[b][Jamie Smith || Tienda de Magia || {Con Queenie y January Allard}][/b]
Había estado hablando con McLeod sobre aprender magia y había encontrado la maestra perfecta, Diana Echolls. No es que me sentía muy contenta, pero luego del secuestro he debatido que lo mejor es aprender a defenderme y si por casualidad mi mejor defensa era la magia, ¿qué mejor que entrenarme en ello? Así que apenas los dejé a ambos en la biblioteca, dirigí mis pasos hacia la tienda de magia. Recuerdo haberla descubierto una noche de lluvia cualquiera, cuando buscaba refugio. La señora Queenie, una mujer de color, y muy bondadosa, me dejó entrar, consiguiendo que me maravillase con ese mundo oculto.
En mi camino hacia la tienda, reconocí a January y admito que mi primera reacción fue querer huir de ella. Pero me lo pensé mejor, ella no tenía la culpa de haber sido mordida por un animal y por ende, transformarse en ese animal cada luna llena. Además, ¿quien era yo para juzgarla? Éramos iguales, habíamos estado en el mismo sitio asqueroso y huido juntas. Así que me acerqué dubitativa e incómoda, todo hay que decirlo.
Y ahora estábamos en la tienda; entré y saludé a la señora Queenie, antes de dirigirme a la sección de brujería y magia, dejando a January siendo hechizada por la magia del lugar. Me metí entre las estanterías, observando cada libro y su título. Lo que yo necesitaba de verdad era ‘Magia para Dummies’, porque francamente no sabía casi nada de hechizos y conjuros. Ese libro, o el Libro de las Sombras, si las Halliwell no se sintieran amenazadas, claro.
-[b][i] ¿Buscabas algo, hija?[/i][/b]- escuché que Queenie se acercaba a mí.
-[b] Bueno, ¿no tendrás de casualidad ‘Magia para Dummies’?[/b]- pregunté, bromeando.-[b] Básicamente un libro de hechizos y conjuros de primer nivel.[/b]
– [b][i]¿Has pensado en que quizás sería mejor que buscases tus raíces antes de empezar con la magia?[/i][/b]- me dijo con una sonrisa amable. – [b][i]La magia no se aprende con libros.[/i][/b]
La miré desconcertada, tenía la ingenuidad de que se aprendía magia a través de los libros. Parpadeé, poniéndome a pensar sobre mis raíces.
– [b]Bueno, todas las mujeres de mi familia proceden de un antiguo clan de brujas del norte de Italia, precisamente de Venecia…[/b]
– [b][i]¿Cómo lo sabes?[/i][/b] – me acarició el pelo asi en señal de cariño – [b][i]¿Por qué estás tan segura? Yo ni siquiera sé si el sol brillará mañana.[/i][/b]
Sonreí de lado.
– [b]Me lo ha contado mi abuela.[/b]- respondí.- [b]Ella está muy orgullosa de sus raíces, de donde viene su magia, de todo…además, ella es veneciana.[/b]
– [b][i]Ella sí, pero ¿y tú?[/i][/b] – hizo una pausa en la que miró a su alrededor – [b][i]¿Recuerdas el día que naciste?[/i][/b]
Me reí involuntariamente, para luego taparme la boca con la mano, en señal de vergüenza.
– [b]No, sólo sé que nací a pocos kilómetros de Moondale…[/b]- fruncí el ceño. Volvía a mí, esa imagen de esos dos pares de ojos celestes. – [b]Y no recuerdo más que dos pares de ojos mirándome…[/b]- mi ceño siguió fruncido.- [b]Y no sé si es una jugarreta de mi mente, pero juraría que esos pares de ojos se hicieron polvo…[/b]
– [b][i]Polvo eres y en polvo te convertirás.[/i][/b]- Miró al infinito como recordando algo y de nuevo volvió a ser ella.- [b][i]¿De qué color eran esos ojos?[/i][/b]
– [b]Como los míos…[/b]- murmuré. Me daba un poco de respeto cuando Queenie parecía estar ida en su magia.
– [b][i]Los de Nana no son así…[/i][/b]- Me miró fijamente a los ojos.- [b][i]Y soy lo bastante vieja como para saber que las Lorenzetti ni en sus mejores sueños tuvieron unos ojos tan bonitos como los tuyos.[/i][/b]
Al oír aquello, me sentí irremediablemente incómoda, por lo que tuve que sostenerme de la estantería que tenía detrás mío. Mi madre no tenía los mismos ojos que yo, y mi padre tampoco…
– [b]¿Disculpa?[/b]- inquirí con un hilo de voz.
– [b][i]Yo diría que me has oído perfectamente pero te lo repetiré.[/i][/b]- Siguió hablando con total tranquilidad como si lo que dice fuera algo obvio.- [b][i]O no eres una Lorenzetti o Los Grandes Poderes tienen mucho sentido del humor…[/i][/b]
No podía pasarme esto a mí, me negaba a que eso me sucediera. Tenía que ser una broma de muy mal gusto. Yo pertenecía a las Lorenzetti, mi sangre materna era italiana. Me sabía todos los trucos de la cocina italiana, me conocía al dedillo las calles de Venecia. No, esto no me estaba pasando a mí. Me sentí mareada, como si no pudiera respirar en absoluto.
-[b]¿QUÉ PUTA BROMA ES ÉSTA?[/b]- chillé.
– [b][i]Tranquila chiquilla.[/i][/b]- Me puso una mano en el hombro para tranquilizarme con lo cual me aparté bruscamente, y Queenie simplemente sonrió con infinita paciencia.- [b][i]Si hubieras vivido tanto como yo sabrías que no te mentiría por nada del mundo y menos usaría una palabra tan soez como esa.[/i][/b]
Tuve que sentarme en el suelo, obligarme a respirar o buscar grandes bocanadas de aire. Entonces, me estaba diciendo que yo no era nieta de Carmella Lorenzetti. ¿Quien coños era yo, entonces? Alcé la cabeza para mirarla.
– [b]Entonces, ¿soy sólo una bruja cualquiera perdida en Moondale? De la que por casualidad, los Lorenzetti adoptaron…[/b]- me empecé a reír con histeria, notando mis ojos aguados.- [b]¿De dónde vengo? ¿Quien soy? ¿Quienes son mis verdaderos padres? ¿Cuales son mis raíces verdaderas?[/b]
Tenía tantas preguntas, pero me sentía abrumadísima.
Queenie sin decir nada, fue hasta la trastienda y volvió unos minutos más tarde con un té bien caliente.
– [b][i]El té no es mi especialidad, pero te reconfortará.[/i][/b]- me entregó la taza.- [b][i]Hija mía, no puedo decirte quién eres porque ni yo misma lo sé, pero aquí hay algo que no encaja y está en tus manos la elección de conocer la verdad por dolorosa que sea o vivir una mentira.[/i][/b]
El té me dejó tan tranquila, como si estuviera ligeramente sedada. Queenie no sabía quien era yo, pero se daba cuenta de que algo no encajaba aquí conmigo. Y yo no sabía si tenía el valor de averiguarlo. ¿Honestamente? Tenía terror de descubrirlo…
– [b]Lo dices como si fuera fácil.[/b]- pataleé.
-[b][i] No va a ser fácil en absoluto, pero si dentro de esa cabecita castaña[/i][/b]- Me dio unos golpecitos suaves en la cabeza de esos de «toc toc»- [b][i]hay algo de Lorenzetti irás hasta el final con todas las consecuencias.[/i][/b]
Sonreí por compromiso, no me sentía en absoluto animada, sólo tenía ganas de llorar, ponerme música deprimente y patética, y comer kilos de helado hasta engordar.
– [b]Necesito…asimilar toda esta especie de información que me ha resultado chocante.[/b]- murmuré devolviéndole la taza ya vacía.- [b]Y a todo esto, tengo que lidiar con mi brujería también. No sé que habré hecho en mi vida pasada, para que el karma venga a jugar con mi vida.[/b]- suspiré.
– [b][i]Creo que fuiste corista en un pub de no muy lejos de aquí…[/i][/b]- Dijo completamente seria.- [b][i]Y ya sabes qué dicen de las coristas.[/i][/b]
Me quedé alucinando, mirando a Queenie. Hasta eso era demasiado…Me incorporé bruscamente, saliendo de entre las estanterías, pensando en que realmente alguien estaba jugando conmigo. En mi intento de búsqueda de aire, choqué contra alguien, la cual la miré y era Jan.
– [b]Lo siento, Jan, no te vi, disculpa, debo irme, nos vemos por ahí, adiós.[/b]- y salí por la puerta, aspirando una gran bocanada de aire.
Y empecé a correr, hacia ninguna parte, sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas.
[spoiler] Queenie manejada por Stefy. Jan manejada por Laeryn.
¿Apuestas? ¿Qué hará Jamie?[/spoiler]
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