[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=4] Interludio | Un nacimiento | Sede de Los Búhos
[color=#000000]Noche[/SIZE][/color][/b][/font]
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En la sede de los Búhos se estaba llevando a cabo una importante batalla…de parchís, que se había vuelto el juego de moda después de que Walter fuese de vacaciones a España y trajese uno.
Olivia Dunham y Lincoln Lee aprovechaban esa calurosa tarde para disfrutar del aire acondicionado que les proporcionaba aquella sala de decoración minimalista con aires militares en la que podían desconectar de las obligaciones. Estaban sentados en el sofá de piel negro, con la mesa de café frente a ellos sobre la que reposaba el juego.
Lincoln dio un sorbo al refresco de cola. Estaba perdiendo de una manera estrepitosa a un juego para niños de seis años, pero no podía dejar de mirarla. El chico miró a Olivia, cuya ficha acababa de comer una de las suyas y estaba contando veinte casillas. No pudo evitar echar un vistazo a prominente vientre de embarazada, que cubría con un vestido de premamá azul y eso le hizo sonreír, porque ella no era mujer de vestidos, pero había tenido que resignarse.
Sus miradas se cruzaron y ella se revolvió en el asiento, incómoda. Según los cálculos médicos, todavía quedaba al menos un mes para que naciera el pequeño, pero llevaba unos días quejándose de que le dolía la cintura y él no sabía qué pensar, porque nunca había estado embarazado.- [b] [color=#2B3807]¿Estás bien? ¿Necesitas algo?[/SIZE] [/b]- Preguntó con un deje de pánico en la voz al ver que a la hora de la verdad, ni las clases de preparación al parto te capacitan.
– [b] [color=#7C8D61]La epidural[/color] [/b].- Farfulló poniéndose en pie con dificultad, pero negándose a aceptar la ayuda de nadie.- [b] [color=#7C8D61]He roto aguas[/color] [/b].
– [b] [color=#2B3807]¿Pero no es pronto?[/color] [/b]- Se aventuró a preguntar nuevamente, pero la mirada de Olivia le quitó las ganas de seguir satisfaciendo su curiosidad, así que abandonaron la estancia y fueron a la enfermería, que haría las veces de sala de partos improvisada, en la que una matrona y un enfermero atenderían a la paciente, que se había negado a abandonar la sede para una cosa así.
[align=center][b]***[/b][/align]
Después de cinco horas de contracciones interminables y una hora de parto, el bebé salió del cuerpo de su madre que con último grito apretó la mano con fuerza de Lincoln para que le ayudase, a la par que el reloj marcaba la medianoche.- [b]Es un niño y está sano[/b].- Certificaron el enfermero y la matrona en cuanto lo tuvieron entre sus manos, para después limpiarlo un poco, ponerle un gorrito y colocarlo inmediatamente sobre el pecho desnudo de su madre.
Mientras la enfermera terminaba de coserle los puntos a la reciente mamá, ésta miró a su pequeño, que dormía plácidamente, como si no acabase pasar por una de las experiencias más traumáticas de la vida de los seres humanos: nacer. ¿Acaso os imagináis que es fácil salir de las comodidades del útero y enfrentarte al mundo?- [b] [color=#7C8D61]Es precioso[/color] [/b].- Sentenció Olivia colocando la nariz en el gorrito del niño para darle un beso, mientras que el bebé, con los ojos presumiblemente grises, que no tenía ni un pelo en aquella cabeza cubierta por el gorro rojo, que había pesado 3,500 kg de peso y medía 51 cm de largo, mamaba del pecho de su madre, al que Lincoln evitaba mirar en la medida de lo posible.
– [b] [color=#2B3807]Sí[/color] [/b].- Fue lo único que pudo decir el agente Lee, que tenía un nudo en la garganta del tamaño de Kansas.
El enfermero avisó de que había llegado el momento de trasladar a la madre hasta su habitación, así que la llevaron en la camilla y la ayudaron a tumbarse en la cama, porque la epidural seguía haciendo efecto. El primero en entrar fue Walter, acompañado por su inseparable Astrid que cargaba con un montón de globos de todos los colores y un peluche gigantesco, que fueron colocados en la habitación.- [b] [color=#828486]¡Es mi nieto, es mi nieto![/color] [/b]- Gritaba Walter Bishop completamente emocionado, cogiendo al pequeño en brazos y dando atos, que acabaron por asustar al recién nacido, que era más feliz siendo acunado por su madre.
Lincoln no pudo evitar sentir una punzada de celos mientras observaba la escena. Según sus cálculos, él era el padre y así había ejercido, acompañando a Olivia a todas las revisiones y clases de preparación al parto, pero ella, aunque se lo había agradecido diciéndole que era “un gran amigo” nunca lo había confirmado. Recordaba a la perfección la noche en la que estaba seguro de que se había engendrado a su hijo (esto suena mal, pero es así). Después de muchas negativas, había llevado a Olivia a un restaurante italiano en el centro de Andem, ella se había puesto un vestido negro ajustado que dejaba sus hombros al descubierto, unos zapatos de tacón altísimos y llevaba el pelo cobrizo, originalmente rubio, cayéndole por la espalda. Fue una noche fantástica en la que se olvidaron del trabajo y bebieron mucho vino. Al final, una cosa llevó a otra y acabaron besándose en la puerta de su apartamento. Después, siguieron bebiendo y brindando, hasta que el vestido de Olivia cayó al suelo y después…bueno, os imagináis cómo acabó todo. La cuestión es que no volvieron a mencionar el tema, a pesar de que él estaba enamorado y deseaba ser correspondido, pero Peter llegó una semana después, volvía de uno de esos viajes a los que lo enviaban para que perdiera el tiempo y como siempre, Olivia estuvo gran parte del tiempo con él, por lo que siempre quedaba la duda de que no fuese hijo suyo, sino de Peter: ¿Era posible que se hubiera quedado embarazada después de una noche? No podía saberlo a ciencia cierta, pero deseaba que fuera así. Fuera como fuese, Peter no estaba allí y no lo había visto nacer, [i]no se lo merecía[/i].
– [b] [color=#7C8D61]Walter, nunca he dicho quién es el padre[/color] [/b].- Le reprendió la mujer de pelo cobrizo.
– [b] [color=#828486]Sea quién sea, es mi nieto igualmente[/color] [/b].- Fue la respuesta del científico, que miró a Lincoln y le guiñó un ojo.
– [b] [color=#696280]¿Puedo ser su tía?[/color] [/b]- Bromeó Astrid Fansworth mirando a su compañera de trabajo, que asintió encantada.
– [b] [color=#2B3807]¿Como se llama?[/color] [/b]- Preguntó Lee llevando un dedo a la suave mejilla del pequeño.
– [b] [color=#7C8D61]Henry L. Dunham[/color] [/b].- Dijo Olivia con seriedad y todos asintieron, porque el nombre les gustaba.
– [b] [color=#2B3807]¿Y esa “l”?[/color] [/b]- El agente Lee arqueó una ceja, disimulando la sonrisa que se dibujaba en su rostro.
– [b] [color=#7C8D61]Eso es una cosa entre su padre y yo[/color] [/b].- La mujer esbozó una sonrisa y le tendió al bebé. Cuando él lo tuvo entre sus brazos, envuelto por la mantita azul, con el gorro rojo cubriéndole la cabeza calva, volvió a mirarla y quiso gritar al mundo lo que sentía, pero se serenó.- [b]
[color=#2B3807]Bienvenido al mundo, Henry L. Dunham[/color] [/b].- Consiguió decir sin emocionarse.
– [b] [color=#828486]¡Bienvenido![/color] [/b]- Gritó Walter
descorchando una botella de champán ignorando el llanto de Henry, mientras que Astrid repartía vasos de plástico para todos los adultos, excepto para Olivia, que tuvo que conformarse con brindar con agua, a pesar de que decían que daba mala suerte.
Y aquella noche, la Sede de los Búhos se convirtió en el hogar de un precioso niño de ojos grises y pelo rubio.
Pero hay quien dice, que para mantener el equilibrio, por cada vida que empieza debe terminar otra.[/color]
[spoiler]Que me perdone Alph por haber movido a Lincoln sin su permiso. Espero que os guste :D[/spoiler]
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