Moondale

TOMANDO LAS RIENDAS

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5]Christopher McLeod | Oneiron

[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b]

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El sonido de mis pasos resonó por el pasillo de la Universidad. Caminaba distraído, sin nada absolutamente en la cabeza. Pronto, empecé a frustrarme por no saber en qué estaba pensando, no conseguía recordar algo importante y empecé a angustiarme. Escuché una exclamación a lo lejos, era esa chica, mi vecina, pero ¿qué hacía en mi Universidad, tan lejos de casa?

Entonces la vi, a lo lejos, una melena pelirroja, ella era lo importante, tenía que alcanzarla. Eché a correr, pero el pasillo parecía cada vez más largo. La llamé con una voz muda, y no me escuchó, así que seguí corriendo, y el pasillo seguía alargándose. La desesperación estaba volviendo, la angustia me recorría el cuerpo y subía, amenazando con ahogarme, empecé a correr más deprisa, pero cada vez estaba más lejos, convirtiéndose en un punto en el horizonte. Corrí y corrí más deprisa, hasta que delante de mí, el suelo desapareció y caí, y mi cuerpo, en algún lado, dio un salto.

Aparecí de pie, en la biblioteca, con un libro abierto en la mano y las gafas en la otra. Me recompuse del susto, no tenía sentido lo que me acababa de pasar, así que tenía que seguir leyendo. Me detuve unos minutos mientras pasaba las páginas, llenas de símbolos que no lograba entender, debía tener un día confuso, lo que ocurría no era normal, o quizá seguía en el sueño, eso tenía sentido, podía ser un sueño lúcido, por eso no conseguía leer nada, porque la capacidad de soñar y la de leer se encontraban en hemisferios del cerebro diferentes.

Cerré el libro, casi convencido, aunque mi mente empezó a refutar esas teorías. Seguía pareciendo muy real, y mis teorías se vinieron abajo cuando reconocí la portada del libro que estaba leyendo «Bebés licántropo: Chupete o hueso». Aun así, parte de mí reconocía que las letras que estaban delante de mí, en el tomo del libro, no tenían ningún sentido, pero sabía que ponía eso y esa convicción ganó.

Dejé a un lado el tomo y me paré a mirar la pila de libros que tenía a mi lado. Sobre la mesa estaban desperdigados «El encantador de lobos», «Como ascender en tu manada I: El camino hacia el Alfa» y «Cómo ascender en tu manada II: Técnicas para marcar territorio». Aparté esos tres para ver del todo uno que se encontraba detrás, pero lo que se movieron fueron unas manos peludas y con garras afiladas que no reconocí. Parpadeé un momento, sumido en la confusión de una transformación en medio del día.

Cuando los volví a abrir mis manos eran normales. Aun así, miré por la ventana para comprobar que era de día, y me encontré con la visión de un cielo nocturno totalmente iluminado por las estrellas, algo ilógico porque pese a ser muy rural, la contaminación lumínica de Moondale impedía ver esas estrellas. La Luna se veía algo más grande de lo habitual, y habría jurado que había aumentado de tamaño mientras la observaba. Miré un segundo más el cielo estrellado y volví hacia el libro tapado por los otros tres, era: «La fiera de mi niña III: Adolescencia. Cuidado con los dientes», miré la pila y vi los tomos uno y dos, y juraría que el cuatro. Seguí observando la pila de forma distraída y reconocí varios que trataban la licantropía y sus posibles curas, uno de Amelia Earhart, uno que hacía alusión a la filosofía de Bruce Lee, tres libros de embarazos y por alguna razón, un blu-ray de la película ‘Amélie’. La pila seguía y seguía, traté de contar los libros, pero siempre me perdía al llegar a una cantidad y tenía que volver a empezar.

Me distrajo el cambio de escena en una televisión que estaba a mi lado, y que mostraba a la protagonista de ‘Psicosis’ gritando. Me fijé bien y parecía que me miraba a mí. En ese momento noté algo extraño en mi boca, una molestia desconocida, y me llevé la mano instintivamente, que de nuevo era una garra, y lo que molestaba en mi boca, colmillos. Mientras tanto, Vera Miles, la actriz protagonista de Psicosis, seguía mirándome muerta de miedo, en escena entró Norman Bates, vestido como una mujer, con un cuchillo en la mano, pero desvió la mirada en mi dirección y él también gritó de terror mientras me observaba. Me llevé las garras a la cara para despejarme y al apagar la televisión vi que mi mano había vuelto a la normalidad, y dejé de sentir la molestia en la cara. Miré de nuevo por la ventana y comprobé que la Luna parecía aún más grande en ese cielo estrellado, había algo en ella que me distraía, una especie de mancha, me centré en ella y me parecía totalmente la silueta de un licántropo.

– [b] [i] [color=#F56828] Hola, papá.[/SIZE] [/i] [/b] – dijo una vocecita que pasó por delante de mí rápidamente. Vi su pelo rubio y comprobé que era Kaylee, la hermana de Diana.

– [b] [i] [color=#457238] Hola hija. No te vayas muy atrás, hay un agujero negro y ya te ha tragado una vez.[/color] [/i] [/b] – tenía sentido que fuera mi hija. Era mucho mayor que ella, así que tenía que ser verdad. Pero era hermana de Diana…por alguna razón, en mi cabeza tenía sentido que las dos cosas pudieran ser verdad a la vez.

Kaylee no hizo caso y continuó adelante, perdiéndose en las estanterías de libros, tendrían que volver a sacarla del agujero negro, podía mandárselo a Ed, pero tampoco quería cargarle con demasiados problemas, ya había pasado bastantes.

Escuché una especie de balbuceo y miré hacia un lateral de la biblioteca. Ed estaba allí, de espaldas a mí, mientras escribía sin parar en una pizarra cosas sin sentido, o quizá es porque yo no podía leer, tenía el pelo alborotado y también la ropa. Debía haberse vuelto loco, con lo que le había pasado, era normal. Cuando tenía la total certeza de que estaba loco y pensé para mí que hubiese necesitado que estuviera bien, dejó la tiza a un lado, se colocó el pelo, la ropa y las gafas, y me saludó con alegría, Ed debía haberme escuchado pensar que me hacía falta y como siempre, estaba dispuesto a todo para ayudar.

Pasó al lado de Diana, con la que habló alegremente y después se dirigió hacia la parte de atrás de las estanterías para sacar a Kaylee del agujero negro. Mi mirada se quedó en la imagen de Diana, el camino de Ed lo había seguido mirándole con la mente, lo que sea que significase eso. Ella me sonrió y yo me quedé absolutamente embobado mirándola, por eso pude notar un parpadeo en ella, era como una especie de publicidad subliminal. Cogí el mando de la televisión que tenía al lado y le fui dando al botón de pausa hasta que vi la imagen escondida, era Siobhan. Volví a darle al play, prefería ver a Diana. Pero le di al botón de play que tenía los colores cambiados y los ojos de Diana se volvieron negros, su pelo se oscureció, en su cara aparecieron venas de color negro y su sonrisa se tornó malvada. Asustado, le di al botón de rebobinar y una Diana de unos siete años me sonrió y vino corriendo hacia mí.

– [b] [i] [color=#843181] ¿Quieres ser mi novio?[/color] [/i] [/b] – preguntó la pequeña niña pelirroja.

– [b] [i] [color=#457238] Cuando seas mayor.[/color] [/i] [/b] – respondí con total naturalidad. Solo tenía que esperarla.

– [b] [i] [color=#843181] No importa la edad, tú serás siempre más viejo.[/color] [/i] [/b] – comentó mostrando una sonrisa a la que le faltaban algunos dientes. Era verdad, era más viejo que ella, tenía que arreglarlo, así que le di al avance rápido. Frente a mí volvía a estar Diana, tenía más o menos mi edad y con ella un par de niñas pelirrojas y un bebé en brazos. – [b] [i] [color=#843181] Date prisa y termina con el trabajo, tienes que sacar a la mayor a hacer sus cosas a la calle.[/color] [/i] [/b] – dijo señalándome a la que era más alta, que tenía el pelo de su madre, y los colmillos, el pelo y las garras de su padre. – [b] [i] [color=#843181] Ya le puse la correa. Nosotros vamos a ayudar a Sarah a matar un demonio.[/color] [/i] [/b] – dijo antes de alejarse y perderse entre la maraña de estanterías, con la otra niña y el bebé. Mientras tanto, la mayor se puso a mordisquear una mesa. Estaría entretenida hasta que terminase, así que no me preocupé.

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Salí de detrás del mostrador y me topé con Dom. Pude ver en su cara que algo le preocupaba, pero no dijo nada. Me dispuse a preguntarle si podía ayudarle en algo, pero su boca desapareció. Le puse una mano en el hombre y continuó andando, hacia mi vecina Rebecca, que cargaba con dos pilas de libros enormes como si fuera el gigante Atlas, unos de la biblioteca y otros de sus asignaturas. Cuando llegó a su lado, ella dejó los libros a un lado y se embutió en un traje de burbujas de cuerpo entero, para después besarle en el lugar en el que no tenía boca.

Desvié la mirada a la ventana, porque hubiera sido imposible no hacerlo, y me topé con una luna que prácticamente cubría la totalidad de la ventana, como si estuviese a punto de chocar contra la tierra. Me distraje tanto con la vista, que choqué contra una de las mesas centrales, en la que me sorprendió ver a Sarah sentada.

Tenía aspecto de cansada, mientras leía un sinfín de libros: «Cómo ser madre y salvar el mundo», «Sobrevivir al destino», «Complejo de Atlas», «Cómo dejar de lado la felicidad para cumplir tu destino» y «Haz caso a tu Vigilante y arruina tu vida». No dejaba de leerlos, hasta que de la nada apareció un bicho gigantesco, dejó el libro encima de la mesa y se lanzó para matarlo, cuando lo hizo, volvió a sentarse y siguió estudiando, pese a la herida que tenía en un brazo.

Tras ella, estaba Daniel, de pie, con rostro apenado, mientras sujetaba un bebé en brazos. Estaban esperando a que ella terminase sus obligaciones para estar con ellos. Mi mirada se detuvo en el tobillo de Sarah, anclado por unos grilletes a una silla. Me miré las manos y vi una llave en ellas, la llave para liberarla, levanté la vista y cuando volví a mirar la llave, ya no estaba allí.

Les miré a ellos, buscando ayuda, y vi que Daniel ya no tenía un bebé en sus brazos, si no una niña de unos siete años.

– [b] [i] [color=#4F5360]Tranquila pequeña, voy con mamá a salvar el mundo, para que tú sucumbas temporalmente a la oscuridad como tu padre y desates tu demonio interior durante años.[/SIZE] [/i] [/b] – después le acarició el pelo y se unió a Sarah, que luchaba contra un demonio que les superaba. Traté de acercarme, pero se alejaban, solo podía observar. El demonio soltó un golpe y Daniel se lanzó delante para proteger a Sarah, y cayó al suelo inerte.

– [b] [i] [color=#BB609C] No puedo huir, mi destino es enfrentarme a ti aunque muera.[/color] [/i] [/b] – respondió Sarah con los ojos envueltos en lágrimas. Y se lanzó contra el monstruo, que descargó otro golpe y la atravesó con uno de sus cuernos.

Miré a todas partes, pero nadie podía ir a socorrerlos. Vi a Daakka en una esquina, con una mano en la pared y le hice una seña.

– [b] [i] [color=#c2a765] No puedo, alguien tiene que mantener las luces encendidas. Si no, la oscuridad nos devorará.[/color] [/i] [/b] – aseguró, completamente seguro. Volví la vista al lugar de la masacre y ya no había nada.

En su lugar, estaba Illya, inerte ante el cuerpo de Sarah. Me acerqué hasta ella. – [b] [i] [color=#457238] ¿Estás bien?[/color] [/i] [/b] – pregunté, tratando de consolarla, pero no lloraba, no se movía.

– [b] [i] [color=#EE5159]No puedo sentirlo, no tengo alma. Y tú, ¿la tienes?[/color] [/i] [/b] – me preguntó. Si la tuviera tenía que haberla salvado, haberla librado de esa vida. Quizá el licántropo había tomado el control, había dirigido mi vida para poder liberar su violencia. No tenía alma, y en ese momento una chispa se apagó dentro de mí, la esperanza, desvanecida. – [b] [i] [color=#EE5159]Ya eres como yo, entonces me entiendes.[/color] [/i] [/b] – dijo un segundo antes de clavarse la pata rota de una mesa y desaparecer convertida en cenizas, que Mercy se puso a barrer.

– [b] [color=#6A9145]Tienes esto todo desordenado. Estás despedido. Y de los Vigilantes también. [/color] [/b] – dijo pasando de llevar su ropa habitual a una chaqueta de tweed.

– [b] [color=#74651D]Tiene razón, ¿esto es lo mejor que puedes hacer? Zack lo habría hecho mejor si no estuviese en esa tumba. [/color] [/b] – recriminó mi padre ocupando el lugar de la rectora. No me paré a pensar qué hacía allí, parecía lógico, en lugar de eso, me eché hacia atrás y tropecé con algo que me hizo caer.

Me giré y vi varias botellas de whisky tiradas por el suelo. Di un parpadeo, y antes de abrir los ojos sentí el sabor en mi boca. Lancé la botella a lo lejos al instante, pero cayó cerca de Diana, que había vuelto.

– [b] [i] [color=#843181] Tus errores siempre hacen daño a los demás.[/color] [/i] [/b] – dijo. Después se giró y con su camiseta que le dejaba la espalda al aire mostró una cicatriz de una garra.

Quise gritar, pero de mi boca no salió ningún sonido. No me dio tiempo a intentarlo una segunda vez, porque la luna chocó contra la biblioteca y la atravesó, deteniéndose antes de arrollarme. De las grietas de la luna empezaron a salir licántropos gigantescos, y una chica rubia, Cara, sosteniendo la correa de varios.

– [b] [i] [color=#7E6368] Estaba harta de estar encerrada. No había Nada.[/color] [/i] [/b] – se quejó mientras saltaba sobre uno y cabalgaba.

El resto me rodearon, llamándome hermano, y lo siguiente que supe es que era un licántropo completamente convertido, pero esta vez no estaba angustiado, los dos éramos uno, corría y sentía el viento en la cara.

Un grupo de Búhos pasó volando a mi lado, en dirección hacia un coloso azul. Uno de los Búhos me dijo que no podía mentir y que por eso no me podía decir lo que necesitaba oír.

Continué corriendo en la infinita pradera cubierta por el cielo oscuro estrellado, hasta que empecé a correr al lado del Lago Viernes. Sentí un olor en el viento, algo más picante, pimienta, que unido al del campo, cubierto del rocío nocturno y la lavanda que poblaba el campo alrededor del lago, me recordaron algo, algo importante, lo más importante. Era algo que estaba en lo más profundo de mi corazón, y quizá por eso, en ese mismo instante, pese a estar sumido en una felicidad insconsciente, fui consciente de lo que quedaba atrás.

Así que me detuve, me erguí como humano que era y mi cuerpo se transformó en consecuencia y di la vuelta hacia mi vida. Esto era mi subconsciente, abarrotado por todas las cosas que me preocupaban. Pero a mitad de camino vi una alternativa, otra parte de mi subconsciente, y tomé esa dirección.

Entré a una sala distinta, era la casa de las Echolls unida a la de mis padres en Escocia, y allí estaban todos sentados, charlando y viendo jugar a los niños: Elizabeth con el Sr. Darcy y una Rebecca que los miraba sonriente al lado de Dominic, Daniel y Sarah junto a una pequeña rubia, mis padres, Cara, Daakka, Illya sonriendo y por supuesto, Diana, tan guapa y sonriente como siempre, en el centro de la sala, junto a unas cuantas miniDianas corriendo por todas partes. Mi subconsciente oculto era bastante más agradable que las dudas inmediatas.

Entonces vi la puerta, al otro lado había un pueblo nevado, sabía de sobra quien me esperaba allí, así que la atravesé, deseando reunirme con mi Diana y tomar las riendas del mundo, fuese real, subconsciente o de pesadilla.

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