Moondale

LA FEA VERDAD

EZEQUIEL

TARDE – KOURAS

El calor sofocante del tipi que nos provocó la visión resultó ser un precursor de lo que estaba por llegar. Me llevé una mano a la frente para quitarme el escaso sudor que podía producir ya mi cuerpo. Me pregunté si podía morir deshidratado, lo dudaba, pero tampoco me apetecía comprobarlo.

La visión nos había indicado una dirección clara, el desierto, donde el Caballo tenía su hogar ancestral según la anciana de la tribu.

Al principio el camino había sido duro, pero con la idea de salir de ese páramo y volver a nuestra misión, habíamos usado todo nuestro espíritu, en especial Henry que había usado su poder una y otra vez para teletransportarnos más adelante hasta que el agotamiento había podido con él y ahora apenas podía mantenerse en pie. Parecía caminar porque sus piernas tendían a seguir en movimiento con más facilidad que detenerse.

– [Ezequiel]¿Quieres parar?[/Ezequiel] – dije, preguntándome a mí mismo cómo era capaz de seguir avanzando.

– [Henry] No sé si es lo mejor parar con este calor. Pero como no lo haga tampoco sé si podré seguir.[/Henry] – aseguró. Pese a ser un potenciado, dejando a un lado sus poderes, era un humano, con las mismas debilidades y fortalezas. No sabía de dónde sacaba las fuerzas.

– [Ezequiel]Necesitamos encontrar el caballo pronto, porque no podemos llegar a ningún sitio con agua.[/Ezequiel] – tomé asiento en un montículo de arena, forzando así a Henry a tomar aliento. Mi poder me había llevado a ver morir a muchas personas, así que conocía el aspecto que tenían cuando estaban al borde.

– [Henry] No podía estar asentado en guardián al lado del pueblo.[/Henry]- se quejó, con la respiración entrecortada. ¿De esa pasta estaban hechos todos los Daë? Con poco más de una veintena de años a sus espaldas y aún así capaces de darlo todo con más espíritu que alguien con cientos de veranos disfrutados y sufridos.

– [Ezequiel]Al menos no puede ir mucho peor. [/Ezequiel]- traté de bromear para animarle. Pensé en todas nuestras opciones, barajando hasta conseguir una en la que Henry no saliese mal parado.

Fue en ese silencio compartido cuando un viento nos azotó el rostro. Al principio, lo tomé por una mala señal. Una tormenta de arena era la sentencia de muerte de Henry. Yo quizá tardaría en recuperarme, que la arena arañe tu piel hasta sentir que te la arrancan no debía ser agradable, nunca había muerto así y no me apetecía probarlo, pero lo peor sería despertar y ver lo que le había ocurrido a un amigo. Al primero en mucho tiempo.

– [Henry] Tenías que hablar.[/Henry]- se quejó, sacando una manta de su mochila para echársela encima. Eso le protegería de la abrasión pero la arena podía enterrarnos o ahogarnos.

Me acerqué a su posición, trataría de evitar que la arena le enterrase en la medida de lo posible, pero mis poderes eran poco más que una maldición en este caso, solo conseguirían que viviera para lamentar la pérdida, como muchas otras veces.

– [Ezequiel]Maldita sea, es demasiado. [/Ezequiel]- la tormenta era tan densa que apenas podía ver lo que me rodeaba. Notaba la tierra en mi garganta. Entre el silbido del viento escuché un relincho. Lo primero que pensé fue en la montura de Henry, pero la había dejado atrás para evitarle un viaje así de duro.

– [Henry] Tormenta no ha sido.[/Henry]- confirmó él.

– [Ezequiel]Es el caballo, tiene que serlo.[/Ezequiel] – un rayo de esperanza. Éramos Daë, nuestra historia no podía terminar ahí. Los libros de historia nos recordaban, los que se habían enfrentado a la corrupción.

– [b]Darías cualquier cosa porque lo fuera, ¿verdad? Por volver a tu tranquila soledad. [/b]- susurró una voz. Busqué a Henry con la mirada pero todo era arena pasando a gran velocidad, aunque entre ella, se veía una enorme silueta recortada en el horizonte, un caballo gigantesco. – [b]Si, te lo digo a ti.[/b] – no sabía si hablaba de mí o de Henry. Sin duda mis últimos años habían sido de soledad, completa y profunda. Pero, ¿quería volver a ello?

– [Henry] Si eso me permite salir de esta tormenta, entonces si.[/Henry] – escuché responder a Henry, él también era solitario, aunque nos habíamos apoyado y habíamos conseguido entablar una amistad tras estar varados en ese lugar.

– [b]Es humano, siempre lo será, tu sangre puede darle mucho, ya está preparado para traicionarte.[/b]- algo me golpeó y caí al suelo. Pude ver mi sangre manchando la arena. Mi sangre, codiciada por muchos hasta el punto de traicionarme, de matar por ella. Pero…¿Henry también?

– [b]Nunca será humano, tú morirás y el podrá seguir adelante. [/b]- escuché decir a la voz. Esta vez parecía que hacia Henry. Trataba de separarnos. Caminé hacia mi amigo pero la tormenta pareció engullirlo.

– [Henry] No envidio la inmortalidad.[/Henry] – le escuché decir desde algún lugar tras la cortina de arena.

– [b]¿Estás seguro de conocerte?[/b] – preguntó de nuevo. La tormenta se volvió tan intensa que dejé de ver. Mis ojos se sumieron en una oscuridad completa. Pensé que la arena me había dañado los ojos, pero pronto empecé a ver una sucesión de imágenes ante mí.

Una a una desplomadas en la arena estaban las personas que aún recordaba. Algunas de ellas tenían el rostro más difuminado, las que me costaba recordar porque mi mente había diluido su recuerdo con los años. Entre los cuerpos estaban los otros Daë, sin embargo no sentía que me importase, era como si vivir tanto tiempo me hubiese vuelto inhumano.

Pero no, yo no era así, eso era un reflejo de aquello en lo que podría convertirme, una frialdad que amenazaba por despojarme de mi verdadero ser y que solo quedase alguien eterno, siempre vivo pero sin vivir realmente.

Rompí la imagen con toda la fuerza de mi voluntad y avancé por la arena hacia Henry, que parecía estar haciendo lo mismo. Él también había afrontado la visión de su peor yo y con la verdad resuelta, la arena dejó de moverse y un hombre de tez olivácea nos señaló un estanque cercano.

Me acerqué primero para comprobar que fuera potable y una vez sobreviví, dejé que Henry se hidratase. Al girarme, el Caballo había desaparecido, pero reflejado en el agua había un portal para salir de Kouras.

Comentarios

Deja una respuesta