Moondale

DOMCARAS

[align=center][SIZE=4][b]Liad | Iniciativa Awaken[/b][/SIZE]

domdoscaras

[SIZE=4]El suelo volvió a convertirse en mi enemigo. Ahogué un grito cuando aquella asquerosa mano, garra o como quisiese llamarse, me agarró del tobillo, impidiéndome poder huir de aquí, llegar a la salida y por ende, a una supuesta y corta salvación.

– [b]Has sido muy muy malo.[/b] – dijo la calmada y horripilante voz. – [b]Ahora te arrancaré la piel lentamente, con la misma piedra que me has lanzado.[/b] – añadió.

Instintivamente me di la vuelta, ¡pero cuánto me arrepentí de hacerlo! Debía de haberme intentado zafarme, lanzarle algo, arrastrarme. ¡Pero no! Noté cómo sus largos dedos se acercaban, rozando mi piel, mis piernas. El primer corte fue el peor, consiguiendo que la herida ardiese, que quemase con el simple hecho de la sangre derramada. Intenté moverme, retorcerme, gritar de dolor o cualquier otro gesto que pudiese liberar el miedo y la ansiedad que tenía acumulada. Pero no pude. Cualquier intento por hacerlo era aplacado por algo que inicialmente no entendía, hasta que fui consciente de lo que ocurría realmente.

Así era como cazaba. Atacaba a sus presas, arañándolos, de tal manera que un veneno paralizante les impedía huir, defenderse o pedir ayuda. Era la forma de matar perfecta. Un simple corte le dejaría prepararse con tranquilidad, empezando a comer por dónde más le apeteciese, comiendo la zona de piel que le resultase más sabrosa o como macabro disfrute, la más dolorosa. Rendido, sin poder hacer otra cosa, cerré los ojos. Ya todo había terminado, había perdido. Ni siquiera era capaz de luchar contra esa criatura, ¡ni había podido huir! Era un inútil, un niño que intentaba jugar con los adultos. Y de todas formas, me había visto metido en un mundo al que yo no pertenecía.

Aguardé a que aquella criatura comenzase con su deseado festín. Pero en cambio, escuché un disparo y después, otro. La cadencia era rápida, impactando en mi cazador personal y consiguiendo que él (ella, eso o lo que sea) degustase también el suelo. Mientras más balas le impactaban en su interior, más se retorcía y se lamentaba. Pero lo más importante, su vida desaparecía con mayor rapidez. Unos pasos se acercaron, una figura alta y robusta se acercó a la criatura. Se sacó algo del cinturón, escuchando segundos después el sonido característico del metal cuando cortaba algo de forma sencilla, rápida y silenciosa. Con ese acto, se dejaron de escuchar los quejidos del engendro. Con ese acto aparentemente pequeño, la presencia de la criatura dejó de percibirse.

Cuando aquella figura se incorporó, pudo percibir con mayor claridad quién era. De cabello y mirada oscura, su piel no se encontraba especialmente bronceada, aunque en la oscuridad no pudiese apreciarse con facilidad. Era el guerrero aesir, Dominic. No pude sonreír ni evocar ningún signo de alivio. Pero estaba allí, él era real, [i]todos ellos[/i] eran reales.

– [b]Llevaba mucho tiempo esperando esto.[/b] – escuché cómo Dominic decía aquellas palabras de tal manera que parecía que lo sentía en su interior. Una vez más, volví a escuchar cómo sacaba un cuchillo y se repetía aquel sonido desgarrador y chirriante. Hasta que finalmente cesó aquel ruido, pude percibir como la piel caía contra el suelo. – [b]Estamos en paz.[/b] – añadió mientras guardaba su arma. Se acercó hacia mi posición, dejándome ver en este caso con más facilidad su rostro. Dominic se encontraba con un porte mucho más severo del que recordaba, pero un leve destello de luz me permitió ver algo que me impactó. El lado derecho de su rostro estaba en carne viva, sin la habitual piel que las personas tenemos y ahora ese lado era una completa costra. Al parecer, en el pasado, él debía de haber sido una de las víctimas de esa criatura.

Él no paró, no me miró, más bien continuó su camino, ignorando mi presencia. Con su marcha, mis esperanzas y mi supuesto y efímero sentimiento de alivio se iban con él. Entró en una habitación cercana, un poco más iluminada que el resto de las instalaciones. No estaba realmente seguro de qué hacer, de si realmente Dominic me estaba ignorando o si yo no estaba presente para él.
Pero igualmente, ¿qué más me daba? ¿Cuántas veces le había tenido cerca? ¿Una, dos? De hecho, creo que si hemos compartido alguna que otra palabra habría sido de puro milagro. No es que me caiga mal, pero no me he encontrado con la oportunidad de hablarle, y tampoco le tengo la misma confianza que con cualquier otro. De hecho, prefería estar con Daniel, hablándole de cosas, preguntándole cosas o viéndole jugar a la consola. Prefería estar con Cecil y Sarah, sobre todo cuando este primero molestaba a la “enana”. Prefería estar con Ed, con Diana (siempre y cuando no se le ocurra cogerme del moflete, que vamos, no tengo cinco años y menos los aparento) o incluso con Mcleod. Por muy ocupados que pudiesen estar, por muchas cosas que tuviesen que hacer, no me importa siempre y cuando pueda estar cerca. No necesito hablar mucho, tampoco que me presten atención ni estén encima de mí constantemente. Simplemente es eso. [i]Estar[/i] con ellos.

Pero estaba allí y la única persona que parecía conocer, por muy cambiado que estuviese, era Dominic. De tal manera que decidí seguir su mismo camino, entrar con él para ver qué es lo que ocurría realmente y si alguno de los otros estarían allí junto a él. La instalación, como el resto del lugar, se encontraba en un estado bastante lamentable, aunque al parecer, todavía multitud de cámaras de vigilancia debían de estar funcionando.

– [b][i]¿Por qué me has salvado?[/i][/b]

Mi voz había salido algo más de cortada de lo habitual y aquellas palabras, por mucho significado que pudiesen llegar a tener, ignoraba realmente si obtendría respuesta alguna. No estaba muy lejos de la posición del guerrero, pero tampoco estaba cerca de la puerta. Ya había pasado bastante con aquel bicho tamaño XXL como para no ser cauteloso y al tener compañía, dejar que me coman en el menor descuido.

– [b]Pobre chica, después de lo que hicieron con ella sería un milagro que aun siguiera con vida.[/b]- apretó un botón, sin saber realmente por qué lo hacía, pude notar cómo las imágenes de las cámaras cambiaban.

– [b][i]¿Chica? ¿De quién estás hablando?[/i][/b] – al decir eso, le pregunté extrañado mientras me acercaba un poco, reduciendo la distancia entre ambos.

– [b]Este no paso del primer test.[/b] – comentó, ignorando todo aquello que le preguntase, mientras continuaba pulsando el botón y observando las grabaciones.

Le miré a él, pero observé de forma cautelosa todo aquello que pudiese hacer o decir. Notaba algo extraño en todo esto, algo extraño en él. A cualquiera que le dijese esto se reiría o no me tomaría en serio, pero normalmente, o al menos, eso creo, suelo ver bien cómo son las personas, qué es lo que tienen dentro de su dura coraza. Las pocas veces que le había visto me bastaba y me sobraba para percibir que sus intenciones eran buenas. Y lo que tenía ante mí, lo que veía delante, no era lo que yo conocía.

– [b][i]Tú no eres él.[/i][/b] – dije, bastante seguro con esta afirmación. – [b][i]No le conozco, le he visto dos veces contadas, pero tú no eres él. Lo poco que vi de Dominic me mostró una bondad que tú no tienes.[/i][/b]

No ocurrió nada. No mostró signos de que me hiciese caso o me escuchase. Su rostro continuaba siendo aquella costra inescrutable, sin sentimientos ni emociones que pudiese caracterizar como humanas.

– [b]A ti te mate, a ti también, y a ti, solo faltas tú.[/b] – con un único dedo, fue señalando una a una todas aquellas víctimas que habían caído ante él. Sí, victimas, porque en verdad, ignoraban el papel que habían jugado en la vida de él. ¿Por qué había terminado así? ¿Acaso había perdido el juicio y quitaba a cualquiera que tenía por delante? Y sí, por el contrario, ¿estaba matando a todos aquellos que le habían torturado y usado? Ignoraba la respuesta, la verdad. – [b]¿Dónde te escondes?[/b]

La parte de su rostro que se encontraba desfigurada, sin piel, sonrió de forma grotesca. La risa que continuó a aquel gesto consiguió que retrocediese, sin saber realmente si correr o no. Aquella maldad, aquella oscuridad que le envolvía no despertaba ningún sentimiento de protección característico de los aesir. Vi cómo volvía a darle al botón de avanzar, en este caso saliendo la grabación de esa chica que a veces solía estar en casa, Silver. Demasiado escandalosa para mi gusto. Al ver la imagen de ella, acarició la pantalla, sonriendo momentáneamente para luego continuar avanzando en aquel recordatorio tan doloroso. Después, lo siguiente que vi, consiguió asustarme, asustarme de verdad.

Era yo. En esa grabación salía yo.

– [b]El chico los tiene bien puestos.[/b]

Él se refería a mí, y parecía entender por qué pensaba aquello. Estaba en la habitación del tanque, donde había despertado tantas veces en el pasado. Varios científicos me estaban intentando contener, con varias inyecciones con tranquilizantes o similares, mientras que yo no les daba cancha para hacerlo. Luchaba, gritaba, pataleaba, aprovechaba cualquier oportunidad para zafarme de ellos y poder defenderme.

Arrugué el rostro al ver cómo, en aquella grabación, vi como uno de los guardias entraba, al ver que no podían los científicos hacer su trabajo y me marcaba un fuerte golpe que me dejó tumbado al suelo. Después de eso, comenzaron a usarme como mejor les parecía. Retrocedí en el sitio, tropezando levemente con algo y causando un poco de ruido. Dominic, de forma rápida, se giró hacia mi posición, mirándome alarmado.

– [b]¿Quien anda hay?[/b]

– [b][i]Mmm… ¿yo?[/i][/b] – dije por lo bajo, moviéndome lentamente.

No, no me lo había preguntado a mí, sino al aire. Por alguna razón que desconocía, él no podía verme, no podía percibir mi presencia cerca ni mirarme a los ojos. ¿Por qué? ¿Por qué no podía verme? ¿Por qué me había salvado antes? ¿Había sido simple casualidad? ¿Había estado Dominic buscando al demonio y le encontró gracias a mí? ¿Encima le tengo que dar las gracias por salvarme de mi papel de comida?

– [b]Te doy cinco segundos.[/b] –puso un nuevo cargador en la pistola, preparándola rápidamente para utilizarla.- [b]Uno…[/b]

Me alejé, intentando moverme todo lo silencioso que podía hacerlo en estas circunstancias. Me puse detrás de él, esperanzado de que no me escuchase. Aunque lo que sí escuché yo fue lo suficiente como para perder toda la futura confianza que podría tener. Del número uno pasó rápidamente al cinco, para después disparar. Movió la cabeza, esperando que apareciese alguien, quizás que un cuerpo terminase en el suelo, lleno de agujeritos gracias a él.

– [b]Dominic, estás perdiendo la cabeza.[/b]- habló consigo mismo, para reírse después.

– [b][i]Desde luego…[/i][/b] – añadí yo, quizás más tranquilo porque no me escucharía. Este Dominic me quitaría las tripas y las usaría de trofeo, seguro.

Volvió a girarse, percibiendo que algo había cambiado en una de las cámaras. Al parecer, otro de los demonios que habían conseguido sobrevivir a todo aquello estaba suelto. Y Dominic, por supuesto, no se iba a quedar quieto.

– [b]Es hora de seguir trabajando.[/b]- dijo mientras sacaba su arma, preparándola para su siguiente enfrentamiento.

– [b][i]¿Hola?[/i][/b] – pregunté en voz alta, esperanzado de que me pudiese escuchar, aunque fuese un poco. – [b][i]¿Alguien me ve?[/i][/b]

Al igual que antes, no tuve respuesta, ni ninguna mirada o gesto. Salió de la pequeña sala y yo me esperé un poco, todavía sin salir. Una vez más, me veía en un panorama que, ni entendía ni me había esperado. No veía nada que resultase medianamente familiar y cuando por fin podía ver algo, no era más que una ilusión. Me rodeé con los brazos, intentando sentirme un poco protegido, intentando ser yo el que sacase las fuerzas e intentando ser yo el que disipase el miedo.[/SIZE]

[QUOTE][SIZE=4][color=black]
[i][u]Flashback “Principios de Enero”[/u][/i]

Un grito rompió el silencio sepulcral de la mansión.  Acompañado de eso, me incorporé en la cama, despertándome de algo que no quería recordar. Miré a mi alrededor, todavía asustado y con el rostro sudoroso. Volví a desplomarse en el colchón, mirando al techo, intentando borrar los últimos recuerdos que tenía mi mente.

Levanté la cabeza  al notar algo que tocaba la cama, o al menos lo intentaba. La pequeña perrita estaba puesta a dos patas, mirándome, con las orejas alzadas y moviendo el rabo de forma animada. El pequeño rostro del animal reflejaba, según cómo podía interpretarlo en este momento, preocupación. Freya movió la cabecita levemente sin dejar de mirarme, esperando a que la dijese algo. Sonreí levemente, esta vez levantándome y cogiéndola en brazos, para luego acariciarla un poco.

– [b][i]La próxima vez te vienes a mi super sueño, ¿eh? Me guiarás, como si tu fueras Pluto y yo Mickey, para salir del pasillo de oscuridad.[/i][/b] – le susurré mientras me daba algún lametazo en la cara. Aff, el Kingdom Hearts es demasiado bueno como para ignorarlo.

Volví a dejarla en el suelo, dejando a la pequeña que se fuese a su cuna para dormir un ratito más. Yo, en cambio, decidí salir, ya que con aquel grito que había pegado, lo que menos buscaba es que Elizabeth se preocupase más de lo que ya se preocupaba. Dejé el dormitorio atrás, extrañado de no escucharla por ningún lado. Todavía era pronto, por lo que, extrañado, me acerqué a su dormitorio. No me hizo falta llamar a la puerta ya que esta estaba abierta, con la cama hecha. Aún descalzo, bajé las escaleras, esperando que se encontrase en la cocina, el salón o no sé, en algún lugar de la casa.
Pero no fue así. El silencio que antes había sido roto había vuelto a inundar el lugar, dejándome sólo conmigo mismo y con la única compañía que una perrita. Un nudo subió a mi garganta, nervioso por todo aquello. No me gustaba estar solo, y mucho menos en una casa tan grande como esta. No podía negar que me encantaba, sobretodo el ático y todas las escaleras (es que cualquiera se entretiene jugando con un perro subiendo y bajando), pero me ponía nervioso que no hubiese nadie más.
En más de una ocasión había tenido pesadillas como estas, en las que me encontraba en la casa, completamente solo, y luego… tenía bastantes finales distintos, pero ninguno era apetecible. Tentado de subir y coger el móvil, quizás llamando a alguien podría averiguar si todo esto era real o no.
Pero quizás me estaba precipitando. La Mami Echolls habría salido a hacer algo o no sé, tenía su vida, sus cosas por hacer y no podía estar aquí cada vez que yo cogiese el móvil, por supuesto.

– [b]No creo que encuentre los libros, creo que se los comió Freya…todos.[/b]

Estando yo en el salón, escuché cómo se había cerrado la puerta y alguien entraba. La voz era la de Sarah, desde luego, pero aun así… ¿Todavía estaba soñando?

– [b]Mira debajo de tu cama.[/b] – esa había sido la voz de Ed, seguramente medio riéndose, sabiendo más cosas de lo que muchos podíamos imaginar.

– [b]Buena idea Ed.[/b] – vale, son tres, y este es Mcleod. – [b]Y sino siempre tenemos la copia digital.[/b]

– [b]Os odio. [/b] – añadió Sarah, seguramente sacando la lengua.

Cambié de posición, moviéndome un poco para alcanzar el recibidor. Al mismo tiempo, al parecer, Sarah se había puesto en plan [i]Flash[/i] (pero en versión de tía), no muy dispuesta para subir a buscar esos libros. Pegó un gritito, sobresaltada, al verme. Aún serio, les miré a los tres, intentando conseguir mi primera respuesta del día. Tal y como parecía, Sarah, Ed y Mcleod se encontraban aparentemente juntos, en aquel orden, delante de mí.

– [b]Buenos días Liad ¿Te hemos despertado?[/b]

Ed había sido el primero en hablar, hablando y sonriendo como él hacía. Me acerqué a él, mirándole fijamente al rostro, buscando cualquier señal  que me diese el sí que tanto ansiaba. Elevé mi brazo derecho, aunque tampoco mucho, ya que entre ambos no había una diferencia de altura tan exagerada. Le toqué el pómulo para después agarrarle levemente del moflete, sin hacerle daño claro.

– [b][i]Eres Ed.[/i][/b] – dije segundos después de que le abrazase con fuerza. Noté como me daba unas torpes palmaditas en la espalda.

Una vez que me separé de él, me acerqué a Sarah. La más bajita de todos pero no por ello la peor. Al igual que había hecho antes, me acerqué a ella, pero no necesité mucho más tiempo para saber qué decir. Tal y como había hecho con Ed, la abracé, pudiendo captar un olor algo parecido al de Diana, pero teniendo algo particular, cálido y agradable, que conseguía que fuese el de Sarah y de nadie más.

– [b][i]Sarah.[/i][/b] – asentí con la cabeza, dirigiéndome al último escalón de aquel pequeño tramo.

Me separé, como había hecho antes, y miré a Mcleod. El rostro de este también mirada, curioso, extrañado y quizás preocupado al mismo tiempo. Sus habituales ojeras eran inconfundibles, pero lo que más podía destacarle era un algo, una seguridad o calidad que irradiaba sobre todo cuando estaba con las personas que quería. Tal y como había hecho con los anteriores, también le abracé. Noté como gesticulaba algo con sus brazos, quizás acompañado con la cara, sin saber qué hacer.

– [b][i]Gracias por estar aquí.[/i][/b] – le dije, quizás algo más tranquilo por el simple hecho de que todo esto fuese real. – [b][i]De verdad, gracias.[/i][/b][/SIZE][/color]
[/QUOTE]

[SIZE=4]En aquella ocasión había pensado que lo que veía continuaba siendo un sueño, pero al llegar ellos, al tener su presencia cerca, pareció que la verdad fue revelada. Y ahora eso parecía que no importaba, parecía que todo eso no era real, que esto sí. Esto me aterra, y mucho.

Giré mi cabeza y vi lo que parecía que me quedaba en este mundo. Un guerrero luchando en la cámara, matando a otro más sin ninguna piedad. Él no podía verme, pero yo sí podía ver en qué se había convertido. No sabía exactamente cuánto tiempo había estado aquí abajo o si realmente había estado aquí mucho, pero igualmente, su mente se encontraba tan trastornada como su cuerpo, y aún en estas circunstancias, yo no quiero eso.

No estaba seguro de qué hechizo o cosa estaría haciendo esto, pero no podía estar aquí, ya no. Mirar esto, estar en este lugar me estaba quitando algo que tenía en mi interior, cosas que podía saber y otras que no. Pero que no sólo debía… sino QUERÍA conservar a toda costa.

La última puerta estaba delante, lo único que me faltaba era dar el paso. Pasase lo que pasase.[/SIZE]

[spoiler]Supervisado por Dracon, DomCaras fue movido por Alph, Sarah por Stefy, Mc por Dracon, mientras que Liad por mi persona. Espero que os guste, que ya os dije que postearia hoy ~ Aumenté la letra para que se lea mejor, que a estas horas, uff…[/spoiler]

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