Logan Villiers| Graveyard Creek, Condado de Bent, Colorado
noche
La noche era cerrada en ese pequeño pueblucho de mala muerte, pero tranquila, demasiado. Otra gente habría agradecido una noche así, despejada, pudiendo ver incluso las estrellas, pero yo era diferente, muy diferente.
Pese a todo lo que había pasado, echaba de menos las noches de Ripper, en las que también podías ver el cielo lleno de estrellas, pero que tenían un aire peligroso y emocionante que se añadía al saber que por la noche era cuando la mayoría de las cosas peligrosas salían a cazar, y una de ellas era yo, solo que yo cazaba a los cazadores.
Ahora estaba fuera de mi elemento, buscando un lugar donde seguir cazando, pero por el momento solo me había encontrado con unos cuantos pueblos aburridos y bares de carretera, algunos, eso sí, con unas chicas moteras muy interesantes.
Pero no terminaba de asentarme, seguía faltándome algo que no terminaba de encontrar. Recordé a la motorista rubia vestida de cuero y esbocé una sonrisa, cuantas más ganas tenía de alejarme, más interesante se volvía todo.
Las calles de ese pueblo estaban desiertas, bueno, eso si es que se le podía llamar así, porque consistía en un grupo de casas y un bar, ni siquiera tenía nombre, solo pertenecía a ‘Graveyard Creek‘ junto con otros tantos grupos de casas a varios kilómetros. Se distinguían un par de luces en algunas de ellas, y otras permanecían oscuras y silenciosas, como si no hubiese nadie, o como si los que estaban dentro no quisieran que nadie supiera que estaban ahí.
Había luz en un bar cercano, así que fui hacia allí. Miré mi moto para asegurarme de que no me faltaba mi par de ruedas para salir pitando a un sitio más divertido y me levanté un poco el sombrero antes de abrir la puerta.
En algunos sitios, me recibían con miradas desconfiadas, en otros, parecía que nadie se percataba de mi presencia, algo que no me hacía ni puta gracia, incluso en alguno me habían recibido con los brazos abiertos, eso había sido más raro. Pero en este no, en este solo había un par de tipos sentados, uno mayor y el otro más joven, una chica tras la barra y una señora con delantal de camarera, todos de tez oscura y pelo aún más oscuro, que le observaban con…miedo. Bien, quizá había encontrado lo que llevaba todo el viaje buscando.
Desde que salí de Ripper, me embarqué en un viaje por las carreteras con más fama de siniestras de todo Estados Unidos, para ver si encontraba un lugar donde dar rienda suelta a todo mi nuevo poder, un infierno en el que ser de nuevo un héroe, a mi manera.
Primero fue ‘Clinton Road‘ pero a lo largo de sus 16 kilómetros solo me encontré con un pueblo adorador de demonios caníbales con los que no tardé mucho en acabar, ni siquiera necesité sacar la espada. Después no tuve mucha más suerte, pero quizá ahora, en la ‘Ruta 50‘ a la altura de ‘Graveyard Creek‘, quizá lo había encontrado.
Me senté en la barra y miré fijamente a la chica, bastante guapa, siempre me habían gustado las mujeres con poder, como Halle Berry, Beyoncé, esa de ‘Django‘…un momento. El caso es que tenía pinta de dormir poco. – [Logan]Una cerveza.[/Logan] – pedí lanzándole una sonrisa. La chica seguía aterrorizada, pero parecía que se había puesto un poco roja. Tímida, bien. Cuando volvió con la cerveza y se puso a abrillantar vasos, aproveché. – [Logan]Dime, ¿hay algo interesante que hacer por aquí?[/Logan] -le pregunté. Ella sonrió tímidamente, pero alguien nos interrumpió.
– [b]Irse, y muy lejos, chico. No te conviene estar aquí.[/b] – dijo una voz, que al parecer debía ser la de uno de los dos tipos que estaban sentados en la mesa.
– [Logan]No me gusta que me digan lo que tengo que hacer.[/Logan] – respondí sin girarme, y cada vez menos, desde esa noche. No me gustaban los consejos, y cuando me decían que no podía hacer algo, normalmente solo servía para que tuviera más ganas de hacerlo.
– [b]Mira, tío, mi padre solo intenta ayudarte, así que haz el favor de largarte, por tu propio bien.[/b] – avisó el otro. Padre e hijo, y seguramente ellas madre e hija, una familia y los únicos que estaban en el bar, probablemente viviesen allí también.
Me giré. – [Logan]¿O qué?[/Logan] – dije a punto de ponerme en pie. La gente normalmente no suele hablar de las cosas extrañas que pasan en su pueblo, especialmente con forasteros, porque no tardarían en llamarles locos, en el mejor de los casos. Pero con un poco de presión, siempre se consigue lo que se quiere. Antes de levantarme del todo, una mano se posó sobre la mía.
– [b][i]El pueblo no es seguro…[/i][/b] – dijo la joven camarera. – [b][i]…hay…algo…ahí fuera. Por la noche…cuando pasan las doce…[/i][/b] – señaló un reloj en el que marcaba las doce menos cinco.
– [Logan]¿Qué?[/Logan] – le pregunté, deseando saber qué era lo que tanto miedo les daba, esperando que fuese algo a la altura.
– [b]Algo que te matará, te esparcirá por el suelo y luego tendremos que limpiarlo.[/b] – explicó el padre.
– [Logan]Tengo mis dudas. Supongo que vamos a averiguarlo.[/Logan] – dije acabándome la cerveza de un trago y poniéndome en pie. Me dirigí a la puerta y la atravesé sin contemplaciones para ir hasta mi moto. Dejé que la energía fluyese hasta mi mano y la zona se iluminó de un color rojo-anaranjado, permitiéndome encontrar el fardo oculto y bien amarrado en la parte baja de la moto. Lo saqué y lo abrí para dejarla salir. La Espada del Caos, incluso envainada, brilló con un fulgor oscuro que parecía devorar la luz de mi mano, pedía muerte.
– [b][i]¿Qué…eres?[/i][/b] – escuché decir a una voz temblorosa, la chica, que había salido detrás de mí. Su padre y su hermano aparecieron al poco, tirando de ella mientras me miraban con los ojos muy abiertos. Al principio pensé que era por mí y por mí espada, y seguramente lo fuese al principio, pero después sentí algo detrás, una oscuridad, un ansia de muerte como la de mi espada, y me giré.
El reloj estaba adelantado.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.