Cecil Alexei Anwalt | Subterraneo 3
Me sentía raro, distinto. Mis sentidos me avisaban, me advertían de que algo no iba bien, que algo ocurriría y que debía de tener cuidado.
Ja. ¿Cómo iba a tener cuidado en un sitio como este?
La puerta de mi celda se abrió, viendo como dos de esos guardias aguardaban, apuntándome con sus armas, para que saliese de allí. Andaba con lentitud, y aún cuando estuve fuera ninguno me perdía de vista. Sus ojos parpadeaban con rapidez, las armas no temblaban y parecía que más de uno esperase a que se rebelase otro más para pegarle un tiro en la cabeza. Miré levemente a mi derecha, ya que por allí, en una de esas celdas, los guardias llevaban a una chica cuyo aspecto, además de que no paraba de llorar, era lamentable. Noté algo que me golpeaba la espalda, señal que me indicaba que avanzase.
El hecho de moverme me permitió, al menos durante unos breves segundos, mirar a las celdas que tenía más cercanas. Miré a la de Sarah y la encontré en su cama, con las piernas siendo rodeadas por sus brazos, los ojos bastante rojos y una cara de sorpresa que no se me olvidaría nunca. En la contigua a la suya estaba el chico con el que habían experimentado hacía escasas horas. Al igual que Sarah, estaba sentado en la cama, quizás dolorido por los disparos. El caso es que agarraba la almohada con fuerza, mirando la escena con cierto temor y quizás impotencia al ver que, ni cuando le tocó a él, pudo hacer algo para evitarlo.
No tardamos mucho en entrar en la sala de experimentación. Una vez más, apuntándonos con sus armas, nos llevaron a unas mesas. La mía estaba en el centro de la sala, la de ella, la cual continuaba en un llanto que parecía no tener final, estaba bastante más apartada.
– [b]Empezad con las pruebas base para los dos.[/b] –ordenó Saunders.
Pruebas base, ¡bah! Malditos científicos… Uno a uno comenzó a recoger sus vuestras. Sangre, saliva, pelo, uñas… Esto parecía la típica revisión cuando vas al médico, la “puesta a punto” aunque claro, este no era un caso comparable, ni mucho menos. Aquella doctora, Saunders, la que había hablado antes, abrió la boca para hacerlo una vez más, pero esta vez fue interrumpida.
Por él.
– [b]Soltadle. [/b]- Preston le ordenó a uno de los guardias más cercanos. –[b]Veamos cómo funciona tu poder. Dime cuál es el suyo.[/b] – Parecía que se refería a la chica. Dadla un pañuelo por favor. ¡O sonadla la nariz al menos!
– [b]Están bien documentados sobre lo que podemos hacer, ¿por qué me necesitan a mí si ya lo saben? ¿O acaso son más ignorantes de lo que nos imaginábamos? [/b]- Dije todo aquello mirándole a la cara, directamente a los ojos, frunciendo el entrecejo.
– [b]No te aconsejo que pruebes mi paciencia. Si resultas ser útil vivirás más.[/b] – Si, claro. O me usaréis para buscar a más como nosotros, ¿no?
– [b]…[/b] – Suspiré levemente, resignado. No tenía otra opción. Moví la cabeza para poder mirarla mejor. – [b]Es… humana. Puede captar frecuencias. Tipo móvil. Como si fuese una antena. [/b]- Me volteé, esta vez mirando, otra vez, al cabrón de Preston. –[b] Humano, sesenta años o así. Parece que tiene un palo clavado en el culo y solo se siente mejor cuando daña a otras personas. Necesita una esposa o un buen polvo. [/b]- le sonreí ampliamente. – [b]¿Algo más?[/b]
Me hubiera encantado decir que su rostro se cambiaba a un gran enfado, que la vena de la frente se le hinchaba o algo por el estilo. En cambio, miró a la doctora, aunque antes me lanzó una mirada en la que quedaba claro el sitio en el que estaba yo y en el que estaba él.
– [b]Doctora Saunders, utilice el inhibidor H con ella y el catalizador M con él.[/b]
Más mierdas para el cuerpo. Cuando salga de aquí tendré que tener una vida saludable y no comer muchas guarrerías para contrarrestar todo lo que nos hacen aquí. Aunque el chocolate no me lo quita nadie, ¡ni este! Sentí un cosquilleo cuando me retiraron la jeringuilla, después de inyectarme aquella sustancia de [i]vetetuasaberqueera[/i]. Preston sacó su pistola, apuntándome con ella a la cabeza y, con la otra, marcó un número y se puso el teléfono en la oreja.
– [b]Busca como conjurar electricidad. [/b]- La regla de que sólo las mujeres son capaces de hacer más de dos cosas a la vez es un mito, al menos con este. ¿Quizás sea transexual? A lo mejor por eso está tan jodidamente amargado. – [b]¿Listo? Bien, paso el teléfono, repítele el conjuro.[/b]
Me tendió el teléfono y una voz al otro lado me habló con claridad y sequedad, explicándome cómo debía de realizar aquel conjuro.
– [b]Haz el conjuro. Te hemos inyectado un suero experimental que debería aumentar tu capacidad mágica. Si intentas algo raro, recuerda que puedes perder el control. [b/]- Habló justo cuando devolví el teléfono. Hace una pausa y añade. – [b]No creo que quieras que le pase nada malo a esa chica.[/b]
– [b]¿El conjuro contra quién tengo que lanzarlo?[/b] – le miré desafiante, con la misma sonrisa de antes en el rostro.
– [b] Contra nadie. Trata de controlar la electricidad en tu mano sin perder el control.[/b]
Levanté los brazos, las manos. Me miré las palmas de estas, intentando que la magia fluyese por mi interior. Normalmente no me costaba… Pero he dicho normalmente, claro. Las drogas impedían, por un lado, que me concentrase bien. Eso implicaba que no podía hacer que la energía fluyese con la normalidad que de costumbre, haciendo que cualquier hechizo que un niño podría hacer con los ojos cerrados, me costase dios y ayuda realizarlo.
– [b]Devir Freyd.[/b] –murmuré levemente, aún mirando las manos, esperando que ocurriese algo. Miré de reojo y pude ver que continuaban apuntándome, pero sobretodo, ninguno perdía ojo de lo que hacía.
Junté el pulgar con el índice, esperando que apareciese algo, una descarga… ¡Cualquier cosa! Pero no ocurrió nada. Volví a repetir las palabras, esta vez las grité, con más fuerza, invirtiendo más energía de la que tenía en aquel instante y que por supuesto, me arrepentiría más adelante. Esta vez ocurrió algo que nadie, incluso yo, pudimos prevenir. En esta ocasión, el hechizo había funcionado correctamente. Había podido crear dos pequeñas esferas de electricidad. Cada una estaba en una mano, concretamente en su palma. Pero, de pronto, desaparecieron.
– [b]¿Qué ha ocurrido?[/b] – pregunté en voz alta, sin esperar respuesta alguna.
A partir de este momento todo ocurrió bastante rápido, dejándome asombrado de mi mismo y de lo que podía hacer. Una vez más, junté los dedos, pero esta vez, un rayo eléctrico salió disparado, impactando contra el techo. Uno de los guardias más cercanos se acercó, dispuesto a darme un puñetazo. Conseguí pararlo, cogiendo el puño con la propia mano, pero ocurriendo algo insólito. Como si yo mismo me tratase de una fuente de electricidad, aquel hombre comenzó a tener una serie de temblores, incapaz de apartarse de mí. Se estaba electrocutando.
Retiré la mano, tragué saliva y les miré a todos, pero me quedé expectante a lo que pudiese hacer el más peligroso de todos ellos.
– [b]Qué…[/b] – sacó la pistola y me apuntó, otra vez. –[b]No te acerques a nadie.[/b]- hizo una seña a los guardias restantes. – [b]Custodiadlo hasta su celda.[/b]
No me golpearon de ningún modo, simplemente me apuntaron, con cierta distancia, para que me moviese. Salí de aquella sala confuso por todo aquello, pero sobretodo, tenía la sensación de que yo había tenido suerte, de hecho, había tenido mucha. Pero el hecho fue que, aquel grito desgarrados que escuché antes de entrar en mi celda, concretamente femenino, me dio una respuesta que en ningún momento me hubiese gustado saber.
Dos personas habíamos entrado, pero el que había conseguido salir de allí había sido [i]yo[/i].
[spoiler]La reacción de Sarah por Stefy, las del resto de personajes como Preston o Saunders por Dracon y el resto por muy xD Espero que disfruteis[/spoiler]
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