Moondale

CERVEZA NEGRA

[align=center][b][SIZE=3]Diarios de Destino | Moondale [/SIZE][/b]

loganbebe
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El hombre abrió las ventanas y tuvo que entrecerrar los ojos ante el deslumbrante sol que coronaba el cielo en esos instantes. Se restregó los ojos para tratar de despejarse y dio la espalda al sol para ir a sentarse al sofá.

La mesita de café estaba todavía llena de latas de cerveza vacías y de una caja de pizza, todo de la noche anterior. Se recostó en el sofá y puso los pies encima de la mesa mientras echaba la cabeza hacia atrás y lanzaba un suspiro. Después se levantó y fue hasta la nevera para sacar una lata de cerveza y casi vaciarla de un par de tragos, no había nada mejor para combatir la resaca que no dejar de beber.

Mientras le daba un nuevo trago vio una pila de periódicos bajo la puerta que el casero habría olvidado recoger antes de darle las llaves. Cogió un par de ellos y en uno de ellos, de hacia algunas semanas, vio el titular destacado «La oleada de desapariciones remite.» y como titular debajo de éste «¿Es este el fin del asesino en serie más terrorífico en la historia de Moondale?». Aún con la lata en la mano lo recogió y fue a sentarse en el sofá. Apartó las latas vacías a un lado, cayendo varias al suelo y abrió el periódico.

Las primeras páginas hablaban de que la oleada de desapariciones del último año había remitido drásticamente de un mes para otro, detallaba los signos que habían encontrado en los cuerpos que habían aparecido y otros detalles relativos al «asesino en serie», aunque el hombre sabía bien que no se trataba de un asesino en serie, al menos no en el sentido que ellos utilizaban. Lamentó no haber llegado antes para acabar con él con sus propias manos, había viajado mucho para hacerlo y se le había escapado por unos cuantos días, tendría que haberse quedado cuando vino hacía unos meses, pero en ese momento no sabía que en Moondale se cocía algo tan gordo.

En las páginas siguientes hablaban del extraño fenómeno del cielo cubierto por nubes negras que ocultaban el sol y que tenía un precedente en esa misma ciudad meses antes. Abajo en una esquina entrevistaban a un hombre, un supuesto experto en el mundo de lo sobrenatural que asociaba el cielo negro al final del asesino en serie argumentando que éste era una reencarnación del demonio enviado a la tierra para purgarnos a todos pero que había sido detenido por suerte por nuestro señor, o al menos el suyo. Por otro lado en una columna un experto científico trataba de explicar los sucesos.

Pasó una página con el titular «Los Dragons arrasan con todo a su paso» en la que se veía una imagen de un equipo de fútbol sosteniendo un gran trofeo mientras dos chicas posaban para la cámara a su lado, la pelirroja más convencida que la rubia. Echaba de menos el fútbol, pero no echaba de menos estudiar, eso había sido otro tiempo.

Unas páginas más adelante encontró un artículo hablando del famoso magnate de la construcción de Moondale, Alexander Fenris, que había caído en coma hacía unas semanas tras una caída por las escaleras de su piso. En la foto principal se veía a un chico joven que según decía el periódico era pariente del propio Fenris y éste le había dejado al cargo de la empresa en caso de que ocurriese algo.

El artículo era bastante extenso y aburrido, incluía una entrevista con la rectora de la Universidad de Moondale, una mujer con la que no le importaría toparse por la noche, en la que hablaban sobre un dinero que el tal Fenris había donado a la Universidad para la remodelación de las infraestructuras que llevaría a cabo la propia Construcciones Fenris y para la compra de materiales para las instalaciones.

Al parecer la residencia universitaria cambiaría su feísimo nombre por el apellido del empresario. En una breve entrevista con el joven CEO de Construcciones Fenris éste hablaba sobre varios puntos que Fenris había dejado patentes cuando redactó su nombramiento, apenas una semana antes de su caída. Al hombre no le cupo la menor duda de que las malas lenguas estarían diciendo que el joven tiró a Fenris por las escaleras, pero esa gente no distinguiría un asesino aunque lo tuviese delante con un cuchillo ensangrentado, ese chaval nunca había matado a nadie, no tenía esa mirada. Él en cambio, sabía que la tenía.

Dejó los periódicos encima de la mesa, se terminó la cerveza de un último trago y se levantó hacia el perchero para coger su cazadora y salir, tenía que conocer un poco la ciudad, ya que había venido y se había perdido la fiesta al menos tendría que hacer algo para divertirse y hacer que el viaje mereciese la pena.

Caminó durante horas familiarizándose con las calles de la ciudad y observando varios sitios mientras esperaba que llegase la noche. Siguió a alguna gente y consiguió información de otra para saber aún más de los «bajos», en el sentido de bajos como el infierno, fondos de la ciudad. El tal «Séptimo Cielo» no le interesaba, un bar con demonios en el que no pudieses provocar una refriega no tenía nada de divertido, sin embargo el «Satan’s Skirt» le llamaba bastante más. Esperó a que anocheciese y se presentó allí.

Nada más entrar algunas miradas se giraron hacia él, además del dueño, no debían estar acostumbrados a ver a demasiados humanos. Caminó hasta la barra y se sentó al lado de un demonio verde con la cabeza llena de pequeños cuernos.

– [b] [i] [color=#232627]Una cerveza negra.[/SIZE] [/i] [/b] – pidió. Él camarero le miró unos segundos mientras abrillantaba un vaso y se la sirvió.

– [b]Ahí tienes amigo.[/b] – dijo mientras le dejaba la jarra y cogía el dinero que había encima de la barra.

El hombre cogió la jarra y dio un trago largo mientras el demonio de piel verde no dejaba de observarle. Posó la jarra en la barra y le devolvió la mirada.

– [b] [color=#3B7B6E]No me gustas, no quiero volver a verte aquí.[/color] [/b] – dijo acercándole su cara.

– [b] [i] [color=#232627]Creo que a tu amigo el primo feo de Darth Maul le vendría bien una pastilla para el aliento.[/color] [/i] [/b] – dijo dirigiéndose a Willy mientras volvía a dar un trago e ignoraba deliberadamente al demonio, que en ese momento se preparó para darle un golpe en la cara que no fue posible porque en el último segundo el hombre colocó la jarra frente a él y el puño del demonio la golpeó haciéndola añicos y consiguiendo que los cristales se le clavasen. Mientras el demonio se sujetaba la mano él se levantó, le puso las manos a ambos lados de la cabeza del demonio y le sujetó mientras gritaba y se revolvía, hasta que cayó desplomado en el suelo, en su cabeza se veían, en el lugar dónde habían estado las manos, un calco perfecto de éstas grabado a fuego. – [b] [i] [color=#232627]¿Alguno más?[/color] [/i] [/b] – preguntó. Nadie se levantó y desviaron la mirada de dónde él estaba hacia sus bebidas. – [b] [i] [color=#232627]Creo que la casa me debe una ronda.[/color] [/i] [/b] – Willy se echó hacia atrás y fue a servirle la bebida.

– [b]¿Quién coño eres?[/b] – preguntó unos minutos después a una distancia apropiada.

– [b] [i] [color=#232627]Logan Villiers.[/color] [/i] [/b]

 

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