Moondale

LICANTROPO

[b]Christopher McLeod | Cafeteria de la Universidad [color=maroon] {con Edward MacLay}[/b][/color]

macleodfocus

– [b]Un café solo con azúcar.[/b] – pedí en la barra en cuanto alguien se me acercó. – [b]Bien cargado por favor. [/b] – puntualicé.

Desde luego necesitaba algo que me despejase y me centrase. Cuando Diana se fue no supe qué hacer ni en qué pensar, la tenía todo el rato en mi mente, a ratos me maldecía a mi mismo por no haber intentado seguir adelante, por haberme rendido, pero por otra parte, si hubiera seguido adelante el miedo a lo que pudiese ocurrir no me dejaría vivir.

No pude evitar soltar un leve ¡JA! De joven no soportaba la manera en la que el miedo rige las vidas de las personas, como las ata y les impide crecer, me parecía incluso vergonzoso que el miedo me controlase de esa manera.

– Aquí tiene. – dijo el camarero posando el café sobre la barra. Su voz me sacó de mis pensamientos, pero aún estaba ido. Saqué la cartera mecánicamente y pagué el café, después lo cogí y fui a sentarme en una mesa alejada, a espaldas del bullicio.

Traté de no pensar en nada, parece fácil cuando piensas en ello, pero hacerlo es muy distinto. Pensé en leer el periódico, pero eso sólo traería a mi mente los otros problemas que tenía. Al final, me quedé mirando el café con la mirada perdida tratando de evitar pensar en los planes de Mason, en la Iniciativa y sobretodo, aunque los otros deberían ser problemas más graves, en Diana. Por eso no me extrañó sobresaltarme al escuchar una voz a mi espalda.
– [b] [i] Para ser un bibliotecario pasas muy poco tiempo en ella. [/b] [/i] – me giré y vi que era Edward.

– [b]Según como está todavía la universidad no hay mucho trabajo. [/b] – respondí. La verdad es que el bullicio de la cafetería eran unos cuantos profesores y los alumnos que seguían en la residencia universitaria. En general, la Universidad estaba desierta.

– [b] [i] Te estaba buscando para hablar de ya sabes quién. [/b] [/i] – se sentó en una de las sillas y posó el café que llevaba en las manos encima de la mesa. – [b] [i] Pero no sé si deberíamos hablar de «él» sin Daniel. [/b] [/i]

– [b]Será mejor que Daniel se mantenga al margen, y Sarah. Mason está muy por encima de sus posibilidades…[/b] – di un sorbo al café y añadí. – [b]Y de las de todos en realidad.[/b]

– [b] [i] No lo sabes tú bien…[/b][/i] – respondió con cara de preocupación.

– [b]¿Qué me puedes decir de Mason?[/b] – di otro sorbo y al posar la taza no pude evitar soltar un suspiro. La pregunta que iba a decir a continuación era dura, pero debía saber todo lo posible. – [b]¿Acabó con todos nosotros en tu mundo verdad?[/b]

– [b] [i] Así es… bueno… Diana murió por una enfermedad, por aquel entonces todos estábamos destrozados, sobre todo Sarah… [/b][/i] – después me miró y dijo. – [b] [i]…y tú también. [/b][/i]

– [b]¿Diana y yo estábamos juntos?[/b] – pregunté. Parece que mi otro yo los tenía mejor puestos, o menos problemas y errores a sus espaldas.

– [b] [i] Si. Unos seis meses, hasta que falleció. [/b][/i] – pese a que ya lo sabía por lo que Diana me había contado cuando los Grandes Poderes le ofrecieron otra oportunidad, la simple idea de perderla me golpeó con más fuerza que cualquier barra de hierro.

– [b]Al menos aquí está a salvo, aunque si no hacemos algo, pronto ninguno lo estaremos.[/b] – aunque, egoístamente, la que más me importaba que estuviese a salvo era Diana.

– [b] [i] No sé qué clase de problemas tienes con esta Diana, pero quizás alejarla de ti no sea la solución. Piensas que no estando juntos está a salvo y tal vez esté tan destrozada que no quiera seguir viviendo. [/b] [/i] – no pude sino sorprenderme, Edward conocía bien a mi otro yo, sin duda.

– [b]No hay duda de que me conoces muy bien.[/b] – respondí. Me quedé pensativo durante unos segundos y después añadí. – [b]No hace mucho que conozco a Diana en esta realidad, ¿sabes? [/b] – hice una pausa y continué. – [b]Hace unos meses vino a mí hablándome de lo que le hicieron los Grandes Poderes, y con las pruebas que me dio la creí. Desde entonces parece como si no nos hubiésemos separado y no hay nada que quiera más ahora mismo que estar con ella, pero…[/b] – aunque no podía comprobarlo, estaba casi seguro de que los ojos me brillaron mientras recordaba cómo nos habíamos conocido. Y pensar que apenas me había fijado en ella antes y lo importante que ha llegado a ser para mí. Todo el tiempo que pasamos juntos buscando a Sarah y a Daniel…Miré a Edward y pregunté – [b]¿Sabes cómo conseguí la cicatriz que tengo en el pecho verdad? [/b]
– [b] [i] Si, lo sé. Te ataco un licántropo. Pero tu problema de licántro… [/b] [/i] – creo que algo en mi mirada le hizo pensar que no era el momento adecuado. A veces parece que incluso las paredes oyen.

– [b]Así que en tu realidad era licántropo…[/b] – dije en voz baja apoyándome sobre la mesa. Escruté a Ed con la mirada, tratando de averiguar que se le pasaba por la cabeza. – [b]¿No vas a preguntarme si en esta lo soy?[/b]

– [b][i] Oh, lo sé, créeme.[/b][/i] – dijo con tranquilidad dando un sorbo a su café.

– [b]Entonces también sabrás la carga que llevo desde aquel día. Y que pienso que estoy llevando a Sarah por el mismo camino, y a Diana si estuviese conmigo.[/b] – me resultaba más fácil hablar de esto con Edward, porque, al fin y al cabo, ya lo sabría casi todo.

– [b][i] ¿Acaso no tenemos todos algo con lo que cargar? ¿Crees que a mí me resulto fácil aceptar que todos estabais muertos? Ahora tengo miedo de que todo se vuelva a repetir. Lo creas o no Sarah es fuerte y tiene a Daniel para apoyarla. ¿Pero a quién tiene Diana? [/b][/i] – me sorprendí un poco. Desde que salimos de la Iniciativa Edward no había mostrado nada de lo que sentía respecto a vernos de nuevo vivos. Es curioso, al principio me había guiado por lo joven que parece, pero Edward era más sabio que muchos de mayor edad, quizá por eso no nos había dicho nada, por no preocuparnos a nosotros también. Durante un momento pensé en lo difícil que le debía haber resultado perdernos a todos, sin duda había llevado una vida muy dura.

– [b]No sé que he estado haciendo todo este tiempo sin tus consejos Edward. Es agradable poder desahogarme un poco con alguien sin tener que explicarlo todo.[/b] – di otro sorbo al café. – [b]Ventajas de que ya lo sepas.[/b] – sonreí.

– [b][i]Quizás debería especializarme en psicología [/b][/i] – sonrió también a su vez.

– [b]Tienes una oportunidad ahora que la Universidad se…”resetea”.[/b] – di otro sorbo para apurar el café. – [b]Si salimos vivos de ésta seguro que te necesitaremos.[/b]

– [b][i]Seria agradable un nuevo comienzo en el que no sepas que va a pasar a la mañana siguiente. [/b][/i] – cogió la taza de café y se lo terminó. – [b][i]Por cierto casi lo olvido. En la biblioteca hay una chica, quizás ya no este. Se llama Ann. Si haces memoria la recordaras como el tercer licántropo de hace una semana. Quizás necesite ayuda para aceptar lo que es y como controlar su forma lupina. [/b][/i]

[b] ¿Me acompañas? [/b] – pregunté levantándome de la silla. Edward asintió y se levantó también. Después comenzamos a caminar por el pasillo hacia la biblioteca. – [b]Creo que en tu realidad tenía más suerte con la amistad y el amor. Tendré que ponerme las pilas en esta también, de momento parece que ya me han traído un viejo y nuevo amigo. [/b]

Aún no sabía por dónde empezar, no tenía ni idea de cómo afrontar el tema de Mason ni cómo librarnos de la Iniciativa. Tampoco sabía qué hacer con respecto a Diana y siempre tendría la más mínima duda acerca de llevar a Sarah por una senda tan peligrosa. Pero al menos sabía que tenía algunas personas que me ayudarían, una de ellas era Edward. Así que me libré de mis inseguridades y volví a ser McLeod, bibliotecario y Vigilante. Debía entrenar a Sarah porque era inevitable que fuesen a por ella, pero también debía guiar a muchos otros que ya estaban dentro de la boca del lobo…

[spoiler]
Edward ha sido controlado por Alph
[/spoiler]

Comentarios

Deja una respuesta