[align=center][SIZE=3][color=black][b]Liad | Moondale.[/b][/SIZE][/color]
[SIZE=2]Me sentía como si estuviera en una de esas películas de terror que solía ponerme a altas horas de la madrugada. En cada esquina pensaba que veía algo, en cada sombra, cada movimiento ocasionado por el aire, sentía como si alguien no muy lejos de mí estuviera persiguiéndome, observándome. Continuaba oculto, encogido, agarrando las armas por si llegaba a ser necesario utilizarlas. Levanté el cuello de la cazadora en un vano intento de que el frío y el malestar que parecía volver con fuerza a mi cuerpo desapareciese.
Golpeaba el suelo con el pie, impaciente, necesitando alguna manera de expresar la ansiedad que llevaba dentro. Estaba esperando a algo, aunque no sabía exactamente el qué podía ser. Una señal, un fogonazo, un mono haciendo malabares en una enorme pelota de circo… No sé, ALGO. Quizás un sentimiento que naciese en mi interior, algo que dijese que tenía que moverme, avanzar en el momento más adecuado. Pero no era así. El frío que antes fue neutralizado con el valor, la esperanza o los recuerdos que había recuperado, estaba regresando con fuerza, con saña. Esta sensación parecía que no iba a abandonarme nunca, que siempre estaría junto a mí, neutralizándome como si fuera una amenaza. Pero no. Había llegado lejos, había pasado por demasiado. No podía rendirme, nunca más.
Salí de mi refugio, continué caminando. Tenía las armas fuera, agarrándolas con fuerza mientras seguía un camino que desconocía. Había visto lo suficiente como para mantenerme alerta, desconfiado, atento a cualquier cambio que pudiera rodearme. No me había movido una gran distancia pero, aunque sentí que cada paso que daba era una eternidad, percibí algo distinto. No muy lejos veía un par de figuras avanzando con lentitud pero de forma más o menos constante. Podía reconocer quien era, al menos una de esas dos personas. El brujito Ed estaba aquí.
Me comencé a acercar de forma cautelosa, todavía dudando de si era lo que realmente debía de hacer. Pero algo, de forma confusa, me decía que era así. La persona que Ed arrastraba era, sin poder dudarlo, el Dominic desequilibrado que había encontrado en los escombros de la Iniciativa. Alcé a [i]Ocaso[/i], preparado para lo que cualquier cosa pudiera ocurrir. Ya me había encontrado suficiente, al igual que a él, a ese demonio tan sádico o a mi gemelo malvado que no podía evitar sentirme receloso. Él alzó los ojos, mirándome directamente, aunque por alguna extraña razón, no decía nada. Parecía no verme, de la misma manera que había ocurrido en la Iniciativa. No estaba muy seguro, pero tenía la sensación de que algo de magia había en todo esto. ¿Podría hacer ese colmillitos tan peligroso, Mason, algo de este calibre? ¿Era la Iniciativa quien había orquestado todo? ¿O es que había llegado la malvada bruja del oeste a la ciudad y había intentado destruirnos a todos?
Cambie de posición, acercándome más al Ed que tenía delante. Parecía distinto, tenía algo que no podía compararlo con el que había conocido. Pero aun así… Su mirada se encontraba fija hacia el frente, por lo que decidí hacer lo mismo con él. Gracias a eso, vi a varias personas que podía reconocer también. Diana, Cecil y el tío grande de la barba, Bill. Los tres estaban allí, quizás en un estado peor del que yo podía tener, pero estaban allí. Seguí a Ed mientras arrastraba a Dominic hacia un lugar un poco más cubierto, dejándolo apoyado en una pared y observando el ayuntamiento con cautela.
– [b][i]Ed.[/i][/b]-dije, en un intento vano para que alguien me hiciera caso.- [b][i]Estoy aquí, ¿puedes verme?[/i][/b] – intenté estirar el brazo para tocarle en el hombro, pero me aparté rápidamente. ¿Y sí no conseguía nada? ¿Y sí le atravesaba como si fuera un fantasma o algo así?
Giró la cabeza para mirarme. Su rostro se encontraba cansado, agotado, como si hubiera pasado por un infierno de la misma manera que a mí me ocurría. Se me encogió el corazón, aliviado de que al menos, él pudiera verme. Sonreí, dispuesto a decir algo más, a continuar hablando, pero no pude. Ed volvió a moverse, girando la cabeza para mirar a un Dominic que tenía la vista puesta en mí… o algo así.
– [b]¿Ocurre algo?[/b] – le preguntó Ed.
– [b]No estoy seguro.[/b] – contestó Dominic. –[b]Noto esa misma sensación desde hace un rato, Como si hubiese alguien más aquí.[/b]
– [b][i]Oh dios, ya empezamos.[/i][/b] – espeté mientras me alejaba un poco de ellos –no mucho- y miraba con enfado.
¿Eso es lo que soy? ¿Una sensación? ¿El viento que mueve las hojas? ¿Un muerto? Desde que me he despertado, sólo, lleno de cables y alejado de la humanidad, parecía que atraía todo lo sobrenatural, lo macabro, mientras que todo aquello que había formado parte de mi vida, importándome, ya no tenía sentido. ¿Acaso esa era la verdad? ¿Esa era la respuesta a todos los misterios que me rodeaban? ¿Era un clon, una caricatura de una persona que sí era real y tenía un fin? ¿O es todo una gran mentira creada y desarrollada por mi mente, esta maldita pesadilla y mi gemelo malvado? Ciertamente, ignoro la respuesta.
– [b][i]¿Tengo algo en la cara que hace que no me veáis? ¿O he sido tan cabrón en mi anterior vida que el karma me lo devuelve quitándome lo que más me importa?[/i][/b]- grité a los cuatro cielos, intentando desahogarme de alguna manera.
No tenía nada más, únicamente ellos. No eran muchos, pero eso no es importante. Tampoco son perfectos, al igual que yo. Pero son las únicas personas que conozco, las únicas personas con las que quiero estar. ¿Es que eso ya no importa? ¿Da igual lo que quiera hacer? ¿Ya da igual todas las cosas que quería hacer, las preguntas a las que quería buscar respuesta? ¿Este es el punto y final en mi historia? Por qué, ¿eh? ¿Por qué ninguno puede verme? ¿Quién es tan hijo de la gran puta que sólo busca hacer daño a los demás, con el único motivo de sentirse mejor consigo mismo? ¿Quién es tan inhumano para lanzar la piedra y esconderse después?
– [b]¿Donde?[/b] – Dominic me señaló ante la pregunta de Ed, por lo que este se movió, quedándose a escasos centímetros de distancia y consiguiendo que frunciese las cejas con fuerza.
– [b][i]¿Quieres que me ponga en plan Cecil a incordiarte hasta que me prestes atención? Tengo mi propio estilo, pero quizás sea tan efectivo como el suyo.[/i][/b] – comenté un tanto molesto, aunque sabía que no me podían escuchar. Había visto en varias ocasiones, mientras que escuché las otras, de cómo le incordiaba Cecil y tengo una ligera idea de qué es lo que puede molestarle.
– [b]¿Estás seguro de que hay alguien?[/b] – Dominic asintió otra vez, mientras que Ed, quizás en un intento de averiguar si su compañero tenía razón o no, pasó la mano cerca de mi rostro. Aunque para él no fuera cerca de mi rostro, sino, simplemente, en el aire.
Resoplé, comenzando a cansarme ya. No me escuchaba, tampoco podían verme. Quizás me percibían, pero eso no era suficiente. Era frustrante, mucho. Y no lo entendía, no entendía nada. ¿Y todo lo que hemos vivido? ¿Y todo el peligro que hemos corrido, las risas que hemos soltado y los ratos que hemos pasado juntos? ¿Es que tenía tan poca importancia que había dejado de existir?
Sí, así podía ser. Y era por una única razón. Tenía miedo de perderles, miedo de quedarme sólo. Aún todavía no sé quién soy, tampoco sé lo que puedo aportar que valga la pena, que les pueda ayudar, pero esa era la verdad, pura y dura. Sin todos y cada uno de ellos sentía como si careciese de sentido. Aunque eso no lo pensaban, ellos, por alguna razón, veían las cosas de otra manera.
La poca distancia que nos separaba me permitió ver algo que llamó mi atención, algo que reconocí al instante, como había ocurrido con las armas de Daniel. Un pequeño pero bonito colgante, uno en el que en más de una ocasión, me había quedado mirándolo. Eso era lo que necesitaba, lo que estaba buscando.
– [b][i]Eres tú…[/i][/b] – me aparté un poco. – [b][i]No eres como este Dominic. Aunque tengas algo distinto, veo cosas que antes ya conocía.[/i][/b]
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[QUOTE][SIZE=2][color=black][u]Flashback [i]”Momentos Inolvidables”[/i]: Días antes de comenzar las clases. Parque de Bellamy por la tarde.[/u] [i](Música [URL=http://www.youtube.com/watch?v=L_jWHffIx5E]On[/URL])[/i]
Aunque era invierno, hacía sol. Por supuesto, la temperatura no era especialmente alta, pero teniendo al gran amigo luminoso de nuestra parte, conseguía que esta tarde se pasase de una forma más amena de lo habitual.
Hacía rato había estado fuera, en el patio de la casa, en una de las zonas donde hacía sol pero que no llegaba a molestarme mucho. En un intento de salir de la monotonía y aburrimiento habitual, y claro, de hacer alguna actividad distinta, más [i]dinámica[/i], había acabado acumulando en un rinconcito diferentes tipos de balones, entreteniéndome como si de un niño pequeño me tratase. No, no me pasaba todo el rato botando la pelota para ver cuanta altura podía coger, tan enano no soy, ¿eh? Pero igualmente, llevaba un rato entretenido, ignorando lo que hacían los demás.
Pero no estaba solo, claro. Había gente en la mansión, por supuesto, pero era comprensible que cada uno estaría haciendo sus cosas, atendiendo sus obligaciones del día a día, aunque fuese por la tarde. Había preferido que continuaran con sus quehaceres sin interrumpirles. Y de alguna manera, en ese preciso instante no había necesitado mucho más. Tenía el material, los cascos puestos y nadie a quien pudiera golpear accidentalmente con cualquiera de los balones. Pero no fue así, por supuesto. Alguien había decidido hacer algo conmigo, sacarme de la casa y que disfrutase un poco del “mundo más allá de la puerta”. Edward Mclay, Ed para los amigos y a veces me da por llamarle Eddie, por alguna razón que desconocía (¡otra pregunta más a la lista eterna!) me había convencido para salir de allí. De tal manera que ambos terminamos en el parque de Bellamy, seguramente con algo más de gente de lo habitual, aprovechando la tarde seguramente, pero sobretodo, recibiendo yo una clase un tanto peculiar.
– [b][i]¿Seguro que es buena idea? Para esto tengo muy mala puntería, que no soy como Daniel, Cecil o tú.[/i][/b] – le miré a los ojos, diciendo esto todavía no muy convencido.- [b][i]Cuidado, no vaya a ser que lance donde pueda dolerte, ¿eh?[/i][/b] – nunca se sabe dónde acabara el balón gracias a mis [i]super reflejos[/i] –nótese la ironía al decirlo-.
– [b]Tranquilo, por el momento lanzaremos sin receptores.[/b] – paró de hablar durante unos segundos. –[b]Bueno, para que lo entiendas mejor, sin nadie delante nuestro.[/b]
Asentí con la cabeza, todavía no muy seguro de todo esto. Aunque si me preguntaba, no podía negar que sentía curiosidad o si estaba entusiasmado. No les había visto jugar, únicamente algún partido que retrasmitían en la televisión, pero poco más. Seguramente, no podría compararme con lo GRANDES que eran todos ellos, aunque vamos, no estaba de más aprender algo nuevo, ¿verdad? Mientras Ed sacaba uno de los balones que había traído con él, me quité rápidamente la sudadera. Era negra, bonita, con capucha y bastante calentita. Tanto que, después de todo el rato bajo la luz del sol, había conseguido que tuviera bastante calor. Debajo llevaba una manga larga finita, por lo que no pasaría muy mal rato. Esta prenda era un regalo tanto de Sarah como Diana. Aunque sabía que ambas eran hermanas, tenía momentos en que esos rasgos se veían con mucha más fuerza que antes. Sobretodo cuando las escuchaba decir [i]”Qué bien vestido te tenemos.”[/i].
– [b]Debes coger el balón de forma que tu mano este encima del cordón.[/b] – indicó con claridad.- [b]Acto seguido haces un arco con el brazo, de abajo hacia arriba, y…[/b]- realizó lo que acababa de decir, alzando el brazo y lanzándolo lejos.– [b]Estiras el brazo y sueltas el balón.[/b]
Busqué el balón con la mirada y aunque el sol podía estar fastidiando un poco, pude imaginarme más o menos dónde habría acabado. Lejos había llegado, aunque seguramente no tanto de lo que el chico era realmente capaz de hacer. Le miré después, bastante serio, viéndole sonreír ampliamente.
– [b][i]¿Puedes repetirme lo del lanzamiento?[/i][/b] – pregunté, mirándole con curiosidad.
– [b]Claro.[/b] – se apartó un poco de mi posición, agarrando el balón y realizó el mismo movimiento que antes, aunque ahora con más lentitud y detenimiento para que pudiera verlo mejor. Después lanzó con fuerza, teniendo seguramente el mismo resultado que antes. El siguiente que debería de hacer eso era yo, claro.
– [b][i]¿Así?[/i][/b] – le pregunté mientras procuraba imitar su misma postura. El asintió por lo que esta vez miré al frente. Respiré hondo, al menos una vez y después lancé con todas mis fuerzas de la misma manera que Ed había hecho antes. El resultado quizás no fue tan satisfactorio, no había alcanzado la misma distancia que él ni por asomo, pero… Tampoco podía compararme con alguien mayor, ¿verdad? Me giré hacia él, sonriendo, sin podar evitar sentirme algo satisfecho con el resultado. [b][i]Sí, creo que sí.[/i][/b] – reí. – [b][i]Aunque no lo he lanzado tan lejos como tú, pero creo que está bien, ¿no?[/i][/b]
– [b]Si, no está mal. A este paso me quitaras el puesto de Quarterback.[/b]- sonrió también. Uff, ojalá. Pero no lo creo, la verdad.
– [b][i]Quizás. [/i][/b] – bajé un poco la mirada. –[b][i]Si consigo llegar algún día a la universidad, claro.[/i][/b]
– [b]Seguro que lo consigues.[/b]- comentó él, sonriendo ampliamente, mostrando su gran sonrisa amigable y sus habituales mofletes. Por favor, que no aparezca Diana ahora, que es capaz de agarrarnos a dos manos a cada uno. Ni que tuviera vicio a los mofletes ajenos, leñe…
– [b][i]Puede.[/i][/b] – sonrisa leve. ¿Es que vivimos en el mundo chupi genial y no paramos de sonreír? Madre mía… Cualquier espectador que nos pueda estar viendo, seguramente pensará lo que se deben de querer todos o algo así, ¡seguro!– [b][i]¿Puedo preguntarte algo?[/i][/b]
– [b]Claro.[/b]
– [b][i]Pues… No digo que no me guste estar aquí contigo, jugando y tal, pero… [/i][/b] – le miré, intentando decir esto bien, sin sonar… no sé, ¿brusco? – [b][i]Pero normalmente prefieres estar con Diana, con Daniel, Cecil o Sarah. Y bueno… se me hace raro, es sólo eso. Aunque esto me gusta, que conste.[/i][/b] – puntualicé, buscando que quedase claro.
– [b]No veo que hay de raro en pasar un rato con un nuevo amigo.[/b]
– [b][i]Pienso lo mismo, disfruto mucho estando con vosotros.[/i][/b] – asentí. Aunque era eso, podía decir que todos ellos son mis amigos, les veo más como otra cosa a cada uno, la verdad…- [b][i]¿Tenías hermanos mayores? ¿Pequeños?[/i][/b]
– [b]No. Era…[/b]- hizo una pausa –[b]…soy, hijo único.[/b]
Me había entrometido, pero una parte de mí sabía que era por una buena razón. Entendía que todos y cada uno de ellos tenía su historia, una propia antes de todos estos sucesos que no tenían que compartir, ni siquiera totalmente, si ellos no querían. Sabía cosas de Ed, por supuesto, pero había cosas que… bueno, creo que llega un momento en que deben de ser habladas, ¿no?
– [b][i]Nada de caras tristes, ¿eh?[/i][/b] – le dije, primero poniendo la mano en su hombro, para después abrazarle como suelo hacer con mi “pequeño corro”. Al poquito de separarme, añadí.– [b][i]De todas formas, lo digo porque ninguno de vosotros los tenéis pero actuáis como eso. Como si yo fuese el pequeño y vosotros tres los mayores.[/i][/b] – moví los ojos hacia arriba, mirando momentáneamente al cielo. Después, sin parar a mirarle la cara, le señalé con el dedo, en plan acusador, pero riendo, para relajar el momento tenso de la tarde. – [b][i]Pero que no se te olvide, esta ahora es [u]tu[/u] realidad y todos somos una familia, ¿estamos?[/i][/b]
¿Cuántas veces me había dicho eso Cecil? ¿O cuántas veces me lo había repetido Daniel? Tienen que razón, claro que sí, y no es que no les crea, pero entiendo que a veces, cosas como estas, cuesta que entren en la cabeza.
– [b]Por supuesto.[/b] – asintió, más animado.
– [b][i]Venga, grítalo. ¡Quiero escucharte decirlo bien alto![/i][/b] – sonreí, alzando la voz. – [b][i]Estás aquí y eso es lo que importa. Ya no volverás a ese sitio tan oscuro y te quedarás con nosotros.[/i][/b]
– [b]Estoy donde quiero estar. ¡En casa![/b]
– [b][i]¡No te he oído Eddie! ¿Dónde estamos?[/i][/b] – continué gritando, ignorando si alguien nos miraba o no. ¿Qué más daba?
– [b]¡En casa![/b]- gritó entusiasmado, de la misma manera que como si de una jugada de futbol americano se tratase.
Miré a nuestro alrededor cuando esta pequeña escena de gritos llegó a su fin. Me sentía satisfecho porque… algo me decía que eso era lo que él necesitaba, que alguien le dijera algo de este tipo, de la misma manera que a mí me había ocurrido en el pasado y seguramente me pasará constantemente en el futuro. Le miré durante unos segundos, viéndole cómo giraba sus ojos con el rostro sonrojado, siendo, al igual que yo, el centro de miradas de las personas más cercanas.
– [b][i]Bueno, ¿quieres que sigamos jugando? Habrá más cosas que aprender, ¿no?[/i][/b] – dije, más entusiasmado que al principio.
– [b]Bueno. Podrías aprender a esquivar los defensores.[/b] – uff, ¿esquivar el ataque de un gigantón que quieres aplastarme? Acabaré siendo papilla, ya verás. –[b]Voy a placarte.[/b] – avisó. –[b]Tranquilo, no iré con fuerza.[/b] – sonrió, preparándose para la siguiente lección.
– [b][i]Como si pudieras tirarme al suelo.[/i][/b] – le saqué la lengua a modo de burla. Aquí hay que sacar el valor y todo eso, ¿no?
– [b]Voy[/b].- dijo Ed, comenzando a correr, o mejor dicho a realizarme un placaje, aunque no a mucha velocidad ni fuerza (más le valía). Fácilmente, ya que de eso se trataba, le esquivé, comenzando a entender mejor todo esto. Reí con fuerza, emocionado con el asunto, pero alguien, una persona que se ganaría unos cuantos gritos de mi parte, me hizo un placaje que, aunque no iba con mucha fuerza, me tumbó en el suelo.
– [b]Nunca bajes la guardia.[/b]-Dijo Ed con cierta sorna en la voz. Miré al “jugador” que me había tirado al suelo. Su figura y su cabello me daban las pistas necesarias, siendo Daniel, sin dudarlo por un instante. Este sonrió, extendiendo el brazo para agarrarme y tirar de mí, levantándome del suelo con extrema facilidad. Una vez que volví a estar de pie, vi como Cecil le hacía un placaje a Ed, acabando de la misma manera que yo segundos antes.
– [b]Eso mismo podría decirte yo. ¿No te parece?[/b] – dijo Cecil mientras se reía.
Sonreí, emocionado, al verles a ambos aquí también. ¿Cuándo habían llegado? ¿No se habían marchado a hacer la compra, arreglar unos papeles o algo así? ¿No estaban ocupados, aunque fueran todavía las vacaciones? Aff, ¿qué más daba? ¡Estaban aquí!
– [b][i]No vale, hay que ponerte un cascabel en el cuello Dani, que yo no tengo supersentidos ni percepción de esa guay como tú.[/i][/b] – le miré arqueando una ceja, intentando simular cierto enfado, aunque no podía contener la alegría que tenía al verles a ellos dos.
– [b]Siempre alerta.[/b] – bromeó Daniel.
– [b][i]Sí, ya me doy cuenta ya.[/i][/b] –sonreí levemente. – [b][i]Lo único que faltaría después de esto es que os tiraseis en plancha para aplastarme. [/i][/b] – silencio. – [b][i]Ni se os ocurra, ¿eh? Que ya he tenido bastantes encuentros de este tipo en los que acabábamos todos en el suelo. [/i][/b] – levanté un dedo en plan amenazador, pero sin poder evitar reírme o sonreír. Daniel sonrió ampliamente al verme de esta manera.
Desde luego, tengo que empezar a guardarme algún que otro comentario de este tipo para mí mismo. ¿Cómo voy a sobrevivir, a hacerme grande y fuerte, si puedo acabar aplastado por ellos tres? Hipotéticamente, claro…
– [b][i]Deja de sonreír tanto Daniel y apóyame, que si no te cogeré del moflete como hace Diana, ¿eh? [/i][/b]
– [b]Ya que somos cuatro, podríamos echar un rato jugando.[/b]- comentó Ed, intentando cambiar de tema. Bendito seas Eddie, espero que si existe ese al que llaman Dios, te presente a una novia decente, que en verdad, hay mucha tía loca suelta hoy en día.
– [b]No querrás que te plaque otra vez ¿verdad?[/b] – me preguntó Daniel, mirándome con esa sonrisa de anuncio que tiene, para luego mirar a Ed y asentir. Diosssss, ¡no vale!
– [b]Me parece buena idea.[/b] – Cecil asiente también, acercándose más.
– [b][i]No, si a mí también me parece buena idea, pero no sé si acabaré convertido en papilla marca Liad en el césped.[/i][/b] – les miré a todos unos segundos. – [b][i]Además, llevamos un rato aquí y no sé mucho más que lo básico. Dadme un balón de fútbol y os enteráis, pero no sé si puedo compararme con vosotros en esto. [/i][/b]
– [b][i]Tonterías. [/i][/b] – bufó Cecil, frunciendo las cejas para que se me quitase esa idea de la cabeza.
Era distinto que te estuvieran enseñando a ponerte a jugar, sobre todo con gente que… no sé cuántos años podrían sacarme, la verdad, pero que eran mayores que yo. De ninguna manera, ni en circunstancias normales, podría jugar de igual a igual juntos a ellos. Y no sólo eso. ¿Cómo puedo ayudarles sin ponerme en peligro a mí y después a ellos? ¿Qué es lo que puedo aportar a este grupo, qué es lo que debo de tener para que a ninguno le importe nada, salvo que esté junto a ellos?
Aunque me encontraba receloso, rápidamente se organizaron, dividiéndonos, como era lógico, en dos equipos. Junto a Ed, le escuchaba decir cosas como “At, At” o similares, ignorando realmente lo que significaba eso. Después, al poco de recibir unas cuantas indicaciones, nos pusimos en nuestras posiciones. Daniel y Cecil se dirigieron a por Ed, pero este me pasó el balón justo antes de que el rubiales le hiciese un placaje. Salí corriendo con el balón en los brazos, por el rabillo del ojo vi cómo Cecil empezaba a perseguirme, por lo que aceleré el caso, como si realmente estuviera huyendo de la encarnación del diablo. Después, cuanto no tenía una distancia prudencial, lancé el balón al suelo en la zona que habíamos indicado, “marcando” como si de un verdadero partido se tratase. Cecil, el cual no se encontraba muy lejos de mí, me agarró del brazo, levantándolo hacia arriba, gritando a los cuatro cielos la “jugada” que acababa de hacer con una sonrisa. Después, continuando este pequeño e improvisado partido, se invirtieron los papeles. Fue Cecil, en este caso, quien le pasó el balón a Daniel. Como era algo lógico, no pude impedírselo, por lo que Ed salió corriendo rápidamente detrás del aesir, aunque claro, con lo correcaminos que es Daniel, era un poquito difícil que el [i]no excesivamente[/i] coyote le consiguiese avanzar, ¿no? Al final, como había dicho Daniel mientras reía, el “equipo de los rubios” habían marcado hoy.
– [b]Sarah nos matará por habérselo perdido.[/b] – comentó Daniel mientras comenzábamos a salir del parque.
– [b]Nah, hoy es tarde de chicos. ¿Verdad?[/b] – añadió Cecil, riéndose, quizás imaginándose lo que dirían Sarah o Diana cuando les contásemos la tarde que habíamos tenido.
Aunque con lo animada que estaba la conversación en el coche, era prácticamente imposible que no se sacase el tema una vez que llegásemos a la mansión. Mientras Cecil y Daniel llevaban el “rancho” para terminar de preparar la cena, aunque previamente, la Mami Echolls había asomado la cabeza por el marco de la cocina, diciendo en voz alta un [i]“Los he visto más rápidos.”[/i] con una sonrisa en los labios. Sin avanzar mucho para ayudarles, algo rezagados nos quedamos Ed y yo.
– [b][i]¿Qué tal lo he hecho?[/i][/b] – le pregunté a Ed, un tanto nervioso-
– [b]Bastante bien. Como sigas así nos quitaras el puesto a todos.[/b] – contestó él con amabilidad.
– [b][i]¿Seguro?[/i][/b] – le pregunté, no muy convencido al respecto. ¡Pero si apenas había hecho algo! El asintió con convicción. –[b][i]Una pregunta más.[/i][/b] – le agarré del brazo para que no se marchase a la cocina todavía. – [b][i]¿De dónde es ese colgante?[/i]
– [b]¿Este?[/b] – preguntó él, extrañado, mientras sostenía con los dedos el pequeño objeto. – [b]Lo compré de pequeño.[/b]
– [b][i]Me gusta.[/i][/b] – asentí con la cabeza. – [b][i]Te pega.[/i][/b]
[i](Música Off)[/i]
[/SIZE][/color][/QUOTE]
[SIZE=2]Lo había hablado con Cecil, también con Daniel. Había escuchado e interiorizado cada palabra que me habían dicho, de verdad que sí. Pero me costaba, mucho. Había cosas que, aunque en sí podía entenderlas, tenían un matiz que no era capaz de captar, que no era capaz de seguir de buenas a primeras.
Aquella tarde había comenzado siendo extraña, distinta, pero terminó siendo una que no olvidaría jamás, que tampoco la cambiaría por cualquier cosa que pudiera querer tener. Me había sentido bien pero… también me había visto pequeño, muy pequeño, porque no sabía que hacer para que ellos no tuviesen que tratarme como si realmente, “fuera el pequeño” de la casa, sino como un igual, alguien que pueda hacer las mismas cosas que ellos.
Pero las comparaciones son odiosas, nadie puede ser como otra persona por mucho que lo intente. Puede tener rasgos, pero cada uno es único. Quizás esa es la razón por la que estaban allí, por la que jugamos en esa ocasión. Porque les da igual de dónde venga o quien sea, si tenía poderes como ellos o no. Al fin y al cabo, soy eso, aunque sea un simple nombre, soy un Liad, alguien que ha “crecido” con todos ellos, que ha aprendido y que sigue haciéndolo. Quizás alguien único, quizás teniendo algo que ningún otro puede tener, alguien que, independientemente de mi tamaño o de lo que pudiera o no pudiera hacer, tenía un corazón, unos sueños y unas expectativas como cualquiera de ellos. Y eso era algo que nada ni nadie me arrebataría, nunca.
– [b][i]Esto se ha acabado, ¿me oyes universo?[/i][/b] – grité, alzando las katanas. – [b][i]Nunca me lo quitarás, no te dejaré. Me parezco más a todos ellos de lo que ninguna otra persona en la Tierra podría decir. Y me quieren, ¿sabes? Y yo a ellos.[/i][/b] – Más que al chocolate, más que a nada de lo que conocía. – [b][i]Cada uno es único, como yo lo soy. Y da igual lo que tenga que hacer, da igual si parece que no puedo. Lo haré a mi manera, los recuperaré, los encontraré.[/i][/b] – Como hacían todos y cada uno de ellos.
Tosí, esperé a que sucediera algo, a que apareciesen cámaras por todos los lados diciéndome que esto era una broma. Pero no era así, claro. El viento sopló otra vez con fuerza, pero ni el frío del invierno conseguiría apagarme y derrotarme otra vez. Algo dentro de mí, como si de una luz se tratase, ardió con fuerza, consiguiendo que mi cuerpo comenzase a calentarse de forma progresiva, sintiendo cada vez mejor por momentos.
Cuando volví a mirar a uno de mis brujos favoritos, sentí como si algo había cambiado, como si todo tuviese una perspectiva diferente.
Creo que, por primera vez desde hace mucho, mucho rato, podía notar los cambios que estaban sucediendo, y como esta vez, alguien a quien apreciaba y llevaba en el corazón podía verme.[/SIZE]
[spoiler]Siento que el post tardase tanto en salirme >< Ed y Domcaras manejados por Alph, Daniel por Dracon y Cecil y Liad por mí. Espero que os guste, de verdad que sí ^^U. Siento borrar y volver a postear, pero me olvidé de poner algo que quería que todos lo supierais ~[/spoiler]
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