[align=center][b]Suzanne Sommerville | Casa de las Echolls | {Con Daniel, Sarah, Diana, Benjamin & Cecil}[/b]
La fiesta va sobre ruedas, y, la verdad, es un alivio. Porque si yo estaba nerviosa por la innumerable cantidad de posibles contratiempos que pudiésemos sufrir, la pobre Sarah se había puesto increíblemente nerviosa. Por suerte, todo el mundo llegó a tiempo y el momento ‘¡SORPRESA!’ salió como debía ser. He de reconocer que por un instante casi me emocioné, cuando Sarah y Diana se abrazaron. Sé que es una tontería, pero Sarah me recuerda tanto a Caroline que por momentos echo mucho de menos a mi pequeña Campanilla.
Acabo de dejar una bandeja de canapés, y me acerco a la mesa de las bebidas para comprobar que aún queden hielos, limón y refrescos, o, de lo contrario, reponerlos.
La verdad, me está costando un poco mantener la calma, y no tiene nada que ver con el cumpleaños (bueno, en realidad sí). Pero es que Nickelback aquí es demasiado para mí. No puedo mirarlos demasiado rato directamente, porque corro el riesgo de quedarme ciega de tanta emoción.
Suspiro, ordenando las filas de vasos sin usar. Veo que se me acerca un chico, bastante mono él, que creo que es el chico de Sarah (yo soy terrible para los nombres y para quedarme con las caras de la gente; a veces es sorprendente que esté estudiando una carrera).
— Hola, eres Ann ¿no?—me dice.
Lo miro con una sonrisa. Al menos él se sabe mi nombre. Es… ¿Daniel? Puede ser… Me giraría a mirar la pancarta que estuvimos pintando Sarah y yo, pero sería hacer trampas.
—Ehm, sí—asiento con la cabeza, acompañando a mis palabras—Y tú eres… Daniel, ¿verdad?—digo, un tanto dubitativa—Soy un desastre para los nombres, así que vas a tener que perdonarme si me he equivocado—añado, con una ligera risita.
—Sí—sonríe. Bueno, al menos he acertado con el nombre. Parece súper tímido, y de repente considero que con Sarah deben ser la pareja más adorable del mundo—Sarah me dijo cuánto la habías ayudado y quería agradecértelo—me dice.
Hago un gesto de la mano, como espantando una mosca, que en realidad quiere decir que le estoy quitando importancia al asunto.
—No ha sido nada—reconozco, medio encogiéndome de hombros. Soy ese tipo de persona extraña que tiene por hobbie ayudar a los demás—Sarah es genial, y fue un placer ayudarle—esbozo una sonrisa como de niña pequeña—Como sigáis dándome las gracias lograréis que me ponga roja, jo—añado, mirando al suelo unas décimas de segundo antes de volver a mirar a Daniel con una sonrisa.
—No todo el mundo se habría ofrecido, tiene mucho mérito—dice, sonriendo levemente.
—Nah—me encojo de hombros nuevamente, intentando restarle toda la importancia que el asunto pueda tener—¿Te gusta como está todo?—hago un gesto hacia la pancarta y la decoración en general—Sarah estaba tan nerviosa…—omito el hecho de que yo también estaba nerviosa. Al fin y al cabo, cuando aparecieron los de Nickelback cualquier emoción que no fuese la histeria pasó a un segundo plano.
—Os ha quedado genial—dice, mirando alrededor. Su mirada se posa en Sarah, y esboza una sonrisa con los ojitos brillantes. Awwwwww, por favoooor. Es tan bonito ver a gente que se quiere tanto—Es maravillosa, no me esperaba que también celebrase el mío—dice, volviendo a mirarme. Me apresuro en quitar la cara de shipper con que los estaba mirando.
—Lo es, lo es—asiento con la cabeza. De verdad, me declaro fan de ambos. Son tan increíblemente monos que aunque no estén pegados como lapas se ve lo mucho que se adoran. Jo, en serio… que monos—Jo, todo el mundo se merece celebrar su cumple y pasárselo bien en su día—digo, totalmente convencida de mis palabras—Al fin y al cabo, después de que pasasen cosas feas, todo el mundo se merece estar feliz—añado, haciendo referencia a la huida de los sótanos, en la que Sarah me ayudó. Es una mujer realmente grande para un cuerpo tan pequeño. Y más nos vale a todos recordarlo.
—Tienes razón. ¿Cómo lo llevas? Ya sabes…—esbozo una sonrisa; supongo que preguntarle a una chica-lobo cómo se está llevando su parte peluda no es un tema de conversación que se pueda tener en cualquier parte.
—Bien, supongo—me encojo de hombros—Acojona y poco y eso, sobre todo por poder hacer daño a alguien… pero sé que no voy a estar sola con ello—añado, con una sonrisa sin rastro de humor. Porque McLeod me ha proporcionado el libro del que aprender, y Ed me había prometido que me ayudaría. Además, tengo a mis chicas, y eso hace que la perspectiva de convertirme en un ser peludo una vez al mes sea mucho más llevadera.
—No hace falta que lo diga, pero si necesitas algo aquí estaremos…—dice con una sonrisa que resulta totalmente reconfortante.
Lo miro, agradecida. Es bueno saber que la gente no va a darte la espalda aunque sea eso lo más seguro para ellos.
—Lo sé… gracias—digo en un susurro, abrazándolo con un solo brazo y reprimiendo unas estúpidas y repentinas ganas de echarme a llorar—Y, por cierto… ¡feliz cumple!—le digo, porque a Diana la abracé como una loca, junto con Sylver, pero a él aún no se lo había dicho.
—Gracias. No me puedo quejar de fiesta, y mucho menos de invitados—dice.
—Ya… es que… ¡¡Nickelback!!—suelto una risita. Me siento como una niña con zapatos nuevos—en serio, iré a preguntarle a Fenris si necesita una hija adoptiva o algo…—me muerdo el labio inferior, apartándome el pelo de la cara y agarro un panchito al que mordisquear de encima de la mesa—No sé, es un placer haber formado parte de la logística de esta fiesta—digo.
Sarah pasa con un canapé en la mano por nuestro lado, y nos saluda con la manita y una sonrisa.
—¡Anfitriona!—la llamo—Éxito rotundo, ¿eh?—esbozo una sonrisa.
—Es que tuve una ayudante genial—sonríe y se acerca a nosotros
—Las dos sois geniales—dice Daniel.
—El amor no te deja ser objetivo—replica Sarah. Se ríe (y ahora mismo podría casarlos a ambos)—¿Lo estáis pasando bien? ¿Creéis que falta algo?—pregunta, visiblemente nerviosa.
Suelto una risita.
—Como oiga un piropo más hacia mi persona creo que me tiraré en brazos del cantante de Nickelback—amenazo—Y no hace falta nada, nena, respira hondo y relájate—le digo a Sarah, pasándole un brazo por los hombros—Míralos a todos—señala la fiesta—¿De verdad crees que se aburren?—pregunto, señalando a todos los que estaban bailando al ritmo de la música (o fuera de él, todo era posible).
—Hazle caso a Ann y tómatelo con calma—dice Daniel, poniéndole una mano en el brazo a Sarah—La fiesta es increíble, no te preocupes.
—Todo el mundo se lo pasa bien menos Ben y McLeod, que parece que están en un velatorio—dice con un suspiro.
—Tranquila, McLeod está bien. Preocupado, pero bien— puntualiza Daniel—Luego iré a hablar con él a ver si consigo algo. Y Ben… —dice mientras mira donde está— parece que se encuentra fuera de lugar. Quizá deberíamos ir a hablar con él.
—Es culpa mía por invitarle—dice Sarah, con culpabilidad—No nos conoce de nada y le obligué a venir…—dice llevándose una mano a la frente.
—No, Sarah, no es tu culpa. Es una fiesta. En las fiestas la gente tiene que relacionarse un poquito para pasarlo bien—digo. Miro a Daniel con una sonrisa—¡Vamos a hablar con él!—digo—Nadie se aburre en una fiesta si yo estoy de guardia.
Sarah se agarra de mi brazo y tira de Daniel, mientras avanzamos por el salón como el Escuadrón de la Muerte Festiva hacia donde está ese tal Ben. De repente, de la nada sale Diana, colándose entre Sarah y yo.
—A mí siempre me gustaron más los cuartetos que los tríos—dice.
—¡¡Amoooor!!—la estrujo con el brazo que la tiene acorralada entre Sarah y yo—Pues apúntate. Así cuando lleguemos a nuestro destino esto será un menage-à-cinq—digo, con una sonrisa, antes de darle un beso en la mejilla.
—Degenerada—me dice.
—Creo que tengo un déjà-vu—dice Daniel por lo bajo.
Esbozo una sonrisa, mientras nos acercamos al chico , que nos ve acercarnos, con un aire de impasibilidad envidiable, vaso en mano.
Sarah se acerca a él, aunque no mucho.
—No me odies—susurra.
Ben la mira y se ríe entre dientes, pero no responde. Vale, me va a tocar a mí intentar hacer que hable. Así que duermo a Ann la chica tímida y saco a Ann la animadora fiestera.
—Hola, chico solitario—le digo con una sonrisa—¿No tienes ganas de bailar, socializar o tomar un canapé, en su defecto?—añado—Y recuerda, es una fiesta, las respuestas monosilábicas no están permitidas.
Hasta donde yo sé, este chico, Ben, podría freírme como a una croqueta. Pero a Ann la animadora esas cosas no la preocupan. A mí, sí. Diana arquea una ceja, y Sarah se queda mirando la escena como sin saber qué ocurrirá a continuación.
Ben se gira para mirarme, y por un momento siento el impulso de esconderme detrás de Diana, con una ceja alzada, y bastante divertido, o eso parece.
—¿Chico solitario? No soy yo la anfitriona que deja a sus invitados apartados en un rincón de la habitación.
Vale, tipo duro. Eso ha dolido.
—Oye, que yo también soy la anfitriona—dice Sarah, pegándole un golpecito en el brazo.
—No había reparado en que estabas solo hasta ahora…—le digo, con suavidad—Y de verdad, lo siento mucho—añado, mordiéndome el labio inferior—Pero bueno… ¿quieres venir a bailar con nosotros?—digo, incluyendo a Daniel entre los bailarines—¿Otra bebida? ¿Algo?
Ben levanta levemente su bebida, como mostrándonosla y dice:
—Estoy bien por ahora.
Vale, tipo duro, pues no vengas a bailar.
Diana me da una vuelta sobre mí misma, como animándome.
—Yo bailaré contigo.
Daniel, simplemente, sonríe.
—Bailemos, amor—le digo a Diana, componiendo un puchero y una sonrisa a la vez, mientras la abrazo—Aunque para ello debemos encontrar a nuestra morena—añado, haciendo un movimiento de baile sexy, con las caderas, para que entienda que me refiero a Sylver, la que baila sexy.
—Creo que está por allí—dice Daniel, señalando hacia la pista de baile con una sonrisa.
—O siempre podéis encontrar a otro que la sustituya—dice un chico moreno, apareciendo de la nada. Lo recuerdo de la noche de la huida. Cecil. Le sonrío.
Sarah nos mira con cara de perrito abandonado en el asfalto. Tose delicada mente y mira a Daniel como si estuviese a punto de abrir todos los regalos del día de Navidad.
—No estarás pensando que…—el pobre chico no parece saber dónde meterse.
—Ey, Daniel—Cecil le da un golpecito en el hombro—Esta quiere… ya sabes—creo que es plenamente consciente de lo mal que suena su frase.
—Sí, estoy pensando justamente eso y no es lo mismo que Cecil cree—dice Sarah riendo, y extendiendo la mano para que Daniel la saque a bailar.
—P-pero… es que tengo un tirón… en la pierna…—Daniel intenta resistirse a Sarah, pero esa miradita de poni triste lograría ablandar hasta al cemento—Oh, vale, está bien…
Aplaudo entusiasmada ante la respuesta de Daniel, mientras Sarah emite un agudo ‘wiiiiiiiiiiiii’ y lo abraza. Antes de irse, Sarah mira a Ben.
—De mí no te libras, con el tiempo haré que bailes y que incluso te gusten los karaokes—le dice, con un dedo amenazador, sin embargo sonriente.
Ben se ríe.
—¡Eh! En ningún momento he dicho que no me gusten los karaokes.
Le dedico una sonrisa a Cecil.
—Dado que el chico solitario no quiere bailar, ¿podemos bailar contigo?—le digo, con una mirada ilusionada, de niña pequeña—Seguro que a Sylver le gustará que te adquiramos para nuestro selecto club de tres.
Sarah da saltitos, aparentemente olvidadas ya sus ganas de bailar.
—¡Vamos a jugar al Singstar!—dice, subiendo las escaleras corriendo, llevando a Daniel medio arrastras.
—Dale un cupachups, ponle unas coletas y parece que tiene cinco años—dice Cecil—Bueno—se vuelve hacia Diana y hacia mí—hagamos un trío—nos mira fijamente, en plan totalmente exagerado, y no puedo evitar soltar una carcajada—¡de baile!—aclara—que aquí hay que moverse sí o sí.
Asiento con la cabeza y me vuelvo hacia Ben.
—En fin, chico solitario, nosotros nos vamos a hacer un trío de baile—agarro a Cecil con el brazo que no tengo abrazada a Diana—Si necesitas algo, avisa—le digo, sonriente—si no, puedes quedarte a mirar—añado, con mi sonrisa volviéndose totalmente traviesa, mientras Cecil y Diana me arrastran hacia la pista de baile.
[spoiler]Las Echolls han sido manejadas por Stefy, Daniel por Dracon, Cecil por Eitan y Ben por Laeryn. [/spoiler]
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.