Moondale

CRYAD

[align=center][SIZE=3][b][color=black]Liad | Casa de las Echolls[/SIZE][/b][/color]

liadcarafea

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Había algo de lo que me había dado cuenta. No era el único que estaba aquí. Quizás estuvo durmiendo, quizás entró mientras yo bajaba o quizás, en el peor de los casos, alguien había estado buscándome, rastreando mi esencia por todos los sitios donde había estado, intentando cazarme.

La música continuaba sonando, el efecto del Boogie Man estaba en el aire, cargándolo más de lo que ya estaba, consiguiendo que mi respiración se acelerase con cada segundo que pasaba. Intenté tranquilizarme, controlarme. No podía dejarme llevar por esa oleada de sentimientos, por ese tsunami de miedo que rompía cualquier pensamiento lógico para paralizarme. Si permitía eso, sobre todo ahora que no tenía a nadie a mi lado, no estaba seguro de lo mal que acabaría yo.

A través de la música, detrás de toda esa capa de notas, mis oídos, aunque de forma lejana, percibían que, lo que estuviese aquí, en la casa conmigo, susurraba. No podía entender lo que decía (algo lógico, la distancia, diferencia de plantas, esas cosas…) y tenía momentos en que ignoraba si se había callado o no. Pero después, por un momento, pensé en que me había quedado sordo, que quizás me había entrado demasiada agua rara en los oídos o incluso sangre, pero de verdad, llegué a un punto en que no escuchaba nada. Pero no era por mí, sino porque parecía que todo lo que me rodeaba se había puesto de acuerdo (y mira que tiene que ser difícil eso) para que el silencio reinase. La música había desaparecido, la conversación chirriante de la casa también. Tuve que hacer copio de mis fuerzas y del control que se suponía que tenía para tranquilizarme, para respirar de forma más tranquila y silenciosa.

Toc, toc, toc.

Miré hacia arriba, hacia donde estaban las escaleras. Escuchaba los pasos con fuerza, sin ningún problema. Intenté que mis ojos captasen toda la oscuridad posible, que viesen bien en este entorno, pero comenzó a poder conmigo. Los cerré, respiré de la mejor manera que pude e intenté dejarme guiar por las pertenencias que formaban parte de la imagen del aesir que tenía. Al ver unos pies descalzos que comenzaban a bajar por las escaleras, mi corazón latió con fuerza. De la misma manera que había escuchado los pasos, bajaba a la misma velocidad aquella persona, lenta y pesada. No podía verle con claridad, salvo por la poca luz de luna que entraba del exterior, pero fue suficiente para ver, detrás de la butaca en la que me encontraba agachado lo que necesitaba para moverme de mi posición.
El rostro de esa persona, cubierto de cicatrices, de tatuajes, carente de pelo y desprovisto de cejas y otros rasgos que podía considerar humanos, me encontraba allí. O mejor dicho, allí estaba una versión mía con unos cuantos años más. Más maduro, con los pocos rasgos que podía ver más afilados y desprendiendo una sensación que parecía que iba a tono con el ambiente en el que nos encontrábamos.
Me moví con todo el sigilo que pude y por unos momentos, dejé de escucharle descender. Sí, seguramente me habría escuchado moverme, esconderme detrás de una pared, pero esperaba que no se lo tomara en serio y decidiera marcharse. Aunque había una pared entre ambos, agarré con fuera las katanas, rezando porque alguna de sus cualidades especiales se me pegaran, o incluso que Sarah, Daniel, Cecil o cualquiera de ellos apareciese por la puerta para sacarme de aquí. Pero no, eso no iba a ocurrir.

No sabía exactamente cuánto tiempo había pasado, seguro que no mucho, pero continuaba sin escuchar nada. Era extraño, pero quizás, mi gemelo malvado decidió marcharse de aquí con el mismo sigilo con el que había entrado. Quizás. Cuando comencé a retroceder, procurando mirar por donde pisaba, pero también para comprobar de si realmente, estaba solo, me tropecé con algo de lleno, algo tal alto como yo, pero tremendamente duro y frío, carente de vida. Alcé el rostro y cuando no le vi hacer nada, ni siquiera parpadear, el animal que llevaba dentro, como si fuera una cría de león, decidió correr, huir de ese depredador más grande. El sigilo que antes había tenido desapareció. Tropecé con algo, a saber lo que era, pero consiguió que me tambalease, necesitando la ayuda de mis manos para no comerme la madera ennegrecida. Dejé caer las armas al suelo cuando él comenzó a rugir con fuerza, pero una vez que paró, las recuperé, alzándolas con fuerza, poniendo el acero mágico en medias de ambos a modo de amenaza. Él me miraba con curiosidad todo lo que hacía, cómo me movía o la forma en que reaccionaba. No parecía sorprendido de ninguna manera.

– [b][i]Me tienes que decir dónde te hicieron eso.[/i][/b] – dejé de hablar durante unos segundos. – [b][i]Para no acabar tan guapo como tú, claro.[/i][/b]

El tenerle cerca me otorgó cierta algo: el verle con cierta claridad. Aunque había visto su rostro, no pude apreciar en las inmediaciones de la oscuridad el resto de los “complementos” que mi doble de escenas peligrosas (de ahí su aspecto) llevaba. Utilizando unos pantalones o la misma bata que una vez había llevado yo en la Iniciativa, la humanidad que podría haber tenido desaparecida al ver, por ejemplo, cómo un tubo salía del pecho izquierdo para introducirse en el costado derecho, o cómo tenía multitud de cables, al igual que yo cuando me había despertado, entrando y saliendo en la carne. Sin ninguna duda, era imagen grotesca.

– [b]Sabes bien de dónde vengo hermano.[/b] – dijo, abriendo mucho los ojos, mirándome con gesto de perturbado.

¿Hermano? ¿Eres mi gemelo perdido Y malvado? ¿Y yo no me he enterado? ¿Cuántos capítulos me he perdido para tener un vacío mental tan grande como este?

– [b][i]¿De una tripita bien gordita hace muchos años y nueve meses?[/i][/b] – sonreí con desgana, intentando ignorar lo que sus palabras decían. – [b][i]Lo siento, pero tú no estás en la lista de los que podrían ser mis hermanos.[/i][/b]

Prefería ignorar, por el momento, si sus palabras eran ciertas. De hecho, prefería no tomarme realmente en serio cualquier cosa que tuviera que ver con mis orígenes. No es que no quisiera saberlo, de verdad que no era por eso. Pero prefería ir a buscar yo las respuestas cuando me encontrase preparado. Aunque por supuesto, las cosas no siempre son así y tenemos que aceptar y hacernos a la idea de las cosas que nos vienen en el momento, simplemente porque no hay otra opción que hacerlo.

Había personas que podía considerarles que tenían esa palabra al lado. Aunque todas esas personas tenían esa “papeleta”, no sentía como que fuesen excesivamente protectores, que me cerrasen por cualquier sitio que pudieran ver peligro. Simplemente, hacían un papel que yo no les había pedido. Estaban allí, cuidándome sin pedir nada a cambio, como hacía Cecil; intentando que venciera mis miedos y viviese, como ocurría con Daniel; también podía estar algo menos presente, quizás, mejor dicho, “a su bola”, pero estaba ahí para lo que fuera necesario, por muy pequeño que pareciese el asunto de… no sé, jugar a algún deporte.

También podía tener hermana, porque aunque veía en ellas dos muchas similitudes, una tenía más el rol de hermana mayor, mientras que la otra, con cierta personita, jugaba un papel totalmente distinto.

– [b]¿Hijos del mismo padre entonces?[/b] – preguntó, para luego hacer un gesto con las manos, dándole más énfasis a la pregunta. – [b]¿O prefieres clones? ¿Burdas imitaciones?[/b] – añadió alzando la voz, bastante enfadado.

Por alguna extraña razón, seguramente por la influencia del trío de gigantones, al escuchar la palabra “clones” me imaginé las naves Resurrección que salen en Battlestar Galactica con un montón de copias cylon mías sin ropa (aunque no como la que tenía delante) mirándome con sorna en plan “Tenemos a otro de nuestros hermanos con nosotros.”

– [b][i]¿Padre?[/i][/b] – dejé escapar una risa sarcástica al escucharle – [b][i]Creo que te equivocas de persona.[/i][/b]

– [b]Sería imposible equivocarme, solo hay un General Preston.[/b] – Creído… – [b]Te conozco tan bien como me conozco a mí mismo…como me conocía.[/b] – especificó, mirando al suelo al igual que yo solía hacer cuando me encontraba confuso.

– [b][i]Siempre hay un margen de error, por pequeño que sea.[/i][/b] – dije, procurando sonar todo lo convincente posible.

Rezaba porque mis palabras sonasen de la manera que yo quería, que por eso, por una conversación, consiguiese llegar a algo sin tener que pegarle. Aunque claro, tener esa intención equipado con un par de afiladas y peligrosas katanas… ¿Quién me creería?

– [b]Me recuerdas a ellos. [/b] – dijo con una media sonrisa en el rostro. ¿A quiénes?- [b]Error, no cumple con lo esperado.[/b] – alzó la cabeza hacia el techo con la mirada perdida. – [b]Desechado por otro. ¿Qué importaba?[/b] – dijo mirándome. – [b]Todos éramos iguales para ellos, hasta que encontraban algo que no les gustaba.[/b]

– [b][i]¿Estás hablando de los que te hicieron eso?[/i][/b] – le pregunté, sintiendo, en cierto modo, algo de lástima por él… Por mí… por lo que sea que tengo delante.

– [b]A los que [i]nos[/i] lo hicieron.[/b] – corrigió. Deja de meterme en el mismo grupo que el tuyo. – [b]Sólo somos ratas de laboratorio.[/b] – No, tú eres una rata y yo un hámster, no te jode.
– [b][i]¿Y qué es lo que hicieron exactamente?[/i][/b] – alcé la voz, intentando no involucrarme en todo lo que soltaba por esa boquita boca. Quería saber, necesitaba información, LO NECESITABA. Me estaba cansando de escucharle hablar, de ver cómo tocaba muchos temas pero no me decía nada en concreto, nada de lo que quería saber.

– [b]Ni siquiera sé la mitad, pero está claro que conmigo no fueron sutiles. [/b] – apretó los puños con fuerza. No, desde luego que no fueron sutiles. – [b]Recuerdo el dolor… pero para ellos cortar mi piel era como cortar la de un muerto. [/b]

Moví el cuello y los hombros, intentando aligerar la tensión. Choqué contra la pared sin ni siquiera darme cuenta, por lo que miré hacia atrás para cambiar de posición a un especio algo más abierto. Le miré con cierto temor, intentando no caer en eso, no pensar. Porque si lo hacía, terminaría por acabar como él, terminaría viendo que quizás, todo lo que había dicho era cierto. Podía recordar pocas cosas, pero el dolor, los cortes en la piel, el introducir cables tubos y el pegar electrodos en mi cuerpo eran una décima parte de lo que podía soñar cada noche.

– [b][i]Sigues hablando con la persona equivocada.[/i][/b] – sonreí, insistiendo otra vez. –[b][i]Mi camino no ha sido el tuyo ni lo será.[/i][/b]

– [b]Que importa, ni siquiera somos reales.[/b] – me miró a los ojos. – [b]Simples clones.[/b]

– [b][i]Lo dudo mucho.[/i][/b]

– [b]¿Acaso tienes recuerdos anteriores? [/b] – dijo acercándose. – [b]No ¿verdad?, sólo ese lugar, esos doctores…esas malditas luces blancas. [/b]- le pegó un golpe con fuerza a una mesa medio tirada en el suelo para que acabase rota contra la pared.

– [b][i]¿Y esa es la razón por la que debería de creerte?[/i][/b] – le miré, alzando bastante la voz, frunciendo las cejas, enfadándome ya.- [b][i]¿Por eso debería de ser un clon, como tú dices? Por favor, dame otra excusa que me convenza, de verdad.[/i][/b]

– [b]No necesito convencerte, seguiremos siendo lo que somos.[/b] – se acercó un poco más. – [b]Podemos negarlo pero la verdad está ahí. Pronto despertará tu verdadera forma de ser.[/b]

Se acercaba sin titubear, sonriendo de forma siniestra y malvada, como si estuviera disfrutando de todo esto. Quizás, en otro contexto, en otra situación, había decidido escuchar, hacerle caso porque al fin y al cabo, era yo. Pero hoy no. Cuando había entrado aquí y me había vestido con las ropas de Daniel, al igual que portaba sus armas, tomé la iniciativa de luchar. De ser un guerrero, alguien que no se rindiese porque le encajasen unas cuantas pero convincentes palabras. De ser, como era Daniel, un aesir, un cazador o como quisieran expresarlo. De ser alguien que trazase su propio camino, que decidiese, que se equivocase…

Mientras más miraba al frente, mientras más [i]me[/i] miraba, notaba la oscuridad que tenía en su interior. No entendía cómo había terminado de esa manera, fuese yo, un clon o el mismísimo papa en un cuerpo más joven. ¿Cómo termina una persona así? Alguien que sólo quiere tener a alguien, una familia, gente a la que querer, a la que cuidar y que le cuiden, una VIDA… Cambiar todo eso para ser un monstruo, alguien sin corazón que pretende que crean que lo tienen, alguien que se preocupa únicamente por sus propios intereses, sin importar el modo de conseguirlo. ¿La línea entre una cosa y la otra era tan fina? ¿De verdad que sí?

– [b][i]¿Has acabado?[/i][/b] – le miré, arqueando una ceja, agarrándome a las armas, a lo que consideraba que era correcto y a mi corazón.

– [b]No, aún me queda mucho por hacer.[/b] – continuó acercándose envuelto en aquella aura maligna tan espeluznante.

– [b][i]Entonces mi tiempo aquí acabó, yo también debo hacer mucho.[/i][/b] – añadí mientras retrocedía de forma definitiva, intentando dirigirme hacia la salida.

– [b]¿Quién ha dicho que puedas salir?[/b] – preguntó. – [b]Te pareces mucho al original, demasiado…y no tuve suficiente con matarlo una vez.[/b]

Me paré en seco y me giré para mirarle. Seguro que había escuchado mal, ¿verdad? Tendría los oídos pachuchos o algo así, ¡seguro! Pero no, para que voy a engañarme. Eso es lo que desprende. Muerte, odio, rencor… Al hacerme esa pregunta, al intentar poner su autoridad sobre mi persona, una parte de mi explotó, no como si de una bombilla se tratase, aunque quizás un volcán fuese un tanto exagerado. ¿Él me tiene que dar permiso? ¿No puedo salir sin que me deje mi replica fallida?

– [b][i]¿Cómo has dicho?[/i][/b] – añadí, bastante serio.

– [b]Yo soy el único clon. [/b] – amenazó mientras se lanzaba contra mí.

Me cogió con fuerza, sin ni siquiera realizar ningún tipo de esfuerzo para alzarme de aquella manera. Sí, él era más fuerte y seguramente más resistente, pero seguro que no era para tanto. Me miró, otra vez, directo a los ojos, dejando bien claro el odio que tenía contra mi persona. Reí con fuerza, llegando a parecer que realmente, había perdido la cordura. Mientras lo hacía, su rostro se enfureció aún más y me lanzó contra la pared. La madera cedió ante mi peso, pero el único daño que recibí fue el del impacto.

– [b][i]Eres un estúpido.[/i][/b] – dije una vez que me levanté y recogía las katanas. –[b][i]Ahora entiendo perfectamente por qué dijeron que eres un error.[/i][/b] – sonreí ampliamente. – [b][i]Y me das lástima, de verdad que sí.[/i][/b] – alcé las armas, listo para el combate que seguramente, iba a comenzar bastante pronto.

– [b]No vuelvas a llamarme error.[/b] – gritó de ira después, rugiendo, intentanto intimidarme. – [b]YO fui el primer clon… ¿y tú? ¿cuantos crees que han descartado antes de ti?[/b] – preguntó entre la furia que irradiaba.

– [b][i]¿Ves? ESO es lo que tanta rabia te da.[/i][/b] – grité también sin dejar que ganase terreno en ningún momento. – [b][i]Porque sabes perfectamente que yo no soy tú, que no acabaré como tú dices.[/i][/b] – levanté el filo del arma de la derecha, señalándole. – [b][i]Soy Liad, el original, el único y no una burda imitación como eres tú.[/i][/b] – añadí sin dejar de mirarle. – [b][i]Yo tengo algo que tú nunca podrás tener, y ese algo me hace invencible. Da igual lo que tenga delante, sea lo que sea el obstáculo que se me ponga en el camino, lo superaré.[/i][/b]

– [b]¿Eso crees? Mira detrás de tu oreja izquierda. Tú eres el último, el supuesto clon perfecto de Padre y Madre, tanto que abandonaron tu proyecto por tu tiranía innata. [/b] – respiró con fuerza, como si de un animal se tratase. Aunque el enfado dejaba claro lo animal que podía llegar a ser. Toda la negatividad, la ira o los remordimientos aumentaban por momentos. La frialdad del ambiente cada vez era mayor, la poca luz que había desaparecía por momentos. El aura oscura de la que él era poseedor era fuerte, demasiado fuerte. Estaba jugando con todas las cartas para conseguir sólo un propósito. Ganar.

– [b][i]No.[/i][/b] – dije sin retroceder. – [b][i]Se acabó.[/i][/b] – añadí con rotundidad. –[b][i]No pienso continuar con tu macabro juego.[/i][/b]

Me miró con rabia, apretando los puños con fuerza y gritando, como si no hubiese conseguido lo que realmente quería. Pero, ¿qué era eso? ¿No era matarme y que continuase él siendo el único? No. Detrás de todo esto había algo más, algo que no alcanzaba a comprender. Mi versión alternativa se lanzó hacia mí, igual que había hecho antes, con los brazos alzados, dispuesto a cogerme y a despezarme en un abrazo mortal. Pero él no se esperaba algo simplemente, porque lo había olvidado. Daba igual si él era real o no, si era un clon mío o una copia de una impresora del siglo que viene. Podía recordar cosas, pero no todo. Moví las armas con rapidez, más por instinto que por saber la manera correcta para hacerlo. Noté cómo el filo tocaba algo, [i]cortaba[/i] algo. Cuando le miré mejor, noté cómo se agarraba el brazo derecho y cómo en este, varios dedos se encontraban cortados. No estaba seguro de si podía sentir dolor aquella cosa, aunque daba la impresión de que con esa reacción mía le había enfadado aún más. Le pegué una patada de la mejor manera que pude, consiguiendo pillarle algo desprevenido y tirándole al suelo. Después, sin esperar para ver qué era lo siguiente, salí corriendo de allí. Cuando estaba en la calle, miré durante unos segundos a mí alrededor, aunque pronto continué con mi carrera. Había dejado atrás el dolor, el sufrimiento. Mientras más avanzaba como un rayo, más me daba cuenta que el no pensar en las marcas, en las heridas, en todo lo que había sufrido mi cuerpo mi mente, nada ocurría.

Procuré no pararme en ningún sitio, correr de tal manera que fuera constante. Salir del radio de alcance del tufillo negro de mi clon (¡seguro que dejó de ducharse el guarro!) consiguió que viese las cosas de otra manera. O quizás, en este caso, notar otra cosa. Había comenzado a correr sin ningún rumbo en concreto, pero teniendo la corazonada o el sentimiento de que tenía que estar en un lugar, que debía de estar en otro sitio. Podía recordar un poco las calles de Moondale, pero hasta que no comencé a ver otro tipo de edificaciones, hasta que no dejé atrás el parque y similares, no presentí el lugar al que me dirigía.

Tuve que parar al escuchar que había personas, humanos, por esta zona. Había escuchado disparos, gritos. No entendía cómo podían continuar en la ciudad ni lo que ocurría realmente, pero debía de avanzar. No podía fiarme de ellos, algo me decía que acabaría convertido en un colador humano, por lo que comencé a dar un rodeo. No tuve que callejear mucho para encontrarme cerca de la entrada de lo que antes, había sido el Ayuntamiento. Preferí quedarme en mi posición, agachado, oculto entre las sombras pero armado por si daba la peor situación. Encogido junto a la pared, escondido tras montañas de restos, miré, dándome un momento de tranquilidad, el cielo. Aquella noche, todo lo que tenía muy, muy arriba, vestía de negro. Las nubes de oscuridad se apartaban de la luna, siendo el único punto al que me remitía en este preciso instante.

Ella estaba rodeada de oscuridad, pero continuaba brillando, con fuerza, con fiereza. Y eso no era lo que debía hacer.

Eso es lo que voy a hacer. Por mí, por ellos, por todo.
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[spoiler]Ya sabéis quien ha sido manejado por quién, no? Pues ale ;D Espero que os guste. Y Dracon, muy GRANDE este Liad, de verdad que si :P[/spoiler]

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