[align=center][SIZE=4][b]Liad | Iniciativa Awaken [/b][/SIZE]
Caos, destrucción… Había dado el paso, había saltado a la oscuridad, teniendo un valor que parecía no ser normal en mí. Había esperado que una vez que saliese de allí, que atravesase una puerta o algo así, todo cambiase. Había esperado despertarme de lo que era una pesadilla, pero al parecer no era así. Tenía dudas, tenía pensamientos la mar de contradictorios que lo único que conseguían era confundirme más de lo que estaba. ¿Qué era real y qué no?
Beethoven continuaba entonando su música. A veces, la podía escuchar con perfecta claridad. Otras, sin embargo, dependiendo del lugar en el que me encontrase y que el material del lugar todavía, lo hacía de una forma más tenue y débil. Pero detrás de todo eso, detrás de los sonidos, de las notas, de la tristeza, oscuridad y desesperación que me trasmitía, había algo, algo que veía con una claridad poco habitual.
Desde que había salido del tanque, desde que había liberado mi cuerpo de todos aquellos cables y tubos que entraban en mi interior, había tenido la iniciativa de no querer pararme, de no mirar atrás. Quería salir, salir de allí, pero si lo hacía despacio, parándome a descansar, ignorando lo que podría encontrarme, acabaría aquí metido, entre estas malditas cuatro paredes.
Tenía los brazos pegados al cuerpo, o al menos todo lo cerca que la situación me lo permitía. Aún con la bata que me había agenciado, mi cuerpo empezaba a sufrir el efecto de llevar poca ropa encima. El principal problema fue que, al enfriarse las piernas, por mucho que me moviese, los pies estaban aún más fríos, consiguiendo que en más de una ocasión no me respondiesen y tropezase. Pero no podía parar, aquí no.
Mis sentidos reaccionaron, alerta de posibles amenazas. Detrás de mí escuché algo, aunque todavía a cierta distancia que me otorgaba relativa seguridad. Ese ruido no era bueno, ya que significaba que no estaba solo allí. ¿Qué sorpresas me estaría reservando la iniciativa entre todos sus secretos y escondites? Volví a correr, procurando que mi cuerpo no fallase y respondiese de la forma adecuada en esta situación. Pero, ¡cómo no! La suerte no estaba de mi lado y volví a caerme, golpeándome, esta vez en la cabeza. Me moví en el suelo durante unos segundos, levantándome con todo el cuidado del mundo y poniéndome en camino otra vez. Mientras caminaba, me puse la mano en la cabeza y noté cómo la palma se manchaba de sangre. Me [i]limpié[/i] en la sucia bata (es decir, ni una mierda me limpie, solo me ensucié más) para comprobar que, aunque me dolía, la herida no sangraba lo suficiente como para ser muy profunda.
– [b]Corre pequeño, corre.[/b] – una voz horrible había hablado al fondo de mi pasillo. El simple hecho de escuchar un sonido como ese consiguió que me estremeciese. – [b]Cuanto más corras más sabrosa estará tu piel.[/b] – ¿Mi piel?¿Qué tenía que ver mi blanca piel en todo esto?
Decidí, por una vez, hacerle caso a… llamémosle el comedor de piel despreciable. Una vez más, volví a correr, como la primera vez que había despertado, como cuando esos cybors me habían atacado y casi matado. Pero al otro lado no habría nadie. No estarían ni Diana ni Mcleod para protegerme, para luchar contra eso que intentase darme caza. Pero deseaba eso, deseaba que ellos o cualquiera estuviese allí, como la primera vez. Pero algo me decía que no volvería a repetirse una situación como esa.
– [b]Huelo tu piel…[/b]
Aquella criatura debía de ser inteligente, debía de hacer eso con todas sus víctimas. Pero, ¿por qué? ¿Por qué iba a por mí? ¿Y por qué estaba aquí? Sin nada que comer, sin ninguna persona de la que aprovecharse, ¿era una mera coincidencia que los dos nos encontrásemos aquí? No, no era una coincidencia. Todo esto era muy extraño. Demasiado extraño.
– [b]Corre pequeño corre, ya casi estás en el punto perfecto. Lo saboreo.[/b]
Las palabras que decía tenían un efecto sobrecogedor. No quería pararme, no quería detenerme a respirar, a intentar buscar una alternativa a correr y luchar, porque no serviría de nada. Yo era su presa, como una pequeña cría de león, una cría que se alejó demasiado y ahora, lejos de la manada, corre, corre intentando huir de su cazador, corre intentando huir del lío en el que se había metido. Pero yo no me había marchado, todavía dudaba y no comprendía de por qué regresé aquí.
– [b]Silencioso y rápido. Gritarás cuando te arranque la piel.[/b] – aseguró. – [b]Sabe mucho mejor si estás vivo cuando lo hago.[/b]
– [b][i]Si lo intentas[/i] [/b] – comencé a amenazarle, tembloroso. – [b][i]Cecil te arrancará la piel a tiras.[/i][/b] – terminé de añadir, intentando evocar todo el valor y toda la confianza que me era posible.
– [b]Así que Cecil ¿eh? Cuando acabe contigo tendré que ir a comprobar quien arranca la piel a quien.[/b] – le escuché con el mismo tono horripilante. Su voz no se había visto alterada, sus pasos se escuchaban y presentían cada vez más cercanos. Pero yo no paraba. Porque seguía corriendo, porque seguía luchando.
Pero, ¿y si era en vano? ¿Y si Cecil no existía? ¿Y si todos estaban muertos? En varias ocasiones les había oído escuchar de las otras realidades, como la de Ed, en la que todos estaban muertos y en la que no me conocían. ¿Y si realmente me encontraba allí? ¿Y si todas las personas que quería ya se habían convertido en polvo? Entonces, ¿para qué continuar luchando? Yo no tenía nada, ni aunque estuvieran ellos. Yo no tengo un lugar al que regresar, donde me espere un padre o una madre con los brazos abiertos. No tengo ningún lugar que pueda llamar mi casa. Yo no.
Sentí otra punzada en la cabeza, quizás por el dolor del golpe, o quizás no. En cualquiera de los casos, fue más que suficiente para que no me quedase allí parado, dejando que me comiese lenta y dolorosamente. Esa no podía ser una opción. De ninguna manera. Volví a tropezarme, sintiéndome la persona más torpe del mundo. Recé para que no se acercase, para que no estuviera tan cerca como para alcanzarme en este perpetuo imprevisto. Pero me equivocaba. Una vez más, las cosas no salen según las expectativas de cada uno, y allí estaba él. O ella. O [i]eso[/i]. Podría decirse que tenía apariencia humana, o bueno, similar, ya que no pude percibirlo con la claridad que me hubiese gustado. Se había puesto cerca, en frente de mí, dejando ver el lamentable aspecto que tenía su rostro. Demacrado, hambriento… [u]demoníaco[/u]. Su aliento era repugnante, oliendo a rabiar a piel de otras víctimas.
– [b]Te pillé pequeñín, creo que ya es hora de empezar con el banquete.[/b] – me dijo mientras sonreía. Comenzó a moverse, listo para empezar lo que había prometido hacer.
Palpé el suelo, intentando buscar algo que pudiera utilizar, que me pudiera servir. Agarré con fuerza un pedrusco y se lo lancé a su cara, esperanzado de que eso le impidiese ver con tanta facilidad… O al menos un poco.
No esperé nada, no quise verle mal herido ni satisfacer mi lado más curioso y masoquista. Me levanté como pude y continué. Corrí y continué corriendo, esperando que aquello le hiciese pensarse si comerme o no. O lo más lógico… retrasarle. Le escuché como se quejaba con fuerza, pero pronto, ese quejido pasó a ser una corta risa siniestra. Corta y masoquista.
– [b]Me encanta cuando peleáis, hace que me divierta más cuando no podáis moveros y sintáis cómo la piel se separa poco a poco de la carne.[/b] – dijo el demonio, disfrutando seguramente con el mero hecho de imaginarse esa escena.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando le escuché decir eso. ¿De dónde había salido ese bicho? Si esto era una pesadilla, ¿por qué aparecía algo que ni siquiera he visto cara a cara? Había escuchado cosas, leído cosas, pero nada tan real como esto.
Me espanté al ver que había dos caminos delante de mí. Me paré de golpe, justo en la entrada de ambos. No tenía ninguna manera de decidir por cuál ir. Tampoco tenía tiempo de recordar o de hacer pruebas. Cualquiera que escogiese podría darme tiempo para continuar huyendo. Si acertaba, tocaría correr más. Si no… ya todo daría igual.
– [b]Tic tac.[/b] – me giré de pronto para ver que estaba allí, en la salida del pasillo desde que habíamos venido. – [b]Ha llegado la hora de despellejar.[/b]
Estaba cerca, demasiado cerca y yo no tenía tiempo para decidir. Dos caminos, dos respuestas.
Vivir… o morir.
[spoiler]El rubio por mi persona y el bichito tan adorable y genialoso por Dracon ;D Espero que os guste y si hay algo que cambiar, avisadme enseguida, que lo hago gustoso ^^[/spoiler]
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