[align=center][b]Diana Echolls| Cafeteria [color=purple]{Con Ben McBeth}[/color][/b]
No tenía ni idea de por qué se me había ocurrido salir de casa. Tenía una resaca épica que me provocaba un dolor de cabeza que recordaría toda mi vida cuando me acercase a una botella de tequila y lo paliaba como podía a base de ibuprofeno y unas oscuras gafas de sol que impedían que la luz me diera directamente en los ojos. Me sentía como un vampiro, aunque por suerte no tenía que moverme por las alcantarillas ni con una manta raída encima de la cabeza.
¿Sabéis qué es lo peor que os puede pasar un día que tengáis resaca? Que tengáis una premoción. Y eso mismo me pasó a mí al poner un pie en la cafetería. Mi nuevo cuerpo era a prueba de visiones, pero no de dolores de cabeza y cuando las cientos de imágenes me atravesaron a toda velocidad pensé que me moría. Me sujeté la cabeza con ambas manos para paliar el dolor ante la mirada atónita de los que aprovechaban aquel día soleado de Diciembre en la terraza. La visión fue clara y concisa: En aquel café había un demonio (bastante atractivo) leyendo un libro sobre Mason. Eso sólo podía significar que Los Grandes Poderes lo querían en nuestro bando. Y si algo había aprendido de Los Grandes Poderes era que además de los culebrones les gustaban los buenos.
Cuando la visión cesó me senté en la barra, pedí un café para mí y le dije al camarero que le sirviera otro al chico que estaba sentado al fondo, alejado del ruido y de la gente, leyendo su libro con gesto distraído. Era el momento de utilizar mi baza de la pelirroja ligerita que tantas alegrías me había dado. Seguí con la mirada al camarero que dejó el café en la mesa ante la mirada atónita del chico que después me miró a mí llevando la taza hasta sus labios y dando un sorbo.
– [b][i]Este café es casi perfecto[/b][/i]- Comenzó a decir en voz alta para que lo oyera.-[b][i] Qué pena que no pueda darte las gracias por él, chica desconocida.[/b][/i]
– [b]Chico desconocido si estuvieras más cerca podría invitarte a otro café[/b] Respondí también levantando la voz provocando que los que había en el bar nos mirasen sin dar crédito a lo que estaban viendo.- [b]Es una pena que tampoco puedas oírme. [/b]
– [b][i]Vaya, es una lástima que no me oigas y no te apetezca cambiar la incómoda barra por un asiento más confortable en una mesa[/b][/i]. – Esbozó una enorme sonrisa y yo cogí mis cosas para dirigirme a su mesa en la que dejé mi café.
– [b]Disculpe caballero, pero no hace falta que todo la cafetería se entere de sus ligoteos[/b].-Puse las manos en las caderas.- [b]Debería darle vergüenza. [/b]
– [b][i]Oh, vergüenza… esa vieja amiga con la que perdí el contacto hace mucho. Parece que no soy el único que la perdió de vista[/b][/i].- Le dio un sorbo a su café con total tranquilidad.
– [b]Mi segundo nombre es vergüenza, así que me sentaré cerca de ti para ver si se te pega algo[/b].- Me senté en la silla que había frente a él y con la mano en la barbilla me dediqué a mirarlo directamente.
– [b][i]Cualquiera lo diría, sobre todo de una señorita que se atreve a invitar a café a un desconocido[/b][/i]. – [i]Me has pillado[/i] pensé al verlo apoyar ambos brazos sobre la mesa intentando tapar el libro que aparecía en mi visión.
– [b]Soy Diana, encantada de conocerte[/b].- Me atusé el pelo en un gesto que supuse que él interpretaría como coqueto y alargué la mano para saludarle con formalidad.
– [b][i]Ben[/b][/i].- Me estrechó la mano con formalidad y después volvió a colocarla donde estaba al principio.
– [b]Creo que mi vergüenza acaba de hacer demasiado efecto en ti…[/b]- Suspiré jugueteando con mi pelo.
– [b][i]¿Vergüenza? Eso nunca. Es más bien… [/b][/i] – Gesticuló con las manos como si no encontrase la palabra adecuada.- [b][i]que soy parco en palabras. Ya sabes, la táctica del chico misterioso. Os encanta[/b][/i].- Bromeó.
– [b]La conozco[/b].- Arqueé la ceja de forma divertida.- [b]Yo me limito a interpretar el papel de pelirroja divertida con aspecto de ser ligera de cascos[/b].- Hice una pausa esperando a su reacción pero permaneció impasible.- [b] Porque sé que os encanta[/b].
-[b][i]Oh, sabes jugar bien tus cartas. No sólo te aprovechas de ser pelirroja, sino que le añades dos rasgos que adoramos[/b][/i]. – Asintió satisfecho.- [b][i]¿Dónde tienes escondidos a los pretendientes, Diana? [/b][/i] – Dijo mirando por todas partes como si estuviera buscándolos.
– [b]Oh bueno, me los he dejado en casa porque sólo los utilizo como esclavos sexuales[/b].- Respondí sin darle importancia.- [b]¿Y las tuyas dónde están? [/b]
-[b][i]No es mala táctica. A las mías les he pagado un viaje a Las Vegas. Ya sabes, para poder conocerte a ti sin que pensaras que soy una especie de playboy a nivel mundial[/b][/i].- Sonreí al escucharle decir aquello. Ben era de pocas palabras, pero bastante divertido.
– [b]¿Crees que si mando a los míos a Las Vegas con las tuyas nos dejarán tiempo suficiente para conocernos mejor? [/b]- Me acerqué hasta él y bajé la voz como si le contara un secreto.
-[b][i]No lo sé. Con suerte se encuentran y se entretienen el tiempo suficiente[/b][/i].- Él también se acercó y habló en el mismo tono.
– [b]No eres de por aquí, ¿verdad Ben? [/b] – No me moví ni un ápice al preguntarle aquello.- Los americanos no tenemos ese acento tan sexy ni en nuestros mejores sueños
-[b][i]Muy observadora. Escocia. Aunque reconoceré que no es tan sexy en las chicas, los escoceses hemos salido ganando[/b][/i].- Hizo un gesto con la mano como diciendo “qué se le va a hacer”
– [b]¿Y qué hace un escocés como tú en un sitio como Moondale? [/b] – [i]¿Qué hace un demonio como tú en un sitio como este?[/i] Quise preguntar pero me contuve.
-[b][i]Lo normal, disfrutar de los enormes pastos verdes y la naturaleza que no tenemos en Escocia. [/b][/i]- Ben era bueno evitando las respuestas, pero no sabía que yo podía llegar a ser muy insistente.
– [b]Escocia tiene fama de ser algo más desértica que el Sáhara, no me extraña nada que acabases aquí[/b].- Intenté leer algo del libro que permanecía abierto pero no lo conseguí.
-[b][i]Sólo las culebras y los escoceses sobrevivimos a tal clima. Es duro, pero somos unos supervivientes[/b][/i]. – Asintió e intentó tapar su libro, pero al moverse dejó al descubierto unas cuantas líneas que leí lo suficientemente alto para que me oyera él pero no para que se enterasen los demás.
– [b] “Conocido ya como leyenda incluso en el mundo sobrenatural, Mason aparecía de forma intermitente a través de los tiempos. Y siempre que aparecía, nadie conseguía verlo y sobrevivir para contarlo.” [/b]
-[b][i]Debería haberme guardado el libro en cuanto te sentaste, ¿eh? [/b][/i] – Preguntó con voz calmada.
-[b] En realidad me senté aquí con la esperanza de que estuvieras leyendo un libro sobre él porque quizás eso signifique que tenemos un nuevo aliado[/b].- Lo miré directamente al decir aquello y añadí.- [b]No estaba segura de qué eras, pero sabía que eras algo igual que yo. [/b]
Enarcó las cejas y tardó unos segundos en responder -[b][i]Si cobrara por cada persona que me pide una alianza en este pueblo, a estas alturas sería bastante más rico que ayer. [/b][/i]
– [b]No sabía que fueras tan famoso…[/b]-Aquello me había dejado sin palabras. ¿Por qué me mandarían Los Grandes Poderes una visión sobre él si ya alguien había intentado convencerlo de algo?
– [b][i]Hasta hoy, yo tampoco. La vida está llena de sorpresas, ¿verdad? [/b][/i]
-[b]Y tanto[/b].- Suspiré y desvíe la vista hacia la ventana.- [b]Si llego a saber que ya te lo habían propuesto no lo habría intentado, no me gusta ser pesada…pero bueno, ya es tarde para arrepentirse[/b].- Volví a mirarle.- [b]¿Vas a ayudarnos a intentar destruir a Mason? [/b]
Señaló el libro como respuesta. -[b][i]Estaba reflexionando sobre ello, pero me invitaron a un café y me distraje. [/b][/i]
– [b]¿Quieres que vaya y le pegue a quien fuera que te invitó a ese café? [/b]- Bromeé para quitarle hierro al asunto y él se rió entre dientes.
-[b][i]Te lo dejo a tu elección, aunque considero que ha sido un descanso más que agradable entre tanta información inútil. [/b][/i]
– [b]Si quieres puedo simplificarte la información y volvemos a lo de antes que era más divertido[/b].- Dulcifiqué la voz al referirme a la otra parte de la conversación por si servía de algo y volví a la carga.- [b]Si no lo detenemos, Mason nos matará a todos y fin de la historia. Puede ser que tú pienses, ¿y a mí qué coño me importa? Pero sí te importa porque en TODOS te incluyo a ti y a tu familia de Escocia si hace falta. Porque Mason si no lo paramos nosotros será cada vez más y más poderosos. Así que por favor, dile que sí a esta bruja ligera de cascos con diarrea verbal y olvidemos el tema[/b].- Puse mi cara más triste.
-[b][i]En ese caso, no hay de qué preocuparse. Al fin y al cabo, yo soy un demonio, y no hay familia en Escocia por la que velar. Creo que aprovecharé mis últimos días viajando. ¿Sabes que nunca he estado en el Gran Cañón? Tal vez sea el momento de ir. [/b][/i] – Pude ver cómo se le ensombrecía la mirada al hablar de su familia, pero intentaba mantener el gesto de la media sonrisa que no se le borró cuando se levantó de la mesa, cogió su libro y se dispuso a irse.- [b][i]Hasta la próxima. [/b][/i]
Ben hizo ademán de irse, pero lo detuve. Nadie me dejaba con la palabra en la boca.
– [b]Vale, he fastidiado…lo siento[/b].- Necesitaba pedirle perdón por haber tocado un tema tan sensible. Las desventajas de colaborar con Los Grandes Poderes es que nunca te decían cómo debías hacer las cosas, confiaban en tu buen (o en tu mal) criterio.- [b]A veces digo las cosas sin pensar…Por favor Ben, quédate. No…no sabía lo de tu familia…[/b]- Le toqué un brazo con suavidad.- [b] Si quiero derrotar a Mason es, sobre todo, por mi hermana, ni siquiera quiero salvarme a mí misma, pero a ella sí. No me malinterpretes, no es que el resto del mundo no me importe, pero si le pasase algo a ella no sabría qué hacer. [/b]
Se quedó quieto durante unos segundos y me miró a los ojos como intentando averiguar si mentía o no. -[b][i]¿Qué sabes de Mason? ¿Sabes la cantidad de gente que ha matado? ¿Lo que ha hecho? No sé qué os ponen en el agua en Moondale, pero sea lo que sea, desengañaos: un grupo de brujos, aesirs y licántropos no vais a detener a Mason. Y yo no marcaría ninguna diferencia[/b][/i]. – La sonrisa se había borrado de su rostro
.
– [b]No nos subestimes, aún tenemos tiempo de prepararnos[/b].- Me crucé de brazos ligeramente ofendida. Nadie ponía en duda mi capacidad para conseguir lo que me propusiera, ni siquiera un demonio guaperas con cazadora de cuero.- [b]¿Sabes en que te diferencias de los demás? Tú puedes moverte por los bajos fondos, hablar con seres a los que yo no podría acercarme a no ser que quisiera dejar un cadáver bonito y eso nos daría una enorme ventaja que ahora mismo no tenemos, además podrías ayudarnos a prepararnos físicamente, estoy segura de que sabes más de lo que aparentas. [/b]
-[b][i]¿Y así luego podremos morir en paz y entrar al Reino de los Cielos? [/b][/i]- La ironía inundó esa pregunta e me hizo sentirme incómoda y ridícula.
– [b]No[/b].- Negué con la cabeza.- [b]Moriremos siendo muy muy viejos (tú más que yo seguramente) [/b]- Me reí.- [b]Y no iremos a ningún sitio, salvo al cementerio o a las barrigas de los gusanos[/b].- Hice una pausa para encontrar las palabras adecuadas – [b]No somos unos santos Ben, simplemente hacemos lo necesario para sobrevivir y si eso implica que tengamos que estar aquí hasta mañana lo haré. [/b]
Ahora era él el que negaba con la cabeza.- [b][i]Si no sois santos, al menos sed inteligentes, coged vuestras cosas y apartaros del camino de Mason. Puede que no muráis de viejos, pero al menos tardaréis más en morir. [/b][/i]
– [b]Prefiero morir peleando a huir y esconder la cabeza debajo de la tierra como si fuera un avestruz[/b].-Fruncí el ceño. No me gustaban los cobardes.
-[b][i]¿Sabías que las avestruces viven entre 30 y cuarenta años? Con un poco de suerte, me quedan catorce años de vida. [/b][/i]
-[b] Está bien avestruz, disfruta de tus catorce años de vida pero volveré a la carga[/b].- Rebusqué en mi bolso con nerviosismo para sacar un trozo de papel y un bolígrafo. No me había acabado el café pero aquella conversación me estaba desesperando.- [b]¿Si ahora te pido tu número quedaría muy mal? [/b]
Ben enarcó las cejas, como si no diera crédito a lo que estaba viendo pero aún así apuntó mi teléfono- [b][i]Estáis loco[/b][/i]s.- [i]Más loco estás tú que hablas en plural cuando sólo estoy yo[/i] quise decir pero me mordí la lengua. No era el momento de tocarle las narices.
– [b]Yo sí, rematadamente loca, ¿no me ves? [/b]- Me puse un dedo en la sien y lo hice girar para ilustrar lo que decía.- [b] Intentando convencer a un demonio de que se una al bando de los santos, ¿en qué estaré pensando? [/b] – Garabateé mi número, corté un trocito más pequeño de papel y se lo di.- [b]Aquí tienes el mío. [/b]
Ben cogió el pape, el libro y un casco de moto dispuesto a marcharse.-[b][i]Sobrevive[/b][/i].- Dijo a modo de despedida.
Cuando lo vi marchase me acerqué la barra y pagué los cafés. La conversación había sido un fracaso por lo que pensé en irme directamente a casa y evitar así los espacios abiertos no fueran a mandarme un rayo para fulminarme por ser tan inútil.
[spoiler]Ben ha sido controlado por Lae. Espero que os haya gustado el Bendiana tanto como a nosotras rolearlo =D[/spoiler]
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