí, lamentándome, nunca podría librarme de todo esto y empezar a buscar una forma de cambiarlo todo.
Lamentándome solo los condenaba, así que seguiría adelante, descubriría si esto era una ilusión causada por el delirium tremens o pasaba algo más, algo distinto. Fuese lo que fuese, iba a seguir adelante, y ya nada me detendría.
– [b][i]¿Un poco de Cheddar?[/b][/i] – preguntó una voz a mi derecha haciendo que me sobresaltase. El caballero volvía a estar ahí.
– [b]No, gracias.[/b] – respondí dispuesto a irme, pero en el último segundo me di la vuelta y miré al caballero de nuevo. – [b]¿Eres real?[/b] – pregunté. Era el primer paso para saber si a lo que me enfrentaba era a mí mismo.
– [b][i]¿Y tú?[/b][/i] – preguntó a su vez. Cero avances, porque sin duda eso podría haber sido tanto yo como cualquier otro.
– [b]Buena pregunta. ¿Cómo comprobarías que eres real?[/b] – pregunté de nuevo.
– [b][i]El día de mi muerte sería un buen momento para comprobarlo.[/b][/i] – sonrió mordiendo una loncha de queso. -[b][i]Mmm…o este queso, sin duda tengo que ser real para poder disfrutarlo.[/b][/i] – respondió de nuevo. Parecía más cuerdo que antes, pero eso no era decir demasiado.
– [b]Creo que necesito una forma más rápida.[/b] – respondí sinceramente. Poco tenía que guardarme ya, tanto si era mi propia mente como si no.
– [b][i]Paciencia, como el Gorgonzola.[/i][/b] – respondió volviendo a las locuras. Al menos parecía una pista, mi cabeza no podía guardar tanta información sobre queso. No pude evitar sonreír levemente. Después me di media vuelta y caminé hacia los edificios. – [b][i]A veces el queso Rollot parece Guerbigny, pero sigue siendo Rollot.[/b][/i] – añadió despidiéndose. Por alguna razón, le encontré sentido, o al menos el sentido que me convenía en ese momento. Que creyese que esto no era real no significaba que no lo fuese, y sabía bien que en este mundo podían darse todo tipo de cosas.
Con una perspectiva diferente y unas fuerzas que no flaquerían más, continué hacia la ciudad.
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Espero que os haya gustado ^^ Todos controlados por mí ya que no son “ellos”
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