Lucy | Estación de autobuses de Moondale
MAÑANA
Los besos con Ed después de que despertase de aquella suerte de siesta larga se prolongaron hasta que Karen empezó a carraspear sonoramente, recordándome que por mucho que hubiera una cama no era para que la utilizásemos nosotros. Después, todo empezó a ir a toda velocidad, él me dijo que teníamos que irnos, porque toda mi vida era una farsa: esos padres cuya cara no conseguía dibujar en mi cabeza, las supuestas amigas con las que quedaba todos los viernes para tomar unas copas, el curso de Diseño de Moda que había hecho en París, el único novio que había tenido en mi vida y al que había pillado en la cama con una de las amigas. Nada. Todo era una mentira urdida por Wolfram & Hart, especialmente por el padre de Ed que era un ente maligno, casi sacado de una telenovela. Según él, mi vida de verdad era aquella de la que me llegaban recuerdos, pero seguía sin sentirla como si fuera mía. Algo no iba bien.
No pude ir al taller a recoger los diseños que tenía a medias, ni la máquina de coser, simplemente fui a mi apartamento en el que me esperaba Sky todavía con la correa puesta y enseñándole los dientes a Ed. Habían pasado unos cuantos días conociéndose y no les había ido muy bien, en parte porque Ed no era muy amigo de los perros, por mucho que no se atreviera a decírmelo.
Sin pedir explicaciones, cogí unas cuantas maletas, metí toda la ropa y los zapatos que pude para después pasar a las cosas de Sky, el ordenador portátil y algún recuerdo que carecía de sentido pero necesitaba tenerlo cerca. Por suerte, yo no era de esas que guardaba un conejito a pilas en el cajón, sino que lo tenía en otro sitio y dejé que se perdiera porque esperaba no tener que necesitarlo (¿serían capaces de sacar mi ADN de ahí? a lo mejor tenía que habérmelo llevado…).- [Lucy]No tengo ni idea de lo que estoy haciendo[/Lucy].- confesé cerrando la puerta de mi apartamento con el corazón en un puño. Sky iba en su bolso de Luis Vuitton alejado de él, que le miraba de medio lado. Los dos chicos de mi vida se odiaban. Estupendo.
– [Ed]Yo tampoco, pero si estoy contigo…t-todo está bien[/Ed].- tomé aire y asentí. Todavía ni siquiera estábamos juntos y me estaba lanzando de cabeza. Si mi madre hubiera sido de verdad, seguro que me habría regañado.
Caminamos a toda prisa hasta llegar a la estación de autobuses de Louna en la que Mara nos esperaba con sus maletas y las de Ed en compañía de Vincent, que dicho sea de paso, estaba bueno. Yo ya había elegido mi plato principal, pero podía seguir admirando el menú.- [Mara]Ya…tengo los billetes. Los de todos[/Mara].- aclaró carraspeando.
– [Vincent]Tened mucho cuidado. Llamadme cuando lleguéis.[/Vincent] – comentó Vincent sin apartar la vista de Mara. Era tan obvio que me apetecía juntarles las cabezas.
– [Lucy]Encantada de conocerte, Vincent[/Lucy].- me acerqué hasta donde estaba y le di un beso. Era guapo y olía bien. – [Ed]Nos vemos[/Ed].- se adelantó Ed para tenderle la mano y despedirse de él.
– [Vincent]Cuidaos, chicos, estaremos en contacto.[/Vincent] – esbozó una sonrisa triste y mandé a Ed a que fuera delante con las maletas, mientras yo caminaba excesivamente despacio para no perder detalle.
– [Mara]Voy…a echar de menos esto[/Mara].-aunque decía «esto», quería decir «a ti». Todos lo sabíamos.
– [Vincent]Bien, así se que volverás.[/Vincent] – él sonrió y Mara se agachó para recoger las maletas. El conductor empezó a tocar el claxon con impaciencia, así que Vincent sujetó la cara de Mara entre las manos y la besó en los labios. Mara y yo sonreímos a la vez, ella por lo obvio y yo porque era una fan de las comedias románticas.
Cuando se acabó aquel fugaz beso, ella echó a andar en mi dirección y cuando estuvo a mi lado, no pude reprimirme.- [Lucy]Summer lovin’…[/Lucy]- canté y ella no dijo nada, simplemente se puso roja como un tomate. Era muy mona, la verdad.
El viaje en bus lo hicimos sin hablar mucho, salvo de lo que era vital que supiera, así que mientras Ed escuchaba a sus melenudos en los auriculares y Mara compartía asiento con Sky, yo me dediqué a escuchar toda la discografía de David Guetta y un remix de regaetton que sé que le pondría los pelos de punta a mi posible chico.
El autobús entró en la estación de autobuses de Moondale, que era diminuta, a la una y media de la tarde. Las tripas me rugían de hambre, pero cada vez que sonaban tosía para que Ed no pensase cosas raras de mí. Abajo nos estaba esperando un hombre de treinta y tantos muy guapo que me sonaba que se llamaba Christopher y que llevaba puesto un pantalón de lona marrón y una camisa de cuadros, que le sentaban divinamente.- ¡Ed! ¡Mara! Me alegro de veros. – les dio un abrazo paternal a cada uno y yo quise que me estrechara también entre sus brazos. A lo mejor lo dejarme el conejito a pilas en casa no había sido tan buena idea. – ¿Y tú eres…? – me miró de arriba a abajo extrañado.
– Lucy. Aunque tal vez la recuerdes como Kaylee.- se adelantó Ed con una sonrisa y después de volver a repasarme con la mirada, me dio un abrazo.
– [Lucy]Tú eres el marido de…¿Sarah?[/Lucy]- Ed me había contado lo que había podido, que no era mucho.
– [Ed]No, él esta con Diana y… no os habéis casado todavía, ¿verdad?[/Ed]- me explicó evitando el silencio incómodo que estaba a punto de producirse.
– [MacLeod]Eso mismo.[/MacLeod] – se llevó la mano al cuello de la camisa para aflojarlo un poco. – [MacLeod]Hombre, ¿cómo nos íbamos a casar con media familia desbandada? Te han echado de menos.[/MacLeod] – supuse que se refería a las tres niñas de los sueños. Bueno, a dos de ellas, porque en teoría una era yo.
– [Lucy]¿Ves?[/Lucy]- le di un codazo y Ed sonrió ampliamente, como el tontorrón que era. Quería moderle la boca. Lo necesitaba. ¿Era cosa mía o hacía mucho calor en la estación de autobuses?
– [Mara]Voy…voy a enviarle un mensaje a…a…y eso…ahora vengo[/Mara].- Mara sacó el móvil del bolsillo del pantalón y fue hasta un punto no muy alejado para llamar a Vincent.
– [Lucy]Qué bonito es el amor[/Lucy].- me reí.
– [Ed]Mara ha pasado por mucho, se merece algo de felicidad[/Ed].- la miró de soslayo y sentí un poco de envidia, porque nunca había tenido una relación de amistad tan real como la que tenían los que más tarde descubrirían que eran los Moondies.
Christopher se había quedado procesando la información. – [MacLeod]Espera…¿Mara y … Vincent? ¿Pero cuánto tiempo hemos estado separados…años?[/MacLeod] – se le escapó una carcajada. – [MacLeod]Diana va a vivir estos chismes.[/MacLeod]
– [Ed]Sí[/Ed].- parecía que ese tema le parecía más doloroso.- [Ed]¿Cómo se encuentra?[/Ed]
– [MacLeod]Unos días mejor y otros peor, ha pasado mucho.[/MacLeod] – definitivamente, este tema era más serio.- [MacLeod]Pero estará mejor cuando os vea. Y a ella.[/MacLeod] – volvió a mirarme fijamente.
– [Lucy]No me mires así, que es raro[/Lucy].- sonreí jugueteando con mi pelo.- [Lucy]No soy ella, aunque tenga sus recuerdos[/Lucy].- puntualicé abriendo la bolsa de Sky para que estirase las patas y colocándole la correa, ya que Christopher nos había hecho una seña a todos para que le siguiéramos hasta su coche. Mara, aunque iba detrás, también se había unido.
– [MacLeod]Conociendo a Diana, le va a gustar el cambio.[/MacLeod] – bromeó quitándole hierro al asunto. – [MacLeod]Sobre todo después de que haya matado a Ed un par de veces.[/MacLeod] – cuando llegamos al lado de un Toyota Prius de color blanco, abrió el maletero para que metiéramos el equipaje, pero Ed no se movía del sitio.
– [Ed]Sarah. Yo… yo tengo que ayudarla[/Ed].- empezó a decir y el corazón me latió con violencia.- [Ed]Diana te tiene a ti, pero ella no tiene a nadie allí dentro[/Ed].- explicó ante el silencio denso que se estaba creando a nuestro alrededor. Mara, que ya había colgado el teléfono, nos miraba.-[Ed]Se lo debo después de marcharme como lo hice[/Ed].- sus ojos se cruzaron con los míos.
– [Lucy]Pero…¿y yo?[/Lucy]- no podía evitar ser egoísta. Me había ido de Louna porque estaba en peligro, pero sobre todo, para estar con él.
– [MacLeod]Puedes estar seguro.[/MacLeod] – una sonrisa paternal se dibujó en la boca de Christopher. – [MacLeod]Si vas a entrar necesitarás algunos consejos, conseguimos que Rebecca entrase usando su ‘maldición’ como coartada, pero nos conocen. Necesitas que vayan a ti.[/MacLeod] – le aconsejó y yo quería dar un grito para que me escuchasen.
– [Ed]Creo que tengo algo que podría interesarles[/Ed].- le dio un golpecito a la bandolera marrón claro que llevaba puesta.- [Ed]Espero que puedas perdonarme esto[/Ed].- me pidió y giré la cabeza intentando no llorar. Concentrándome en cosas tontas, como por ejemplo, que Sky acaba de hacer pis sobre la rueda derecha de la parte delantera del coche de Christopher.
– [Mara]Es…peligroso[/Mara].- admitió Mara finalmente.
– [Lucy]Eso me anima mucho[/Lucy].- dejé escapar una carcajada sarcástica.
– [MacLeod]Sarah sabe cómo estar en contacto con nosotros.[/MacLeod] – intentó tranquilizarme.- [MacLeod]Quizá encuentres a Daniel allí cerca, si ves algo raro, tráeles a salvo.[/MacLeod] – le pidió poniéndole una mano en el hombro.
– [Ed]Eso haré[/Ed].- Ed volvió a mirarme, pero cada vez que mis ojos se cruzaban con los suyos, le rehuía.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.