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DESCARGAS

Zoe Cooper | Sede Iniciativa Awaken (Habitacion & Subterráneo 3)

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-[b][i]Sígame, la escoltaré hasta el reciento de experimentación.[/b][/i]

Cuando aquel tipo vestido de militar llamó a mi puerta, yo ya estaba vestida y esperándole ansiosa con una taza de café casi terminada en las manos. [b]Un segundo[/b], le dije, tomándome el tiempo justo de apurar el café, ponerme los zapatos y coger mis notas. Después le seguí a lo largo de pasillos y ascensores hasta llegar a una zona señalada como «Subterráneo 3». El hombre me guió a lo largo de varios bloques de celdas en los que se acumulaban más y más sujetos entre los que apenas pude reconocer un puñado. Finalmente, llegado un determinado tramo de celdas nos unimos a un grupo de cinco personas, entre las que solo reconocí a la doctora Saunders.

Hice un gesto con la cabeza, a modo de saludo, que ella no llego a ver. Junto a ella permanecían un militar y tres personas con batas blancas que, supuse, serían también investigadores. Todos juntos nos adentramos algo más en aquel tramo de celdas. Eché un vistazo a alguno de los individuos encerrados en aquellas celdas acristaladas, pero pronto volví a centrar mi atención en mis acompañantes. El militar {[b]Preston[/b]} señaló algo en el cuaderno de la doctora para luego hacer un gesto a dos hombres, que respondieron dirigiéndose hacia la primera celda que había visto.

Supuse que el sujeto pondría problemas, cosa que confirmé al ver que tardaban. Otro de nuestros acompañantes sacó un arma y cuando, por fin, los dos hombres volvieron a salir, sujetando y tratando de inmovilizar al preso, le apuntó directamente mientras le arrastraban a la mesa. Le miré largamente. Parecía un hombre cualquiera, hasta podía ser clasificable de atractivo. Alto, fuerte. Y, sin embargo, la lógica me decía que detrás de aquello se escondía algo más. La vista se me desvió entonces a otra de las celdas. Una chica muy joven se había dado cuenta de los movimientos y se había acercado al cristal. Observaba con el ceño fruncido y algo de temor en los ojos. [i]¿Qué clase de demonio será ella?[/i] Después volví a centrar mi atención en mis compañeros y el sujeto al que intentaban depositar sobre la mesa.

-[b][i]Pasa, estamos a punto de empezar[/b][/i] -me dijo Saunders, justo antes de entrar en la zona delimitada para experimentación.

Los demás le seguimos, mientras los dos investigadores de bata blanca se encargaban de asegurar las correas mientras el sujeto se revolvía y gruñía, resistiéndose. Le miré unos segundos, justo antes de que la voz de Saunders interrumpiera cualquier pensamiento que pudiera estar formándose en mi mente.

-[b][i]Comenzad las descargas. Fíjalo a 60 voltios.[/b][/i]

Volteé la cabeza para dirigir mi mirada a la doctora que, impasible, observaba como la investigadora se dirigía a uno de los monitores y tecleaba los 60 voltios que ella había ordenado. Me esforcé en mantener una expresión tan impasible como la suya mientras, ante nuestros ojos el sujeto se sacudía, esta vez por acción de las descargas. Nuestro silencio contrastaba con los continuos gruñidos que profería. Después de algo más de un minuto de observación, Saunders tomó unas notas en su libreta y volvió a dirigirse a la investigadora.

-[b][i]Súbelo a 70.[/b][/i]

Tragué saliva, mientras oía el sonido de las teclas y comprobaba el incremento de voltaje con mis propios ojos. Las sacudidas de su cuerpo se agudizaron, tenía las venas hinchadas y sus gruñidos se hicieron más salvajes. Ladeé la cabeza, observando y memorizando cada uno de esos datos. De mis labios colgaba una pregunta que ansiaba ser contestada: ¿cuál era el objetivo de aquella tortura? Traté de hacerla desaparecer rápidamente, concentrándome de nuevo en las palabras de la doctora.

-[b][i]Volved a subir. 100 voltios.[/b][/i]

Me estremecí, incómoda. Miré de nuevo a la mesa, donde los espasmos acosaban al sujeto con más fuerza que nunca. Los gruñidos se convirtieron en gritos y cada músculo de su cuerpo permanecía en tensión. Lancé una mirada alrededor, algunos de los que aún estaban encerrados en las celdas miraban, otros preferían desviar la vista. La chica de antes estaba pegada al cristal, mirando horrorizada en nuestra dirección. Fue entonces cuando sucedió. Los gruñidos no cesaron, ni los espasmos, pero pelo comenzó a surgir por todo su cuerpo, mientras su cabeza se iba deformando poco a poco para ir adquiriendo poco a poco una forma conocida. Muy conocida.

-[b]Vaya[/b] -susurré de forma inaudible. Así que aquel era el objetivo de la tortura. Estaba sorprendida, cualquier dato sobre papel que yo hubiera podido leer palidecía drásticamente en contraste con la realidad. Me repuse rápidamente, sin embargo, pintándome mi mejor cara de póker y obligándome a quedarme donde estaba y no acercarme a examinar más de cerca.

Obsevé atentamente a la criatura que, tendida sobre aquella mesa de exploración, luchaba por desasirse de sus ataduras: aquello era, sin duda, lo que llamaban un hombre lobo.

[spoiler]Cualquier personaje que no sea Zoë o la chica que les observa (January) ha sido movido según las indicaciones de Dracon.[/spoiler]

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