[align=center]
[b][Maximilien || Calles de Moondale][/b][/align]
Había abandonado el bar Satan’s Skirt, dejando a Ben por su propia cuenta, porque a mí me apetecía una segunda cena (o un almuerzo, hablando humanamente). El frío caló en mis huesos, avivando mis energías para cazar una cena suculenta, que me lo merecía de verdad de la buena. Entre el encuentro con la licántropa y la conversación con Ben, mis ánimos estaban un poco mustios. Agilicé mi olfato en busca de sangre caliente y latiendo contra el pulso de un cuello níveo y sedoso. Hoy me apetecía algo pálido, seguramente por culpa de la licántropa.
A una distancia de la que calculé que eran poco menos de diez metros de distancia, percibí un latido irregular pero lo suficientemente vivo como para hacerme agua la boca. Amplié mis instintos de cazador, tratando de localizar la presa, llevándome por todos los callejones de Moondale, hasta llegar a la zona más céntrica de la ciudad. Eso era un problema de por sí, pero si me mantenía al margen y siguiendo ese latido irregular, nadie tenía porqué saber de la desaparición de una chica.
La avisté a pocos metros de mí, me sonreí al verla caminar en eses y con un pobre intento de no perder el equilibrio. Así que iba borracha, encima. Mejor, no tenía que recordar nada, ni yo hacerla pasar por una ilusión; era cuestión de atraparla y clavarle los colmillos, sentir su sangre caliente con dosis de alcohol y dar por cerrada una noche poco exitosa. La chica se desvió hacia la izquierda en dirección hasta un bar, el Silver.
Genial, meterme en un hervidero de sangre humana podría volverme loco de la sed. Me tomé unos segundos de aire vacío, para adquirir fortalezas, dirigirme directamente hacia la chica borracha, llevármela sin que los demás humanos supieran, alimentarme y dejarla abandonada en un callejón cualquiera. Atravesé los pocos metros de distancia, entrando en el bar, que parecía estar a petar. Busqué el aroma de la chica, el latido irregular, intentando ignorar los otros latidos y aromas. Esto es como ir a la boca del lobo…
Un aroma en particular me distrajo y me giré hacia la barra, buscando a la persona en particular. Una joven chica, de ojos claros y melena entre castaña y rojiza, captó toda mi atención. Pero sobre todo, captó mi atención ese cuello suave, pálido y con el pulso latiéndole, como si me dijera que fuera a por ella. Me olvidé de la chica borracha y enfilé hacia la chica del bar, colocándome detrás suyo.
[b]- ¿Puedo invitarte un trago, [i]mein Liebe[/i]?[/b]
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.