Moondale

UNA EPOPEYA DANTESCA

Dante Villiers

SELAS – NOCHE

El refugio del Daë demoníaco resultó ser un complejo entramado de cavernas comunicadas entre sí a través de túneles que recorrían toda la montaña. Sin tener claustrofobia, no era muy fan de estar encerrado bajo kilómetros de roca excavada por gente que aún no conocía la electricidad, así que convencí al resto para quedarnos en una enorme caverna cerca de la del Daë.

Allí había seres de todo tipo, la mayor parte habrían sido llamados monstruos por los humanos corrientes, pero yo también, así que me sentía acogido de una forma extraña. Y además, esos monstruos sabían divertirse como nadie. Una vez quitados los tabúes estúpidos de la humanidad, la fiesta que tenían de manera continua toda la noche, a pesar de tener a los enemigos a las puertas, no era comparable.

Tenían bebidas fuertes que por primera vez llegaron a hacerme efecto, se paseaban por ahí sin importarles si iban vestidos o no y no se escondían si querían «aparearse», fuera del sexo que fuera su pareja. Eran libres y les envidié, porque en lugar de disfrutar de la fiesta, tuve que sentarme en una mesa a debatir con mi heroica compañía y un demonio al que teníamos que convencer de ser salvado y salvador.

Oriax era práctico, había tenido poder durante mucho tiempo y le habían adorado por ello, hasta que los héroes empezaron crecer y los monstruos a desaparecer para alimentar su gloria. Así que no resultó fácil hablarle de que quien estaba detrás de los ataques de los héroes era en realidad enemigo de trece mundos más, un parásito que se alimentaba de todos ellos para conseguir su mundo utópico, que seguro que no era para tanto.

Ni siquiera llegamos a convencerle, ni de recibir ayuda ni de prestarla, antes de que un faë diera la voz de alarma. Los héroes habían llegado a la entrada de las cavernas, así que recogimos nuestros trastos a toda prisa y nos preparamos para la guerra contra unos tipos que estaban más que acostumbrados a ella. Sobra decir que tenía mala pinta, por muchos poderes que tuviéramos la mayoría, también estaban ahí Chloe, Elliot,  Vera y Jamie que no tenían poder ofensivo, ni edad, ni entrenamiento.

Dejé que los lobos fueran delante mientras Kay les cubría la retaguardia y Julia les cegaba. Yo me quedé hacia atrás, cerca de Chloe, que en ese momento estaba cagándose en todo al ver que había poco sitio donde esconderse.

– [Dante]¿Sabes insultar con el cuerpo además de con la boca?[/Dante] – dije después de golpear con un bate de acero que me había llevado de la nave a un héroe que parecía un cupido hormonado.

– [Chloe]La verdad es que no.[/Chloe]- admitió, cubriéndose detrás de mí.- [Chloe]Yo soy más de quedarme comentando los outfits de la gente que pelea.[/Chloe] – añadió. Por el rabillo del ojo vi que Elliot, Vera y Jamie formaban un círculo, armados con lo que habían encontrado por ahí, tratando de defenderse de quien se acercara demasiado. Un héroe trató de abalanzarse y un destello salió de Elliot y lo lanzó lejos. Tenía que haberme llevado también algún souvenir del mundo vikingo.

– [Dante]Hoy no tiene pinta de que vayas a poder hacer eso.[/Dante] – dije. Vi un palo como el que usaba la rubia de Xena y se lo puse en las manos.  – [Dante]Cógelo con fuerza y dale a cualquiera que tenga pinta de héroe.[/Dante] – resumí. Al final por muchas disciplinas y mucho que se llenase la gente la boca, el truco estaba en coger con fuerza el arma y atizar al otro si dejar que te diera. Fin.

Ella respondió dándome un golpe bastante flojo. Esperaba que no hubiera tenido intención de darme fuerte. O sí, depende del contexto.

– [Dante]Yo tengo pinta de todo menos de héroe.[/Dante] – admití devolviéndole la sonrisa. Solo estaba haciendo de Daë por circunstancias de la vida, si no, seguiría tan tranquilo en mi taller.

– [Chloe]No te lo crees ni tú.[/Chloe] – replicó ella. Me veía con buenos ojos a pesar de todo.

Vi que venían varios hacia nosotros así que le hice una seña. Dejé que la fría y acogedora oscuridad me devorase y aparecí entre dos héroes que no me esperaban y cayeron rápido al darles por la espalda. Si esperabais que empezase con el honor de atacar de frente, estáis equivocados conmigo. Esto era la guerra y si tenía que elegir entre mi vida o la de mis compañeros y el honor, ya podían darle bien por el culo al honor.  – [Dante]¿Qué decías?[/Dante] – dije al reaparecer a su lado.

Ella puso los ojos en blanco, pero seguía loca por mis huesos.

– [Dante]La verdad es que el Daë no parece necesitar mucha ayuda.[/Dante] – comenté mientras miraba por una de las «ventanas» excavadas en la roca cómo más abajo, donde estaban los lobos, Kay y Julia, un rayo caía del cielo y arrasaba una docena de heroicillos.

– [Chloe]Pues me siento.[/Chloe] – replicó, sentándose de verdad en una roca que había por allí cerca.

Cuando volví a mirar por la ventana, vi dos puntos blancos que cada vez se hacían más grandes. Al principio me quedé sorprendido al ver que tenían alas como las mías, pero al acercarse más vi que eran un hombre y una mujer montados en caballos alados. Venían derechos hacia nosotros, para atacar por la retaguardia los muy cabrones. ¿Veis lo que os decía del honor? Que le jodan.

El tipo tenía una melena a lo Conan, e iba vestido con esa ropa cutre que te dan en los juegos de rol al principio, la de cuero. Ella iba vestida como en los juegos clásicos, con una armadura que cubría pocas partes vitales y dejaba más piel a descubierto que al revés. – [Dante]Lo siento, pero yo era de Kevin Sorbo.[/Dante] – dije volviendo a hacer el combo de oscuridad para teletransportarme sumado al golpe con el bate.

– [Chloe]Pues sí que eres viejo, ¿no?[/Chloe] – replicó Chloe dando vueltas para evitar que la heroína le golpeara.

– [Dante]¿Qué pasa, en tu futuro ha quebrado Infinity?[/Dante] – respondí. Chloe intentó darle a la mujer, pero pese a que el golpe no era malo del todo, la otra tenía experiencia.

– [Chloe]Te estaba tocando las narices.[/Chloe]- encontró tiempo para sacarme la lengua pese a tener a la heroína casi encima y estuve a punto de decirle que se me ocurrían otras formas de usarla, pero quizá no era el momento.

– [Dante]Quizá no sea el momento.[/Dante] – respondí para mí, con la suerte de que parecía que le había respondido a ella.

– [Chloe]Siempre es el momento.[/Chloe]

– [Dante]Puedes pedirle el traje a tu amiga, te sentaría bien. [/Dante] – el héroe estaba empezando a cansarse, pero no cedía. Lo de desaparecer no iba a funcionar ya así que probé algo nuevo. Mi brazo se cubrió de sombras y sentí que el bate pesaba menos mientras recorría la distancia que me separaba del héroe y lo lanzaba contra unas rocas más allá.

– [Chloe]Estoy mejor sin nada.[/Chloe] – replicó. Mi cabeza era muy imaginativa para esas cosas, así que preferí mantenerme entretenido ayudándola con la heroína.

– [Dante]Claramente.[/Dante] – admití, pensando que podíamos estar haciendo los tres algo más divertido que pelear.

Chloe me tiró un beso cuando conseguimos librarnos de la chica. – [Dante]Tú si que sabes animar una guerra. [/Dante]

Por desgracia el mundo no funcionaba como en una fantasía, no tuvimos tiempo de liarnos allí mismo, ni la heroína se lo pensó mejor y se unió a nosotros, simplemente seguimos golpeando y machacando hasta que los héroes parecieron coger más fuerzas.

Al grito de «Hyllus», empezaron a hacernos retroceder. Pronto estuvieron todos cerca de la zona que habíamos defendido. Nos hicieron replegarnos cada vez más dentro de las cavernas, dejando atrás cuerpos de aquella gente que hacía unas horas estaba festejando con ganas.

Pensé que esa vez no lo contaríamos, que sería la que haría que no existiera en el futuro del que venía Chloe. Llegué a tener un breve y vergonzoso momento de claridad en el que pensé que no me importaría si tenía que ser yo el que no lo contaba, al menos el resto estaría a salvo. Luego me arrepentí, tenía mucho que vivir. Y como si hubiera apretado la mano de mono, los Daë entraron en escena, unidos a los miembros más recientes como Alastair como si llevaran años juntos. Detestaba el rollo de las diferencias de tiempo.

– [Dante]Casi no llegáis.[/Dante] – les reproché mientras repelíamos el ataque, ya con un peso menos porque ahora el trabajo quedaba en sus manos. Ellos tenían que terminar de ayudar a Oriax y convencerle de ir con ellos, a nosotros nos esperaban los demás en Nexus, donde con suerte, veríamos a los Daë por última vez antes de volver a casa. Si es que lo hacíamos.

Como no tenía claro que eso fuera a ser así para mí, tiré de Carpe Diem y cogí a Chloe por la cintura para besarla con ganas aprovechando que Ezra ya no era un bicho peludo con garras y dientes con lo que podría hacerme trizas.

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