Moondale

OLIENDO TRISTEZA

[align=center][b]Suzanne Sommerville | De camino a casa de las Echolls | {Con Sylver}[/b]

annsommerville

Despertarme la mañana de [b]Nochebuena[/b] sin tener a [b]Caroline[/b] saltando a los pies de mi cama, entusiasmada con las aceleradas compras de última hora y sin mi madre corriendo de un lado para otro batiendo huevos con una mano mientras con la otra habla con sus padres por teléfono, en un acelerado francés, se me ha hecho raro. Pero sé que es lo correcto. Por el bien de todos.

Aún no tengo claro como me he dejado convencer por [b]Sylver[/b] para esto. Vale que en parte ha sido idea mía, pero llevo tanto tiempo sin bailar delante de gente (desde el concurso que ganamos antes del Baile de Graduación) que por momentos temo que se me vayan a trabar los pies y acabe despatarrada delante de la puerta de [b]Diana[/b]. Aunque bueno, al menos, el espectáculo estará asegurado. Suspiro, notando como la tela del vestido se pega a mí, y me giro para mirar a [b]Sylver[/b], con una media sonrisa.

—[b]Creo que las Navidades harán que engorde un poco, ¿no crees?[/b]—dice, mirándose al espejo desde todos los ángulos.

—[b][i]Todos engordamos en Navidades[/i][/b]—digo, riendo. Y es imposible no hacerlo con la indecente cantidad de chucherías que se nos ponen delante en estas fechas—[b][i]Pero seguirás estando estupenda igualmente[/i][/b]—le digo a [b]Sylver[/b], encogiéndome dehombros—l[b][i]a que es guapa, es guapa antes y después de Navidad[/i][/b]—añado, con una risita. Mi madre solía decirlo: la que es guapa, es guapa siempre, y sobre todo, sin maquillar.

—[b]¿Lo dices por ti, verdad?[/b]—se ríe—[b]A ti sí que te queda genial el disfraz[/b]—añade, mirándome de arriba abajo.

Me echo a reír, y niego con la cabeza.

—[b][i]No digas esas cosas y mírate al espejo[/i][/b]—hago que gire sobre sí misma como en un paso de baile y que quede de cara al espejo—[b][i]Si ahora te viesen los ángeles de Victoria’s Secret llorarían de envidia, gatita[/i][/b]—le digo, con una sonrisa.

Me alejo un par de pasos, caminando como una especie de Heidi, hacia mi maleta, y echo dentro otro par de calcetines (nunca se tienen suficientes) antes de cerrarla. Vuelvo junto a [b]Sylver[/b], que se recoloca el escote del vestido una y otra vez. La miro con una sonrisa, y camino a su alrededor como haría un lobo con su presa (sí, ahora a veces me da por hacer payasadas estilo lobo, pero reírse del miedo hace más fácil vivir con él).

—[b][i]Lo digo en serio. Si no fuese rematadamente hetero, ahora mismo tendríamos que empezar a vestirnos de nuevo[/i][/b]—le digo, alzando una ceja, mirándola a través del reflejo.

—[b]… y no llegaríamos nunca a la casa Echolls[/b]—dice, riendo—[b]Ayúdame un momento con el lacito de la cabeza, que no puedo sola[/b]—añade, sentándose en el borde de la cama y tendiéndome en lazo rojo.

Le acaricio el pelo, colocándoselo bien, mientras paso el lazo bajo los rizos negros de [b]Sylver[/b]. Lo noto, como si fuese un olor en el ambiente, como si una voz me lo susurrase al oído. La verdad, no sé cómo explicarlo, pero sé que [b]Sylver[/b] no está todo lo alegre que aparenta. Aprieto ligeramente el nudo del lazo, para evitar que se deshaga y se lo enderezo con suavidad. Le coloco bien los mechones y le acaricio la cabeza en el proceso, como hice tantas veces con [b]Carol.[/b]

Me siento al lado de [b]Sylver[/b] y la miro, componiendo un ligero puchero.

—[b][i]Sylver…[/i][/b]—sonrío, intentando comerme mi inseguridad con patatas—[b][i]¿me das un abrazo?[/i][/b]—porque sé que no soy la única que lo necesita, pero resulta más sencillo si yo se lo pido—[b][i]es que… es la primera vez en… siete años que estoy lejos de mi hermana en Navidad y…[/i][/b]—suelto un ligero suspiro.

Y es como si una parte de mí estuviese intentando huir en estampida hacia el blanco y frío Norte.

—[b]¿Te sientes desnuda, como si te faltase un brazo?[/b]—tiene la voz entrecortada, se nota que le cuesta hablar, y evita mirarme a los ojos. La abrazo con fuerza. Vaya par de ayudantes ha ido a buscarse Santa Claus este año. Cierro los ojos e intento no echarme a llorar—[b]Llegas a acostumbrarte… en el mejor de los casos[/b]—añade con un suspiro, casi más para sí misma.

—[b][i]… es como… como cuando llueve y no hay donde refugiarse de la lluvia[/i][/b]—susurro, abrazándola un poco más fuerte—[b][i]Pero…[/i][/b]—respiro hondo. No voy a echarme a llorar—[b][i]… no estoy sola[/i][/b]—sonrío—[b][i]no ESTAMOS solas[/i][/b]—puntualizo, separándome ligeramente—[b][i]Y deberíamos ir arrancando hacia casa de nuestra Diana antes de que nos dé por ponernos a llorar y tengamos que volver a maquillarnos desde el principio.[/i][/b]

Porque esa sensación de vacío se acabará yendo. Lo sé porque no es la primera vez que siento el vacío. Por eso prefiero pensar en maquillaje estropeado, porque [b]Sylver[/b] se merece que alguien la haga sonreír.

—[b]Oh, sí[/b]—se pasa la mano por debajo del ojo derecho, limpiándose una lágrima que estaba a punto de caer—[b]Ya he llorado lo suficiente, ahora toca disfrutar de las Navidades. Porque no estamos solas, no[/b]—me da la mano—[b]Eso sí, o cerramos juntas mi maleta o tendremos que avisar al vecino[/b]—dice, señalando su maleta. Sobresaliendo de ella veo infinidad de ropa y unos cuantos tacones, de esos tan bonitos que tiene [b]Sylver[/b].

Suelto una risita, caminando hacia la maleta como haría un vaquero caminando por la calle del medio del pueblo.

—[b][i]Tranquila, gatita, recuerda que soy del inhóspito Norte, no se me resistirá una maleta[/i][/b]—le digo, con los brazos en jarras, antes de echarme a reír—[b][i]A la de tres, yo la cierro y tú pasas las cremalleras[/i][/b]—cojo un poco de impulso y salto sobre la maleta de [b]Sylver[/b], sentándome sobre ella (creo que me he clavado un tacón en el culo)—[b][i]¡Tres![/i][/b]—chillo.
[b]Sylver[/b] pasa la cremallera rápidamente, y yo salto al suelo, frotándome el lugar en el que se me ha clavado el tacón. Auch.

—[b]¡Quién lo iba a decir! Choca esos cinco[/b]—y chocamos los cinco, como en las pelis—[b]Eres mi Clark Kent.[/b]

—[b][i]Prefiero ser Kara, está más buena[/i][/b]—digo, con una radiante sonrisa—[i][b]¿Estamos listas para la aventura?[/b][/i]
—[b]Ahora sí[/b]—[b]Sylver[/b] coge su maleta, y yo me apropio de la mía—[b]Vámonos, no olvides coger ‘eso’[/b]—dice, señalando con le barbilla el gigantesco paquete que ocupaba una esquina de la habitación.

En un principio planeamos meternos en dos cajas de cartón gigantes y salir bailando de ellas en el vestíbulo de las Echolls, pero después decidimos que tal vez esto sería más sencillo. Metemos las maletas y el ‘eso’ en el maletero, y al cabo de unos segundos, [b]Sylver[/b] arranca el coche. Cuanto menos tiempo tengamos que pasar al aire libre con estos minúsculos vestidos, mejor. Porque vale que soy norteña y con poca tendencia a resfriarme, pero tampoco es plan que nos resfriemos en [b]Navidad[/b].

No tardo ni tres segundos en identificar [URL=http://www.youtube.com/watch?v=1GWQ-oDMG6g]la canción[/URL] que suena. [b]Nickelback[/b]. Y precisamente esta canción, que me hace sonreír. Suspiro levemente. Porque no estoy sola. Ninguno de nosotros lo está.

—[b]Esta canción me suena de algo[/b]—me dice [b]Sylver[/b], girando los ojos.

—[b][i]Sí, a mí también…[/i][/b]—suspiro… (espera… ¿en qué momento he empezado a suspirar con [b]Nickelback[/b] como si no hubiese un mañana?)—[b][i]… es que Nickelback es… son tan… geniales[/i][/b]—y esta canción es tan bonita y me recuerda tanto a [b]Ed[/b]…

—[b]Sí, claro[/b]—[b]Sylver[/b] se ríe—[b]¿No tiene que ver con algún chico mono que yo me sé?[/b]

—[b][i]Ehm… Ed y yo sólo somos amigos, gatita[/i][/b]—digo. Acabo de asociar chico mono con [b]Ed[/b]. Y vale, [b]Ed[/b] es muy mono, pero… espero que [b]Sylver[/b] no se haya dado cuenta.

—[b]Yo no hablaba de Ed[/b]—dice, mirándome con suspicacia. Bueno, vale, se ha dado cuenta—[b]Pero bueno, ahora que sacas el tema: ¿qué sientes por él?[/b]

¿Tema? Yo no he sacado ningún tema. Y… ¿qué siento por [b]Ed[/b]? Esa pregunta es complicada de contestar. Y me siento de repente como una niña de catorce años, con [b]Ashley[/b] en lugar de [b]Sylver[/b] intentando encontrarle respuesta a una pregunta que no soy capaz de responder, por segunda vez en mi vida. ¿Qué siento por [b]Ed[/b]?… Tiene algo que ver con luz y calor, con que hace que me sienta bien, aunque sea la prima pequeña de Colmillo Blanco, con que me hace sonreír, y con esas constantes ganas de abrazarlo.

—[b][i]Yo… ehm… no lo sé[/i][/b]—se me escapa la risita nerviosa y procuro no mirar a [b]Sylver[/b], con la mirada clavada en mis rodillas—[b][i]dejémoslo en… que me gusta estar con él. Es como si… las cosas fuesen más fáciles[/i][/b]—me abrazo a mi propia cintura y suspiro—[b][i]… pero no sabría ponerle… un nombre a eso[/i][/b]—añado, encogiéndome de hombros.

—[b]Te comprendo, es algo así como un amigo especial ¿no? Alguien con quien puedes pasar un día entero sin aburrirte[/b]—me mira—[b]No te lo había dicho aún, pero me alegro mucho por ti, ya sabes: de gatita a lobita.[/b]

Sonrío. Lobita suena mejor cuando [b]Sylver[/b] lo dice.

—[b][i]Gracias, supongo[/i][/b]—estiro la mano y acaricio la que [b]Sylver[/b] lleva en el cambio de marchas—[b][i]eres genial, ¿sabes? El día que tu príncipe morado llegue por la puerta, va a tener que pelearse conmigo (y con Diana) para poder llevarte[/i][/b]—añado.

—[b]¿Morado?[/b]—frunce el ceño—[b]¿Qué le pasó? ¿Le pegaron un puñetazo por el camino?[/b]—se ríe—[b]Cualquier hombre tendría que pasar por encima de vosotras para poder acceder a mí, me siento como Beyoncé.[/b]

—[b][i]Morado porque los príncipes azules a veces salen ranas, pero los morados siempre son de fiar[/i][/b]—sonrío—[b][i]Nah, no eres Beyoncé, tú estás más buena[/i][/b]—suelto una risita—[b][i]Te juro que como pase alguien por la calle y nos vea (o como esté Ed y presencie el numerito) no saldré de debajo de la cama en toooodas las Navidades[/i][/b]—me rasco la frente, ligeramente nerviosa—[b][i]hace mucho que no bailo en plan… bailar[/i][/b]—me río. Hace miles de años que no sigo una coreografía.

—[b]No te preocupes, lo mejor es cuando te miran sin que lo esperes: es la mejor forma de perder la vergüenza[/b]—se sacude ligeramente el pelo—[b]Además, después de verte así vestida, nadie podrá fijarse en otra cosa que no sean tus piernas.
[/b]
Me echo a reír, e inconscientemente, tiro un poco de los bajos del vestido, como intentando taparme más.

—[b][i]Los vestidos cortos y enseñar toneladas de piel eran cosa de la Ann de antes[/i][/b]—digo, imprimiéndole a mis palabras un tono misterioso. De cuando era [b]Suzzie[/b], la animadora que salía con un friki—[b][i]Ahora soy más de ponerme que de quitarme[/i][/b]—añado, riendo—[b][i]Pero vamos, asúmelo. Si voy contigo no me mirarán tanto[/i][/b]—y menos mal—[b][i]porque tú tienes un buen par de… razones para ser mirada, muñeca[/i][/b]—le digo, guiñándole un ojo y apuntándola con un dedo, como si se tratase de una pistola.

—[b]Bueno, ¿quieres dejar de piropearme? Si te mirases en un espejo te darías cuenta de que tu cabellera rubia destaca sobre la mía oscura. Así que hazte a la idea: resaltas, Ann. Aprovéchalo para mostrar, tampoco te digo que vayas desnuda[/b]—se ríe—[b]pero sí que te sientas a gusto con tu cuerpo, porque más de una mataría por tener tus caderas[/b]—luego se mira los pechos y añade:—[b]Y sí, vaya par de razones para ser mirada[/b]—y se ríe de nuevo.

Sería mucho más fácil sentirme cómoda con este cuerpo si fuese mi único cuerpo, pero teniendo en cuenta que de vez en cuando me pongo un poco… animalesca, ya no sé cuál es el mío y cual no. Y eso hace que me sienta insegura por momentos.

—[b][i]¿Qué quieres que haga si estoy coladita por ti?[/i][/b]—le digo, poniendo morritos—[b][i]Y mi cuerpo…[/i][/b]—miro hacia abajo—[b][i]… bueno, vale, no está tan mal… es sólo que… a veces ‘cambia’[/i][/b]—hago las comillas con los dedos—[b][i]ya sabes, y no… sé si eso me acaba de gustar[/i][/b]—susurro, mirando al infinito. Suspiro, alejando esos pensamientos. Es [b]Navidad[/b]—[b][i]Pero qué narices. Estás buena, estoy buena, Diana está buena… ¡todos estamos buenos![/i][/b]

En ese momento [b]Sylver[/b] grita y suelta las manos del volante. Y chillo, automáticamente, porque ha debido volverse loca. Ella vuelve a gritar, como preguntándome por qué grito. Y le contesto con otro grito, haciéndole gestos con las manos para que agarre el volante. [b]Sylver[/b] mira el volante, y chilla, como diciéndole [i]‘ah, lo entendí’[/i] y vuelve a hacerse con el control del coche. Suspiro y cierro los ojos. Y en ese momento, hemos llegado.

Sacamos el gigantesco paquete del coche y lo colocamos en un rincón del porche, al lado de las maletas. Colocamos la pequeña radio a pilas a un lado y entonces nos ponemos en nuestros puestos.

[b]Sylver[/b] me mira.

—[b]¿Preparada?[/b]

—[b][i]Eso creo… sí.[/i][/b]

Al menos no voy a salir corriendo. Timbramos y en el momento en que salen [b]Diana[/b] y [b]Sarah[/b] a abrir, empezamos [URL=http://www.youtube.com/watch?v=7Dw7GE_BYjI]nuestra coreografía[/URL]. Al cabo de un rato, [b]Diana[/b] se nos une, y terminamos bailando las tres, mientras [b]Sarah[/b] nos mira entusiasmada y empieza a reírse; es tan adorable…. Saco un brazo, y tiro de ella para traerla, cuando acaba la música, y nos abrazamos las cuatro, en plan piña, mientras la señora [b]Echolls[/b] nos observa desde la puerta, con el gigantesco paquete bajo un brazo, antes de llevarlo hacia dentro.

Puede que no vaya a pasar la [b]Navidad[/b] con mi hermana [b]Caroline[/b] y mis padres, pero voy a pasarlas con la familia.

[spoiler]Sylver manejada por Davie <3 Las reacciones de las Echolls manejadas por Stefy. Imagináos a Laura y Jessica bailando el baile de Mean Girls (bueno, a Ann y Sylver xD). Espero que os guste y esas cosas 🙂 Feliz Navidad, family. Os quiero y eso :3[/spoiler]

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