Robin – Terra
Mañana
Mi nombre es Robin Jasmine de Grevolia. Soy la reina de un pequeño país de Terra llamado Grevolia y este es mi diario…
Ezra se desplomó en la nieve poco después de que yo espoleara a mi corcel para reanudar la marcha. Mi escapada de aquel día terminó de forma abrupta, conmigo cargando con un chico que aún estaba convaleciente.
Habían pasado dos semanas desde que atravesé las puertas del palacio con él sobre el caballo y, ahora que ya estaba recuperado de sus heridas, podía decirse que nos conocíamos un poco más. Seguía siendo un tipo silente, poco acostumbrado a los lujos y con un dudoso talento para la guitarra, pero su compañía me resultaba agradable, aunque suponía que su visita no podía alargarse más de lo debido, pues ya estaban empezando a escucharse murmullos a nuestras espaldas.
Volvía a ser 23 de diciembre, la víspera de Nochebuena, porque no sé si sabéis que mi reino está protegido por un encantamiento que hizo mi madre años antes de morir, por el cual, siempre es 23, 24 o 25 de diciembre. Este encantamiento, hace que la gente no se agobie por la guerra inminente entre los dos países vecinos y el hecho de que estemos encerrados en una especie de cúpula. Para que se entienda, mi reino es el equivalente real a una bola de Navidad. Gracias a la magia de mi familia, nunca falta ni comida, ni agua, ni siquiera nieve, aunque en el exterior sea 7 de julio.
Aquel día, mi hermana pequeña Ava estaba sentada en la alfombra frente a la chimenea leyendo un clásico de Dickens, mientras Ezra y yo jugábamos al parchís.- [b]Ezra. ¿tú a qué habías venido a este mundo?[/b]- la niña, de doce años, apartó la vista del libro y se echó su melena castaña hacia atrás.- [b]Porque es obvio que no eres de aquí[/b].
– [Ezra]La verdad no lo recuerdo, solo se que estaba buscando a alguien.[/Ezra]- las fichas de Ezra se comieron una de las mías y chasqueé la lengua.
– [b]Te está empezando a afectar esto[/b].- Ava negó con la cabeza.
– [Ezra]No sé si he pasado más Navidades aquí o en mi tierra.[/Ezra]- en la boca de él apareció una sonrisa de medio lado.
– [b]Aquí. Seguro[/b].- apuntó la niña.
– [Ezra]Entonces, ¿solo conocéis la navidad?[/Ezra]
– [b]No, el día 23 de diciembre no es Navidad[/b].- Ava se mordió el labio para aguantarse la risa.
– [Ezra]Cierto, sería un buen día para celebrar otras festividades como Acción de Gracias, el 4 de Julio, Pascua, Spring Break…[/Ezra]
Ava se encogió de hombros sin saber qué decir.
– [Robin]Esas fiestas no se pueden comparar a la magia de la Navidad[/Robin].- aproveché para llevar a casa una de mis fichas.
– [Ezra]En eso tienes razón[/Ezra].
Nos quedamos en silencio escuchando a mi hermana pasar las hojas del libro y el crepitar del fuego de la chimena. La decoración navideña le daba un aspecto aún más acogedor a aquella biblioteca típica de un palacio.
Me gustaba aquella sensación de tranquilidad, pero duró poco, porque Ezra cogió una especie de disco de metal y empezó a…hablar solo.
***
Lo que viene a continuación me lo ha contado él, así que espero que se entienda.
– [Leo]¿Ezra, eres tú?[/Leo] – la imagen de Leo se empezó a aclarar.
– [Ezra]Sí. ¿Necesitas algo, Leo?[/Ezra]
– [Leo]No sé, quizá saber que estás vivo porque todo tu equipo ha perdido contacto contigo.[/Leo]
– [Ezra]¿Equipo?[/Ezra]- Ezra se pasó una mano por la sien.-[Ezra]Mi equipo.[/Ezra]
– [Leo]No sé qué ha pasado pero tienes que encontrarlos. Aún no han conseguido a la Daë.[/Leo] – le explicó.
– [Ezra]La Daë, cierto. Gracias Leo, hubo una explosión y apenas recordaba nada[/Ezra].- suspiró alivoado.- [Ezra]Me pongo a ello ahora mismo.[/Ezra]
– [Leo]Vale. Pero ten cuidado. El resto de los tuyos llevan allí dos días y a juzgar por tu barba llevas bastante más tiempo allí.[/Leo] – la comunicación con Leo se cortó.
***
Mi hermana y yo no dejábamos de mirarnos sin dar crédito cuando el chico se levantó del asiento con ganas de irse.- [Ezra]Debo marcharme, mis compañeros están en peligro. Lo siento.[/Ezra]
– [Robin]¿Pero por qué te disculpas?[/Robin]- pregunté siguiéndole.- [Robin]Ava, sal un momento que tenemos que habla. Por favor[/Robin].
– [b]Yo estaba muy tranquila leyendo aquí. Si quieres, te vas tú[/b].- asentí para no discutir con ella y me llevé a Ezra al pasillo, cerrando la puerta tras nosotros.
– [Robin]¿Tenías una misión?[/Robin]- le pregunté intentando mantener la compostura.
– [Ezra]Sí, como ya sabes no soy de este mundo. Mis compañeros y yo hemos venido hasta aquí para encontrar a la Daë de este mundo para unirse al resto de ellos para derrotar un gran mal que amenaza todos los mundos, el vuestro incluido.[/Ezra]
– [Robin]¿Daë? ¿Compañeros?[/Robin]- todo me sonaba a un idioma inventado.
– [Ezra]Unos guerreros de diferentes mundos con diferentes habilidades.[Ezra].- me explicó.- [Ezra]Sí, no llegué a este mundo solo. Henry, Julia y Lekwaa están en alguna parte y puede que en peligro.[/Ezra]
– [Robin]Podría ayudarte a encontrarles[/Robin].- lo dije sin pensar, porque tenía un reino del que ocuparme.
– [Ezra]Te lo agradezco, porque no conozco este mundo tan bien como tú[/Ezra].
Sonreí y pensé en ropa bonita pero abrigada. De pronto, la purpurina y las luces de colores nos rodearon y ya estábamos vestidos para salir a la calle.- [Robin]¿Quieres despedirte de alguien antes de que nos vayamos?[/Robin]
– [Ezra]¿Ava? Debería decirle que me marcho[/Ezra].
Abrí la puerta.- [Robin]Ava, Ezra se va[/Robin].- la niña le dijo adiós con la mano y volvió a ignorarnos.
Volvimos a cerrar.- [Robin]Necesito que me cuentes todo lo que se te ocurra de tus amigos y amiga[/Robin].- le pedí.
– [Ezra]Pues… Henry es como yo de alto, le gusta la tecnología, es bastante sereno y tranquilo. No conozco muy bien a Julia pero es de esas personas que habla antes de pensar, lo que ocasiona alguna que otro malentendido….[/Ezra]
La magia volvió a mí. Las luces brillantes, la purpurina y la felicidad inmensa.
Sonreí al ver que ya no estábamos en el palacio.
– [Julia]¿PERO TÚ NO TE HABÍAS MUERTO?[/Julia]- preguntó una mujer de unos treinta y tantos años que nos miraba con los brazos en jarras.
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