[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=5] Interludio, Futuro | Una chica corriente | Casa de las Echolls, Moondale
[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/font][/b][/align]
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El viento sacudió con fuerza las ventanas haciendo que golpeasen con fuerza el marco. Era una noche de tormenta en un invierno especialmente frío, habría quienes dirían que era el choque de unas corrientes de aire del noroeste y del suroeste que se habían cruzado, pero ella sabía de sobra que no, era obra de un demonio ‘ventoso’ como lo llamaba su madre, que había estado dando problemas la última semana.
Según las noticias hoy era el punto culminante de la tormenta, y no sabían la razón que tenían, porque su familia había ido a enfrentarse a él y dentro de poco estaría criando malvas.
Miró el reloj, iluminado con un led rojo, como su pelo. Era tarde, bastante, de hecho, pero no conseguía dormirse sabiendo que los demás estaban ahí fuera.
Incluso sus hermanas y sus primos estaban fuera, patrullando el parque Bellamy, cubriéndoles las espaldas al resto de su familia para que ningún vampiro atacase por sorpresa, sin que ellos lo supieran claro, porque les habrían castigado por arriesgarse siendo demasiado jóvenes. Pero ella no podía, era “pequeña”, y le había tocado quedarse cuidando la casa.
Al menos tenía allí a Éowyn que dormía apaciblemente, salvo cuando se sobresaltaba por un golpe de viento. Junto a ella, la pequeña Samoyedo, Daenerys, roncaba profundamente.
Había veces en las que le molestaba ser la pequeña, y no poder salir con el resto a hacer algo útil. Maldecía no tener nada especial, al menos bajo su punto de vista.
Amy era la valiente e intrépida, aunque no hubiese tenido nada especial, se habría lanzado de cabeza ante lo que fuese sin tenerle miedo a nada, pero además era especial.
Kaylee tenía poder y además era popular y sociable, al menos con quien le interesaba, y por si fuera poco, a veces era capaz de pasar de todo, la envidiaba, ella misma se cansaba muchas veces de preocuparse, pero no le quedaba más remedio, era lo único que podía hacer, y eso la preocupaba más.
Arya era alegre y vital, y encima podía tumbarte sin despeinarse, de pequeña siempre había querido ser como ella, aunque ahora quizá no se habría cambiado con ella con lo que estaba pasando.
JJ era seria, e imponía, especialmente a los hombres que a veces se iban muertos de miedo con una de sus miradas, hasta a los demonios debía de impresionar.
Y a ella, sin embargo, le había tocado ser la estudiosa de la familia. No es que no le gustase, porque le encantaba pasar un rato en silencio, absorbiendo todo lo que pudiese aprender del mundo sobrenatural de los libros, ya que no le dejaban vivirlo en primer plano.
Pensándolo bien, también era especial, tenía algo que solo compartía con una persona, algo que le permitía devorar esos libros sin preocuparse, y la verdad, es que no estaba tan mal. Quizá se buscase unos cuantos libros de magia y convenciese por fin a alguien de que la enseñase a utilizar la magia, entonces saldría y con sus conocimientos acabaría con todos, los vampiros la temerían y los demonios se cagarían en sus pantalones.
Se levantó de la cama de un salto, con la perra observándola fijamente:
– [b][color=#AE7086][i]Me llamarán Vera, la Arcana….no, Vera, la Belleza Mortal…Vera, el Azote de Demonios…la Vigilante Maciza…sí, me gusta…lo pensaré.[/i][/SIZE][/b] – miró a la perra, Èowyn, porque Daenerys seguía roncando panza arriba, y la perra le devolvió una mirada con los ojos entrecerrados por el sueño, casi podía leérsele la mente y verla pensar: [i]Estos humanos están locos…¿Eso que huelo es comida…? No, no…a dormir entonces.[/i]
Con la cabeza llena de las hazañas que realizaría, Vera se echó en la cama, y con las perras acurrucándose contra ella, se durmió, mientras en el exterior el viento amainaba.
[spoiler]Espero que disfrutes este regalo de Reyes.[/spoiler]
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