DANIEL ARKKAN | ALEION, SUBCONSCIENTE DE SARAH
INDETERMINADO

Observé al tren perderse entre las estrellas y suspiré, consciente de que con solo una palabra de Sarah, habría sido incapaz de apartarme de su lado, buscando alguna forma de asegurarme de que Ed estuviese bien sin dejarla.
Supuse que tenía miedo, ya no solo porque la vida que había tenido me había acostumbrado a perder sino por los eventos más recientes. Hubo días en aquella fría fábrica en los que pensé que no la recuperaría jamás. Que lo nuestro había llegado a su fin.
Por aquél entonces seguí adelante porque estaba en peligro, luego, me vine abajo cuando volvió, y ahora que las cosas iban bien, tocaba lidiar con las secuelas, con el cansancio físico y mental, con los miedos y las inseguridades. Pero si eso significaba volver a estar junto a Sarah, era un pequeño precio a pagar.
Me tranquilicé pensando que nuestros cuerpos descansaban uno junto al otro, donde volveríamos si algo pasaba. Ed y Diana se encargarían, pero para eso, tenía que asegurarme de llevar a Ed junto a los demás. Teóricamente desde fuera también podrían sacarnos, o quizá Diana o Christopher solos, pero por experiencia no iba a dejar cabos sueltos.
– [Daniel]Ed. Voy a buscarte.[/Daniel] – dije hablando solo con mi mente mientras intentaba llegar a la suya. En el fondo era bastante intuitivo, pero resultaba difícil saber si el otro te había escuchado o no, salvo que respondiese.
Comencé a caminar por las vías con cuidado de no caerme por los huecos y acabar perdido en tierra de nadie. El camino en silencio, perdido en mis pensamientos dentro de pensamientos, se me antojo eterno. Ed no respondió, así que empecé a dudar de que me hubiese escuchado.
Me concentré en Sarah, Diana y Cara, esperando que alguna de ellas me escuchase, porque de lo contrario, estaba aislado de todos.
– [Cara]»¿Los vampiros muerden en el inconsciente?»[/Cara]- escuché decir a la voz de Cara resonando en mi cabeza. No solo eso, sino que la sentía, como estuviese a mi lado, como si pudiese tocar su mente.
– [Daniel]»Intenta no acercarte a ellos por si acaso. ¿Estáis bien?»[/Daniel]- respondí mentalmente, esperando que funcionase así. Por el momento solo había visto hacerlo a Christopher y a Sarah, Diana y Ed cuando se cayó del vagón, era la primera vez que lo intentaba.
– [Cara]»¿DANIEL? ¿CARA ESTÁ LOCA Y OYE VOCES?»[/Cara]- respondió ella con su voz llenando todo mi cerebro. Si hubiese sido posible, me habría provocado un dolor de cabeza instantáneo.
– [Daniel]»No, soy yo, hablándote directamente mientras busco a Ed».[/Daniel] – le expliqué con una paciencia que parecía haberme dado volver a estar alejado de todos los que me importaban. Podía ser que toda la tensión que había acumulado se había esfumado o simplemente que había pasado tanto miedo pensando en perderles que ahora era más consciente de que ellos eran más importantes que dejarme llevar por mis emociones. Lo que estaba claro es que era algo que tenía que recordar. No pasaría de nuevo por algo así para ver lo importantes que eran todos para mí. – [Daniel]»¿En el subconsciente de Mara hay vampiros?»[/Daniel]- pregunté preocupado por imaginarla en un lugar así.
– [Cara]»Sí»[/Cara].- respondió. Pude sentir su miedo como si fuera mío. Debían estar en una parte del subconsciente de Mara formada por su etapa de vampiresa, pero si Cara tenía miedo, no debía ser la tranquila Illya, sino algo más. Pensé en Sarah y me preocupó estar tan lejos de ella, pero en ese momento no podía preguntarle a Cara, mi hermana necesitaba la poca ayuda que pudiera prestarle.
– [Daniel]»Tranquila, estoy contigo, no te voy a dejar sola».[/Daniel] – le respondí. Esperé varios minutos pero Cara no respondió. Aun así, supe que me había escuchado porque sentí cómo el miedo perdía fuerza poco antes de que cortase la conexión.
Continué caminando mientras hacía crugir mis nudillos, nervioso. No había podido preguntarle por Sarah ni por Diana. Había intentado contactar con cualquiera de ellas, con Ed de nuevo, con Christopher, pero no tuve éxito.
Sentía una tensión incómoda recorriendo todo mi cuerpo, una sensación que me despojaba de toda tranquilidad. Nervios. Sabía que temer por ellas no era demasiado racional porque no éramos más que una manifestación de nuestra consciencia, pero no me atrevía a correr ningún riesgo.
Aun así, mi única opción en ese momento era seguir adelante, así que encaré las nubes que cerraban mi camino y recorrí las vías casi a ciegas hasta que todo se redujo a mí, las vías del tren y un cielo estrellado que lo cubría todo y en ocasiones me hacía dudar de si estaba boca arriba o boca abajo, provocándome una extraña sensación de vértigo y desorientación bastante molesta.
Evité mirar hacia las estrellas directamente, porque me hacían sentir que perdía el contacto de mis pies con el suelo de las vías y me daba la sensación de que iba a terminar cayendo en el vacío infinito del espacio.
Intenté centrar la vista en las vías y cerré los ojos para intentar combatir la desorientación. Poco después de cerrarlos, cuando casi había conseguido que el mundo dejase de dar vueltas, escuché la risa de una niña.
Los abrí y vi que frente a mí, en las vías, había una pequeña niña de melena rubia, risueña mientras jugaba con un peluche que llevaba en brazos. La reconocí al instante porque no olvidaba una cara, incluso aunque la hubiese visto en el Reino del Miedo hacía un par de años, aunque parecía haber sido en otra vida. Era Arya.
Me acerqué hacia ella con cuidado de no asustarla. No sabía lo que pretendía mi subconsciente o el de Sarah poniéndola en mi camino, pero las preocupaciones que había tenido desde que había visto el último futuro eran las principales sospechosas.
Cuando estuve a su lado me agaché y la miré, me di cuenta de que había algún rasgo diferente. Sus ojos eran de un aguamarina más intenso y atrapaban mi mirada recordándome a Sarah y a mí mismo, pero también a mi madre y a Elizabeth. Miré su muñeca. Era de trapo, con lana amarilla como pelo y unos botones azul claro como ojos, del mismo color que los había tenido esa niña la última vez que la había visto. La muñeca tenía cosido el nombre Arya en el vestido y la niña parecía tenerlo también bordado a juego, solo que en el suyo ponía Elle. Dos posibilidades diferentes.
Antes de que pudiera decirle nada, la pequeña corrió hacia un túnel oscuro. La seguí y cuando el túnel absorbió toda la luz, encendí mi mano para buscarla.
Divisé su figura un poco más adelante, corriendo hacia el final del túnel. Caminé tras ella y salimos del túnel, pero cuando salí no la vi a ella, sino a un hombre joven y fuerte, de cabello rubio y corto. Le recordaba perfectamente porque acababa de verle hacía tan solo unos meses.
– [Xander]Edward Alexander. Edward es él.[/Xander] – puntualizó señalando a un chico de complexión más menuda que me saludó con rostro afable. Era el Edward que había visto en el futuro del Soberano, otra posibilidad. Se desvaneció sin dejar de sonreír.
Volví la mirada al que se encontraba frente a mí. Me acerqué un poco más y me sorprendió lo mucho que se parecía a Sarah. No había llegado a percibirlo tanto en la visión del futuro. Pero ahora, frente a él, era increíble.
Tendí una mano y la deposité en su hombro. Parecía tremendamente real. Él llevó su mano derecha sobre la mía y sonrió. Sonreía como Sarah, irradiaba la misma luz que su madre.
– [Xander]Tengo que irme.[/Xander] – respondió despidiéndose. Sabía que era una manifestación del subconsciente pero no quería que se fuera, quería seguir con esa paz durante un instante, sabiendo que Sarah viviría para tener una vida normal, que tendríamos un futuro, nosotros y nuestros hijos. – [Xander]Mi alma empieza a querer escaparse.[/Xander] – añadió llevándose una mano al pecho, donde irradiaba una luz que intentó contener con sus manos.
Lo observé, preocupado, intentando entender qué quería decir. Pero nunca lo sabría hasta que llegase a pasar. Escuché unos pasos y una preciosa joven de cabello rubio y penetrantes ojos aguamarina apoyó su mano en el hombro de Xander.
La joven me miraba sonriente, con el nombre bordado en su camiseta pero esta vez sin la muñeca entre sus manos. – [Elle]Vamos.[/Elle] – le dijo a su hermano.
– [Daniel]Esperad. ¿A dónde vais?[/Daniel] – pregunté intentando retenerles por un instante. Su visión me daba fuerzas para creer en superar un destino que a veces había parecido demasiado pesado, el aciago destino de las Cazadoras.
– [Xander]Al Olvido. Al final siempre llega.[/Xander] – aseguró él girándose.
– [Elle]Incluso a la oscuridad.[/Elle] – añadió la joven con una sonrisa que se volvió opaca durante un instante en el que una sombra se cernió sobre ella. Se dio la vuelta y los dos se alejaron, uniéndose a un grupo que se perdía en la negrura del cielo estrellado. Había niños y niñas rubios, pelirrojos, de ojos azules, aguamarina y de un verde más intenso. Al final solo quedaron Xander y Elle.
– [Xander]Nos veremos pronto.[/Xander] – dijo él antes de desvanecerse. – [Elle]Papá.[/Elle] – añadió ella completando la frase, antes de unirse a su hermano.
No sabría describir exactamente cómo me sentí en ese instante, porque era un cúmulo de sentimientos contrapuestos. Por un lado, lo que habían dicho me preocupaba porque no terminaba de comprenderlo del todo. Sabía que había un mensaje oculto, algo que se me debía estar escapando. Por otro lado, hacía ser consciente de todos los posibles hijos que ya no tendría con Sarah, que nosotros habíamos descartado por las elecciones que habíamos tomado.
Pero en el fondo de todo eso reposaba una palabra «Papá». No sé que deciros respecto a cómo me hizo sentir. La emoción solo era comparable a la que sentía cuando miraba a Sarah, cuando estaba junto a ella. Me había hecho sentir a esos pequeños parte de mí y parte de Sarah, como una muestra última del amor que sentíamos el uno por el otro. Tenía que quedarme con lo positivo de todo ello y sin duda había sido un regalo en un mal momento, el impulso que necesitaba.
Después de unos segundos observando ese frío e insensible espacio infinito y oscuro, continué caminando, procurando no volver a perder la percepción del espacio.
Con renovadas fuerzas, continué el camino y atravesé el túnel de salida para llegar al subconsciente de Sarah. Ed no estaba por allí cerca, ni tampoco Christopher, así que caminé mientras volvía a intentarlo.
– [Daniel]¿Ed?[/Daniel] – pregunté de nuevo pensando en él y preguntándome si así sería como él se concentraba para utilizar su poder.
– [Ed]Te escucho pero no puedo verte. ¿Dónde estas? -[/Ed] percibí curiosidad y concentración con retazos de la zona en la que él se estaba moviendo.
– [Daniel]En el subconsciente de Sarah, cerca del tren de Sasha.[/Daniel] – comenté mientras observaba el tren de color rojo intenso. No pude evitar sonreír. – [Daniel]Pensé que no sería capaz de hacer esto, lo intenté antes.[/Daniel] – añadí dirigiéndome a Ed. Reconozco que me había resultado un poco frustrante no poder comunicarme con nadie porque pensé que no era capaz.
– [Ed]Tal vez no te escuché, estaba ensimismado en… otros pensamientos. – [/Ed] respondió distraídamente. Sabía que a Ed no le encantaba hablar de sus sentimientos precisamente, así que no presioné.
– [Daniel]Yo también he visto…cosas. Si te refieres a eso.[/Daniel] – dejé sin dar tampoco demasiados detalles. Algunas relaciones se basan en compartir lo que te pasa, bueno o malo, a veces, se basan solo en una de las dos. En otras, tienes que saber qué le pasa al otro y apoyarle sin hablar de ello. Ed era parte de mi familia, como el resto de los Moondies, y nuestra relación era de las últimas. Sabía que podía contar con él para lo que fuese, pero pocas veces íbamos a hablar de sentimientos.
– [Ed]Sí…cosas.[/Ed] – aseguró sin más detalle. – [Ed]Yo también estoy en el subconsciente de Sarah, deberíamos reagruparnos.[/Ed] – sugirió. Lo mejor era permanecer unidos y después podríamos volver con el resto.
– [Daniel]¿Dónde estás? Esto es enorme y está lleno de gente.[/Daniel] – comenté observando pasar a un Lorne sonriente. Sarah cargaba con el peso del mundo, literalmente.
– [Ed]Cerca del monumento a Kaylee.[/Ed] – respondió. Kaylee, me imaginaba que había estado relacionada con lo que había visto. Había debido ser duro, pese al alivio que suponía su «nueva vida» y lo agradable y cercana que era Lucy, nunca podríamos olvidar su pérdida. – [Ed]Tal vez deberia buscarte yo, estoy viendo como sale humo de uno de los vagones.[/Ed] aseguró. Pese a no haber arrancado todavía, la chimenea del tren de Sasha funcionaba a plena potencia.
– [Daniel]Vale, no me moveré del sitio.[/Daniel] – le respondí. Medité, durante unos minutos en los que estuvimos en silencio, si debía preguntarle por lo de Kaylee. Al final decidí que en «persona» me resultaría más difícil, así que dejé de pensar y lancé las palabras a su cabeza. – [Daniel]Lo de Kaylee…si necesitas algo…hablar o lo que sea. Aquí estoy.[/Daniel] – dije simplemente.
– [Ed]Gracias, pero todo está bien.[/Ed] – respondió él. No esperaba menos. – [Ed]Y tú, ¿quieres…. hablar?[/Ed] – preguntó con dificultad. No hay nada peor que dos personas introvertidas intentando hablar de algo. Agradecí la intención, significaba mucho viniendo de Ed.
– [Daniel]Todo bien. Es que ver el futuro…pone bastante presión sobre uno mismo.[/Daniel] – traté de explicar sin entrar del todo en detalles de lo que había visto.
– [Ed]Te entiendo. Yo he visto algo que podría haber sucedido.[/Ed] – respondió él. Todos habíamos visto ya varios futuros posibles y por lo que podíamos saber, los habíamos evitado, pero también a las personas que había en ellos. Aun así, la realidad de Ed había seguido existiendo en una línea alternativa, así que era posible que esos futuros también y que nosotros simplemente creásemos una nueva con nuestras decisiones.
– [Daniel]Supongo que todo lo que hemos aguantado pasa factura. Pero ha estado bien ver lo que me han mostrado.[/Daniel] – comenté esperando que su visión hubiese tenido también un final con algún aspecto positivo. – [Daniel]Tiene gracia saber que lo que muchos futuros tienen en común es que si tenemos una niña le pondremos el nombre de mi hermana y si tenemos un niño el tuyo.[/Daniel] – pensé en voz alta, intentando de hablar de algo más agradable.
– [Ed]El tío Ed agradece que hagan perdurar su nombre, porque lo que es ponérselo a alguno mío…[/Ed] – respondió dejando la frase en el aire.Sonreí, pero no sin dejar de percibir su inseguridad respecto a lo que le esperaba su futuro, pero yo tenía bastante confianza en que le iría bien.
– [Daniel]Bueno, Ezra es un nombre ‘cool’.[/Daniel] – respondí intentando animarle sin hacerlo demasiado directamente. Después me quedé pensando en que acaba de decir ‘cool’ porque no se me había ocurrido otra forma, a veces no se sabe qué palabra usar para no quedar en ridículo…. Genial, tenía que haber dicho genial. – [Daniel]Y quién sabe, puede que al final tengas tu propio equipo de fútbol.[/Daniel] – yo tenía muchas posibilidades de tener un niño o una niña, o ambos si tenía suerte. Y aunque el futuro podía sorprendernos siempre, para Ed que solo había visto a Ethan con Kaylee y a Ezra con Lucy, podía guardar más sorpresas.
– [Ed]Creo que el del equipo de fúbol será Logan, no sé por qué.[/Ed] – comentó con un deje de diversión bailando por su mente.
– [Daniel]Habrá que vigilarles por si salen tan ligones como su padre.[/Daniel] – aseguré viéndome sentado en el sofá de una sala de estar con ‘Sendero Oscuro’ en brazos y pinta de loco juzgando a las parejas de mis hijos/as. – [Daniel]Creo que ya te distingo.[/Daniel] – dije al verle acercarse. Esa forma de caminar era inconfundible. Además, casi nadie llevaba equipaje en el subconsciente de Sarah, salvo las maletas perdidas. Ed sin embargo llevaba su mochila de mensajero. – [Daniel]Tiene gracia, después de estar todos tan separados, casi hasta echaba de menos hacer estas cosas.[/Daniel] – reconocí. La vida no era fácil para nosotros, nada más lejos de la realidad. Pero también había cosas que vivíamos a las que otros jamás habrían tenido acceso.
– [Ed]¿El qué? ¿Hablar telepáticamente? [/Ed] – preguntó Ed frente a mí, ya con su propia voz. – [Ed]Yo no, juraria que antes he escuchado a Diana reírse.[/Ed] – afirmó con un ligero deje de dolor mientras se llevaba una mano a la espalda.
– [Daniel]Eso y que nuestras salidas de grupo sean a sitios como el subconsciente.[/Daniel] – admití con una sonrisa.
– [Ed]Bueno, ¿hacia dónde? Porque hasta el subconsciente de Mara no podemos llegar sin su vagón.[/Ed] – dijo Ed. Me detuve a pensarlo. No podíamos ir por donde habíamos llegado, en eso tenía razón, ya había sido suficientemente difícil llegar como para volver a pasar por lo mismo.
– [Daniel]Pues…podemos buscar a Christopher, o intentar hacer escala con otro tren. Me preocupa quien fuera que te tirase del vagón.[/Daniel] – reconocí con sinceridad. Christopher estaba bien cuando íbamos en el tren, porque había contactado con Sarah para mostrarle uno de los recuerdos perdidos, el de Sasha. Estaba a salvo y tenía varios recuerdos que ordenar, así que estaba en su salsa.
Ante la duda, contacté con él, que respondió al instante, un poco confuso por un recuerdo de un tal Vine del que acababa de regresar. Me puse al día con él y con alivio, me confirmó que todo iba bien y seguiría con la «limpieza». Así que el camino estaba claro cuando volví a hablar con Ed. Haríamos escala e iríamos a buscar a las demás. No podía esperar a estar otra vez con Sarah, era incapaz de negarlo.
Tampoco podía esperar a conocer a nuestros hijos, pero para eso iba a necesitar un poco más de paciencia. Aunque algo me decía que el «proceso» se haría bastante llevadero.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.