Zoe Cooper | Sede de la Iniciativa Awaken – Su habitacion
Hacía horas que podía escuchar los gritos en mi cabeza y ver a la chica removerse frenéticamente sobre la mesa de experimentación. La imagen se había grabado a fuego en mi cerebro, los gritos surcaban mis venas y la imagen iba a repetirse en mis sueños durante mucho, mucho tiempo. Lo sabía, y una parte de mí quería que así fuera porque, al fin y al cabo, yo la había matado.
Aún tenía la jeringuilla en mis manos cuando los alaridos habían comenzado. Ni siquiera había reaccionado. Sí al principio. Sí antes de que ella gritase que le quemaba por dentro y de sentir su dolor por todas partes. De repente, mi mente lo había comprendido (la habíamos matado, la estábamos matando) y se había quedado en pausa. El sonido había comenzado a llegar muy amortiguado y ahora, mientras miraba a través de la ventana abierta de par en par, no estaba segura de poder recordar las palabras que se habían pronunciado a mi alrededor.
Había caído en una especie de trance. Había seguido las órdenes de Saunders, como todas las otras veces, y no me había importado. Experimentábamos con ellos y no me sentía especialmente orgullosa de ello, pero era necesario. Era una investigación fascinante, el sueño de todo científico que así osara llamarse. Ahora, una chica había muerto y yo era la que lo había hecho. Había podido sentirlo en cada célula de mi cuerpo mientras los demás intentaban ayudarla y luego cuando Saunders nos había ordenado descubrir qué había ocurrido. Había podido sentirlo mientras nos la llevábamos de allí y mientras pronunciaba con voz queda mis propias órdenes para mi equipo y luego salía de la sala y atravesaba pasillos y pasillos para llegar a mi habitación, revolverlo todo y sacar una botella de bourbon. Regalo que un buen amigo me había dado antes de llegar allí.
Allí estaba ahora. De pie, con un trago largo de bourbon entre las manos, dejando que el aire frío de la noche entrase en mi habitación. No miraba nada y casi que tampoco pensaba nada. Bebí un trago y el alcohol abrasó mi garganta. Di un par de pasos alrededor de la habitación y apoyé la espalda en la puerta, abrazándome a mí misma mientras procuraba no derramar ni una gota. Sentía frío y me sentía lejana. Tenía miedo de lo que pudiera pasar, aún sabiendo que no llamarían a la policía. Apuré las últimas gotas y dejé el vaso sobre la mesilla.
-[b]Niki[/b] -musité. Así se llamaba.
Me pasé una mano por el pelo y suspiré. Quería llorar, enfurecerme o reaccionar. Beber hasta hartarme y buscar antro bar particularmente concurrido y liarme a golpes con quien fuera, como había hecho otras veces cuando creía que el mundo se me venía encima. En lugar de eso, estaba allí encerrada, sabiendo que muchos metros bajo mis pies había un montón de críos encerrados en celdas y que cualquiera de ellos, [i]cualquiera[/i], podía correr la misma suerte que Niki.
-[b]Me encanta mi vida[/b] -susurré amargamente antes de dejar caer la cabeza contra la puerta y cerrar los ojos.
Si no podía liarme a golpes con nadie, entonces quería dormir hasta despertarme de la pesadilla.
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