Edward MacLay | Louna
MAÑANA
Llevaba varios días descansando mal, en realidad podrían ser meses, pero estos últimos días estaban siendo especialmente ajetreados. Salía tarde de las oficinas intentando dejar el mayor número de casos preparados, y tras eso realizaba algo de vigilancia con Bill y Vincent en el bus, o así llamaban a la furgoneta. Me habían pedido ayuda para seguir a uno de los suyos, Karen, mientras estaba infiltrada dentro de un casino, hasta que anoche los del casino dieron con ella tras ganar varias manos seguidas y en cierto momento perdí todo vínculo con ella por culpa de un demonio, así que Bill decidió entrar a por ella.
Tras perder el contacto por radió con Bill, intente nuevamente dar con él pero fui incapaz, había algo en cierta zona de ese casino que no podía ver. Vincent decidió entonces dar mis servicios por finalizados. Desconozco si se encontraran bien, cierto es que podría usar mi poder y comprobar si salieron de allí, pero no me gustaba espiar a la gente sin su conocimiento. Probablemente se encontraran bien, al fin y al cabo son campeones.
Y aquí estaba una mañana más, en la boca del lobo, alejado de las personas más importantes de mi vida por una profunda herida en mi corazón que parecía incapaz de cicatrizar. Desde que entre a trabajar para mi padre él había decidido recuperar el tiempo perdido conmigo, así que era extraño el día en el que no lo empezábamos con una partida de ajedrez en su despacho.
– [b]Tienes que dejar de proteger a tú reina, hijo.-[/b] Seguía resultándome raro que me llamara hijo cuando el último recuerdo que tenía de él era cuando se marcho, dejándole a un niño asustadizo un anillo que le protegería de todo mal, durante un tiempo lo creí, pero no era más que una baratija.
– [Ed]La reina es la pieza más importante en el ajedrez.-[/Ed] Añadí mientras me comía a uno de sus peones que amenazaba con comerse a mi reina.
– [B]Creo que te olvidas del rey.-[/B] Él movió a su alfil del camino negro hasta comerse el caballo que protegía mi reina.
– [Ed]El rey es un cobarde que solo sabe huir y asesinar por la espalda.-[/Ed] Es cierto que comido el rey, perdida la partida, pero era una pieza insustancial en el devenir del juego, podía pasar perfectamente todo la partida en su mismo sitio sin moverse, controlando a los demás y sacrificándolos en su nombre.
Alguien golpeo a la puerta con delicadeza un par de veces y entro en el despacho la secretaria de mi padre – [B]Perdone la intromisión Sr. Scott. Sr. MaClay, acaba de recibir un paquete en su despacho.-[/B] Tras esto la secretario volvió a salir sin hacer ruido. Moví a mi reina hasta el lateral del tablero y me levante para marcharme.
– [B]Espera, ¿No vas a terminar la partida?.-[/B] Pregunto mientras pensaba que movimiento realizar.
– [Ed] Ya hemos terminado la partida.-[/Ed] Señale a mi reina la cual acababa de hacer jaque mate a su rey, el cual se encontraba sin escapatoria al estar prácticamente rodeado por sus peones excepto por una única apertura, la que dejo su alfil.
– [B]Maldición, ¿Quién te ha enseñado a jugar así?.-[/B] Pregunto sonriendo ligeramente – [B]¿Mañana a la misma hora?[/B]
– [Ed]Un gran amigo aficionado al café, los libros y con mucho pelo.-[/Ed] Respondí crípticamente mientras me acercaba hasta la puerta. – [Ed]Supongo.-[/Ed] Respondí a su segunda pregunta mientras salía de su despacho.
Avance hasta mi despacho en cuestión de segundos, ventajas de no mantener conversaciones con nadie, para los demás era prácticamente invisible, un libro cerrado que aun no habían conseguido abrir, y tampoco tenía mucho interés en abrirme en ese momento a nadie.
Abrí la puerta y encima de la mesa encontré un paquete, me acerque hasta mi mesa extrañado, nadie me mandaba nada. Me senté y observe el paquete, no ponía remitente, solo mi nombre y donde debía ser entregado. Abrí el paquete con cuidado y en su interior encontré un traje precedido por una tarjeta en el centro. Me acerque para leer los datos, Lucy Tattler, y un número de teléfono. Note cierto aroma proveniente de la caja, el mismo aroma que llevaba ella el día que dejo los trajes de mi padre y que tantos recuerdos hacia florecer en mi mente.
Me quite la chaqueta que llevaba, ya algo roída con el paso del tiempo y me puse la que venía en la caja, sorprendentemente me quedaba como un guante. Sin duda Lucy debía de tener una vista privilegiada para sacar medidas de cabeza. Observe la tarjeta, lo menos que podía hacer era darle las gracias por el traje. Saque el móvil del bolsillo y marque el número, las llamadas personales mejor hacerlas desde el teléfono propio, por el fijo de la empresa nunca sabías quien podría estar escuchando.
– [Lucy]¡Hola![/Lucy]- Exclamo Lucy con cierta felicidad tras descolgar el teléfono tras un par de tonos. Era curiosa esa energía positiva que desprendía incluso por teléfono.
-[Ed] Hola, ¿Lucy? Soy Ed… Edward, de W&H.-[/Ed] Escuche como siseaba a un ladrido de perro agudo, no debía de tratarse de un perro muy grande.
– [Lucy]¿Ed? Vaya, pensaba que te habías enfadado[/Lucy].- Admitió directamente.
– [Ed]¿Qué?¿Por que iba a enfadarme?.-[/Ed] Pregunte extrañado, no era una persona que se enfadara con los demás, más bien solía enfadarme conmigo mismo.
– [Lucy]Porque te he hecho un regalo sin conocerte[/Lucy].- Respondió sonriendo.
– [Ed]No… no estoy enfadado, en todo caso tengo que darte las gracias por el traje. Necesitaba urgentemente uno.-[/Ed] Añadí mirando la chaqueta vieja, la cual iría directa a beneficencia para alguien que le hiciera más falta, al igual que los pantalones, en cuanto llegara a casa claro. Lucy sonrió de nuevo, sin duda era una persona alegre.- [Lucy]De nada, me alegra que te haya gustado[/Lucy].- Hizo una pausa y continuo.- [Lucy]¿Q-qué le ha parecido a tu novia?[/Lucy]- Pregunto algo nerviosa al decirlo.
– [Ed]No… no tengo novia.-[/Ed]Respondí con un ligero dolor en el pecho y suspire con pesar que Lucy probablemente podía interpretar a que llevaba bastante soltero.
– [Lucy]Bien[/Lucy].- Hizo una pausa procesando lo que acababa de decir, en realidad los dos estábamos procesándolo.- [Lucy]Digo, ¿mal? No sé[/Lucy].- volví a escucharla reír.- [Lucy]Lo siento, se me ha escapado[/Lucy].
– [Ed]No pasa nada.-[/Ed] Se produjo un silencio incomodo de unos segundos que rompió Lucy.
– [Lucy]Ahora que sé que no tienes novia: ¿quieres…tomar un café algún día?[/Lucy]- Pregunto.
– [Ed]Esto… Si, claro. Porque no. Aunque creo que tendría que invitarte a unos 100 cafés para compensar lo del traje.-[/Ed] Estaba agradecido, pero me sabía mal que se hubiese gastado mucho en ello.
– [Lucy]No hace falta. Pensé que lo necesitabas y se me ocurrió hacerte un regalo[/Lucy].- Bueno, siempre podía hacerle caso a mi padre y encargarle algunos trajes más, esta vez pagados claro.- [Lucy]¿Te viene bien esta tarde o mañana?[/Lucy]
– [Ed]Si, esta tarde me va bien. ¿Nos vemos a eso de las 5….?.-[/Ed] Pregunte.
– [Lucy]¡Claro! A las cinco nos vemos. Un b…un ab…un saludo[/Lucy].- Se despidió entre risas.
– [Ed]Hasta luego.-[/Ed] Me despedí sin ser consciente de esa ligera sonrisa que se había dibujado en mi cara.
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