Christopher MacLeod | Biblioteca
MAÑANA
Aprovechando que Rebecca había llegado temprano a la biblioteca y que estaría allí hasta media mañana cuando empezaban sus clases, decidí retirarme unos minutos a mi despacho para tomarme un café con tranquilidad, si es que quedaba algo de eso ya para cualquiera.
Abrí el navegador y cargué el ‘Ripper Inquirer’, el ‘Moondale Post’, el ‘Ripper Bearer’ y unos cuantos de blogs de bebés y paternidad. Sí, era un hombre con muchas preocupaciones.
Una de ellas era que iba a ser padre y teniendo en cuenta que cada Luna Llena y los días anterior y posterior me convierto en un bicho violento y peludo, tenía mis miedos respecto a Diana y al bebé, bueno, a la niña según la última ecografía.
Me daba miedo que la pequeña tuviese algún problema de salud por la Amy MacLeod que vimos en el futuro gobernado por el Soberano. Y aunque Diana me había tranquilizado diciendo que su elección en las Pruebas había sido para que ni la pequeña ni ella sufrieran ningún daño y todo saliese adelante, vivía en un estado de alerta y preocupación constante. De hecho, le había pedido a Diana que no se quitase nunca el colgante que yo mismo había elegido, ni siquiera para ducharse, dormir o…hacer otras cosas que no implicasen ropa. Ese colgante la protegía de contraer la licantropía, y era un pequeño alivio.
He mentido diciendo que Diana me habló de su elección, porque no es del todo correcto. En lugar de hablarme de ella, me tendió su disco de Campeona para que viese por mí mismo los sufrimientos y pruebas que había padecido y las elecciones que había hecho por todos nosotros y por nuestra hija. Resultaba confusa, y también aterradora la Prueba de Samsara en la que saltaba al fuego del volcán para purgar la magia oscura y salía…cambiada supuestamente, aunque no conseguía ver la diferencia, era la misma Diana de siempre, pero imaginé que, de haberla cambiado, lo habrían hecho «desde siempre» por confuso que resultase. Ver la parte en la que descubría que el Campeón en las Sombras era en realidad Kaylee y que tendría que morir para salvar a todo el mundo fue duro, especialmente porque esa era mi segunda preocupación, las repercusiones que había tenido eso en todos nosotros, y es que sentía que el grupo, el que era más que una familia por las cosas que habíamos pasado juntos, se resquebrajaba desde los cimientos.
Ed se había ido a Louna pocos días después de lo que pasó y habíamos perdido casi todo contacto con él, por no decir todo.
Bill y Vincent se habían trasladado a Louna junto a una muchacha que podía hablar con los espíritus, Karen se llamaba, la conocí cuando les pedí que me llevasen a verla para preguntarle por Kaylee, pero no pudo contactar con ella, no había rastro. No les dije nada a Diana ni a Sarah.
Hiroshi Sato se había ido también, sin saber cuando iba a volver y sin saber un destino fijo, quizá buscando su propio camino. Y de Logan no había rastro desde que despertó a Alexander Fenris. No sabía lo que esperarme de ese chico, ni para bien ni para mal.
Por si todo eso fuera poco, Illya…no, Mara, volvía a ser humana, esa había sido su elección en su última prueba, y tenía un tiempo valioso que recuperar con su familia, se lo había ganado. Pero el principio había sido duro, recuperar el alma y asumir todas las cosas que le habían pasado fueron duros.
En general, estos meses habían resultado, y seguían resultando muy difíciles. Diana y Sarah lo estaban pasando muy mal con lo de Kaylee, pero aun así habían sacado fuerzas para mandar a su madre a Escocia con Jaime para que ella no se hundiese, pero ellas se habían quedado solas, solo contaban con nosotros y poco podíamos hacer para ponernos en su lugar, solo esperar al día en el que se hiciese más llevadero.
Diana lo había llevado un poco mejor algunos días, porque tenía una pequeña de la que preocuparse, pero lo que había pasado, estar sin Ed, y ver a su hermana así le resultaban momentos muy duros.
Graduarse no les había hecho ningún favor al darles más tiempo libre para pensar, pero Daniel, que había decidido continuar su último año de carrera de forma no presencial para estar con Sarah, se había volcado en el proyecto de la Nave intentando arrastrar a Sarah con él para que tuviese algo que hacer. Cara había resultado ser en estos meses una genio de las finanzas y había ayudado a seguir sacando adelante las remodelaciones que hacían falta con los fondos que tenían. A Dom le habían ofrecido trabajar con ellos cuando todo estuviese listo, y ahora les ayudaba con las obras. Diana y yo pasábamos a ayudar cuando podíamos, pero arrastrábamos demasiado. Pronto, cuando todo estuviese preparado, tendrían un buen trabajo entre manos que les mantuviese las cabezas ocupadas, en especial a Sarah, que por el momento tenía un trabajo temporal. Ni con eso y las patrullas que cada vez hacía que durasen más conseguía que la Sarah de siempre volviese, y tenía miedo de estar perdiéndola.
Intenté distraerme leyendo los periódicos, todos tenían la misma noticia, el Director de Inteligencia Nacional se mudaba al ‘Castillo Kvinneby‘ del Condado de Ripper para llevar a cabo a una investigación. En la imagen se distinguía un montón de gente entrando hacia el castillo con maletas, supuestamente eran sus empleados de confianza y algunos acogidos que había contratado para cuidar de su nueva residencia, pero había algo en todo eso que no me gustaba, aunque quizá últimamente me preocupaba demasiado. Aun así, lo consultaría con ‘Los Búhos’, nunca se era demasiado precavido y menos en un mundo como el que nos había tocado vivir.
Después de un rato, cerré la sesión del equipo y preparé otro café para llevárselo a Rebecca, que estaba fuera colocando e inventariando libros sin descanso, la chica se tomaba muy en serio su trabajo, pero al menos parecía estar un poco mejor desde que Dominic había conseguido tocarla. Era curioso como algunas de nuestras elecciones nos habían abierto el camino a un futuro mejor, y otras nos hacían dudas sobre si habrían sido las correctas.
– [MacLeod]Rebecca, descansa un poco, no estás a destajo.[/MacLeod] – dije esbozando una ligera sonrisa mientras le tendía el café, descafeinado, porque ya llevaba demasiada energía. Lo dejé encima del mostrador para que nuestros dedos no se cruzaran y terminase tirado en el suelo.
– [Rebecca]Tengo demasiadas cosas que hacer. Si no me doy prisa, no conseguiré nada[/Rebecca].- respondió agobiada. Todavía le quedaba un año más de carrera, y necesitaba el trabajo para costeársela. Además, como Dominic se había graduado y ya no podía seguir en la Residencia, los dos se habían mudado a un pequeño apartamento, y las mudanzas son tediosas y alteran el ritmo cotidiano, por mucho que tengas amigos con superpoderes que te ayuden, o un novio que levante cosas con la mente.
– [MacLeod]Dicen que ‘el que mucho abarca poco aprieta’. Descansa un poco, lo que no te dé tiempo me lo dejas a mí, para eso estoy.[/MacLeod] – dije metiendo las manos en el bolsillo y jugueteando con el disco frío que tenía en el bolsillo.
– [Rebecca]Gracias, pero puedo con todo[/Rebecca].- dijo girándose para seguir colocando libros.
– [MacLeod]Rebecca, soy tu jefe y tu amigo, insisto.[/MacLeod] – dije poniéndole una mano en el hombro y señalándole el café para que se tomase un respiro. – [MacLeod]¿Va todo bien?[/MacLeod] – le pregunté.
Ella fue hasta el café a toda prisa.– [Rebecca]Sí[/Rebecca].- respondió bebiéndoselo tan rápido que se quemó y maldijo al aire.
– [MacLeod]No lo parece.[/MacLeod] – respondí tendiéndole un papel para que se secase una mancha de café de la camiseta.
Se limpió como pudo, porque el café no está reconocido por su facilidad de limpieza, y me dio las gracias.- [Rebecca]Es complicado[/Rebecca].- admitió. Rebecca estaba acostumbrada a llevar las cosas ella sola, pero ahora era parte de esta disfuncional y extraña familia, podía contar con nosotros.
– [MacLeod]Puedes contármelo si lo necesitas.[/MacLeod] – le invité. Al menos quizá a ella sí podría ayudarla, viendo que a Diana y Sarah no.
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