Diario de Nate | Sanctuary
TARDE-NOCHE
En el almacén al que el coctelero me había enviado me esperaba en efecto un hombre de ascendencia nativo americana llamado Kuruk. Pero hasta ahí se correspondían las cosas con lo que de verdad pensaba que iba a ocurrir.
En lugar de encontrar un rostro curtido de un viejo trabajador del almacén que me daría la tarea que más le desagradase hacer, lo que encontré fue un rostro, curtido, sí, pero amable, que en lugar de tenerme reservada una pesada tarea lo que me tenía reservado era un plato de comida caliente, una bebida refrescante y unas ropas del bar para poder cambiarme las que llevaba.
Kuruk y yo no hablamos demasiado, solo no necesario. Daba la impresión de que los dos éramos silentes y observadores. Aun así, hasta que me indicase que tenía que subir de nuevo a ver al dueño del local, tuve tiempo a conocer algunas de sus cicatrices. Las físicas y las que no lo eran.
Agradecido por el cambio de ropa, comprobé que la nueva me apretaba ligeramente el torso, pero aun así era mucho mejor que la que traía, con la que llevaba días. Frente a las puertas dobles del despacho del dueño, había un hombre alto, de aspecto imponente, pelo oscuro y piel clara. Se presentó como Oliver y llamó un par de veces a la puerta.
– [Niall]Adelante.-[/Niall] se escuchó decir tras las puertas. Oliver asintió y me invitó a pasar. Un hombre tan grande, tan fuerte y tan temeroso de su propia fuerza. Podía identificarme con él en algunas cosas, aunque seguro que él conocía más de sí mismo que yo.
Al cruzar las puertas volví a esa gran sala, que pese a ser la del dueño y resultar aparente, una vez estabas el suficiente tiempo en su interior te dabas cuenta de que no había derroche. Todo estaba en su justa medida. No dejé escapar el detalle.
Allí, cerca de un piano, la única pieza que parecía destacar en toda la sala, estaba él, poniéndose en pie con un elegante traje gris sin corbata.
– [Niall]Nate Evans, no te imaginaba tan… alto. Puedes llamarme Niall.-[/Niall] respondió acercándose a mí para estrecharme la mano. Parecía un hombre distinto al que había conocido antes y que solo me había visto unos segundos antes de ofrecerme el trabajo. En aquél momento había estado preocupado, necesitaba prepararse.
– [Nate]Lo dices como si fuera conocido.[/Nate] – pregunté, intrigado.
– [Niall]No, simplemente me han hablado de ti. No te quedes de pie, toma asiento.-[/Niall] me invitó, señalando una zona con un par de sofás separados por una pequeña mesa de café. Me senté en uno y él se sentó frente a mí.
Pasamos unos segundos en silencio, él me observaba, con curiosidad. Mis experiencias sería lógico que me hubiesen hecho desconfiado, pero tenía un talento natural para ver en quien confiaba y en quien no. – [Nate]¿Quién te ha hablado de mí?[/Nate] – pregunté directamente. Permanecí atento a su reacción, imperturbable, pero con un deje incómodo que escondía algo más. Ese hombre guardaba un secreto que le dolía profundamente y saber que tendría que sacarlo a relucir en nuestra conversación le inquietaba.
– [Niall]Una joven encantadora que ya has tenido el placer de conocer.-[/Niall] indicó. Pensé por defecto en Sophie, pero ella, pese a ser encantadora, no parecía ser la persona adecuada. Como no conocía a demasiadas personas allí, la respuesta era fácil.
– [Nate]La chica de las visiones, Kaylee.[/Nate] – respondí pensativo. Había tenido una visión sobre mí que la había sorprendido y asustado, pero había actuado con normalidad y me había enviado allí. – [Nate]Ella me envió aquí.[/Nate] – afirmé, esperando que me descubriesen qué escondía todo ese misticismo.
– [Niall]Mi bar no es solo un bar.-[/Niall] respondió Niall. Hizo una pausa, estudiando mi reacción sin ser consciente de que yo podía ver la suya. – [Niall]Es también el hogar de la Resistencia y tú Nate, posees ciertas cualidades que nos vendrían muy bien[/Niall]. – añadió finalmente.
– [Nate]Resistencia…¿contra este gobierno? ¿El que se supone que es una utopía?[/Nate] – pregunté, terminando de tantearle. Quería asegurarme de que eso no se trataba de una prueba.
– [Niall]Que no te engañe lo maravilloso que parece todo. Quien mueve los hilos de esta utopía no es más que un déspota.-[/Niall] replicó. Ahí tuve mi confirmación, no en sus palabras ni en sus gestos, porque todo el mundo puede fingirlos, si no en lo que vi de verdad, en su aura. Niall tenía una mezcla de frustración, dolor, ira, impotencia y desesperación contra ese lugar. Su rencor no venía del miedo, venía del desprecio.
– [Nate]No parece que vivas mal. [/Nate] – apunté, dejando que sus sentimientos se acumularan y formasen una imagen más clara.
– [Niall]Hubo un tiempo en el que no fue asi. Verás, mi madre era humana, y por muy nuevo que seas aquí sabes lo que eso significa.-[/Niall] respondió. Vi la forma clara y pura de su madre, alejándose de un lugar oscuro y deprimente donde su hijo sería perseguido para llevarle a un lugar mejor, donde aceptasen a la gente como él. Allí las cosas fueron mejor para su hijo, pero ella siguió en un mundo oscuro y deprimente, sacrificándose en trabajos poco cualificados por el hecho de no tener poderes. Niall había sido consciente de todo, esforzándose para conseguir algo que la ayudase a dejar de trabajar, pero cuando lo consiguió fue tarde. Como telón de fondo a un Niall roto de pena por la muerte de su madre, apareció una figura oscura y siniestra, su padre, que le decía que lo sentía después de haber estado ausente, viviendo de maravilla en esa utopía solo por el hecho de tener poder.
– [Nate]Voy a ser sincero.[/Nate] – afirmé después de ver sus motivaciones. – [Nate]Por mi habilidad, sé que dices la verdad. Y sé que buscas un mundo mejor. [/Nate] – continué, siendo sincero. A mis captores les había escondido mi habilidad, excepto a una joven a la que quise ayudar, pero eso había quedado atrás, junto con ella.
En mi camino había visto mucha desdicha, había sombras ocultas en las esquinas de esa utopía, tras cada persona. Si podía ayudar a aliviar esas sombras, lo haría. – [Nate]Pero no sé exactamente qué papel puedo jugar en todo eso.[/Nate] – añadí. Ésa era mi verdadera duda. No creía que tuviera que ver con mi poder, quizá tenía que ver con mi origen, con el hecho de no ser humano.
– [Niall]Solo puedo decirte que dentro de unos días se llevara a cabo un plan, y que tú seras una parte crucial de ese plan.-[/Niall] respondió. Vi inquietud por el plan, muchas personas iban a estar en peligro y parecía ser un todo o nada.
Me quedé un instante valorando su aura y entonces le tendí la mano. – [Nate]Podéis contar con toda la ayuda que pueda daros.[/Nate] – aseguré. Todo lo que estuviera en mi mano. Quizá había llegado a ese planeta con el fin de ayudarles a salvarse.
– [Niall]Fantástico. Y ahora déjame que te invite a una copa.-[/Niall] ofreció, acercándose a una pequeña barra privada.
– [Nate]Gracias. Y Niall…[/Nate] – empecé a decir. – [Nate]La culpa es suya, no tuya.[/Nate] – dije finalmente. Percibí el cambio en su aura, aumentando su paz todo lo que podía aumentarla la opinión de un desconocido.
– [Niall]Además de apuesto, encantador, eres todo un partido.-[/Niall] replicó con una sonrisa.
Acepté la copa y pasamos un rato hablando, especialmente él, ahora que se encontraba en un entorno más cercano. Después me presentaría al resto de miembros de la Resistencia que trabajaban en el local. Al resto de miembros, los que no trabajaban ahí y estaban en otros puestos, ganando influencia e información, y los que estaban refugiados en el pueblo a las afueras llamado Canton. Mi poder era muy útil para conocer a las personas, pero lo que no podía decirme era que, en un mundo u otro, esa gente estaba destinada a ser mi hogar.
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