KAREN REED | LOUNA
Flashback – Hace unas cuantas noches
No hacía falta ser una genio para saber que Bill no se había creído una palabra de lo que le había dicho. Por la cara que ponía, es posible que no se creyera ni lo que veía con sus propios ojos. Y me parecía bien, estaba en su derecho de tirarse a la tía aquella que tenía la cara de su mujer pero que no lo era. Eso sí, lo único que le pedía era que hablase con la muerta y le dejase claro que el muerto al hoyo y el vivo al follo.
Su parienta (la muerta), llevaba meses persiguiéndome, despertándome a deshoras, molestándome cuando estaba con un cliente y para colmo, ahora el ofendido era él. Perdona guapo (lo de guapo es por decirle algo), pero mi tiempo era mucho más valioso que el suyo y estaba perdiéndolo para que me mirase con mala cara y renegase de mis dones – físicos y paranormales-. A este paso, si lo único que iba a hacer era pasearse conmigo por toda la ciudad, empezaría a cobrarle mi tarifa para «los no tienen dónde caerse muerto». Ah no, que yo clientes de esos no tenía. La beneficencia no era lo mío.
Cuando conseguí que me escuchase, fuimos hasta su coche, que parecía tan aburrido como él, y nos dirigimos hasta la dirección que les dije, que ellos debieron pensar que era la de mi oficina, pero era la de un club de striptease mixto. Y no, mis clientes no contactaban conmigo a través de un club de striptease, era bastante más sofisticada.
Aparcamos en un lugar alejado de las miradas curiosas, porque a pesar de que me caía bastante mal, no quería que su carrera se fuera por el retrete por frecuentar un bar de mala reputación. Una vez atravesamos la puerta, me di cuenta de la cutrez suprema frente a la que nos encontrábamos: parecía el que salía en la serie de mafiosos de la HBO, pero habían pasado quince años desde que empezara a emitirse.
Nos sentamos en una de las mesas del fondo, alejados de la barra y de las tarimas sobre las que se contoneaban hombres y mujeres cubiertos por más purpurina que ropa y, después de que nos trajesen las bebidas (un margarita, un whisky doble y una bebida azul sin alcohol, adivinad para quién era cada una), Vincent rompió el silencio.- [Vincent]Bueno, ahora que estamos rodeados de gente ahogando sus problemas en bebida y no se va a acordar de nada…es momento para empezar a hablar de cosas extrañas[/Vincent].- Supongo que se refería a los cuatro babosos con barriga y camisas desabotonadas, cuyas mandíbulas se habían descolgado cuando pasé por su lado. Por suerte, ya me había quitado la pamela y las gafas, porque mi entrada triunfal había pasado.
Miré a Bill, que dio un trago de su whisky sin inmutarse. Era como si le hubiesen pegado un taconazo en la cabeza en la cabeza. – [Karen]¿No ves a los tíos en pelotas o estás disimulando?[/Karen]- Le pregunté a Vincent, que evitaba mirar en dirección a las tarimas. Visión que, dicho sea de paso, era bastante lamentable, especialmente porque ahora estaba sonando ‘You can leave your hat on’ de Joe Cocker, que era la última canción que una persona debería utilizar para desnudarse.
– [Vincent]Perdón, de gente que ahoga sus problemas en bebida y partes humanas ajenas[/Vincent].- Me aclaró y le dediqué una especie de sonrisa. Era demasiado buena persona para que me interesase sexualmente.
– [Bill] Entonces… ¿Eres una especie de vidente o algo así?[/Bill]- Terció sosoman escrutándome con la mirada y no pude evitar mirar en dirección a sus pectorales…o lo que fuera que tuviera ahí, la cuestión es que llevaba un disco o algo parecido colgado, que se marcaba a través de la camiseta.
– [Karen]Médium, es más glamouroso[/Karen].- Le aclaré mirándome las uñas para que no pensase que estaba bueno y por eso le miraba. Si había alguien que me ponía menos que Bill…espera, nadie me ponía menos que Bill. Era el anti morbo.
– [Vincent]¿Los ves continuamente o vienen a ti cuando quieren decirte algo?[/Vincent] – Vincent parecía intrigado.
– [Bill] Debe ser toda una fiesta si los ves continuamente[/Bill].- Espetó el antipático con sorna, dando un trago a su whisky. Al escucharle, clavé las uñas en la mesa, imaginándome que era su cara. Si seguía tocándome las narices, acabaría marchándome y ya podían darle por culo a él y a su mujer (la nueva o la vieja).- [Bill] Dime, sobre mi mujer, ¿te ha dicho algo más?[/Bill]- Me sorprendía la capacidad que tenía para cambiar de tema, parecía bipolar. Pobre hombre.
Me coloqué el escote, que se había ido hasta una altura excesivamente decente.- [Karen]Depende, unos son más pesados que otros[/Karen].- Hice una pausa teatral, mirando al resto.-[Karen]Tu mujer es de los primeros y no me deja en paz[/Karen].
– [Bill] ¿Esta aquí ahora?[/Bill] – Echó un vistazo a su alrededor y estuve a punto de reírme a carcajadas. ¿Era demasiado tarde para cobrarle?
Decidí que había llegado el momento de echarle morro al asunto. Si él se reía de mí, yo haría lo mismo.- [Karen]Sí, pero no está de buen humor[/Karen].- Mentí exagerando un dolor de cabeza, que me hizo llevarme la mano a la sien. En realidad, mi don no funcionaba así, Ni siquiera sabía cómo funcionaba, la cuestión es que su mujer no estaba conmigo todo el tiempo (afortunadamente).
Bill asintió, parecía compungido. La broma empezaba a tener menos gracia.- [Bill] Yo… Dile que siento no haber podido protegerla.-[/Bill] Agachó la cabeza.
Fruncí el ceño, aún a riesgo de que me saliesen arrugas. – [Karen]Primero: no soy Alison Dubois[/Karen].- Negué con el dedo.- [Karen]Segundo: no está enfadada por eso, está hasta los cojones de ver cómo te tiras a la tía esa que trajiste de no sé dónde, te lo he dicho antes[/Karen].- Su mujer era bastante más agradable y no hablaba así, pero la intérprete era yo.
– [Vincent]Será mejor bajar la voz, aunque no vayan a acordarse, algunos empiezan a mirarnos.[/Vincent] – Movió la cabeza en dirección a los babosos, a los que debía haber atraído mi escote. – [Vincent]Siento que me he perdido algo por el camino. Tú tienes mujer Bill, ya la he visto a ella y a tu niña un par de veces.[/Vincent] – Vincent parecía perdido, pero no me tocaba a mí desvelarle la historia.
– [Karen]Cuéntaselo, Bill[/Karen].- Le animé cruzándome de piernas.
Bill suspiró profundamente y empezó a hablar. – [Bill] Ésa no es mi mujer, no la primera [/bill].- Se quedó callado unos segundos.- [Bill] ¿Recuerdas a aquella chica que me dio el colgante? Bueno, pues durante un tiempo me mando a una realidad paralela como una especie de limpiador. Allí encontré a la Samantha de aquel lado y cuando volví, la traje conmigo. Puedo entender que esté cabreada conmigo, la cambié por una copia de ella. Lo siento[/Bill].
Escuché claramente cómo una voz femenina nos interrumpía. Al escucharla, di un salto.- [Keli]¿Antes tenías otro col…?[/Keli]- Pero no pudo terminar de hablar. Eso era raro.
– [Vincent]Vaya…lo siento. Esto es más complicado de lo que parecía[/Vincent].- Admitió Vincent colocando su mano en el hombro de su amigo durante una décima de segundo.
– [Karen]¿Sabes lo que diría mi terapeuta de eso?[/Karen]- Sujeté a Bill por la barbilla y le obligué a mirarme. Sabía que odiaba tanto mi visión como yo la suya, pero no me apetecía hablarle a su cabeza.
– [Bill]Que tengo un problema[/Bill].- Admitió mirándose a los ojos para después librarse de mi contacto, como si fuera tóxica. Aquí el único que daba grima él.
– [Karen]Y bien gordo[/Karen].- Le aclaré enarcando una ceja. No me hacía gracia que me rechazasen.
– [Bill] Dime qué puedo hacer por ella, porque no creo que hayas venido solo para decir que me odia[/Bill].- Llevó la mano al whisky y se bebió lo que le quedaba. Mi brillante plan acababa ahí: tenía que interrumpir en la comisaría con una entrada triunfal, obligarle a que me escuchara y…y ya está.
– [Karen]He venido a decirte que está enfada contigo y…ya está: ¿qué pensabas, que hacía terapia de pareja humano-fantasma?[/Karen].- Moví las manos para expresar mi enfado.
– [Vincent]Ahora que ya se lo has dicho, no puedes dejarle así, solo tú la escuchas.[/Vincent] – Vincent parecía intentar mediar, pero lo que no comprendía era por qué tenía yo que arreglarle la vida al tío éste.
– [Bill] Déjalo, Vincent. Ha venido a lo que tenía que hacer y a cumplido, si Sam me quiere decir algo más ya me lo dirá[/Bill].- Se puso en pie y sacó un par de billetes del bolsillo para ponerlos sobre la mesa y una tarjeta con su número que me tendió.- [Bill] Me voy a casa[/Bill].- Parecía derrotado y empezaba a darme pena. Maldita sea.
– [Vincent]Esperad…[/Vincent] – Nos pidió Vincent, pero no tuvo tiempo de continuar hablando, porque noté una presencia cerca de mí. Cerré los ojos y dejé que me envolviera, que me contara su historia. Cuando terminó, los abrí y hablé.-[Karen]¿Sabéis lo que es una Vagina Dentata?[/Karen]- Y, aunque intentaron disimularlo, los dos pusieron cara de pánico.
– [Vincent]Por desgracia, era un ser terrorífico para todos los hombres de mi mundo.[/Vincent] – ¿Su mundo? Esta gente cada vez era más rara. – [Vincent]Tenía dientes en la…bueno…y se alimentaba de la sangre del….y de….pues eso.[/Vincent] – Juraría que se estaba sonrojando.
– [Bill] ¿A qué viene eso? [/Bill].- La vida sexual de Bill debía ser inexistente a juzgar por la mala leche que destilaba.
– [Karen]¿Quieres comprobarlo?[/Karen]- Me crucé de brazos.- [Karen]Alguien acaba de decirme que murió aquí por culpa de un demonio…con vagina dentata[/Karen].- Me llevé el pelo detrás de la oreja y bajé la voz, porque los babosos de la primera fila al escuchar la palabra «vagina», no dejaban de mirarnos. Seguramente creyeran que Bill y Vincent se estaban peleando por la mía.
– [Vincent]No ha podido elegir sitio mejor, eso está claro.[/Vincent] – Comentó Vincent rascándose la barba.
– [Bill] ¿Está el demonio aquí?.[/Bill]- Bill se sentó de nuevo a mi lado.
– [Karen]Me imagino, pero no creo que quieras ponerte a examinar vaginas…o a lo mejor sí[/Karen].- Subí y bajé las cejas, intentando calcular cuánto hacía que no veía una.
– [Vincent]Tenemos que hacer algo antes de que se…coma…algo…a alguien, algo de alguien….[/Vincent]- Se notaba que Vincent temía por su miembro viril.
– [Karen]Tenéis[/Karen].- Puntualicé señalando hacia donde estaban.
Bill pareció perder la paciencia un poco más.- [Bill] Dile a tu fantasma que nos ahorre el trabajo y nos diga quién es la mujer que le mató[/Bill].- Volvió a mirar a su alrededor. A pesar de que intentaba ir de tío duro, parecía un personaje de ‘Entre fantasmas’ mirando a su alrededor con cara de perro abandonado.
– [Karen]Estaba borracho y no se acuerda[/Karen].- Improvisé sobre la marcha. Todavía no tenía plena conexión con los espectros. Además, hacía rato que su presencia me había abandonado.
– [Bill] Qué oportuno[/Bill].- Puse los ojos en blanco al escucharle y vi cómo fijaba la vista en una chica con gafas, que debía medir poco más de un metro y medio, que se marchaba por la salida de emergencias con uno de los babosos.-[Bill] Vincent[/Bill].- Le pidió a su compañero que se levantase.
Y él, se giró en mi dirección.- [Vincent]Necesitamos tu ayuda.[/Vincent] – Me pidió, ante la mirada atenta de Bill, que parecía a punto de liarse a puñetazos contra algo. La paciencia no era su fuerte.
– [Karen]En más de un sentido, cariño[/Karen].- Le guiñé el ojo.- [Karen]Y ahora, para no levantar sospechas: haced lo que os diga[/Karen].- Me puse en pie, tambaleándome y empezó el espectáculo.- [Karen]¡Madito Bill, te quiero y te edtáz tidando a tu mejor amigo! ¡EN MI CASA! ¡ENCIMA DE MI CAMA! ¡LLEVABAZ MI DOPA PUESTA![/Karen].- Grité haciéndome la borracha.- [Karen]¿POD QUÉ?[/Karen]- Bramé y moví la cabeza un par de veces indicando que me sujetasen porque iba a hacer como que no podía mantenerme en pie.
– [Karen]¡DE ODIO![/Karen]- Le pegué un par de golpes en el pecho y me caí hacia adelante para que Bill me sujetase.
– [Bill]Vince, ayúdame, está muy borracha[/Bill].- Vincent, que no daba crédito, me sujetó por un lado, mientras iba mascullando improperios.- [Bill]Hay gente que no sabe beber[/Bill].- Y me llevaron a rastras hasta la salida de incendios.
– [Karen]Cállate, soso y disfruta de las vistas[/Karen].- Comenté sonriéndoles y sé que ellos me devolvieron la sonrisa.
A lo mejor podíamos llegar a ser un buen equipo.
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