Lucy Walker | Despacho de Fenris
Mañana

Durante los últimos días, había pensado mucho en Ed y cuando digo mucho, quiero decir que empleaba una buena parte del día en pensar en él, aunque estaba segura de que mi imaginación estaba añadiendo detalles a su cuerpo que diría que no existían, como un tatuaje vergonzoso detrás de la oreja derecha y la necesidad imperiosa de arreglar las tuberías de mi baño sin camiseta. ¿Qué? Técnicamente era virgen, porque toda mi vida era una mentira y eso significaba que estaba en plena revolución hormonal.
La habitación del hotel al que me había trasladado era fea con avaricia y no había podido llevar a Sky, que estaba provisionalmente con Elizabeth, pero al menos tenía tiempo para darle forma a ese proyecto que estaba surgiendo poco a poco en mi mente y que esperaba que me hiciera asquerosamente rica, tanto como para poder clonar a Ed y que uno se fuera a salvar el mundo y el otro, se dedicase a complacerme.
Me levanté de la cama observando el cielo gris de Moondale con una sonrisa y desayuné un zumo del minibar y un magdalena, porque no estaba la economía como para ir a un Starbucks -:(-. Después, me duché y me vestí con unos jeans ajustados, un jersey tipo oversize color camel y unos stilettos de animal print de leopardo. Salí de la habitación tarareando una canción que se me había pegado de la radio apretando con fuerza el clutch marrón y la carpeta en la que llevaba unos bocetos que había hecho con los diseños.
Me habría gustado compartirlo con Ed, pero no podía localizarle y eso, hacía que el día me pareciera todavía más gris de lo que era.
Decidí ir caminando para ahorrar y, aunque los zapatos me hicieron daño, valió la pena, porque pude conocer un poco más esta ciudad, que todavía me parecía extraña. En el centro de la misma, en una de las calles más importantes, rodeada por escaparates de firmas no tan caras como las de Louna y un enorme parque, se alzaba el edificio central de Construcciones Fenris, que no era muy alto para no romper la estética de la ciudad, pero que imponía con sus enormes cristaleras. Suspiré y, sintiéndome una hormiga, avancé con la mejor de mis sonrisas hasta la última planta, en la que me esperaba Alexander Fenris, el dueño, que como bien me había informado Infinity, estaba MUY bueno.
Subí en el ascensor después de atravesar el arco de seguridad y, cuando las puertas se abrieron, me encontré con una chica latina de curvas generosas que me miraba por encima de sus gafas de pasta negra. Detrás de su escritorio podía verse gran parte de la ciudad, pero ella estaba de espaldas mirando a su ordenador, como si el resto no le importase. Ni siquiera me preguntó quién era, simplemente me hizo una seña para que pasara al despacho y así lo hice.
Sentado en uno de los sofás, había un tipo de edad indeterminada con barba, sombrero y pintas de hippy, que parecía no tener prisa en entrar.
Dentro, con un mobiliario moderno y sencillo, que no le restaba protagonismo a las cristaleras gigantescas, me esperaba un chico de treinta y pocos, de pelo castaño, ojos marrones y cuerpazo (DIOS SANTO QUÉ HOMBRE. QUÉ – HOMBRE). Con un pantalón de traje gris marengo, una camisa clara sin corbata y la chaqueta colgada en el asiento estaba espectacular. En pelotas, debía ser para que te dieran un par de infartos. A su lado, otro chico no tan guapo (aunque tenía el culito respingón), que debía ser de su edad, de pelo castaño y barba de dos días, esperaba con paciencia a que terminara de firmar unos papeles.- [Lucy]Buenos días, soy Lucy Walker y tu secretaria me ha dicho que pase[/Lucy].- saludé con desparpajo intentando no mirar mucho AL HOMBRE.
– [Fenris]Encantado de conocerte, Lucy. Soy Alexander Fenris[/Fenris] – el macizo se puso en pie mientras el otro se iba dedicándome una sonrisa tímida. – [Fenris]Así que eres una nueva Echolls. Nunca me cansaré de esa familia.[/Fenris] – sonrió y me plantó dos besos que me dejaron atontada. ¿De qué libro erótico había salido este tío, al que le quedaba la camisa como si se la hubieran hecho a medida? Qué digo, seguro que era a medida.
Me pidió que me sentara y él se puso a mi lado, con el culo apoyado en el pico de la mesa. Le miré las piernas, que musculosas y luego el abdomen, la cara…mierda, no tenía nada que no fuera perfecto, así que le miré al pelo, que no es que no fuera bonito, pero al menos no me hacía parecer una pervertida.- [Lucy]Bueno, no exactamente. Es una historia bastante rara[/Lucy].- me reí, porque sólo tenía dos neuronas, que en ese instante estaban pensando una en Ed y la otra en este tío.-[Lucy]Gracias por aceptar esta reunión[/Lucy]- jugueteé con mi pelo. Joooo…estaba intentando ligar inconscientemente.
– [Fenris]Eres una suerte de reencarnación de Kaylee, salvo que tú eres hija de Elizabeth con otro hombre.[/Fenris] – me replicó con ese acento marcado de vete tú a saber dónde, que todo hacía que sonase como si dijera: «quítate la ropa». Dios Santo, quería hacerme un ovillo y llorar. ¿A qué había venido yo? – [Fenris]Diana estaba deseando contarlo.[/Fenris] – me aclaró con una carcajada ronca.
Le devolví la sonrisa.- [Lucy]Empiezo a entender que no se pueden tener secretos con Diana cerca[/Lucy].- observé su pose despreocupada en la mesa.
– [Fenris]Te va a encantar tenerlas de hermanas, yo me cambiaría
por ti si pudiese.[/Fenris] – volvió a sonreír y le dediqué una carcajada.
– [Lucy]No creo que te entrase mi ropa, pero podría intentar modificarla[/Lucy].- le guiñé un ojo, pizpireta. Leches Lucy, deja de ligar. Déjalo.
– [Fenris]Diana decía que ibas a enseñarme algo que no podría rechazar[/Fenris].- estaba segura de que acababa de ponerme colorada, pero lo dejé estar.
– [Lucy]Bueno, no exactamente[/Lucy].-saqué un dossier de diseños muy rudimentarios que había hecho como había podido.- [Lucy]Vengo a ofrecerte una inversión[/Lucy].
Le pasé uno de ellos, en el que se veía a Mia, la chica de las alas (o algo parecido), con un vestido años cincuenta y una cazadora vaquera sobre los hombros. – [Fenris]Ya veo. Tendrías un mercado interesante aquí.[/Fenris]- me guiñó un ojo y sentí que me derretía.
– [Lucy]He encontrado un local de renta antigua y, con mis habilidades y la gente que necesita prendas especiales en Moondale,
creo que podrías recuperar tu inversión en menos de un año[/Lucy].- empecé a decirle para tenderle un documento que había hecho con ayuda de Christopher.
– [Fenris]Lo tienes todo muy bien pensado.[/Fenris] – releyó varias veces las cláusulas y observó más diseños. – [Fenris]Cuéntame una sola cosa. ¿Crees en esto?[/Fenris] – cerró la carpeta de golpe.
[Lucy]Sé que soy buena y que a la gente le gusta mi trabajo. Moondale necesita un negocio como el mío[/Lucy].- le dije mirándole directamente a los ojos. Era una locura, pero sabía que podía funcionar.
Fenris sonrió. – [Fenris]Entonces el dinero es todo tuyo.[/Fenris] – y me devolvió la carpeta. – [Fenris]Me gusta apostar en la gente que cree en lo que hace[/Fenris].- tras eso, se puso tras su escritorio y firmó unos cuantos cheques, que me tendió.
– [Lucy]Muchas gracias[/Lucy].- los sujeté entre las manos y empecé a besarlos.- [Lucy]Cuando inaugure la tienda, espero verte por allí[/Lucy].- comenté metiéndolos en la cartera con cuidado, pero reparé en que había tres cheques y para lo que le había pedido bastaba con dos.- [Lucy]Un momento: ¿y el otro cheque?[/Lucy]- supuse que se había equivocado.
– [Fenris]Para tu primer encargo.[/Fenris] – aseguró mirándome. – [Fenris]Dentro de poco, tu nueva familia conseguirá aclararse y darán con la idea para el negocio de la Nave, y necesitarán uniformes. Tú pones el precio.[/Fenris] – esbozó una enorme sonrisa que se me contagió.
– [Lucy]Veo que lo tienes todo controlado[/Lucy].- puse una voz más grave y me reí.
– [Fenris]Tengo buenas fuentes de información.[/Fenris] – se levantó y fue a mi lado. – [Fenris]Y mucho cariño a los tuyos.[/Fenris] – me puso una mano en el hombro de forma amistosa.
– [Lucy]Gracias por creer en mí[/Lucy].- admití emocionada.
– [Fenris]Gracias a ti por salvarnos a todos.[/Fenris] – le di dos besos y me recompuse como pude.- [Lucy]Nos vemos en la inauguración de mi tienda[/Lucy]
– [Fenris]No faltaré.[/Fenris]- volvió a sonreír y me alejé, sabiendo que me estaba mirando mientras me iba.
La puerta se cerró y al salir, el tipo del sombrero, que continuaba sentado en el sofá, se despidió de mí con un «buen día, señorita».
– [Lucy]Buenos días. ¿Le conozco?[/Lucy]- pregunté observándole.
– [Doe]»Lo dudo, soy Juan Nadie»[/Doe].- replicó en español y me fui de allí con una sensación muy extraña, porque no sabía que dominase los idiomas.
La torre de Construcciones Fenris quedó atrás y decidí ir a casa de las Echolls para ver a Sky y, de paso, darles las gracias por haberme puesto un poco más cerca de mi sueño.
El problema era que cada vez me sentía un poco más lejos de Ed, porque no habíamos tenido contacto desde que había entrado en el Palacio.
¿Cuánto más podría esperar por una relación que ni siquiera sabía si existía?
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