Amy – Nave
Mañana
Había sido una noche en blanco y me desperté como si me hubieran pegado una paliza. Mi condición de licántropa me hacía resistente, pero cuando se acumulaban las noches sin dormir, el cansancio empezaba a hacer mella. Salí de la habitación como una autómata en dirección a la cocina. ¿Mi misión? Bañarme en un cubo de café y mordisquear un par de galletas con desgana. La depresión, esa que nunca me había abandonado del todo, me forzaba a veces a coquetear con los trastornos alimenticios. No es algo de lo que esté orgullosa, pero este es mi diario y solo puedo decir la verdad y nada más que la verdad.
De camino a la cocina me crucé con Owen. Él iba para el gimnasio con una camiseta de tirantes y un pantalón corto. La toalla sobre el hombro derecho, una sonrisa en la cara. Cuando me vio, me guiñó un ojo. Un gesto tan sencillo hizo que me pusiera nerviosa. Agaché la cabeza. Pensé en mi pelo despeinado, en el pijama de cuadros, en que aún no me había lavado la cara. Mi cerebro dejó de pensar, mis cuerpo dejó de sentir y me golpeé contra una columna. ¿De qué me servía ser licántropa si era gilipollas?
– [Amy]¡Mierda![/Amy]- grité llevándome las manos a la nariz. Al menos, no sangraba.
Escuché a Owen venir a ayudarme.- [Owen]¿Estás…?[/Owen]
– [Amy]Vete[/Amy].- le pedí.
– [Owen]Pero…[/Owen]
– [Amy]¿No te parece que ya has hecho bastante? No quiero verte[/Amy]- farfullé fuera de mí.
Se fue sin decir nada. Estaba dolido y no tenía miedo de esconderlo. No nos parecíamos ni en eso. Para él, mostrar lo sentimientos era tan natural como respirar. Yo vivía siempre escondida tras mi caparazón. Por suerte, éramos incompatibles.
– [Kaylee]¿Has visto un fantasma?[/Kaylee]- la voz de Kaylee interrumpió mis pensamientos. Estaba sentada en la mesa de la cocina con un libro abierto.
– [Amy]¿Qué estás leyendo ahora?[/Amy]- le pregunté activando la cafetera de cápsulas rellenables tras coger una taza de color negro como mi alma.
– [Kaylee]El rey malvado[/Kaylee].- esbozó una sonrisa de orgullo y me enseñó la portada. Mi hermana mediana era la reina de la literatura juvenil.
– [Amy]¿Y da lo que promete?[/Amy]- el café estuvo listo en unos segundos y le eché una gota de bebida vegetal de soja.
– [Kaylee]¿Un rey malvado? Oye, me estás cambiando de tema[/Kaylee].- se ajustó las gafas y movió una silla para que me sentara a su lado.
Hice lo que me pedía, porque no tenía ganas de discutir.- [Amy]No tengo ganas de hablar[/Amy].- admití dando un sorbo.
Kaylee asintió y volvió a su lectura. No pude evitar cotillear por encima de su hombro.- [Amy]Ese tal Cardan tiene un guantazo[/Amy].
– [Kaylee]¿Qué dices? Es el típico que está torturado y se comporta como un idiota, pero que en realidad, es majo[/Kaylee].
– [Amy]Ahora entiendo por qué te gusta Leo[/Amy].- sonreí de forma mordaz y me clavó el codo en las costillas.
– [Kaylee]No te dan más puntos por odiar a Leo[/Kaylee].- me recordó.
– [Amy]No odio a Leo, es solo que…creo que te merecías a alguien mejor[/Amy].- me sentí mal después decirlo, pero era la verdad.
Vi que mi hermana agachaba la mirada. Estaba dolida, pero no era de las que se quedaban atrás y alzó la barbilla con superioridad. La jefa de las animadoras, la chunga del barrio, todavía estaba en algún lugar de su precioso cerebro.- [Kaylee]Últimamente, a tu alrededor hay un muro infranqueable y cuanto más intento escalarlo, más alto es[/Kaylee].- tomó aire para seguir hablando.- [Kaylee]Estás tan enfadada con el mundo por lo que podrías hacerle a Owen, que quieres destrozarlo todo a tu paso, pero yo no te lo voy a permitir[/Kaylee].- continuó.- [Kaylee]Tus problemas no son una excusa para tratar a todo el mundo como si fuera una mierda, ¿sabes? Owen es mayorcito para decidir si por un polvo contigo vale la pena entregar su vida y tú deberías plantearte que no todo el mundo te quiere tanto como yo como para aguantar toda la basura que sueltas por esa boca[/Kaylee].
– [Amy]¿Cómo sabes todo eso?[/Amy]- pregunté con la boca abierta
– [Kaylee]Soy el puto fénix, Amelia MacLeod[/Kaylee].- puntualizó aguantándome la mirada. Os juro que creí que su pelo iba a estallar en llamas.
– [Amy]¿Crees que no estoy haciendo las cosas bien?[/Amy]- pregunté con un hilo de voz.
– [Kaylee]Solo podrías hacerlo peor si le dieras una paliza a Owen cada vez que te cruzas con él[/Kaylee].- enarcó una ceja.
– [Amy]¿Y cuál es la respuesta correcta?[/Amy]
– [Kaylee]Empieza por tratar a la gente como se merece. No en función de cómo te encuentras[/Kaylee].- apuntó.
– [Amy]Pero…[/Amy]- respiré profundamente.
Mi hermana alargó su mano para acariciar la mía. En cualquier otra circunstancia, me habría apartado, pero agradecí el contacto.
– [Kaylee]Te gusta, ¿eh?[/Kaylee]- sonrió.
– [Amy]Es complicado[/Amy].
– [Kaylee]No lo es tanto[/Kaylee].- no dejó de acariciar mi mano.- [Kaylee]Sabes que hay formas en las que podéis liaros sin uñas, ni dientes, ¿no?[/Kaylee]
– [Amy]Prefiero no pensar en eso[/Amy].- susurré.
– [Kaylee]Deberías pensar en eso, porque es lo que te está amargando la vida[/Kaylee].
Vi que Kay abría mucho los ojos y cambiaba de tema. Estaba tan distraída que no había prestado atención a las señales de mis sentidos.- [Kaylee]Y entonces Cardan se pone en plan «bésame» y Jude «buah tía, yo es que paso de tu rollo»…[/Kaylee].
– [Amy]Y ahí fue cuando vomitaste[/Amy].- le seguí el rollo.
– [Kaylee]Qué va, estoy a tope con el tren del shippeo, porque Jude va de dura, pero en el fondo le pone Cardan aunque sea un bocazas[/Kaylee].- mi hermana no podía disimular la sonrisa que le estaba saliendo en la cara. Le encantaba ser la más lista de la habitación.
– [Owen]Chicas, buenos días[/Owen].- Owen venía a por agua fría para seguir entrenando. Estaba sudado y olía a él, pero multiplicado por mil.
– [Kaylee]Buenos días, Owen[/Kaylee].- mi hermana sonrió.- [Kaylee]Me voy a seguir leyendo. Os dejo solos, ¿vale?[/Kaylee].
– [Owen]Yo también me voy a seguir con los ciclos sanos[/Owen].- sonrió.
– [Amy]Espera, te acompaño. Creo que tenemos que hablar[/Amy].
– [Kaylee]Creo que estoy a dos páginas del sexo desenfrenado[/Kaylee].- susurró mi hermana con la nariz metida en el libro sin dejar de caminar.
Owen y yo caminamos hasta el gimnasio sin ser capaces de hablar, pero había llegado el momento de poner las cartas sobre la mesa.
From your apartment into mine
My god, you tempt my anxious mind
Takes me away
Takes me away
Takes me away
Takes me away
Would it be much better if I knew, nothing about you
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