[SIZE=3][align=center][b]Illya Novak | Moondale[/b][/SIZE]
[SIZE=2]Lo peor de ser un vampiro es tener que pasar la mayor parte del día sin hacer nada, salvo estudiar y esperar a que anochezca. Sólo salía cuando era estrictamente necesario para ir a la biblioteca de la Universidad, moviéndome por las alcantarillas de Moondale como si fuese una rata más. Aún así, mi vida había mejorado enormemente desde que les conocí. Por ejemplo, ya no tenía que vivir en un edificio abandonado, ni pasar la mayor parte del tiempo tirada en el suelo mugriento subsistiendo a base de ratas, mapaches y demás seres de escaso valor nutricional y mucha grima. Elizabeth Echolls, la madre de Sarah, me había ayudado a conseguir un piso en Victoria St., una calle muy bien comunicada por el alcantarillado con su propia casa y la de McLeod que estaba a unas cuantas manzanas. El alquiler no era muy elevado, pues era un estudio, por lo que la única habitación separada del resto era el baño, pero como vivía sola no había problema.
Mi casera era la señora Dorothy, una mujer de unos cincuenta años y el mismo aspecto que Dolores Umbridge, la malvada profesora de Harry Potter o eso decía Sarah, pero en realidad, sólo era una amante consumada de los gatos con un pésimo gusto para la decoración, cosa que solucioné gracias a los muebles viejos de las familias de la mayoría de mis amigos…o como fuese que debía llamarles. Gracias a ellos, que me gestionaban la cuenta bancaria no tenía problemas para pagar los gastos, pues a los doscientos dólares que me pagaba la Universidad por ordenar libros y cuidar de que la Biblioteca no se convirtiera en la nueva Montaña del Amor, había que unirle mi nuevo trabajo en el Bar de Lorne como camarera los fines de semana. La gente no era lo mío, pero lo que menos pasaba por allí era gente, Lorne era un demonio, no comía peces por lo que Crispín no corría peligro y ya estaba acostumbrada al olor de Ed, por raro que suene eso.
Aquella noche en concreto tenía que ir de visita a uno de los sitios que más detestaba: La casa de Alice Byron y todo su séquito. Llevaba unos cuantos meses frecuentándola porque sabía que trabajaban para un pez gordo del Inframundo y McLeod me había sugerido que me pasase de vez en cuando por allí para ver si se les escapaba algo. De momento, lo único que se habían escapado eran las manos de Alice hacia ese lugar en el que mi espalda pierde su casto nombre, además de que mi paciencia había estado a punto irse al garete, pero debía seguir intentando. Necesitaba sentirme útil y…querida.
Cuando estuve en la puerta de su piso, llamé y esperé que me abriesen. Alice se apoyó en el quicio de la puerta y esbozó una enorme sonrisa acompañada de una mirada lasciva que evité como pude porque por muy mal que me hubiese ido con los chicos, no tenía pensado interesarme en las chicas en mi no-vida. Llevaba un impresionante y escotado vestido color canela que le llegaba hasta la rodilla. Su maquillaje natural era perfecto, al igual que su peinado…en definitiva, era…Alice en estado puro.
– [b]¿Pasas o necesitas un empujoncito?[/b]- Me preguntó apartándose sin dejar de sonreír.
Asentí con la cabeza y pasé, observando con atención lo opulento del decorado de la casa de Alice, pero no dije nada porque hacía pocos meses que me había puesto en contacto con ella, pero sabía que no se andaba con tonterías y que detrás de toda aquella parafernalia había un vampiro relativamente poderoso.
Pese a todo, no estaba preparada para lo que vi. Alrededor de la mesa del salón estaban sentados Mors Mordre que me saludó con un leve gesto de cabeza, Naga que me miraba fijamente sin decir nada, Dylan que al verme dejó escapar un chillido de alegría y un tipo amordazado de unos treinta años que más tarde descubrí que era Benjamin McBeth. Procuré hacer caso omiso a la escena y me senté como pude en la silla más alejada de Benjamin que encontré.
– [b] [i] [color=#EE5159] He venido en busca de información. Ya conoces las condiciones de tu acuerdo con…la… Cazadora[/SIZE] [/i] [/b].- Insté de la forma medianamente convincente.
Alice soltó una carcajada y se sentó a horcajadas sobre Ben, mientras le reabría la herida del cuello para alimentarse.
– [b][i]¿Quieres hacer el favor de matarlo ya, zorra? Me estáis dando dolor de cabeza[/i][/b].- Espetó Dylan mirando de soslayo su habitación. La misma en la que tenía a un tal Maximilian atado de unas cuerdas del techo completamente desnudo…no hace falta que diga para qué.
– [b]Lo mataré cuando me dé la gana, vaca[/b].- Espetó Alice jugueteando con su víctima.- [b]Igual que te contaré lo que quiera, cuando quiera, Illya. Tú trabajas para la Cazadora, yo trabajo para alguien más importante[/b].- Me amenazó mirándome con dureza y después continuó lamiendo la sangre del cuello de Bejamin, el cual parecía exhausto, con síntomas claros de deshidratación y a punto de morir desangrado.
– [b] [i] [color=#EE5159] Creo que debo recordarte que nuestro acuerdo consiste en que la Cazadora no te mata mientras le seas útil[/color] [/i] [/b].- Tal acuerdo no existía. Sarah jamás pactaría con vampiros de ese tipo, pero la primera vez que vine en busca de información, fue lo único que se me ocurrió.
– [b]¿Quieres un consejo de una que no es tu follamiga porque no la dejas?
Centraos en…ya sabes en lo que tenéis que centraros. Dile a tu Cazadora que nos salve el culo esta vez y que cuando lo consiga, si es que lo consigue, que vuelva a vernos. Mientras tanto, si sólo vienes a buscar respuestas, cosa que lamento profundamente, aquí no tienes nada que hacer, así que lo mejor que puedes hacer es volver a tu ratonera[/b].- Espetó ligeramente indignada, pero volvió a sus quehaceres casi al instante, como si no quisiera estropear ese papel que llevaba tantos años representando.
Me quedé en silencio observando cómo Benjamin gemía levemente, pero no tuve valor ni para responderle a Alice ni para acercarme a él para ayudarle. Era un demonio, pero en su interior quedaba algo de sangre de la que deseaba alimentarme. Me levanté trastabillándome y sin despedirme avancé hasta la puerta no sin antes tropezar con Naga que se había levantado de la mesa en algún momento y ahora lamía sin disimulo el cadáver de un chico de poco más de veinte años con pinta de tonto {{{Samuel Bolton}}}.
Avancé con paso ligero hacia mi estudio y por el camino, cogí el móvil que estaba en el bolsillo de mi pantalón para marcar el número de Sarah. Cuando escuché que había descolgado, me quedé en silencio, sin ser capaz de articular una palabra. Me habían contado de qué era capaz Mason porque habían visto el futuro gracias a un hechizo, pero si alguien como Alice se preocupaba por su propia integridad es que la cosa era más seria de lo que parecía.
Colgué el teléfono sin haberle dicho una palabra a Sarah. Quizás era demasiado pronto para intentar salvar el mundo si ni siquiera había conseguido salvarme a mí misma.
[spoiler]Espero que os guste ^__^ Y gracias :heart: [/spoiler]
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.