[b][ January Allard | Casa de las Echolls | [color=green]{ con Alexander Fenris}[/color] ][/b][/align]
[QUOTE]-[b][i]Menos mal que mi regalo no es una cena.[/i][/b]
Levanté la vista y no pude evitar esbozar una gran sonrisa.[/QUOTE]
-[b]Si tu regalo fuera una cena, tendrías que regalarme después una falda tres tallas más grande[/b] -contesté.
No me había sorprendido encontrarme a Alexander allí. Ya sabía que iba a ir; al fin y al cabo, Sarah, en su infinito talento para el disimulo, me había pedido a mí su número. Pero sí me había sorprendido a mí misma lo mucho que me había alegrado encontrármelo allí, y que estuviese allí en parte por mi cumpleaños, y ahora que lo tenía delante de mí por primera vez en toda la velada, no podía evitar sonreír como una tonta, aunque fuera totalmente consciente de ello.
-[b][i]Felicidades[/b][/i] -dijo con sencillez y una sonrisa, alargando la mano para coger uno de los canapés de la señora Echolls.
-[b]Pensé que lo habías olvidado, y eso que te lo han puesto difícil[/b] -señalé la pancarta-. [b]Gracias [/b]-y no pude evitar sonreír de nuevo.
-[b][i]Creo que si me hubiese olvidado tu amiga me habría perseguido para recordármelo. Cuanta energía [/b][/i]-sonrió de nuevo y yo no pude evitar soltar una risita ante el comentario; podía perfectamente imaginar a Sarah persiguiéndole-. [b][i]Aunque no, no me olvidaría. Tengo buena memoria, aunque mis accionistas piensen lo contrario[/b][/i]
-[b]Oh, los accionistas, ¿entraron en razón o acabaste lanzándolos a una piscina de pirañas?[/b] -recordaba aquella conversación, los Rolls Royce y las pirañas que tenía por accionistas, y por supuesto no era porque fuera el día en que me había dado su número de teléfono.
-[b][i]Les hice entrar en razón mientras mentalmente los lanzaba de cabeza a una piscina llena de pirañas.[/b][/i]
-[b]Así me gusta, paz y amor y violencia sólo en nuestra imaginación. O en las películas de Tarantino[/b] -dije, formando el signo hippie de la paz con los dedos de la mano derecha.
-[b][i]¿Viste Malditos Bastardos?[/b][/i]
-[b]Aún no. Aunque me muero de ganas de verla.[/b]
-[b][i]Creo que eso puedo arreglarlo, conozco un cine donde todavía la tienen[/b][/i]. -Alargó la mano para coger un vaso de refresco y dio un sorbo antes de continuar-. [b][i]Cuando quieras podemos ir a verla.[/b][/i]
Sorprendida, no pude evitar esbozar una sonrisa aún mayor, que intenté disimular como pude. Era perfectamente consciente de cómo estaba actuando, pero también era perfectamente consciente de que me iba a costar un mundo hacerlo de cualquier otra forma.
-[b]¿En serio? Me encantaría.[/b]
-[b][i]Entonces lo dicho, cuando quieras. Es un pequeño cine que lleva en Moondale toda la vida[/b][/i] -hizo una breve pausa-. [b][i]Solía ir de pequeño[/b][/i] -luego me miró mientras cogía otro canapé y, con una sonrisa, añadió-: [b][i]Eso sí, tu pagas las palomitas.[/b][/i]
Abrí la boca un poco, fingiendo una ofensa que en realidad no existía: -[b]Entonces te quedas sin palomitas, que lo sepas [/b]-y le señalé, como lo haría para reprenderle, lo que le arrancó una carcajada:
-[b][i]Bueno, esta vez puede que te invite, pero no te acostumbres[/b][/i] –sonreí y esperé a que dijera algo. No lo hizo. En su lugar se quedó mirándome y yo no pude evitar hacer lo mismo. Podía imaginar perfectamente que alguien, en algún lugar de la sala, podría estar viéndonos, pero me daba igual. Y me dio más igual cuando él alargó la mano y me apartó con suavidad un mechón de cabello del rostro -. [b][i]Estás preciosa esta noche. Bueno [/b][/i]-soltó una breve y suave risa-,[b] [i]siempre lo estás.[/b][/i]
Sabía perfectamente la expresión que yo tenía en el rostro en ese instante. La misma de los últimos cinco minutos, pero especialmente la misma que se me había quedado después de esos segundos de mirarnos sin decir nada. Los ojitos brillantes, la sonrisa a punto de escaparse de la cara y la expresión de novata de instituto que acaba coladita por el [i]quarterback[/i]. Tampoco era que me importara en aquel momento, me limité a sonreír con algo de nerviosismo y bajar la mirada durante unos segundos.
-[b]Gracias[/b] -levanté de nuevo la mirada y, ya sin miedo a que la voz me temblara, añadí-: [b]No soy la única.[/b]
Fingió mirar hacia atrás, buscando a alguien que no fuera él mismo: -[b][i]¿Lo dices por mí? Desde luego estoy mucho mejor que mi yo-peludo, pero no es para tanto.[/b][/i]
-[b]Por si no lo sabías, Alexander, la falsa modestia [i]no[/i] es una virtud.[/b]
-[b][i]Y yo que intentaba conseguir alguna virtud… no me digas que tengo que volver a la vida de fiesta, coches y… ¿rock & roll?[/b][/i] -preguntó con una sonrisa.
-[b]Si sólo son fiestas, coches y rock & roll, ¡cuenta conmigo, que te acompaño! [/b]-dije, dejando escapar una risita, tratando de recuperar la compostura que había estado a punto de perder unos minutos atrás.
-[b][i]Prometido[/b][/i] -se llevó una mano al pecho, solemnemente-. [b][i] Con tal de que me acompañes[/i][/b].
Y sonrió con la mejor versión de su sonrisa. [i]Que es una gran versión[/i], pensé. Probablemente tenía que dar gracias de estar apoyada contra la mesa en aquel mismo instante.
-[b]Trato hecho, pues[/b] -le tendí la mano, al más puro estilo hombre de negocios.
-[b][i]Prefiero cerrar los tratos con dos besos[/b][/i] -y se acercó a dármelos, dejándome sin opciones; aunque probablemente no hubiera elegido otra cosa. Con lentitud, me incorporé un poquito, me puse de puntillas otro poco, y se los di, para un segundo después oírle añadir-. [b][i]Y si es con tres, mejor.[/b][/i]
Sonreí, nerviosa, y rodé un poco los ojos: -[b]¿Así que tres mejor?[/b]
Siempre me ocurría. Siempre me sentía de nuevo como ésa January de trece años que no sabía nada de nada y se ponía nerviosa en cuanto la miraba el chico que le gustaba. Pero tenía veintitrés y Alexander por suerte ya no era aquel chico, así que me acerqué despacito para darle el tercer beso que pedía y, aunque tenía tantas ganas como él, me obligué a parar antes de llegar a hacerlo, empleando mi mejor voz de niña buena:
– [b]Oh, pero los tres besos son para las ocasiones especiales.[/b]
Y aproveché para esbozar mi mejor sonrisa arrebatadora, sin saber que él iba a desarmarme justo después.
-[b][i]¿Especiales como bodas, bautizos y… cumpleaños?[/b][/i]
-[b]Ah, pero es que esto no es [i]exactamente[/i] un cumpleaños…[/b]
-[b][i]Un tricumpleaños, triplemente especial[/b][/i] -sonrió y no pude evitar pensar que si lo seguía haciendo, acabaría derritiéndome allí mismo, junto a los canapés y delante de todo el mundo-.[b][i] Entonces me debes tres besos.[/b][/i]
-[b]No tiente a su suerte, señorito Alexander[/b] -dije, alargando la mano hacia las solapas de su americana, arreglándolas aunque no lo necesitasen en absoluto y aprovechando el momento para tirar de él un poquito, acercándolo y levantando la vista para encontrarme con la suya-. [b]¿No cree que con uno sería suficiente?[/b]
-[b][i]Es un comienzo[/b][/i] -respondió, sonriendo de medio lado.
-[b]Un comienzo, ¿eh?[/b] -se me escapó una sonrisa traviesa y bajé la mirada de nuevo hacia su americana; mis manos seguían allí, como si volviera a tener trece años y no supiera qué hacer con ellas. Tuve que recordarme que tenía suerte de no ser esa chica y que ahora me atrevía a volver a acercarle un poco más antes de mirar un poco más hacia arriba y continuar-: [b]¿Y si no?[/b]
-[b][i]Al final de la película los protagonistas siempre se besan[/b][/i] -fue él quien se acercó esta vez-. [b][i]Así que un final también me vale, pero con un continuará.[/b][/i]
-[b]¿Dónde has aprendido a hablar así a una chica? [/b]-lo acerqué un poco más, pensando que pronto no habría espacio para más y amagando un beso que no llegué a darle. Ni siquiera estaba segura de a quién estaba torturando más-. [b]Porque no sé si lo sabes, pero es bastante… efectivo[/b] -dije, mordiéndome el labio inferior, coqueta.
-[b][i]Te lo diré si te acercas un poco más… [/b][/i]-Se acercó una vez más hasta casi ocupar todo el aire que quedaba entre nosotros. Si el resto de la fiesta seguía vivo y a nuestro alrededor, yo ya no era consciente de ello. Sólo era consciente de mí misma y de Alexander. De Alexander tan cerca que sólo podía verle a él, escucharle a él-[b][i] …es un secreto.[/b][/i]
Me obligué a sostenerle la mirada unos segundos, consciente de que no lo haría mucho más tiempo, y luego me alegré internamente de que aquello no fuera la Inglaterra de Austen, de que allí las chicas pudiéramos dar el primer paso y besar primero al caballero, porque era lo único que quería hacer en aquel momento. Lentamente y sin dejar de mirarle alargué las manos para rodear su cuello y luego me acerqué hasta romper la distancia en un beso dulce y suave, cerrando los ojos y disfrutando durante un minuto. Después de eso, ni siquiera fui capaz de separarme más que unos centímetros y mucho menos de dejar de mirarle.
-[b][i]Definitivamente es un final abierto, así que creo que tendremos que repetirlo [/b][/i] –susurró.
Asentí, con una sonrisa y los ojos entrecerrados. Un segundo después, él colocaba la mano en mi nuca y me acercaba de nuevo para regalarme otro beso, uno de los de verdad, de los de las películas.
Y si podía haber mejor regalo de cumpleaños que aquel, yo no lo quería.
[spoiler]En memoria de Laeryn, que murió en acto de servicio redactando este post junto a Dracon, quien movió a Fenris, y Stefy, consejera y cheerleader personal y efusiva de la pareja.[/spoiler]
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