Christopher McLeod | Subterraneo uno
Daniel, Sarah y quien sabe cuántos más retenidos contra su voluntad por una fuerza militarizada que experimenta con ellos, Diana, Bill, el hombre que por suerte encontramos dentro y yo pillados con uno de los guardias inconsciente a nuestros pies por guardias armados. [i]Que alguien me diga cómo puede empeorar esto.[/i]
– ¿Qué ha pasado? – dijo uno de los guardias. Traté de dar un paso hacia delante pero el guardia me apuntó directamente y añadió. – No mováis ni un músculo.
– [b]Ha tratado de dispararnos. Tuvimos que dejarle inconsciente.[/b] – respondí. No era mentira del todo, quizá picasen.
– Identificaos. – dijo el otro guardia receloso.
– [b][i]Somos Arizona Robbins y Calíope Torres.[/i][/b].- Respondió Diana frunciendo el ceño.- [b][i]Me sorprende que no sepáis quiénes somos.[/i][/b]- dijo para después cruzar los brazos.
– [b][i]John McClane de la división Delta. Aquí a mi compañero se le fue un poco la cabeza y me vi obligado a dejarlo fuera de combate. Esta pasándolo mal, su mujer va a dejarlo, va a tener que ver a sus hijos una vez cada dos semanas, lo comprendéis ¿no? [/b][/i] – dijo Bill. Traté de contener la risa, sin duda sabía mentir.
– Claro que lo comprendemos. Pero lo haremos mejor cuando nos deis vuestros números de identificación. – replicó uno de los guardias.
Ya estaba claro, nos habían pillado, no tenía ni idea de cuantos dígitos podría tener ese número ni nada referente a él, así que decidí tirarme un farol.
– [b]11235813.[/b] – respondí.
– Poned las manos detrás de la cabeza y no mováis ni un músculo. – [i]Parece que el farol no ha funcionado.[/i] Era lógico, esos números nunca servían para nada.
El guardia que había hablado ahora le dijo al otro que avisase a la central del problema, así que éste cogió el walkie-talkie listo para dar el aviso.
Esperé el momento en que avisase con tensión, sin nosotros no tenía ni idea de cómo podrían escapar de allí los demás. Los segundos pasaron como si fueran años, pensé en Sarah y en cómo estaba fallando a mis deberes como Vigilante y como amigo, en Daniel que era para mí como un hermano y al final despejé todas las dudas, no era el mejor momento para lamentarse, pasase lo que pasase encontraríamos una solución, y así ocurrió.
El guardia con el walkie parpadeó un par de veces y miró al otro guardia, que le devolvió la misma mirada extrañada.
– ¿Me he quedado dormido? – preguntaron ambos. No tenía idea de que estaba pasando, pero sin duda parecía un golpe de suerte.
– [b][i]Durante un momento.[/i][/b] – respondió una voz masculina desconocida que provenía de detrás de los guardias.
– ¿Puedo irme ya? – preguntaron.
– [b][i]Si quieres.[/b][/i] – dijo el hombre mientras se acercaba a ellos. Cuando pude se mostró vi a un hombre delgado, joven y con el pelo oscuro. Nos miró y añadió. [b][i]Coged a ese guardia y seguidme, rápido.[/b][/i] – dicho esto dio media vuelta y comenzó a caminar, con los guardias siguiéndole.
– [b][i]¿Pero qué coño ha sido eso?[/b][/i].- Preguntó Diana en voz alta mientras miraba de arriba abajo al chico que acababa de aparecer.
– [b][i]¿Qué es ese trasto?[/b][/i] – preguntó Bill mientras se echaba al guardia al hombro.
– [b] [i]Me parece que es un mando a distancia que sirve para desconectar a la gente…[/b][/i]- Hizo una pausa y se rascó la cabeza.- [b][i]¿Dónde los venden? Yo quiero uno. [/b][/i]
– [b]Será mejor que le sigamos y lo averigüemos.[/b] – respondí. La verdad es que me intrigaba lo que acababa de ocurrir.
– [b][i]La verdad es que a mí también me vendría bien un cacharro de esos.[/b][/i] – respondió Bill y dicho esto salimos del ascensor siguiendo al misterioso hombre que nos acababa de salvar.
Nada más salir del ascensor había un pequeño pasillo, lo atravesamos y el hombre se detuvo para introducir una identificación y la puerta de seguridad se abrió, dejándonos ver un gran hall con una de al menos dos pisos y con salas a la derecha y a la izquierda. La decoración parecía muy zen, y había personas caminando de un lado para otro que parecían absortas en sus pensamientos, tenían la misma mirada perdida que los guardias tras lo que sea que les hiciese él.
– [b][i]Me cago en la hostia bendita.[/b][/i] – exclamó Diana. La entendía, todo eso parecía Narnia. [i]No recuerdo ningún armario…[/i]
– [b][i]Un momento ¿seguimos en el mismo sitio? ¿Esto también es parte de la Iniciativa Awaken?. [/b][/i] – preguntó Bill mirando a todas partes.
– [b]Cuesta creerlo, pero parece que sí.[/b] – sencillamente estaba sin palabras.
El hombre del mando habló con los guardias, no pude escuchar nada salvo lo que me pareció la palabra “ducha”. Los guardias se fueron hacia la izquierda y el nos hizo una seña y continuó de frente, subió por unas escaleras y después giró a la derecha, le seguimos. Llegamos a una sala totalmente futurista: había una silla en el centro y el resto estaba lleno de tecnología, por todas partes.
– [b][i]Dejad a ese guardia en la camilla que hay en la habitación contigua. Creo que todos tenemos preguntas que hacer.[/b][/i] – dijo el hombre del mando. Bill entró a la sala y a los pocos minutos volvió. – [b][i]Bien, para empezar. ¿Quién sois?, porque está claro que no sois de aquí.[/b][/i] – preguntó.
Después de una tanda de preguntas y respuestas por ambas partes descubrimos que se llamaba Nathan y que tenía un plan para liberar a los prisioneros de allí. Nos dijo que lo más seguro sería quedarse allí hasta que terminase el último detalle. Al final la solución había venido a buscarnos.
ATARDECE EN MOONDALE
[spoiler]
Bill ha sido controlado por Alph, Diana por Stefy y los guardias, Nathan y McLeod por mí.
[/spoiler]
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