Daniel Arkkan | Subterraneo tres
[i]Otro día más en el Infierno.[/i] – pensé al despertarme de nuevo en ese incómodo camastro. Me incorporé y al fondo de la celda estaba la misma papilla grisácea de siempre, le había prometido a Sarah y Nathan que comería, pero podía esperar un rato.
Fui hasta la cristalera y observé el pasillo, todo parecía en calma, pero cuando me estaba dando la vuelta pude ver como venía un grupo de gente. A medida que se acercaban, pude identificar a Preston, la doctora [i]Scar[/i], dos o tres “investigadores” y al menos media docena de guardias. Al mirar el rostro de Preston se me hizo un nudo en el estómago, su cara parecía brillar, estaba alegre, eso sólo podía significar que experimentarían con otro. Esa idea me golpeó más fuerte que cualquier demonio.
El grupo llegó hasta el centro y se detuvieron justo antes de entrar a la zona de experimentación. Los guardias tomaron sus posiciones, los “investigadores” se colocaron cerca de la entrada a la zona y la doctora y Preston comenzaron a hablar entre sí. Preston miraba la libreta que tenía la doctora en las manos y paseaba la mirada por las celdas, haciendo comentarios de vez en cuando.
Me acerqué al conducto que daba a la celda de Sarah y hablé:
– [b]Tranquila Sarah, te prometo que no te pasará nada.[/b] – traté de sonar lo más seguro de mi mismo posible, pero en realidad estaba muerto de miedo, miedo porque ella fuera la elegida, ésa era mi mayor preocupación en éste momento, pero también tenía miedo de que saliera alguno de los otros, incluso January estaba allí, ¿y si era ella la elegida?
Sarah no respondió, conociéndola estaría aterrada y preocupada, seguramente estaría pensando que prefería ser ella la elegida y ahorrar la tortura a cualquier otro, pero en el fondo también tenía miedo por sí misma. Desde el primer momento me enamoré de esa forma de ser, ser capaz de enfrentarse a algo que te aterra por el mero hecho de evitar que los demás pasen por ello, pero mientras esté en mi mano, también yo evitaré que pases por eso.
Miré a Preston de nuevo, seguía mirando la libreta y hablando con la doctora, pero algo en sus movimientos me hizo pensar que faltaba poco para que tomara su decisión. Ahora observaba sólo un grupo de celdas, entre las que se encontraba la de Sarah. Era un ahora o nunca, así que me decidí.
Fui hasta la cama, cogí el colchón y lo lancé como pude contra la cristalera, después cogí el somier, me coloqué y fui hacia la cristalera. Comencé a golpearla tratando de hacer el máximo ruido posible. En apenas un par de minutos conseguí mi objetivo, Preston me miró directamente y habló con la doctora, que señaló algo en su libreta. Pocos minutos después Preston ya estaba haciendo señas a un par de guardias, que se dirigían ahora hacia mi celda. Por ésta vez lo había conseguido, yo iba a ser el siguiente en ser torturado.
La cristalera empezó a levantarse poco a poco, a medida que tres de los guardias se acercaban hacia mí. Me alejé un poco de la cristalera y los observé. Uno de ellos se colocó a la derecha de mi celda, de forma que podría dispararme en cualquier momento y los otros dos entraron a la celda.
[i]Fusiles de asalto…[/i] Decidí entonces que la mejor opción sería dejar que me llevasen. Con cautela se fueron acercando hasta que uno se colocó detrás de mí.
– Camina. – dijo tras empujarme con una mano. El otro guardia se colocó a mi derecha.
Mientras salía de la celda aproveché para echar un vistazo al resto. Como siempre, mi vista se centró en Sarah, vi cómo golpeaba el cristal y estaba llorando. Perfilé en mis labios un “Estaré bien”, después aparté la mirada, no podía verla así, me impediría hacer lo que debo hacer. Miré las otras celdas y mi temor aumentó, January también estaba allí, ya estaba confirmado, también un chico [b][Dominic][/b] que recordaba haber visto en la cafetería de la Universidad de Sarah, el resto no me resultaban conocidos, la única que conocía además de ellos era Sylver, y no tenía idea de su aspecto. De improviso uno de los guardias cruzó su fusil delante de mí y dijo que me detuviese.
Preston se alejó de los investigadores después de intercambiar unas palabras y se colocó frente a mí.
– [b]¿Qué tratabas de hacer con eso?[/b] – preguntó. Tenía el arma desenfundada y en su cara se dibujaba una leve sonrisa, de vez en cuando tapada por un rostro serio.
Evidentemente no respondí, me limité a mirarle a la cara y sonreír. Como resultado obtuve un golpe en la cara con la culata de la pistola.
– [b]Probemos de nuevo, ¿qué tratabas de hacer?[/b] – preguntó de nuevo enfatizando cada palabra.
De nuevo no respondí y recibí otro golpe, esta vez noté en la boca el ferroso sabor de la sangre, tenía el labio partido.
– [b]Tarde o temprano responderás algo, aunque sea con tu último aliento.[/b] – hizo una leve pausa y volvió a la carga. – [b]¿Qué tratabas de hacer?[/b] – esta vez si iba a responder.
– [b]Me aburría y pensé en salir a comprobar si eres tan feo como pareces.[/b] – me resultaba extraño insultar a alguien, pero funcionó a la perfección, repitió el mismo golpe de las dos veces anteriores, pero esta vez lo esquivé hacia un lado, tomé el arma con la mano izquierda antes de que se recuperase y le golpeé en la cara con las pocas fuerzas que me quedaban, él resistió de pie pero conseguí quitarle la pistola y apuntarle con ella directamente a la cabeza.
– [b]No está mal, pero ahora juegas con los mayores.[/b] – hizo un gesto con la mano derecha y escuché algo parecido a dos pequeñas explosiones, una después de la otra. A mi mente no le dio tiempo a asimilarlo porque segundos después sentía un terrible dolor en la rodilla derecha seguido al instante por uno en la izquierda que hicieron que me desplomase. Cuando pude mirar hacia abajo vi mis dos rodillas sangrando. Preston se acercó a mí mientras estaba en el suelo, recogió su pistola y me apuntó con ella.
– [b][i]General Preston, lo necesitamos con vida. Tanto su raza como su poder son muy útiles.[/b][/i] – la voz era desconocida para mí, pero provenía de la doctora Scar. Parecía que por alguna razón era útil para ellos por ser un aesir y por mi habilidad.
– [b]Lástima.[/b] – en su voz se podía notar que de verdad le dolía no poder apretar el gatillo. – [b]Tienes fuerzas suficientes para curarte, hazlo o te haré una herida que serás incapaz de curar.[/b] – en ese momento no tenía muchas alternativas, así que concentré mis fuerzas y me llevé las manos a una rodilla. Centellearon en una luz blanca mientras cerraba la herida, por suerte la bala había salido, si no hubiera sido mucho peor. Cuando terminé me ocupé de la otra, al poco ya estaban como antes, aunque aún percibía el dolor y un tremendo cansancio se apoderaba de mí.
Mientras me adormecía por el cansancio apenas sentí como los guardias me levantaban y me arrastraban hasta la mesa de la zona de experimentación. El sueño me llevaba, no conseguía soportar el peso de los párpados y cada vez iba a más. En un momento de lucidez recordé la cara impasible de Preston antes de los disparos, parecía no estar preocupado de que yo le disparase, en ese momento llegué a la conclusión de que Preston era capaz de arriesgar su vida para evitar que cualquiera de nosotros escapase de allí.
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Dobleposteo como continuación de lo anterior. El post aunque es jugada máster ha sido relatado como lo ve Daniel Arkkan para añadirle un toque más dramático.
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