Moondale

ABRO LOS OJOS

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Daakka | Recuerdos

[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

dkkfr1_zps8eebcedb

[SIZE=2]
Me resultó fácil saber dónde estaba, porque ya lo había vivido durante todo el tiempo que había permanecido bajo el control de la Iniciativa, mantenido en un estado continuo de inconsciencia levemente alterado por ocasionales despertarse. Mientras permanecía inconsciente durante todo ese tiempo, mi mente recurría a la memoria genética de mis antepasados para evitar que mi cuerpo avanzase mientras mi cerebro se quedaba estancado, sin aprender. Esos recuerdos fueron mis primeros mentores, mis primeros profesores, ellos me enseñaron la cultura de mi raza, su poder, para que me convirtiese en alguien como ellos, un Rakkthathor más, pero también pude ver su crueldad, pude verla con tanta claridad que la aborrecí, algo en mí era distinto a ellos.

Así que allí volvía a estar, sumergido en la consciencia colectiva de mi raza, el conjunto de todas las memorias de mis antepasados, que formaban parte de mí, de lo que era, lo quisiera o no. Aunque lo cierto es que no lo quería, sabía lo que estaba a punto de ver, y hubiese deseado cerrar los ojos, pero no estaba viendo a través de los míos, si no de los de mi ‘Hahkti’ (mi madre) biológica, Astare.

Mi madre, [i]yo[/i], estaba rodeada de muchos miembros de nuestra raza, que se habían dispuesto formando un círculo, solo roto por el espacio que habían dejado para que Asekk, mi ‘Hahk’ (mi padre) biológico y Kor de la tribu, entrase en cuanto llegó. Caminó en silencio, hasta situarse en el centro.

– [b]¡Asekk! ¡Asekk![/b] – aclamaban. Era un héroe entre su raza por los resultados que había obtenido en batalla. Había nacido como hijo de un Nik’ta de la tribu, un anciano con poderes sobre la magia, un chamán, lo que le habría llevado al mismo camino, pero había demostrado una fuerza y una mentalidad innatas para el combate que lo habían llevado a dónde estaba ahora mismo, el líder de la tribu, tras acabar en un combate cuerpo a cuerpo con el anterior, un combate que le costó un ojo. Observé a toda la tribu, la ‘Rakkna’ de Asekk. En cierta manera podía pensar que me parecía a él, aunque no lo deseaba especialmente, pero los dos nos habíamos vuelto contra nuestro destino, contra el rumbo que marcaban nuestros antepasados.

Sabía por otros recuerdos que había experimentado que hacía poco que había vuelto de una acometida victoriosa contra un grupo de ‘pálidos’, una raza que consideraban inferior, puro ganado, mano de obra…esclavos. Unos cuantos asentamientos de ‘pálidos’ estaban cerca del hogar central de mi raza, y permanecían en guerra continua con la tribu. No podía culparles, si mi raza les hubiese capturado solo habrían servido como sujetos de entrenamiento, sirvientes, mulas de carga…poco más que animales. Sabía que mi raza los consideraba así, porque cuando accedía a estos recuerdos captaba también sus impresiones, sus pensamientos sobre las cosas, a mi raza le sorprendió sobremanera que los ‘pálidos’ fuesen capaces de agruparse y aún más de plantear resistencia como si poseyeran inteligencia. No debían haberlos infravalorado, ahora eran los principales habitantes de la Tierra, los herederos.

Había visto lo que había ocurrido en esa última acometida a través de los ojos de Asekk, pero como recuerdo grabado en mi propio código genético que era, no se había limitado solo a la visión, también había sentido su euforia mientras atravesaba las puertas del asentamiento junto a los suyos, mientras los ‘pálidos’ huían aterrorizados como si el mismo infierno se hubiese abierto y ellos fuesen sus huestes. Pero no todos los ‘pálidos’ habían huido, algunos se quedaron para conseguir que las mujeres y niños huyesen, y esos solo consiguieron la muerte, aunque al menos no vivieron para ver como se llevaban a sus mujeres y niños para servir y trabajar de por vida.

Mientras lo recordaba, como si lo hubiese evocado, aparecí en medio de un grupo de cadáveres, con las manos ensangrentadas sujetando la cabeza de uno de los ‘pálidos’, aún vivo. Ese ‘aún’ no duró demasiado, sentí su cuerpo temblar bajo mis manos, las de Asekk, así como sentí su vida irse rápidamente cuando, con un fuerte giro, le partió el cuello. Me sentí vivo acabando con su vida, compartí su euforia, su victoria, y deteste cada fibra de mi ser, cada parte de mí que me ataba a él, no quería seguir reviviéndolo, no quería tener nada que ver con ellos, yo era Daakka y nadie más, el último de los Rakkthathor, pero no uno de ellos.

Volví al recuerdo en el que Asekk estaba en el centro del círculo formado por la tribu, volvía a verlo todo tras los ojos de Astare. Estaba orgullosa de lo que había logrado, de ser la esposa del Kor. Asekk miró hacia mí, hacia ella, y la llamó. Ella miró hacia abajo y entonces lo vi, un niño, casi un adolescente, del clan Rakkthathor, su hijo, me reconocí fácilmente en sus ojos.

Caminamos hacia el centro mientras Asekk hacia una seña y un par de Rakkthathor se marchaban y volvían al poco con un ‘pálido’ que habían capturado en la última incursión. Este en concreto tenía la piel oscura, aunque no demasiado, como Vincent. Los ‘pálidos’ eran humanos y como tales no eran todos iguales en cuanto a tonalidades de piel, pero eso mi raza no lo sabía, para ellos un ‘pálido’ con ese tono de piel debía ser alguien importante, una especie de brujo poderoso entre los suyos, y por eso era un honor matarle, un honor y un rito de paso.

Sabía perfectamente lo que estaba a punto de suceder, pero eso no me preparó, lo único que hizo fue conseguir que tuviese miedo. No podía controlar nada de lo que hacía, porque mi cuerpo estaba en otro lugar, dormido completamente por los sedantes, lo único que podía hacer era ver y sentir lo que ella sentía. No podía despertarme, no podía mirar para otro lado, no podía cerrar los ojos, solo ver la atrocidad que estaba a punto de ver y sentirla como si fuese un orgullo, con euforia. No podía hacer nada, pero tampoco rendirme a lo que sentía, porque terminaría convirtiéndome en alguien así. Estaba atrapado en ese recuerdo, viendo a…mi…otro yo…porque no era yo, ese llevaba mucho tiempo muerto, yo era él, pero a la vez no lo era, era distinto, el mundo me había hecho distinto, sus errores me habían hecho distinto.

Mi otro yo se acercó hacia Asekk, que le puso las manos en los hombros y después le tendió un cuchillo de hueso de ‘pálido’, sabía lo que tenía que hacer. Me acerqué…no, él se acercó, no era yo…pero mientras tanto yo sí lo observaba a través de los ojos de ella. Astare estaba emocionada porque su hijo estuviese a punto de pasar el ritual, se lo había ganado después de acabar con una docena de ‘pálidos’ junto a su padre…

Estaba condenado a seguirle con la mirada, hasta que con el cuchillo rasgó rápidamente la piel del cuello de ese hombre, haciendo que cayese sobre la arena. Tomó algo de sangre en sus manos y se pintó dos marcas en la cara, justo antes de coger entre las manos la cabeza de ese hombre y retorcerla con un sonoro crugido que me heló la sangre. Orgulloso de lo que acababa de hacer levantó las manos ensangrentadas, con éxito, mientras sus padres y su clan le vitoreaban.

Ese demonio al que no le importaba causar la muerte estaba dentro de mí, así había sido en otra vida, porque yo había nacido a partir de él. Al principio no sabía cómo, pero los recuerdos me lo habían mostrado. Pero no quería ser como él, quería apartar esa parte de mí, pero si continuaba mucho tiempo en ese lugar, si dormía durante demasiado tiempo, los recuerdos que habían empezado a formar a la persona que era ahora se perderían en una marea de sangre y violencia, acabaría siendo un Rakkthathor como él, como yo, y no soportaba tener esa oscuridad dentro de mí.

El recuerdo empezó a desvanecerse en ese mismo instante y la oscuridad me sobrevino, como si fuese una proyección de lo que sentía. Todo quedó sumido en una completa oscuridad, solo estaba yo, con mis pensamientos, aunque podía sentirle a él en el fondo, pidiendo salir, pidiendo crear el caos. Temía convertirme en él de nuevo, incluso temía la idea de pensar que las cosas hubiesen sucedido de otra forma, que me hubieran creado y no hubiese tenido la conciencia que tenía ahora, de haber vuelto a nacer exactamente igual que había muerto, como un demonio con ansias de sangre y poder.
[/SIZE]

daka1_zps095af848

[SIZE=2]

Sentía mis corazones resquebrajarse mientras pensaba en Selardi, observando a una bestia violenta que acababa con todo lo que encontraba para fijar su posición de supremacía. Mi mente me evocó una imagen de mi ‘Rakkna’, decidiendo que era un peligro, que siempre lo había sido y que fue un error sacarme de allí, que simplemente era un demonio sin conocimiento del bien y del mal. Esa bestia se revolvió en mi interior, intentando convertir el dolor en ira, en odio, en una máscara que se enfrentase a lo que podían pensar de mí, ya que si iban a pensarlo de todas formas, mejor que fuese con un motivo y así pudiese huir del dolor y de la pena.

Pero esa máscara supondría perder mi propio ser, supondría perderlos a todos, y no estaba dispuesto a permitir ser condicionado por mi pasado y el demonio del que fui origen. Tomé fuerzas de todos ellos, de Selardi, de mi ‘Rakkna’ y entonces la oscuridad empezó a teñirse de luz hasta que me encontré en otro lugar. Estaba en una tienda, bastante amplia, sentado en un círculo junto a otros Rakkthathor, meditando y debatiendo moderadamente sobre cuestiones tan diversas como la justicia de la tribu, la moral de utilizar a los ‘pálidos’ como esclavos, la sostenibilidad de su sistema de vida en ese instante… Estaba en los recuerdos de uno de mis antepasados Nik’Ta, los sabios y chamanes de la tribu, los verdaderos líderes. O al menos así fue antaño, lo que veía eran fragmentos de antepasados más remotos en una versión de la sociedad de mi raza que prometía, pero terminó corrompiéndose, culminando en una sociedad barbárica.

Esos recuerdos me hicieron darme cuenta de que sí quería ser así, pero con la sabiduría que ellos habían demostrado. Ya había visto todo eso una vez, aunque no tanto como durante esos instantes, fuera lo que fuese lo que me había hecho inicialmente más propenso a la moralidad de la que parecían carecer mis antepasados más cercanos, había sido reforzado por esos recuerdos de una sociedad justa y sabia y había culminado en la influencia de mi ‘Rakkna’, de Selardi.

– [b] [color=#737337] Ree’nak, has cambiado mucho, quizás demasiado[/SIZE] [/b] . – frente a mí, en la oscuridad, vi aparecer la figura de Astare mirándome fijamente. Miré a mi alrededor y había entrado en la oscuridad, como si volviese a tener mi propio cuerpo, pero sabía que solo era una proyección de mi consciencia.

– [b] [i] [color=#c2a765] Solo soy lo que debo ser, no me convertiré en un monstruo. No seré la pesadilla de todos, puedo conseguir un lugar en el mundo.[/color] [/i] [/b] – repliqué tratando de convencernos a ambos.

– [b] [color=#737337] El lugar de un hacnash se encuentra en la lucha. Nuestra historia está escrita con sangre.[/color] [/b] – respondió de forma ceremonial. La mía no se escribiría así, lograría un lugar en el mundo por mis propios méritos, no por aplastar a todo el que encontrase en mi camino. La verdadera esencia de mi raza volvería a la vida en mí.

– [b] [i] [color=#c2a765] La historia está en el pasado, para aprender de ella, de los errores. No marca quien soy, el futuro no puede escribirse.[/color] [/i] [/b] – mi futuro solo estaba en mis manos, en mis decisiones.

– [b] [color=#737337] No puedes renegar de lo que eres, no puedes renegar de tu sangre, de tus ancestros, de lo que significas para tu raza[/color] [/b] .- respondió con el rostro más serio, insinuando una represalia.

– [b] [i] [color=#c2a765] Puedo, lo haré. No cederé a los instintos.[/color] [/i] [/b] – repliqué, totalmente seguro.

– [b] [color=#737337] Con esas palabras estás deshonrando a tu Arthakt[/color] [/b] .- me espetó. El honor continuaba siendo un enorme pilar de mi sociedad al final de sus tiempos, pero se utilizaba a conveniencia. Sería el guardían de mi propio honor, el guardían del verdadero honor de mi raza, ese que se creía perdido, porque los nuevos nacidos no seguían los viejos ritos de meditación y en consecuencia solo escuchaban los recuerdos de sus antecesores más cercanos, obviando su pasado, del que se suponía que debían aprender. Para mí era distinto, había tenido que meditar a la fuerza y eso me había hecho ver más allá y recuperar parte de esos valores, aunque me quedaba mucho por ver, tanto de ellos como de los humanos.

– [b] [i] [color=#c2a765] Yo soy mi propia raza, soy el último y representaré lo que representamos una vez.[/color] [/i] [/b] – le aseguré, convencido, y ansiando en mi corazón que mi raza estuviera orgullosa de lo que iba a hacer por ellos, pero sabía que eso no sería así, no había más raza que yo mismo, y ni siquiera hablaba con mi ‘Hahkti’, solo con una mera proyección generada a partir de todos sus recuerdos y los sentimientos y pensamientos plasmados en ellos, un eco al fin y al cabo. Aunque estaba seguro de que habría pensado de la misma forma.

– [b] [color=#737337] Estás dejando que los ‘rajaj’ te controlen. Tú, que ibas a ser Kor. Me avergüenzas[/color] [/b] – escucharla llamar a los humanos de forma tan despectiva como implicaba el término ‘rajaj’, que no me atrevería a traducir, hizo que me hirviese la sangre, pero si lo que quería era que demostrase la violencia característica del ocaso de mi raza, no lo conseguiría. Era distinto, aunque la ira resultaba difícil de contener al pensar en los humanos que conocía, escuchar como los insultaba, como insultaba a Selardi, me hacía desear entregarme a esos instintos, pero solo me alejaría de ellos más de lo que ya lo hacía mi piel, mi aspecto.

– [b] [i] [color=#c2a765] Siento el camino que tomásteis.[/color] [/i] [/b] – sentencié finalmente. Me apenaba que lo que había visto hubiese terminado así, el declive de una raza. Pero aún no era tarde, aún quedaba yo, y podría transmitir esos valores a mi ‘Rakkna’, junto a los suyos, para formar una sociedad mejor, o al menos intentarlo. – [b] [i] [color=#c2a765] Tu vergüenza es mi orgullo, ‘Hahkti’.[/color] [/i] [/b] – declaré al fin.

Ella negó con la cabeza, mostrando ligeramente los dientes.- [b] [color=#737337] Ya no soy tu madre, mi hijo murió hace miles de lunas[/color] [/b] .- sentenció antes de desvanecerse.

– [b] [i] [color=#c2a765] Y así renací.[/color] [/i] [/b]

Mi nombre era Daakkarakkthathornacle, ‘El último de los Rakkthathor’, el recuerdo vivo de una sociedad demoníaca que había sido justa, sabia, civilizada, la muestra viva de que ese sueño no había muerto, esa sociedad viviría en mí y en los míos, mi ‘Rakkna’.

En ese momento, abrí los ojos, los de mi consciencia y los de mi cuerpo en la cámara de éxtasis.

[spoiler]Gracias a Stefy por llevar tan soberanamente bien a Astare.[/spoiler]

Comentarios

Deja una respuesta