Moondale

PERFECTA

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Christopher McLeod | Casa de las Echolls {Con Diana Echolls}[/SIZE][/font][/b]

mcderrotado

No había ninguna duda de que Sarah sabía cómo organizar una fiesta, y aún más, que sabía lo que muchos necesitaban, un momento de descanso para algunos, una distracción otros, una ocasión para reunirnos, la vuelta de una hermana para Diana, la vuelta de una familia para Daniel.

Sarah estaba convirtiéndose en una auténtica Elegida más rápido de lo que se podría imaginar, sabía lo que necesitaban en un momento tan tenso y supo cómo dárselo, incluso aunque no se diese cuenta, si eso no es un líder, yo soy un Goa’ul.

Todo el mundo parecía estar disfrutando bastante de la fiesta, cosa que me alegraba bastante, pero no podía sentir lo mismo. Por mucho que me alegrase, no conseguía que eso se reflejase en mi cara, por eso tenía que pasarme el rato intentando no estropearle a nadie la fiesta, especialmente a Diana. No estaba muy seguro de que mi presencia allí fuese muy buena idea, no se merecía pasar su cumpleaños recordando lo que le he hecho pasar.

La conversación con Jamie me había infundido fuerzas momentáneas para acercarme a Diana, pero cuando llegué a la pista de baile perdí enseguida mis renovadas fuerzas de la mano de mis preocupaciones. Al menos me había gustado encontrar a Jamie distinta, quizá algo más aliviada por su reciente descubrimiento. Podía dar fe de que este no era el mejor momento para sumar preocupaciones con las amenazas que teníamos en el frente, con una podías lidiar, pero las dos cosas eran demasiado para levantar cabeza, eso podía asegurarlo.

Cuando me desvié la vista del suelo para evitar que me viesen como una pieza más del mobiliario, vi a Diana, Silver y Suzanne bailando en la pista. Diana me miró y le devolví la sonrisa, estaba preciosa, cómo siempre. Después dejó de bailar y vino hasta mí.

– [b]¿Te estás divirtiendo?[/b] – pregunté cuando llegó a mi altura intentado que no se notasen las ganas que tenía de hablar con ella.

– [b][i]Se hace lo que se puede.[/b][/i] – respondió encogiéndose de hombros. – [b][i]¿Y tú?[/b][/i]

Deseé decirle que no aguantaba estar sin ella, que no había segundo en el que no pensase en ella incluso cuando había cosas que debía preocuparme más. Pero en lugar de eso me salió. – [b]Un poco de lo mismo.[/b] – evité pensar, en este momento era mi mayor quimera, además no había demasiada diferencia entre mi cabeza y mi corazón, los dos me decían lo mismo respecto a Diana, salvo que mi cerebro ponía también los contras.

– [b][i]Yo también me alegro de verte aquí, pero pareces menos McLeod que de costumbre.[/b][/i] – respondió sin apartar la mirada. No pude evitar fijarme en sus ojos, por mucho que Diana fingiese estar como siempre, la máscara tenía una grieta que dejaba ver la verdad, sus ojos. Solían ser intensos como el fuego, pero hoy estaban apagados…cansados.

– [b]Estoy bien, por eso no te preocupes.[/b] – respondí. Seguí mirando esos ojos y pude sentir como el mundo se venía abajo por verla así. [b]Si te quedas mucho conmigo voy a aguarte la fiesta.[/b]

– [b][i]Sabes que prefiero estar contigo a cualquier otra cosa, pero creo que todavía no lo has entendido.[/b][/i] – replicó.

– [b]Lo entiendo, pero prefiero ver que te lo pasas bien.[/b] – volví a mirar esos ojos e intenté con todas mis fuerzas volver a ser una parte del McLeod de siempre con tal de volver a ver esos ojos vivos de nuevo. – [b] Consigues sacarme una sonrisa.[/b] – añadí con una sonrisa.

Cogió un vaso de una mesa cercana y dio un sorbo lentamente, parecía estar pensando muy bien lo que iba a decir. – [b][i]¿Por qué te empeñas en no ser feliz?[/b][/i] – preguntó al fin. La vi nerviosa pero aún así había conseguido encontrar las palabras que no me hiciesen sentir mal, porque lo que debía haberme preguntado era algo distinto, debía haberme preguntado que por qué me empeñaba en no hacerla feliz a ella, porque si me hubiese apartado hace tiempo, si no hubiese venido a la fiesta…

– [b]No creas que es lo que busco, es sólo que ahora mismo la situación…[/b] – suspiré, porque odiaba la situación en la que estaba. – [b]…me está superando.[/b] – después añadí. – [b]Soy feliz si os veo felices.[/b]

– [b][i]Los dos juntos podríamos haber superado cualquier cosa.[/b][/i] – suspiró. – [b][i]¿No crees que deberíamos seguir esta conversación en cualquier otro sitio menos este? El porche, la cocina…[/b][/i] – preguntó. Tenía razón, no quería que Sarah nos viese así y se sintiese mal. Asentí con la cabeza levemente y la seguí al porche mientras mi cabeza le daba vueltas a un pensamiento.

– [b]Quizá no debería haber venido. Lo que menos necesitas es que estropee este momento.[/b] – conseguí soltar.

– [b][i]No estás estropeando nada, de verdad, deja de decir eso porque no es cierto.[/b][/i]

– [b]Me alegra ver que las cosas con Sarah son como deberían.[/b] – dije con una leve sonrisa. Aún recuerdo cuando nos conocimos en “esta vida”, cuando me dijo lo que le había ocurrido, y me lo demostró. Todavía recuerdo que sentí algo “extraño” al estar cerca de ella, incluso aunque no me había encontrado con ella. Cuando asimilé todo lo que me había contado supe que tenía que hablar con Sarah del tema, pero ese fue un día desafortunado, primero la fiesta de Halloween y luego los atraparon. No atraparon a Diana porque iba conmigo en el coche, pero Daniel y Sarah, se fueron caminando. Aquellos días sí que fueron malos, había fracasado como Vigilante y como hermano. Durante ese tiempo Diana me infundió fuerzas aunque no fuese consciente de ello, y gracias a eso conseguimos encontrarles. – [b]Sé que era muy importante, tanto para ti, como para ella. Las dos habéis recuperado una hermana.[/b]

– [b][i]Y todo es gracias a Daniel y a ti, no creas que se me olvida.[/b][/i] – sonrió, pero no era una de sus sonrisas, sino una sombra. – [b][i]Me has cambiado de tema, muy bonito.[/b][/i] – añadió cruzándose de brazos.
Sonreí. – [b]Me pillaste.[/b] – miré de nuevo fijamente a sus ojos. – [b]En serio, Diana, quiero que te lo pases bien, por favor.[/b] – rogué.

– [b][i]Hmm.[/b][/i] – se rascó la barbilla teatralmente y dijo. – [b][i]¿Qué tal si le concedes a esta cenicienta su último baile?[/b][/i] – hizo una pausa y sonrió, y esta vez sí era una de sus sonrisas, una de las que te llenan de alegría interior. – [b][i]Eso haría que me lo pasase muy bien, y eso es lo que tú quieres.[/b][/i]
Sonreí de nuevo. – [b]Cuando quieras y donde quieras.[/b] – le dije. Después comprendí que por muy mal que me encontrase, debía conseguir arrebatarle una sonrisa, porque se merecía ser feliz. – [b]Aunque no sé si me aguantarás el ritmo.[/b] – añadí poniéndome erguido.

– [b][i]Aquí y ahora.[/b][/i] – dijo extendiendo la mano mientras del salón llegaba la música del grupo que había traído Alexander Fenris. – [b][i]Sabes perfectamente lo bien que aguanto el ritmo.[/b][/i] – dijo moviendo las cejas.

– [b]No cambies nunca.[/b] – dije acercándome a ella y cogiéndola de las manos para empezar a bailar al ritmo de la música.

– [b][i]Con una vez es más que suficiente.[/b][/i] – rió. Le hice dar un giro y después nos separamos quedando unidos por un brazo completamente estirado. Luego la atraje hacia mí quedando de espaldas delante de mí rodeada por mi brazo.

– [b]No puedo recordarte en esa vida, pero es imposible que fueses mejor que en esta, porque eres perfecta y única.[/b] – admití mientras [URL=http://i53.tinypic.com/o0nzib.jpg]la sostenía[/URL] al más puro estilo de película romántica.

– [b][i]Tu quieres que me tire encima de ti ¿verdad?[/b][/i] – me susurró al oído después de colocarme una mano en la nuca para acercarme a ella. No hay nada que hubiese deseado más.

– [b]Si las cosas fuesen más fáciles…si al menos las viese más fáciles.[/b] – respondí mientras la ayudaba a recuperar la verticalidad.

– [b][i]Lo fácil no es divertido.[/b][/i] – añadió riéndose de forma coqueta. Hacía imposible resistirse, así que incluso me sorprendí de cuanto la quería en el fondo como para preferir que estuviese lejos de mí por su bien, cuando todo mi ser pedía que me rindiese a sus pies. – [b][i]A mí me gustan los retos.[/b][/i]

– [b]Desde luego tú eres un reto.[/b] – respondí mirando al cielo. – [b]Te estás perdiendo una gran fiesta. Pronto se abrirán los regalos.[/b] – sonreí de nuevo.

– [b][i]Ahora voy.[/b][/i] – dijo sin darle importancia. – [b][i]Yo no soy ningún reto, sabes perfectamente qué es lo que quiero, en cambio tú aun sabiendo que puedes tenerlo, no te atreves porque piensas que no eres lo bastante bueno. Eres un reto con patas.[/b][/i] – dijo con su mejor “posición inamovible”, una mezcla de “no pienso cambiar de opinión” con “te estoy regañando”. Siempre será sencillamente, única.

– [b]Pero unas patas con músculo, en mi ciudad había muchas cuestas.[/b] – sonreí intentando quitarle hierro al asunto. No quería verla más tiempo preocupada por mí, tenía que encontrar una solución pronto, y desearía que fuese una que no me apartase de ella.

– [b][i]Ya decía yo que tenías muy buen culo para ser bibliotecario. [/b][/i] – rió y me tocó el culo.

– [b]Ya veo que en tu ciudad también había muchas cuestas, porque…[/b] – dije mirándole exageradamente el culo para seguir la broma. Aunque la verdad es que las vistas eran inmejorables.

– [b][i]¿Tú qué crees?[/b][/i] – dijo mientras me cogía la mano y la llevaba hasta su culo. Creo que me quedé varios segundos en coma, porque no atiné a decir nada, nada coherente claro. Cuando me recuperé, respondí como pude.

– [b]Me vas a hacer arrepentirme, ¿verdad?[/b] – [i]Créeme, ya me arrepiento bastante, cada día.[/i] – [b]Desde luego mereces todo el debate mental que estoy teniendo.[/b]

– [b][i]Oh sí, te voy a hacer que te arrepientas mucho, mucho. [/b][/i] – dijo recalcando el mucho. – [b][i]Esas horas de debate mental tenías que haberlas aprovechado en “otras cosas”[/b][/i] – añadió enfatizando “otras cosas”.

– [b]Sí que va a ser difícil sí…[/b] – pensé en voz alta. Aunque era más difícil en mi cabeza, una parte soñadora deseando tener a alguien al llegar a casa y otra parte que la reprime para que a ese alguien nunca le pase nada malo.

– [b][i]Ríndete y seremos felices y comeremos perdices. [/b][/i] – al final puso una mueca de asco y añadió. – [b][i]Mejor sin perdices.[/b][/i]

– [b]Ojalá pudiera…[/b] – respondí en un tono más lúgubre. Ojalá no me sintiera tan inseguro, tan temeroso de que le pase algo. Ahora, también preocupado por Sarah, por ese demonio…

Diana me señaló con una dedo amenazador y dijo: – [b][i]Te esperaré el tiempo que necesites.[/b][/i] – suspiró y añadió. – [b][i]Es lo mínimo que te mereces.[/b][/i]

– [b]Sería pedirte demasiado, te mereces algo mejor que esperarme sin saber cuándo venceré mis dudas y mis miedos. [/b] – respondí mirándola con tristeza. Unos miedos y unas dudas que ya debería haber superado, pero en su momento los enmascaré y no han llevado a nada bueno. – [b]No podría hacerte eso.[/b]

– [b][i]Es mi decisión.[/b][/i] – sentenció. – [b][i]No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista. Ya caerás, moreno, ya caerás. [/b][/i] – rió con tristeza.
No pude evitar acercarme a ella y cogerla entre mis brazos. Ese abrazo podría haber durado para siempre, porque no quería separarme nunca de ella. – [b]Vamos dentro, te prometo que intentaré ser el McLeod de siempre, pero nada de caras tristes ¿prometido?[/b] – pregunté mientras la miraba.

– [b][i]Te pondré todo mi repertorio de caras tristes.[/b][/i] – respondió empezando a hacer varios pucheros diferentes. La verdad es que estaba adorable, me imaginé como estaría mi cara, porque la había visto en Daniel cuando Sarah le hacía pucheros, era irresistible, se notaba que eran hermanas, ahora más que nunca.

Me acerqué un poco más a ella y le di un beso en la frente y la abracé de nuevo. – [b]Vamos, está empezando a hacer frío, te doy unos bailes a cambio.[/b] – prometí. Ella asintió con la cabeza y me siguió de vuelta a la fiesta.

Me prometí también a mi mismo estar bien, tratar de ser el de siempre, enterrar mis preocupaciones al menos hoy, pero tenía claro que debía superarlas, ya no por mí, sino por Diana.

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Acabada la adaptación del post original escrito en papel con bolígrafo. McLeod ha sido controlado por mí y Diana por Stefy. Ann y Silver imaginamos que estarían bailando tal como estaban después del último post de Thals.
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