DANTE VILLIERS
BOSQUE DEL CREPÚSCULO
En esa cabaña que me hizo pensar que estaba de vuelta en la tierra de los vikingos o en la Edad Media, aunque esta parecía más abandonada y tan pequeña que casi no podía estirar las alas del todo.
Tampoco tuve tiempo a agobiarme demasiado, porque enseguida se abrió la puerta y una mujer algo mayor que yo, vestida como si saliera de una serie de gladiadores, solo que esto no iba a acabar de la misma forma, no porque no me pareciera atractiva, si no porque no sabía si no sería, bueno, mala.
– [Caitriona]Hola, Dante. Mi nombre es Caitriona y he venido a hacer un trato.[/Caitriona]- ofreció. En un oscuro rincón de mi poder, sentí que la oscuridad la acompañaba también, pero no como parte de ella. No estábamos solos.
– [Dante]No sé muy bien qué me vas ofrecer pero te adelanto que será un no.[/Dante] -repliqué. No tenía interés en negociar sabiendo que el resto podían estar en cualquier parte. Y además, si aquella cosa que nos rondaba quería un trato conmigo, que me lo dijera a la cara.
– [Caitriona]Puede que tenga algo interesante que ofrecerte.[/Caitriona]- intentó abrirse paso, pero no era muy paciente cuando trataban de venderme algo. – [Caitriona]Si no me quieres escuchar, me voy.[/Caitriona]- dijo con calma. La miré, decidí que ya que me había explicado después de su presentación que todos nos reuniríamos cuando escucháramos su oferta, al menos podría aguantar unos minutos.
– [Dante]Te escucho, ya has dicho que no vería al resto hasta entonces. [/Dante]- me apoyé en la pared, sin esconder lo que pensaba. Ella hizo aparecer un silla y se sentó. Magia, no me hacía mucha gracia ver que la usaba con tanta facilidad.
– [Caitriona]Puedo llevarte de vuelta a la Tierra.[/Caitriona]- solté una risa, desde luego estaba bien informada.- [Caitriona]Ahora mismo.[/Caitriona] – aclaró.
– [Dante]¿Sólo a mi? [/Dante]- pregunté, me imaginaba lo que dirían si cuando todos se reunieran yo no estaba, habiendo vuelto a casa.
Ella asintió.- [Caitriona]No puedes decidir por el resto.[/Caitriona] – afirmó. No le estaba pidiendo decidir por ellos, solo ampliar la oferta, pero no tenía pinta de ser negociable.
– [Dante]¿Y a ellos que les pasará?[/Dante]
– [Caitriona]Seguirán su camino.[/Caitriona]
Alcé una ceja. Todo parecía muy fácil según lo decía. – [Dante]Ya. ¿Y el truco?[/Dante]
– [Caitriona]El truco es que dejarías de ser Daë.[/Caitriona]- comentó encogiéndose de hombros.
– [Dante]¿Te quedarías con el título para tu colección a cambio de llevarme a casa? [/Dante]- repliqué para confirmar su idea.
Ella se rió.- [Caitriona]No funciona así.[/Caitriona] – explicó, sin dar detalles de cómo se suponía que funcionaba e realidad.
– [Dante]Otra persona seria Daë en mi lugar y ya está, seguro que alguien que te viniera bien. [/Dante]- comenté, sonriendo.
– [Caitriona]Si aceptas, aparecerá otra persona para ocupar tu lugar y volverás a la Tierra.[/Caitriona] – con eso no negaba lo que yo había dicho. Me estaba ofreciendo básicamente quitarme del medio, mandarme a casa pero llevarse mi papel en todo esto y poner a alguna marioneta a cargo. Quien sabe si para tratar de que nuestra supuesta misión final no llegase a tener lugar.
La observé, me fijé en sus movimientos, repasé sus palabras, el trato. – [Dante]Ya he decidido.[/Dante] – dije al final.
– [Caitriona]Te escucho.[/Caitriona]
– [Dante]Tiene gracia porque hace nada estaba a punto de largarme. [/Dante]- comenté, consciente de que cualquiera, incluso los que me conocieran, aludirían a esa parte de mi carácter que me hacía llevar la contraria a menudo. Y el caso es que era un poco así, al ver que me estaba ofreciendo todo en bandeja para quedare con mi «título» de Daë, eso me hizo plantearme el valor que tenía en realidad. – [Dante]Pero voy a pasar de la oferta. [/Dante]
– [Caitriona]¿Y qué te ha hecho cambiar de idea?[/Caitriona] – preguntó ella, disimulando su molestia.
– [Dante]Soy un tipo sencillo, me gusta reducir todo a lo básico.[/Dante] – aclaré. No necesitaba mucho, las cosas normales, no verme convertido en una especie de salvador y enfrentarme a la muerte a menudo. Me bastaba con tener mi apartamento sobre el taller, mi trabajo en él y una vida social resumida a los días de salir de fiesta o salir a comer, a ser posible con un buen recorrido por carretera. Y ocasionalmente, perderme en las montañas y volar. – [Dante]Para mí ser Daë no significa nada, mi padre lo era y no soy su mayor fan. Pero me he dado cuenta de una cosa…[/Dante]- dije con la cara de picardía que siempre me habían señalado en las fotos. No tenía reparos en asumir que parte de lo que me desagradaba de ser Daë era tener más cosas en común con él. Si mi madre lo hubiera sido, quizá pensaría diferente. Tampoco me encantaba la presión de lo que se esperaba de mí por serlo, ¿y si no era digno? ¿Si no pasaba las Pruebas? – [Dante]… Y es que si tú quieres cambiarlo, tiene que tener valor.[/Dante] – razoné.
Caitriona sonrió.- [Caitriona]¿Entonces no aceptas el trato?[/Caitriona] – repitió, para asegurarse, aunque su silla ya estaba desapareciendo, sin duda sabía la respuesta.
– [Dante]No, creo que me lo quedaré. Aún estoy a tiempo de volver con el tipo ese de la luna.[/Dante] – habíamos tenido que salir corriendo pero en algún momento volveríamos a la Kvasir.
– [Caitriona]Está muerto.[/Caitriona]- puntualizó ella. Parecía divertirle que mi plan no hubiera salido tan bien.
– [Dante]Qué suerte…[/Dante] – me quejé. Ella me miró fijamente y mostró una esfera allí en medio de la cabaña. La escena fue breve, salía una persona con aspecto místico, no la conocía pero sabía que era quien podía enviarnos a casa. Su rostro se crispó y segundos más tarde una figura menuda le sujetaba por el cuello mientras se sacudía hasta quedar sin vida. La figura se giró, era ella, Omega. Se miró las manos y quedó quieta unos segundos hasta que creó un portal y lo atravesó. Había estado en estos mundos todo este tiempo sin que lo supiéramos y ahora no solo había acabado con nuestra forma de volver si no que la había aprovechado para regresar ella.
– [Caitriona]Volveremos a vernos, Dante.[/Caitriona]- dijo cuando la silla desapareció. Mi rostro estaba crispado por la ira tras ver a la asesina de mi madre, pero no podía dejar que ella supiera que había conseguido afectarme sí.
– [Dante]¿Esta noche?[/Dante] – traté de bromear. Era guapa, pero en ese momento solo tenía ira dentro. Pensándolo bien, habría sido una buena forma de dejarla ir.
– [Caitriona]En tus sueños, quizás.[/Caitriona]- respondió dándome la espalda. Era una de las cosas que hacía la gente que más disfrutaba. – [Caitriona]Por cierto, tu madre está en la Tierra.[/Caitriona] – añadió.
– [Dante]¿Cómo…?[/Dante] – pregunté, pero ella ya se había ido atravesando la puerta. ¿A qué se refería con que mi madre estaba en la Tierra? ¿Había…vuelto?
Ni siquiera podía llegar a alegrarme y supuse que Caitriona lo sabía, había dejado caer los dos datos uno tras otro. Mi madre estaba en la Tierra y Omega había ido derecha hacia allí. Ya tenía su poder, no ganaba nada, pero lo que había visto de ella me había dejado claro que era lo bastante cabrona y mala como para querer que lo que había hecho fuera permanente.
Solté un grito de ira que quedó amortiguado en la soledad de la cabaña.
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