Christopher MacLeod | Casa de las Echolls, Moondale
NOCHE
Elizabeth y Jaime condujeron durante el camino de vuelta, porque mi coche había quedado aparcado en casa con la prisa de la transformación inminente.
Cuando por fin llegamos, ya era casi de noche, y estaba francamente agotado. Diana y yo fuimos a darnos una ducha mientras Elizabeth se encargaba de la cena y después de cenar los seis, Daakka y Cara hicieron acto de presencia justo a tiempo, Diana y yo nos quedamos sentados en el sofá tapados con una manta mientras el resto se retiraba a sus habitaciones.
Había sido un día agotador para todos, de hecho, estaba siendo una temporada agotadora, pero, aunque los ánimos de todos estuviesen bastante decaídos, tenía pensado ponerle fin.
Miré a Diana mientras ella disfrutaba de un capítulo de una comedia, porque ahora no era el momento para más dramas de los que teníamos en la vida real. Estaba estirada en el sofá, con la cabeza apoyada en el reposabrazos y un cojín y las piernas sobre las mías, y la manta roja la cubría un poco menos de lo habitual por el hueco que se iba haciendo mi pequeña.
El caso es que Diana estaba radiante, parecía que cada día estuviese más guapa. Tan solo faltaba una cosa, conseguir volver a dibujar una sonrisa sincera en su rostro. Habían pasado demasiadas cosas y eso hace mella en cualquiera, especialmente si te ocurren en una época en la que deberías estar disfrutando. Pero los meses que quedaban para que viniese la pequeña iban a ser diferentes.
Lo peor ya había pasado, ya estábamos divididos y ahora por fin teníamos un momento calma antes de empezar con los planes.
En mi cabeza no dejaban de rondar las posibilidades y las estrategias para recuperarles a todos, a algunos con más dificultades que otros. Sonreí un par de veces cuando sentí que Diana me observaba, porque de lo contrario pensaría que mi cabeza no estaba en disfrutar de la comedia y se preocuparía ella también. Simplemente tenía que dar con las estrategias adecuadas y tenerlo todo listo para llevar a cabo, me ayudaba a sentirme seguro, y seguro tenía que estar para darles confianza a los demás.
Le quité los calcetines a Diana distraídamente y empecé a masajearle los pies, que ya empezaba a tener doloridos por el peso creciente de su barriga, y también por el hecho de haber estado velando por mí desde la transformación.
Lo que más me preocupaba era el tándem de Sarah y Daniel. Había una parte de mí que se había enfadado, con ellos y conmigo mismo por no haberme despertado en ese momento, por no haber estado allí para hacerles entrar en razón. Pero por otro lado, sabía por qué lo había hecho Sarah y aunque me preocupase y quisiera traerla de vuelta, porque era familia, como persona no podía más que elogiarla por ese altruismo del que nadie más sería capaz. Sabía que conseguiría que volviese, pero necesitaba darle planes para aguantar contra Z, razones de peso, y también llegar hasta allí. Por el momento la mejor cobertura que teníamos era el hecho de que Rebecca fuese allí para que no estuviese sola y supiese que estábamos con ella.
Me preocupaba más el asunto de Daniel, Cara tenía razón, conocía bien a su hermano y si Sarah volvía, volvería, sí, pero no sabía que implicaría ese «volver». Había costado tiempo que pensase que merecía estar con Sarah y lo intentase y para eso había hecho falta que casi perdiesen la vida en la Iniciativa. Ahora, después de lo que les había pasado, si Sarah volvía no estaba seguro de que él volviese a la casa y no se limitase a estar alrededor, cuidando, vigilando, pero sin acercarse.
Intenté pensar en otra cosa, no era algo que me apeteciese compartir para preocupar a todo el mundo, pero no me hacía gracia volver a perder a mi hermano, la última vez habían sido años. En parte también me molestaba que lo hubiese vuelto hacer, pero no quería transmitirles eso a los demás y que actuasen diferente si volvía.
En ese momento, justo cuando estaba empezando a pensar en el último caso difícil, Ed, sentí vibrar mi teléfono. Coloqué los calcetines de Diana y lo cogí, esperando que no fuese otro mensaje de los O.W.L.S como en el que me decían que la Iniciativa había conseguido manipular también a sobrenaturales y pronto estallaría una guerra en pleno Ripper.
Miré el mensaje, era de Mara:
«Ed y yo íbamos a volver esta noche, pero ha ocurrido algo. Si necesitáis cualquier cosa, llamad al móvil de Vincent.»
¿Vincent? Desde luego Louna es un pañuelo. – pensé extrañado. Me preocupaba qué podía haber ocurrido, pero al menos había encontrado a Ed y ya tenían pensado volver. Era un alivio, pero también tenía algunas implicaciones que tenía que solventar cuanto antes, aunque me llevó unos buenos diez minutos de silencio y masajes en los pies pensar cómo abordar el tema, hasta que decidí dejar de pensar.
– [MacLeod]Diana, parte de todo este plan es…hablar contigo.[/MacLeod] – solté de pronto en mitad del capítulo.
– [Diana]Pues ya estás hablando: objetivo conseguido[/Diana].- respondió ella con una sonrisa que no terminaba de ser de verdad, no porque ella no le pusiese empeño, si no porque sus preocupaciones estaban ahí.
– [MacLeod]Sí, pero ya sabes de qué te hablo. Ed.[/MacLeod] – añadí como respuesta. Diana cogió el mando y pausó el capítulo. Me miró fugazmente y luego apartó la mirada, en silencio. No quería verla así de dolida, pero era mejor pasarlo cuanto antes y preparar el terreno para cuando llegase Ed.
– [Diana]No tengo nada que hablar con él.[/Diana] – respondió intentando dar por zanjado el tema. No quería que se enfadase conmigo, era algo a lo que siempre temía, pero a veces querer a alguien implica hacer cosas que no quieres con tal de conseguirle lo mejor. Y para Diana, lo mejor era que todo volviese a estar como antes, con Sarah, con nuestro peculiar grupo – familia, y con Ed.
– [MacLeod]Ya, me lo imaginaba, pero si estamos intentando volver a unirnos…todos tenemos que dejar las cosas atrás.[/MacLeod] – aseguré intentando captar su mirada. De nada servía que volviésemos a estar todos cerca físicamente si entre nosotros seguía habiendo una distancia abismal.
– [Diana]No creo que sea obligatorio que seamos todos amigos[/Diana].- protestó ella. No me gustaba verla así, solo significaba que no quería dar el brazo a torcer y tampoco admitir que le importaba, teniendo que admitir de paso que no lo estaba pasando bien. Diana se guardaba demasiado las cosas para sí.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.