Jane – Selas
Mañana
Abandonamos la cabaña de Caitriona y yo me sentí extraña. Seguía a Xander estando fuera de mí misma, como cuando soñaba que conducía el coche de mi madre desde el asiento trasero. Con el tiempo, descubriría que esa sensación se llama irrealidad y forma parte del pack completo de la ansiedad. En ese momento, lo achaqué al cansancio. Esta especie de interludio entre la Nave y la acción estaba resultando más largo de lo esperado. Echaba de menos a mis hermanos, pero también el control. La vida en la Nave se parecía demasiado a la de la Tierra.
– [Xander]¿Vas bien? Voy más despacio si lo necesitas[/Xander].- comentó cuando nos adentramos en el bosque. Era por la mañana, pero en el interior de aquella frondosidad, bien podían ser las siete de la tarde.
– [Jane]De momento[/Jane].- musité.
– [Xander]Encontraremos una forma de superar al guardián del portal sin luchar. Ya lo verás[/Xander].- me aseguró tendiéndome la mano para saltar una rama, gesto de deseché con un «gracias» que no sé si oyó. Alexander. Tan guapo, tan confiado. Tan Echolls. ¿Os acordáis de esa escena de Los Simpson en la que van a bautizar a los críos y Maggie se queda mirando a su familia, que está en el barro, mientras que los Flanders resplandecen? Mi familia son los de la ciénaga y los Echolls los que brillan.
– [Jane]Eres más optimista que yo, eso desde luego[/Jane].- la toga que nos había prestado Caitriona se empezó a manchar de barro y maldije este mundo y los siguientes. ¿Dónde estaban mis vaqueros cuando los necesitaba?
– [Xander]Siempre ha sido así[/Xander].- sonrió al verme. «Deja de brillar, maldita sea«.
– [Jane]Tienes razón[/Jane].- le devolví la sonrisa.
– [Xander]Enseguida estaremos con los demás y podrás librarte de mí[/Xander].
– [Jane]Qué alivio[/Jane].- bromeé.
Nos quedamos callados y estaba tan concentrada en intentar disimular el barro de mi toga, que no vi que delante de mí había un tronco enorme y me precipité al suelo sin poder evitarlo. Alexander corrió a ayudarme y me cogió en volandas.- [Jane]¿Ahora eres Edward Cullen? Ah, no, que eso también es muy Christian Grey[/Jane].- compuse un mueca.
– [Xander]Lo siento, lo… lo pasé mal[/Xander].- se excusó apartándose de mí.
– [Jane]Lo sé, pero no soy un personaje de ficción desvalido. No hagas eso, aunque te agradezco que aún tenga todos los dientes[/Jane].
– [Xander]Ya, lo sé, ha sido… instintivo[/Xander].- se disculpó.
– [Jane]No pasa nada[/Jane].
De nuevo, el silencio se volvió denso y avanzamos a paso ligero. Me preocupaba no salir nunca de aquí, que el bosque fuera eterno, como si de un castigo bíblico se tratara y estuviéramos dando vueltas hasta el infinito.
Al cabo de un rato, llegamos a una zona más despejada y Alexander señaló a lo lejos.- [Xander]Las leyendas hablan de ese pico[/Xander]. – señaló el pico de una montaña. – [Xander]Podemos acampar y ascender mañana[/Xander].
Estábamos exhaustos y hambrientos. El sol se estaba poniendo en el horizonte. Llevábamos tantas horas caminando, que al oírle, me dejé caer en el suelo.- [Jane]Sí, me parece buena idea[/Jane].
Mientras yo me quedaba sumida en mis pensamientos, él hizo una hoguera y sacó del morral que nos había prestado Caitriona, una cacerola de barro, un poco de pescado en salazón y unas verduras con las que se dispuso a hacer una especie de guiso.
En cualquier otra ocasión, me habría puesto a ayudarle, pero no me sentía con fuerzas.- [Jane]¿Sabes lo que echo de menos de la Nave? El chocolate[/Jane].- comenté al escuchar mis tripas rugir en cuanto percibí el olor del guiso.
– [Xander]Estás cerca de darte un festín[/Xander]. – sus ojos se cruzaron con los míos y tuve que bajar la mirada. – [Xander]Yo los helados[/Xander].
Para dejar de sentirme inútil, me puse en pie y fui con él. Con dos hojas que me puse en las manos, removí la cazuela alzándola un poco del fuego.- [Jane]No tiene mala pinta[/Jane].
– [Xander]Menos mal que nos lo dio Caitriona, porque no me veía capaz de matar nada…[/Xander]
– [Jane]Esperemos que no haya que matar al Guardián del Portal[/Jane].- volví a posar la cazuela en el fuego y me senté a su lado. Empezaba a refrescar.
– [Xander]Demasiadas muertes para toda una vida[/Xander].- suspiró y me acerqué a él para entrar en calor.
Me pareció escuchar a alguien a nuestras espaldas, pero estaba tan cómoda, que no presté atención.- [Caitriona]¿Y quién se ha muerto si puede saberse?[/Caitriona]
Cuando escuché aquella voz que bien recordaba al siseo de una serpiente, me separé de Alexander y él, con calma, se dirigió a ella.- [Xander]¿Caitriona? ¿Vas a ayudarnos?[/Xander]
– [Caitriona]Depende[/Caitriona].- apreté los labios al oírla.
– [Xander]Si vienes a por otro trato, no creo que vaya a funcionar[/Xander].- le advirtió él.
– [Caitriona]¿Qué gano yo si os ayudo?[/Caitriona]
– [Xander]Que Chernobog no acabe con todo[/Xander].- busqué la mirada de mi amigo para ver si era verdad lo que decía y sí, era cierto.
Caitriona dejó escapar una carcajada guturual, malévola.- [Caitriona]Está bien. Iré con vosotros a cambio de que le digas la verdad[/Caitriona].
«La verdad». Aquellas dos palabras quedaron flotando en el aire y me envaré, molesta. Quise buscar de nuevo los ojos de él, pero esta vez fue en vano.- [Xander]No, no tienes derecho…[/Xander]
– [Jane]¿La verdad? ¿De qué estás hablando, Caitriona?[/Jane]- mi voz sonaba ajena, como salida de otro cuerpo.
– [Xander]La verdad de lo que pasó[/Xander]. – el fuego crepitaba con fuerza. Había que retirar la olla del fuego o se quemaría. – [Xander]No estabas grave cuando traje a ella[/Xander].
La bruja se cruzó de brazos, esperando a que él siguiera hablando. Se notaba que, por más que intentara disimularlo, estaba disfrutando.- [Xander]El veneno era mortal, eso ya te lo dije. Y te mató[/Xander]. – le costaba hablar, como si tuviera un nudo en la garganta. Quizás los dos lo teníamos. Una cuerda invisible atada por dos extremos unía nuestras gargantas. – [Xander]Atravesé kilómetros contigo malherida, pero a la entrada del laberinto…dejaste de respirar[/Xander].
Las lágrimas surcaban sus mejillas y yo empecé a temblar de manera violenta. Frío, nervios, miedo. [Jane]- ¿Estaba muerta? ¿Y ahora qué soy, un zombi?[/Jane]- la que preguntaba las cosas parecía yo, pero no era yo.
– [Xander]No, no[/Xander]. – negó con la cabeza y se pasó las manos por los ojos para no seguir llorando. Ese gesto me recordó a cuando se separaba de su madre para irse a la fila del cole y no quería que le vieran llorar. Lo conocía tan bien que me dolía verle así. – [Xander]Hice un trato con Caitriona, te trajo de vuelta sana y salva[/Xander].
– [Caitriona]¿Y qué más?[/Caitriona]- pinchó la bruja. El guiso empezaba a oler a quemado. Todavía era salvable.
– [Xander]Te di…te di mi alma[/Xander].
Noté cómo todo se me venía encima y me fui en dirección a la olla. Como no estaba pensando, me quemé al intentar cogerla y lloré con fuerza. Alexander quiso ayudarme.- [Jane]Dime que es mentira, por favor[/Jane].- le supliqué muy bajito. No quería que Caitriona se alimentara de mi sufrimiento.
– [Xander]Hice lo que era necesario[/Xander].
Me levanté trastabillando.- [Jane]Encárgate tú de la olla. No quiero saber nada de ninguno de vosotros dos. Me voy sola. Pienso salir sola de aquí e irme a la a Nave y no ver nunca a nadie más[/Jane].
Me limpié las lágrimas como pude y eché a andar en dirección al pico. Dejé atrás a la bruja y a Alexander, cuya luz parecía un poco más tenue según me iba alejando.
Just waiting
To turn your tears to roses
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