Sarah | Palacio de Z, Cirth
NOCHE
En orden de aparición: Carbon Copy, Soma, Petra, Bagheera, Faust, Wing y Vine.
Por más que apagara las luces de la habitación y descorriera las cortinas, el resplandor rojizo que me había parecido ver una noche no había vuelto. Habían pasado dos semanas desde aquel momento que podíamos considerar el inicio de mi locura o la confirmación de que Daniel seguía ahí y todo apuntaba a que estaba empezando a perder el norte. Seguramente, Daniel estuviese en algún lugar de la geografía de Estados Unidos sacándole brillo a las katanas con la cabeza de unos vampiros. Y sí, me dolía, me asustaba y me hacía sentir culpable, pero no podía hacer nada salvo desear que estuviera equivocada. Eso era fácil de decir, pero a la hora de la verdad, se traducía en noches en vela y cartas que le escribía a Christopher con la esperanza de que algún día pudiera enviarlas para que las leyera y así que los demás supieran que era tan tonta que deberían darme un premio.
Cada mañana, Russell venía a mi habitación con un vestido, que ni siquiera me molestaba en desempaquetar porque sabía que no era de mi talla y, aunque lo fuera, no pensaba dejar que Z me convirtiese en la protagonista de su ‘Pretty Woman’ particular. Todavía me quedaba algo de dignidad o eso creía, aunque empezaba a dudarlo.
Los días pasaban de una forma extraña, más lenta de lo habitual y se repetían como si ya no fuera mi vida: salía a los jardines, hacía ejercicio, estaba con Wing, Vine y Dwarf, comía cuando los demás ya habían terminado y volvía a mi habitación. Nunca pensé que echaría de menos ser una Cazadora, pero cuando el peso del mundo recae sobre tus hombros y tus amigos y amigas te ayudan, todo parece fácil. No podía evitar preocuparme por el embarazo de mi hermana o por cómo lo estaría pasando Ed alejado de todos, pero no podía contactar con ellos.
Aquel día, estaba tan harta de estar encerrada, que cerré el libro que estaba leyendo («Las carreras de Escorpio», por si a alguien le interesa) y salí de la habitación para ir hasta uno de los salones de la planta baja que ejercía de «sala común». Había empezado a anochecer y la cena debía estar lista para que los más madrugadores pudieran irse a la cama lo antes posible, pero el resto, seguramente estuviera allí haciendo lo que sea que hicieran allí.
Cerré la puerta de mi dormitorio con llave y pasé junto a todas aquellas puertas con distintas marcas hasta llegar a la escalera de madera, por la que bajé dos pisos y llegué a la planta baja. La decoración de la planta baja era similar al resto: alfombras caras, lámparas caras y paredes recubiertas de madera cara. Me dejé guiar por el ruido y, cuando estuve frente a una puerta doble que estaba abierta, supe que había llegado. El salón era amplio, con sillones, sofás, estanterías repletas de libros, una chimenea e incluso, una televisión en la que unos cuantos estaban viendo el programa de tarde Silver, que se había convertido en un circo en que los colaboradores vendían su vida al mejor postor.
Me sorprendía la diversidad que desprendía aquel sitio: humanos, demonios y otros seres que no fui capaz de identificar (dos de piel y pelo blanquísimos) compartían espacio y, en ocasiones, actividades en aquella suerte de sala común que parecía sacada de Harry Potter. Si alguien podía crear una sociedad utópica, ése era Z, por mucho que me molestasen sus métodos en general y él mismo en particular.
– [B]¡Pero qué ven mis ojos! ¿Quién eres tu y que has hecho con Sarah?[/B] – cuando noté la mano de Russell sobre mi hombro me giré y vi que estaba sentado en la mesa jugando a las cartas con una mujer…roja y otra que parecía sacada del polígono de cualquier ciudad.
– [Sarah]Estoy siguiendo tu consejo[/Sarah].- sonreí con cordialidad. Russell me caía bien, en parte porque me recordaba a Dom, aunque no estaba segura de por qué, ya que Dom era rubio y de ojos claros, todo lo contrario a Russell, que era moreno y llevaba una barba de cinco o seis días. Ese día se había puesto un polo gris que le hacía parecer que iba disfrazad.
La de pelo castaño se puso en pie y la observé con detenimiento: llevaba un top negro, unos pantalones de cuero ajustados y el pelo recogido con unas trencitas en un lado, por lo que le caía todo hacia el otro.- [Soma]¿Quién es esa?[/Soma]- preguntó mirándome de malos modos. A lo mejor pensaba que estaba ligando con Russell y no había nada más lejos de la realidad.
– [Russell]Soma, ésta es Sarah. Sarah, Soma[/Russell] – él, aprovechando que Soma no miraba, se pasó un dedo por el cuello asegurándome que era de armas tomar. Gracias Russell por decirme una obviedad.
– [Soma]Ya[/Soma].- se cruzó de brazos y siguió mirándome, a lo mejor le parecía raro que llevase una camiseta con un lobo y una chaqueta vaquera.
– [Sarah]¿Encantada?[/Sarah].- no quería que sonase así, pero ya era tarde.
Vi que Russell se acercaba un poco a mí mientras la chic nos fulminaba con la mirada.- [Russell]Perdónala, cuando piensa que es madre es más agradable.[/Russell]- me explicó rápidamente.
– [Sarah]¿Y cuál es…tu pareja?[/Sarah]- se me escapó. Por mucho que quisiera a Daniel, no me imaginaba conviviendo con todas sus posibles versiones. Pero bueno, Daniel y yo ya no estábamos juntos.
– [Russell]Con todas, bueno, a una le gusta las chicas[/Russell].- no pude evitar que se me escapara una carcajada al escucharle decir eso.- [Russell]Los días que está de mala leche envío una copia. De hecho, ahora mismo no estás hablando precisamente con mi verdadero yo[/Russell].- se rascó la barba y puse los ojos en blanco. Russell me recordaba a Dom en la cara dura que tenía.
– [Sarah]Deberías conocer a un amigo mío[/Sarah].- le dije sin poder evitar sentirme triste.
– [Soma]¿Qué, vas a seguir de charla con la rubia o nos vamos?[/Soma]- Soma nos interrumpió.
– [Russell] Disculpame, Sarah.-[Russell]- le hice un gesto para que viera que no tenía importancia y sujetó a la de pelo castaño por la cintura, dispuesto a marcharse, pero al ver que pasaba una rubia espectacular a nuestro lado, la detuvo.
– [Russell]Petra, Sarah. Sarah, Petra.-[/Russell] – después de eso, echaron a andar en dirección a la mesa. Me fijé en que Soma me hacía un corte mangas cuando Russell no miraba. Era un encanto de chica.
– [Petra]Quierre decir The Heart[/Petra].- aclaró Petra mirándome con sus ojos verdes. Llevaba un vestido lencero largo y unas botas militares. Me sorprendía que no tuviese frío, porque a pesar de que la calefacción estaba puesta, el Palacio era fresco en exceso, pero eso se explicaba sabiendo que era rusa.
– [Sarah]Puedes llamarme Sarah[/Sarah].- simplifiqué sin poder evitar sentirme intimidada, porque era visiblemente más alta que yo y se notaba que había vivido mucho más, a pesar de su juventud.
– [Petra]Aquí erres The Heart, pero si encuentras un nombre mejor, puedes decirrlo[/Petra].-sentenció sin inmutarse.
– [Sarah]Me gusta mi nombre[/Sarah] – sentencié intentando no parecer excesivamente antipática.
Petra chasqueó la lengua con desagrado.- [Petra]Te crrees muy lista[/Petra].- me apuntó con la uña de su dedo índice en el pecho. Cada vez tenía más claro que debía haberme quedado en la habitación.
– [Sarah]No, es sólo que si hay libertad para elegir un nombre, yo elijo el mío[/Sarah].- le aparté la mano con delicadeza, pero de forma firme. No me daba miedo.
– [Petra]Nueva vida, nuevo nombre[/Petra].- se apartó el pelo de la cara. La melena rubia le llegaba por los hombros y llevaba los labios pintados de rojo, lo que le daba aspecto de femme fatale.
No sabía qué decirle y Petra interpretó el silencio como una provocación. La vi apretar los puños y la lámpara de araña que había sobre nosotros empezó a moverse con violencia. Un chico de raza negra y patillas parecidas a las de Lobezno, saltó por encima del sofá en el que estaba sentado y le puso una mano en el hombro a ella.- [Bagheera]
Tranquila Petra, que eres de las buenas[/Bagheera].
– [Sarah]Lo siento Petra, pero de momento, prefiero seguir siendo Sarah[/Sarah].- al oírme decir eso, miró al chico y luego a mí.
– [Petra]Tu elección[/Petra].- enarcó una ceja.- [Petra]Si no perrteneces a ningún bando, nadie
te protege[/Petra].- se giró sobre sus talones y se marchó con el vestido ondeando tras de sí. Desde luego, sabía cómo impresionar.
Después de que Petra se fuera, nos quedamos en silencio.- [Bagheera]Creo que no nos han presentado, soy Bagheera, como la pantera.[/Bagheera] – esbozó una sonrisa sincera.
– [Sarah]Creo que no voy a repetir cómo me llamo, porque no quiero tener más problemas[/Sarah].- me encogí de hombros, un poco cansada de tanta hostilidad. En realidad, estaba cansada de casi todo lo que tenía que ver con Z, pero todavía no había encontrado el valor para intentar volver a casa.
– [Bagheera]No te preocupes, no es obligatorio, es que para los que llevan más tiempo, es algo
más ceremonial, como iniciar una nueva vida.[/Bagheera] – aclaró mirando en dirección a la puerta por la que se había marchado.-[Bagheera]Petra ha tenido una vida muy jodida. Esto fue su salvación.[/Bagheera]
– [Sarah]No pasa nada[/Sarah].- suspiré profundamente y Bagheera me invitó a que le siguiera a dos sillones orejeros en color mostaza, que habían quedado libres y que estaban en la zona dedicada a la lectura.
– [Bagheera]Así que eres tú la que ha formado tanto revuelo.[/Bagheera] – me evaluó con la mirada. Bajo su apariencia de tipo majo, había alguien muy inteligente.
– [Sarah]Seguro que no es para tanto[/Sarah].- le resté importancia.
– [Bagheera]¿No es para tanto? Muddy Waters tampoco parecía tanto.[/Bagheera] – exclamó utilizando las manos. – [Bagheera]Somos dinamita y tú eres la llama. Vamos a acabar con esos malditos nazis.[/Bagheera] – cuando le escuché referirse a la Inciativa de esa forma, noté cómo el vello se me erizaba. No es que no sintiese que no se merecían acabar en algún momento, es que cada vez tenía más claro que no éramos más que soldados.
– [Sarah]¿Y después?[/Sarah]- pregunté con preocupación disfrazada de interés.
– [Bagheera]Ahí deciden los hermanos mayores, creo que la idea es tener un refugio, empezando por aquí.[/Bagheera] – la sociedad utópica cada vez estaba más cerca. Bagheera siguió hablando y, debería haberle escuchado, pero estaba tan asustada de lo que pretendían hacer, que mi cerebro se desconectó. Cuando me quise dar cuenta, él se había puesto en pie porque un hombre de unos cuarenta años, cabello castaño rojizo y ojos azules caminaba ataviado con una bata de laboratorio sucia en nuestra dirección.
– [Bagheera]Cuidado Sarah. Nos vemos por ahí.[/Bagheera]- se despidió para irse por dónde se había marchado Petra y el otro hombre ocupó su asiento.
Me fijé en que la sala se había ido vaciando, porque la noche había ido cayendo y el toque de queda seguramente habría comenzado.- [Faust]Señorita Echolls, estaba esperando conocerla.[/Faust] – su marcado acento alemán y su olor, que era una mezcla entre cigarrillos y formol, hizo que diera un respingo al escucharle.
– [Sarah]Hola[/Sarah].- balbuceé con dificultad, observando su poblada barba.
– [Faust]Ess…agradable conoser por fin a ‘The Heart’.[/Faust] – sus ojos no se apartaban de mí.
– [Sarah]Sólo Sarah[/Sarah].- le aclaré sin saber qué hacía hablando con ese hombre.
– [Faust]Dissculpe. Yo soy Faust, perro puede llamarme Engel, Engel Krueger.[/Faust] – vi que se quedaba mirando a mis manos y extendí la derecha para saludarle, pero él no se conformó con acariciarla de forma extraña, sino que la besó, casi como si me saboreara. Tuve que contener las ganas de echar a correr.
– [Sarah]¿Para-para qué quería conocerme?[/Sarah]- los nervios me estaban haciendo tartamudear. Empezaba a transformarme en Ed, aunque Ed ya no lo hacía.
– [Faust]Todo el mundo habla de usted.[/Faust] – hablaba sin dejar de repasar mi cuerpo con los ojos ligeramente entrecerrados, como si supiera algo que yo desconocía. – [Faust]Assí que pensé que serría agradable dejar el laborratorrio durante un rrato.[/Faust] – reconoció.
– [Sarah]¿Es–es usted científico?[/Sarah]- la pregunta era totalmente absurda, porque si no lo era, es que le gustaba vestir como si lo fuera.
– [Faust]Curriosidad.[/Faust] – de nuevo, sus ojos se encontraron con los míos.- [Faust]¿Ha vuelto verdad? Del otrro mundo quierro decir.[/Faust] – preguntó finalmente sin poder evitar sonreír.
Noté cómo me recorría un escalofrío.- [Sarah]Eh…[/Sarah]- miré a mi alrededor en busca de alguien conocido.
– [Faust]Perrdona. Ssoy un nigrromante. Mi conecsión con el velo que separa los mundos ess…esstrecha.[/Faust] – se disculpó poniéndose en pie y haciendo una reverencia.
– [Sarah]No se preocupe, es que…es un tema complicado[/Sarah].- le expliqué atropelladamente.
– [Faust]Ssí, lo es.[/Faust] – me aseguró con severidad. – [Faust]Un plaserr conoserrla.[/Faust] – sujetó mis manos y las besó alternativamente. Tenía ganas de frotarlas con un estropajo hasta que levantase la piel.
– [Sarah]Igualmente, Engel[/Sarah].- comenté viendo cómo se alejaba y me limpié las manos con la camiseta.
Al ver que estaba prácticamente sola, me recosté en el sillón y cerré los ojos intentando calmarme. Demasiadas emociones para una persona tan pequeña.
Noté cómo alguien se sentaba donde antes habían estado primero Bagheera y luego, Faust, así que me incorporé y vi que era Wing que traía a Vine en brazos. Ese día llevaba unos vaqueros rotos y una camiseta de rayas azul marino y blancas.- [Wing]¿Quieres abrazar a Vine? Pareces triste[/Sarah]- preguntó mirándome y noté cómo sus alas parecían un poco decaídas al hablarme. Seguramente, tampoco hubiera tenido un buen día.
Vine extendió los brazos mirándome con su eterna sonrisa y lo senté en mi regazo.- [Wing]¿Has hablado con Faust?[/Wing]- dio unos cuantos saltitos sobre su asiento y le tapé los ojos a Vine para que no se distrajera con el paisaje.
Asentí con la cabeza sin poder disimular la alegría que me estaba transmitiendo el perezoso. -[Wing]Faust está loco, aunque es guapo, ¿verdad?[/Wing]- jugueteó con su pelo. Wing tenía la mala costumbre de fijarse sólo en hombres que no le convenían, como si fuera adicta a sufrir. Sólo deseaba que nunca se encontrase con Logan Villiers.
– [Vine]Hace que me den ganas de correr…[/Vine] – murmuró Vine con toda la razón del mundo.
«Abandonad toda esperanza aquellos que entráis en este lugar.»-Abandon al hope ye who enter here.-(La Divina Comedia).
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