[align=center][SIZE=3][color=black][b]Liad | Escocia[/b][/SIZE][/color]
[SIZE=2]El día anterior se me había hecho eterno, larguísimo. Había procurado disimularlo, pero normalmente, lo único que tenía en la cabeza era estar sentado, entretenido y no tener que moverme mucho. La noche había pasado de la misma manera, sintiéndome como si estuviera rodeado por un mar de llamas, sensación que permaneció conmigo de forma perpetua y continua. Una vez que por la mañana abrí los ojos, me encontré con un Cecil ya vestido, listo para salir a dar una vuelta, pero al mismo tiempo algo preocupado e insistiendo que durmiera un poco más si no me encontraba bien para estar danzando por todos lados.
Le hice caso a medias, ya que no tardé mucho en levantarme y vestirme. Escuchar apenas ruido por allí me ponía francamente nervioso, aunque se suponía que uno debía de estar así para descansar. De tal manera que, al rato de salir, me encontré en el sillón de la casa de los Mcleod, tapado con una mantita mientras intentaba ver algo interesante en la tele. Pero estaba aburrido, moqueando más que respirando y esperando a que alguien no se decantase por salir y se quedase aquí un ratito. Afortunadamente, así fue. Más o menos al mismo tiempo de mi sonoro estornudo, Diana apareció por el pasillo con su habitual forma de caminar. Como si fuera una pequeña bailarina de las típicas cajitas musicales.
– [b][i][color=#8A3C3C]Maaaaaarco.[/SIZE][/i][/b] – alcé la voz, o al menos lo intenté, para que me escuchase y no desapareciese también.
– [b][i][color=#843181]Polo.[/color][/i][/b] – contestó ella mientras se asomaba.
– [b][i][color=#8A3C3C]¿Vas a salir fuera?[/color][/i][/b] – pregunté. -[b][i][color=#8A3C3C]¿Te quedas un poco aquí conmigo?[/color][/i][/b] – señalé con la cabeza el sillón.
– [b][i][color=#843181]Sí, claro[/color][/i][/b].- se sentó, aunque a cierta distancia.- [b][i][color=#843181]¿Qué tal te encuentras?[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Con ganas de dormir pero sin poder dormirme, así que imagina.[/color][/i][/b] – comenté, acercándome un poco más a su posición, tapándola con la manta.
– [b][i][color=#843181]¿Te has tomado algo?[/color][/i][/b]- pregunto, dejándose tapar y tocándome la frente.- [b][i][color=#843181]Parece que tienes fiebre[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]¿Sirve un vaso de leche calentita? No tengo mucha hambre, la verdad.[/color][/i][/b] – me acomodé en mi asiento junto a ella. La verdad que había desayunado poco, lo suficiente para no estar [i]mal[/i] y no me intentasen alimentar por medio de una vía. Ahora lo mismo, lo único que quería, es que alguien sujetase el mundo, la casa, esa habitación o lo que fuera con fuerza, porque había ratos que se agitada como si estuviéramos metidos en una caja y a este paso pasaría a ser puré de Liad.
– [b][i][color=#843181]No creo que sirva de mucho, pero como estás malo te dejaré tranquilo.[/color][/i][/b]- sonrió y miró a su alrededor. ¡No, eso no!- [b][i][color=#843181]Si McLeod viene, tú te encargas de decir que esto no es lo que parece.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Por favor, él es el padre y tú la madre, no hay nada que tenga que decir.[/color][/i][/b] – puse los ojos en blanco, intentando sacar mi clásica mueca, o al menos lo intenté. – [b][i][color=#8A3C3C]Además, los mimos es algo que los enfermitos suelen necesitar, ¿no?[/color][/i][/b]
No me equivocaba, o al menos, eso creía. No es bueno comparar la vida real con una serie, aunque uno pueda encontrar ciertas similitudes, patrones que pueda seguir y ocurrir en lo que tenemos delante. Pero sí hay cosas de las que uno puede fiarse, cosas en las que uno puede creer. Imaginarte tener a tu padre o a tu madre junto a ti, preparándote una sopa calentita de pollo (o de carne… ¿verdura? No estoy seguro de qué era, no) y algún dulce para ayudarte a sentir mejor… Era una imagen muy utópica, pero en cierto modo llegaba a reconfortarme (y todo lo contrario), al igual que el momento de ahora.
– [b][i][color=#843181]Si fueras Dominic o Cecil, le diría a Rebecca que se pasase por aquí para ser la enfermera sexy de toda película cochina, peeero… [/color][/i][/b] – me miró.- [b][i][color=#843181]eres pequeño.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Esos dos están en plan película adolescente. Sólo les falta que en los ojos les aparezcan estrellitas para rematar el asunto.[/color][/i][/b] – hice una mueca al imaginármelos como anoche. Seguramente ni ellos tres se darían cuenta de mucho, pero el resto veíamos aquel pequeño espectáculo en el que los tres estaban metidos.
– [b][i][color=#8A3C3C]Además, Sarah está… no sé dónde está, la verdad.[/color][/i][/b] – añadí mientras intentaba respirar, moqueando. -[b][i][color=#8A3C3C]Y prefiero retenerte aquí un poquito, sino te parece mal, claro.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]La secuestrada no se queja[/color][/i][/b] – miró hacia la televisión, concretamente donde estaba la consola preparada para jugar en cualquier momento.- [b][i][color=#843181]¿Te apetece si jugamos a algo? A lo mejor eso te anima.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Prefiero hablar contigo, mis reflejos están bajo mínimos y eso de atinar a los botones no creo que sea lo mío hoy.[/color][/i][/b] – la miré. – [b][i][color=#8A3C3C]Sí, lo he intentado y el resultado ha sido muy malo, pero no te preocupes, otro día no te libras.[/color][/i][/b]
¿Os imagináis el típico juego de tiroteos, sangre y mal rollo en el que te aparecen los monstruos por la espalda o cuando menos te lo esperas? ¿Esos que tanto me gustan? Pues hoy han conseguido – hablando mal – acojonarme, pegando un salto en el sillón, dejando caer el mando y terminando conmigo mismo acurrucándome en el sillón, esperando a perder el efecto miedo del día. Por supuesto, la imagen hubiera sido mucho más… curiosa si llegan a encontrarme en esa situación en un rincón, pero ni yo soy tan miedoso ni me encuentro tan mal para hacer eso, para qué negarlo.
– [b][i][color=#843181]Si luego hablo mucho no te quejes: ¡Tú lo pediste![/color][/i][/b] – se rió, para después hacer una pausa.- [b][i][color=#843181]¿Qué tal estás? Y no hablo del resfriado.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]¿Yo? Bien. No tengo nada por lo que estar mal.[/color][/i][/b] – intenté sonarme la nariz con uno de los tantos pañuelos que se habían convertido en mis nuevos mejores amigos. No sirvió de mucho, más bien me taponó más las vías respiratorias y hablaba casi como el pato Donald, aunque sea muchísimo más fan de Mickey. –[b][i][color=#8A3C3C]Menos por esto, claro.[/color][/i][/b] – estornudé otra vez. ¡Rayos! ¿Debería de empezar a llevar un sombrerito azul? – [b][i][color=#8A3C3C]¿Y tú?[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]Tienes muchas razones para estar bien, pero se me ocurren otras tantas para que no lo estés.[/color][/i][/b]- dijo con algo de pesar. Bueno, eso puede ser aplicable a casi todos de los que estamos aquí, ¿no? Siempre tendremos razones para estar bien, contentos y felices, pero siempre habrá algo que no esté molestando, por pequeño que sea.- [b][i][color=#843181]¿Yo? Estupendamente, pero estábamos hablando de ti.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Pero yo también quiero hablar de ti.[/color][/i][/b] – afirmé para darle importancia a ella también. Aunque seamos distintos, todos tenemos algo en común.
– [b][i][color=#843181]Es aburrido… No soy un chico con una historia repleta de misterio detrás.[/color][/i][/b] – bromeó, poniendo la voz más grave al comenzar a decir las últimas palabras, mientras movía las manos para darle algo más de efecto.
– [b][i][color=#8A3C3C]Ni yo soy una guapa bruja superpoderosa. Aunque no dudo que un sombrero de ese tipo no nos quedase bien, claro.[/color][/i][/b] – … Quiero ver [i]Fantasía[/i], o al menos la parte de “El Aprendiz del Mago”. Tengo ganas de ver a Mickey con ese sombrerito, el movimiento ese de las escobas y yoquese, un poquito de magia, a ser posible.
– [b][i][color=#843181]Nos queda bien todo, son los genes Echolls… [/color][/i][/b]- me guiñó un ojo.- [b][i][color=#843181]Si no, mira qué apañado es también Ed.[/color][/i][/b] – Llega a ser rubio y sí, aquí los cuatro pareceríamos familia.
– [b][i][color=#8A3C3C]Somos la envidia de cualquiera, desde luego. [/color][/i][/b] – le sonreí. Es lo que tiene no ser [i]nosotros[/i], que muchos intentan emularnos y les sale el tiro por la culata. – [b][i][color=#8A3C3C]Procuro no pensar mucho en las cosas, no es bueno darle vueltas demasiado.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]Te envidio[/color][/i][/b].- admitió.- [b][i][color=#843181]Si estuviese en tu lugar ya estaría en Thornhill.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]¿Por qué?[/color][/i][/b] – pregunté, sin entender muy bien. Me sentía demasiado amodorrado, por lo que cosas que en otro momento podían resultarme sencillas, ahora eran una tarea ardua.
– [b][i][color=#843181]Porque no todo el mundo podría…[/color][/i][/b]- me miró.- [b][i][color=#843181]Eres un niño[/color][/i][/b].- arqué una ceja al escuchar eso. No tanto, ¿eh?- [b][i][color=#843181]Quizás no tan niño, pero ya me entiendes[/color][/i][/b].- Sí, no tan “mayor” como vosotros.- [b][i][color=#843181]No sabes quién eras, sólo quién eres y quién puedes ser.[/color][/i][/b] – Ya. Vale. Las eternas preguntas que todos tenemos cuando se escucha la frasecita, [i]¿Quién es ese chico rubio?[/i].
– [b][i][color=#8A3C3C]No me refiero a eso tontorrona, me refería a porqué crees que acabarías en Thornhill.[/color][/i][/b] – me encogí de hombros. – [b][i][color=#8A3C3C]De todas formas, si no estamos locos después de todo lo que hemos pasado en poco tiempo, dudo mucho que acabemos así en el futuro.[/color][/i][/b] – me incorporé un poco, alzando la cabeza y sorbiendo, para ver si conseguía respirar algo mejor. -[b][i][color=#8A3C3C]Además, somos más fuerte de lo que algunos pueden imaginar. Yo soy más fuerte y tú eres más fuerte de lo que crees.[/color][/i][/b] – porque todos, SIEMPRE, y el que lo niega miente, tiene momentos de debilidad en los que se siente de menos, más chiquitito. Quien no pase por eso tiene poco de humano, ¿no?
– [b][i][color=#843181]Especialmente cuando se me ponen los ojos negros[/color][/i][/b].- intentó bromear, aunque sabía que era un tema bastante delicado.
– [b][i][color=#8A3C3C]La magia no es todo.[/color][/i][/b] – aunque me pase bastante tiempo del día con ella en la cabeza. –[b][i][color=#8A3C3C] Aunque tenga cierto encanto atrayente, para qué negarlo…[/color][/i][/b] – admití. – [b][i][color=#8A3C3C]De todas formas, hay cosas más fuertes que eso, por muy oscuretes tengas los ojos. La fuerza que irradia el corazón es más valiosa. Cuando llegue el momento adecuado, te darás cuenta de eso y será lo que realmente importe.[/color][/i][/b] – continué moqueando y por un momento, sintiéndome extremadamente pequeño, quise llorar, gritar o algo así. ¿Por qué me ha tocado esto ahora?¿Por qué tengo que hablar como si fuera un pato mareado que encima gastaría una fábrica enterita de clínex? Ni que saliera con poca ropa en pleno invierno, por favor…-[b][i][color=#8A3C3C]Al menos, es como salí… o medio salí, porque no sé cómo explicarlo, pero fue así.[/color][/i][/b]
La miré con las cejas fruncidas sin saber muy bien cómo explicarme. A veces me ocurría eso, hoy sobre todo. No encontraba las palabras adecuadas, las necesarias que quería utilizar para trasmitir algo, por poca cosa que fuera. Después de unos segundos de silencio, de mirar sin que ninguna palabra llegase a mi atolondrada cabeza, vi la mirada. O una mirada, pero consiguió que me acordarse de la forma en que el resto miraban a alguien cuando este normalmente no se daba cuenta. Era algo como esa mirada de padrazo que tenía Christopher cuando miraba a Sarah, a su cazadora pero, por lejano que pudiera parecer el término, su [i]niña[/i] que había crecido y con orgullo, veía en lo que se había convertido.
Parecía algo contagioso, o quizás podía ocurrir porque ellos dos eran los “más mayores” de todos nosotros, pero vi eso en el rostro de la brujita.
– [b][i][color=#843181]Los Grandes Poderes estarán orgullosos de ti[/color][/i][/b]- bajó la voz al decir eso, quizás con cierto orgullo, para después tocarme el cabello como normalmente, ella y Cecil hacían. Se estaba convirtiendo en una costumbre, y aunque hoy no tenía que domarlo (porque seamos francos, posturas raras para dormir equivale a tenerlo en posiciones demasiado extrañas para ser descritas en pocas palabras).- [b][i][color=#843181]Hiciste los deberes.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]En realidad, simplemente hice lo que creía que tenía que hacer.[/color][/i][/b]
Muchas veces no sé lo que estoy haciendo. Es cierto que no recuerdo más de cuatro cosas, que puedo ser extremadamente despistado y olvidarme de otras que tenía que hacer. Pero en casos como ese, como el día M, en que uno se encuentra solo, sin la ayuda de nadie… Simplemente, procuro hacer las cosas según lo que he aprendido, según lo que siento que es correcto y lo que no. Puede parecer una tontería, pero como todos, tengo mis corazonadas, mis momentos en que una vocecita, no exactamente en plan Pepito Grillo, me guía hacia lo que creo, es la mejor opción.
Aunque por supuesto, el instinto no siempre acierta, las personas fallamos, nos equivocamos y tenemos que rectificar. La humildad es algo que no sólo aprendí gracias a ese demonio, sino también por ellos. Piden bastante más poco de lo que ellos dan a la vida, teniendo sueños, expectativas… Ellos no han llegado aquí por el camino fácil, por el que tiene el verde césped y las flores recién florecidas. Han tenido que llegar por el camino largo, difícil y doloroso, y la capacidad que tienen para corregir sus errores, para hacer las cosas mejor puede llegar a ser increíble, única.
Después de que cierta mano se alejase de mi cabecita, me rasqué de forma instintiva. El remolino que tenía en la cabeza era preocupantemente monstruoso, tendría que ducharme para que desapareciera, porque si no…
– [b][i][color=#8A3C3C]Qué tenéis todos con mi pelo para que me lo toquéis, en serio, es algo que no entiendo. Es… pelo, no sé, me cuesta domarlo y parece que os hace gracia cuando os miro después de que lo hagáis.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]No puedo evitarlo, es como si tuvieses un gato ahí encima que me pide que lo acaricie.[/color][/i][/b]- Alzó el puño en plan teatral. Prefiero a Freya, la verdad.
– [b][i][color=#8A3C3C]Ni que tuviera melena de león…[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]La tienes[/color][/i][/b]- dijo para picarme.- [b][i][color=#843181]ROAR[/color][/i][/b] – añadió, con los brazos alzados como si fueran las patas de una leona. Llega a estar Stephanie por aquí y se reiría con ella en esa escena. Mucho.
– [b][i][color=#8A3C3C]Me gustaría saber una cosa… Si quieres contestarme, claro.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]Dime.[/color][/i][/b] – dijo, serenándose un poco.
– [b][i][color=#8A3C3C]¿Por qué tienes visiones? ¿Es como dormir estando despierto?[/color][/i][/b] – siento curiosidad por sus poderes, para qué negarlo, aunque sobre todo el de Diana. Eso de que tanto ella como Ed puedan [i]ver[/i] cosas, o que Daniel pueda encenderse cual bombilla… Pues lo siento, soy humano curioso y joven, y aunque mi cabeza esté creciendo hasta límites insospechados, no puedo evitar preguntarlo.
– [b][i][color=#843181]Nunca me he preguntado por qué las tengo, como tampoco me he preguntado por qué tengo los ojos verdes. Es algo que forma parte de mí[/color][/i][/b].- suspiró, intentando explicarse bien.- [b][i][color=#843181]Y ojalá fuese como dormir estando despierta, en realidad es más como si te abriesen el cerebro en canal y te obligasen a ver una película que no te interesa.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]A veces soñar tampoco es tan agradable.[/color][/i][/b] – añadí, pensativo. De hecho, hay sueños que pueden llegar a ser tan perpetuos que adquieren la categoría de pesadilla horrible.
– [b][i][color=#843181]Pero también hay sueños bonitos.[/color][/i][/b] – sonrió levemente.
– [b][i][color=#8A3C3C]No si sólo recuerdas los malos. Pero bueno.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]Entonces tendrás que crear nuevos recuerdos[/color][/i][/b].- me miró a los ojos.- [b][i][color=#843181]Éste no está mal para empezar, aunque seguro que en el futuro tienes cientos mucho mejores.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Tengo más recuerdos nuevos de los que os podéis imaginar, este es uno, por ejemplo. Y no me quejo, solo que a veces, como has dicho, nos preguntamos qué hay detrás.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]Cuando llegue el momento lo sabrás, seguro[/color][/i][/b].- añadió de forma un tanto críptica.
– [b][i][color=#8A3C3C]No sé qué es lo que sueño, pero sé que no es un sueño, o al menos intuyo eso, pero nunca logro acordarme de algo así, es como si mi mente lo borrase al instante y me deja con la duda de si realmente es bueno o no.[/color][/i][/b] – pausa. – [b][i][color=#8A3C3C]Pero sí, supongo que todo se revela en el momento preciso.[/color][/i][/b] – vaya, ya está dicho… O eso creo…
– [b][i][color=#843181]La mente normalmente bloquea lo que cree que nos puede afectar.[/color][/i][/b]- me miró bastante seria, preocupada.- [b][i][color=#843181]Cuando necesites hablar, dímelo. Ahora es mi trabajo.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Me paseo por… ya sabes.[/color][/i][/b] – dije, haciendo referencia a l iniciativa, pero sin decirlo exactamente por si alguien lo escuchaba. –[b][i][color=#8A3C3C]Libremente, como si estuviera de vacaciones. Solo me falta el bañador y la sala de rayos uva. Llevando “esa” carga desde hace meses, creo que podré soportar los ases que me saquen, ¿no?[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#843181]Y si no puedes tú solo, estamos para ayudarte.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Sabes a lo que me refiero.[/color][/i][/b] – Diana asintió. Después, al mirar el reloj, sentí como si hubiera dado un salto en el tiempo, como si me hubiera quedado paralizado y lo que quería hacer lo había retrasado con todo esto. – [b][i][color=#8A3C3C]Hay algo que tengo que hacer, antes de que me duerma y se me olvide.[/color][/i][/b] – dije mientras me levantaba, aunque no muy entusiasmado por tener que salir al fresquito.
– [b][i][color=#843181]¿Sabes tú a lo que me refiero?[/color][/i][/b]- Sonrisa de medio lado. Asentí de la misma manera que ella. Estarían allí, todos y cada uno de ellos, de la misma manera que estaría yo. Solucionaríamos lo que tuviéramos delante, por muy “feo” que pudiera parecer.
Después de colocarme el abrigo y mi bufanda al estilo que más me gustaba, me quedé un poquito más allí. Quizás, no sabía si era así, pero estaba especialmente sensible estos días. A la mínima saltaba, pero también estaba la otra cara de la moneda, sobre todo ahora. Me separé segundo después de abrazarla, o mejor dicho, [i]dejar[/i] que me abrazasen, porque hoy era el día en que necesitaba esas cosas, esas demostraciones de cariño que conseguían hacerle sentir a uno que todo mejoraría, que nada ocurriría.
El frío me despertó, y de alguna manera, lo agradecí, ya que el pequeño trayecto me permitió pensar con algo más de claridad. Siempre sería lo mismo, siempre usarían lo que más temiésemos, lo que más nos aterrase perder en nuestra contra. Se aprovecharían de nuestros puntos débiles, de nuestros sueños. Explotarían cualquier parte de nuestro ser para salir ellos vencedores. Habíamos ganado esa batalla, aunque eran muchas de una guerra muy, muy larga donde la Calma a veces parecía ser bastante relativa. No estaba seguro al cien por cien de si aquella pesadilla, de si aquello que los Grandes Poderes nos habían dicho a cada uno de nosotros lo estaba siguiendo, ni si tampoco estaba creciendo, convirtiéndome en la persona que se supone que tengo que ser. De hecho, si me parase a pensar en eso, en quién tengo que ser, me formularía otra pregunta y me quedaría parado en medio del camino.
Como ahora.
Las ráfagas de aire me dieron envidia, por una parte ya que hubiera querido ser como ellas, ser como el viento e ir tan rápido que ni me enterase de las cosas. Aunque varias cosas que ella había dicho antes me hicieron reflexionar, no podía evitar sentirme algo… inútil ni, pero quizás algo confundido por no saber qué decir o qué hacer. Pero quizás, con el tiempo y con el progreso, todas esas cosas terminarían siendo más sencillas y sabríamos que hacer, ellos y yo.
De todas formas, no podía negarle una cosa a lo que habíamos estado hablando, y supongo que tenía cierta lógica… El no saber nada de lo que era, de cómo era y de a quien tenía conmigo. Quien era mi familia, mis padres, sí tenía tíos, hermanos… Sobre todo estos días conseguían abrumarme esos pensamientos, queriendo realmente esconderme en la cama, tapado en el edredón, poniendo la excusa de estar enfermo para llorar, llorar como nunca y dejar salir a borbotones lo que podía tener en mi interior pero desconocía. De verdad, me encantaría que existiera alguna poción como en Harry Potter, una rica que si te la topas, no tengas sueños esa noche. No era necesario, lo sé, porque en cuanto habría los ojos olvidaba todo, me quedaba con las mismas dudas y preguntas, aunque obteniendo sensaciones que no entendía, que no sabía por qué las tenía y aún peor, no podía encontrar pistas que me llevasen hasta la respuesta.
Pero de forma triste, había que admitir que las cosas eran así, que esa es la realidad. Estaba cansado, pero tenía cosas que hacer, algo que no debía dejar pasar porque si no, quizás las cosas irían peor, o al menos un poco.
No tardé mucho en llegar a la casa del vecino, lugar donde se alojaban “la mami Echolls” y Dominic. Cuando la puerta se abrió, estaba allí Jaime Darcy, con su habitual sonrisa, su cabello y ojos oscuros y quizás, cierta curiosidad por verme ante su puerta a esas horas del día. Le sonreí un poco al recordar lo que vimos en el lago, esperando no haberles interrumpido en uno de esos momentos “mágicos” que las parejas solían tener.
– [b][i][color=#8A3C3C]Quería preguntarle una cosa a Rebecca, ¿está en casa?[/color][/i][/b] – le pregunté para después, sacar un nuevo clínex y sonarme. – [b][i][color=#8A3C3C]Seré rápido, lo prometo. Porque seguro que si me entretengo demasiado, alguien me matará por estar malo y saliendo a la calle como si nada.[/color][/i][/b]
– [b][color=#735933]Sí, está en la cocina, pasa.[/color] [/b]- contestó mientras me dejaba pasar. Al no saber cómo era exactamente la distribución de la casa, me indicó por dónde debía ir a la cocina, aunque no tenía mucha perdida. En el pequeño trayecto, vi a Elizabeth, y cuando Jaime cerró la puerta de la cocina tras de mí, esperé que a ambos les fuera bien. Rebecca estaba allí, mirando por la ventana, sin hacer nada en concreto, como si estuviera pensando en algo.
– [b][i][color=#8A3C3C]Hola.[/color][/i][/b] – dije, intentando romper ese silencio. – [b][i][color=#8A3C3C]¿Te molesto?[/color][/i][/b]
– [b][color=#CC858A]¿Qué? Ah, hola[/color] [/b].- preguntó algo confusa. Seguramente no se habría dado cuenta de que había entrado.- [b][color=#CC858A]No, tranquilo.[/color][/i][/b] – Mejor, al menos no parece molesta.
– [b][i][color=#8A3C3C]Mmm bueno.[/color][/i][/b] – sonreí levemente. – [b][i][color=#8A3C3C]No quiero incordiarte mucho, así que intentaré ser breve para no entretenerte.[/color][/i][/b] – dije, aflojándome la bufanda y desabrochándome el abrigo. -[b][i][color=#8A3C3C]Me caes bien, de verdad. Lo de anoche no fue por nada especial, siento si soné borde o maleducado. Quizás sea mi extraño humor negro, aunque no sé de quién lo he heredado. En cualquier caso, no quería ofenderte, simplemente… [/color][/i][/b] – paré, intentando decir lo correcto y no cagarla. Sé que a veces puedo ser recto, frío y hasta duro. Pero no me gusta estar de malas con las pocas personas que tengo cerca, porque en verdad, no me siento como si fuera esa clase de persona. Era cierto que sí, tengo una serie de comentarios que, en circunstancias más tensas y malas, podrían tener muy malos resultados, pero ni mucho menos tengo esa intención. Cuando me cae mal alguien, porque es así, prefiero dejar las cosas claras antes que cualquier otra cosa. Y sobre todo, decirlo… -[b][i][color=#8A3C3C]Normalmente entran personas nuevas en la vida, las conocemos y parecen a simple vista geniales, pero luego de buenas a primeras desaparecen como si nada. Y sé que no soy el único a quien le caes bien, por eso dije eso, porque era una manera de no hablar un único día contigo, responder a unas preguntas y conocernos para después desaparecer cada uno por su camino y luego olvidarnos.[/color][/i][/b]
Estaba malo, haciendo cosas que pocos harían incluso estando sanos y creo que tengo derecho al pensar esto pero… ¿Soy al único que le fastidia eso? Sé que no puedo ser el mejor ejemplo, porque el número de personas que tengo cerca no es especialmente elevado, son solo ellos y ya está. Pero me jode, me molesta que existan personas que no aprecian lo que tienen delante, que por las razones que creen que tienen, prefieran ir por su lado en vez de hablar. ¿Es que alguien no ha visto a Dominic y el cambio que ha dado? Antes apenas había hablado con él, pero después de lo sucedido, no muerde, ni te lanza la mirada de te zurraré porque me caes mal ni nada por el estilo. Él aprovecha, por poco hablador o tímido que pueda llegar a ser, e intenta crecer y estar con nosotros, aunque sea poco a poco…
– [b][color=#CC858A]Gracias[/color] [/b].- dijo un poco, aunque al verla sonreír, comprendí que era en el buen sentido.- [b][color=#CC858A]Me sorprende que os caiga bien.[/color] [/b]- dijo con sinceridad.- [b][color=#CC858A]Vosotros a mí…bueno, ya sabes.[/color] [/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]No hace falta que las des, es lo menos que podía hacer.[/color][/i][/b] – sonreí levemente. – [b][i][color=#8A3C3C]Además, no tendrías tantos admiradores si no fueras guay.[/color][/i][/b] – sonrió, dejando escapar una carcajada ante, seguramente, lo que acababa de decirle.
– [b][color=#CC858A]No sabía que tuviese admiradores, pero gracias[/color] [/b].
– [b][i][color=#8A3C3C]Bueno, es lo que creo.[/color][/i][/b] – dije, pensativo. ¿Quizás había hablado demasiado? – [b][i][color=#8A3C3C]De todas formas, será mejor que te deje de incordiar, aunque seguro que tu tío está entretenido hablando con mi tía.[/color][/i][/b] – añadí con cierta voz de [i]patito cansado[/i]. –[b][i][color=#8A3C3C]Ya hablaremos en otro momento, ¿vale?[/color][/i][/b]
– [b][color=#CC858A]Espera[/color] [/b].- dijo.- [b][color=#CC858A]Vuelvo en un segundo[/color] [/b].- desapareció con rapidez para luego regresar con un libro no excesivamente muy gordito en las manos. Me lo extendió y miré con curiosidad.
– [b][color=#CC858A]Es para ti[/color] [/b].- Era el Guardián entre el Centeno, de JD Salinger.- [b][color=#CC858A]Cuando lo acabes te agradecería que me lo devolvieses porque le tengo mucho cariño, pero como sé que te gusta leer…[/color] [/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]¿En serio?[/color][/i][/b] – sonreí. – [b][i][color=#8A3C3C]No te preocupes, te lo cuidaré como si fuera de oro. Aunque dame unos días, unas horas de sueño y algo de ibuprofeno y seguro que en poco lo tienes de vuelta.[/color][/i][/b] – añadí con algo de entusiasmo, sobre todo para que viera que había acertado y tal con lo de dejarme el libro. Ella asintió, sonriendo un poquito. – [b][i][color=#8A3C3C]Seguro que Cecil se alegrará mucho de que por fin lo lea. Últimamente no hemos tenido mucho tiempo y bueno… [/color][/i][/b] – Demasiados demonios y sueños raros quitan las ganas a cualquiera. – [b][i][color=#8A3C3C]Ya nos vemos en otro momento. Y si no me quedo afónico, te cuento lo que me pareció, ¿ok?[/color][/i][/b]
Suspiré, aliviado, por quitarme otra cosa de encima. Después de despedirme, decidí que lo mejor sería irme a la casa de tía Charisma, tumbarme un poco y descansar para no tener que preocupando a nadie más de la cuenta. En la casa apenas había ruido, y mis oídos, que en este preciso momento zumbaban, lo agradecieron. En el dormitorio, me metí en la cama sin ni siquiera molestarme en quitarme los calcetines. Tenía frío, pero sabía que pronto entraría en calor. Estando más cómodo, teniendo la almohada sujetando la cabeza, decidí abrir el libro, empezarlo y no demorarme mucho más. Aunque pronto, igual que me había pasado antes, sentí como el sueño, el cansancio y la lucha interna me vencían, dejándolo apoyado encima de mí y cerrando los ojos. Todo se juntaba, todo comenzaba a bailar, y un poquito de oscuridad no me vendría nada mal.
– [b][i][color=#3B7B6E]Nos vamos a comer ya, tú quédate un rato más en la cama, ya cenarás antes esta noche si eso.[/color][/i][/b] – abrí los ojos, aunque no mucho, cuando noté que me hablaba. Estaba sentado en la cama, dejando el libro en la mesita y tomándome la temperatura. – [b][i][color=#3B7B6E]¿De dónde has sacado este libro? ¿Te lo dejó algún Mcleod?[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]No, Rebecca me lo dejo.[/color][/i][/b] – contesté, sintiendo como si mi lengua no funcionase bien ahora. – [b][i][color=#8A3C3C]Es muy buena, me cae bien. Le dije que se lo cuidaría y no tardaría mucho en devolvérselo.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#3B7B6E]Seguro que se alegraría al oír eso, no todo el mundo cuida los libros.[/color][/i][/b] – dijo mientras sonreía, aunque… de forma algo distinta.
– [b][i][color=#8A3C3C]Cuando se trata de ella sonríes distinto… ¿Por qué? ¿Es porque te hace tilín tolón?[/color][/i][/b] – le pregunté, sintiendo que Ed entraba en el dormitorio y dejaba un vaso de agua en la mesita.
– [b][i][color=#3B7B6E]Mejor descansa, la fiebre te hace delirar.[/color][/i][/b] – contestó él, algo nervioso. – [b][i][color=#3B7B6E]Será mejor que luego te traigamos algo para no demorarte en tomar la medicina, ¿eh? Lo próximo será verte saltando por las paredes.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]No, no estoy delirando.[/color][/i][/b] – le dije, aunque no soné con la firmeza que me hubiera gustado tener. – [b][i][color=#8A3C3C]¿Tanto he dormido?[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#3B7B6E]Estás malo, no te preocupes. Ya verás como cuando dejes de estarlo no te dormirás ni aunque quieras.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#266EAC]Te traeré luego el desayuno.[/color][/i][/b] – dijo Ed con su habitual sonrisa.
– [b][i][color=#8A3C3C]Mmm… Prefiero comer Eddie. [/color][/i][/b]- dije, más dormido que despierto. Hablar y mirarlos está siendo algo más difícil de lo que me esperaba… – [b][i][color=#8A3C3C]Lasaña, quiero lasaña a la boloñesa, decidle a Daniel que debemos hacerla… ¿vale?[/color][/i][/b] – lasaña rica… Calentita y rica… – [b][i][color=#8A3C3C]Y a Sarah que me espere para jugar al Dissidia… y a Diana que tiene que aprender, aunque luego la ganemos.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#266EAC]Es pronto para lasañas, un zumo te vendrá mejor.[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]Frío no, caliente sí. Lasaña…[/color][/i][/b]
– [b][i][color=#3B7B6E]Hoy se ha convertido en nuestro Garfield particular.[/color][/i][/b] – dijo Cecil con cierta sorna en la voz. – [b][i][color=#3B7B6E]Vendremos más tarde. Y descansa un rato ¿eh? [/color][/i][/b]
– [b][i][color=#8A3C3C]No me iré a ningún sitio, tranquilos.[/color][/i][/b] – dije medio cerrando los ojos, medio sonriendo. Sé que ambos hubieran dicho algo más al respecto, pero supongo que decidieron no añadir nada más para dejar que me durmiera.
Y aunque así era, aunque me moría de ganas de dormir y de no pensar nada, por absurdo que sonase, tenía en mi cabecita a un Mickey brujo moviéndose al ritmo de la música, apuntando con sus cuatro dedos y lanzando hechizos. Y de eso pasaba a Diana, a sus ojos negros y a todo eso que ella también temía, aunque no lo pareciese.
[i]Lo correcto, lo incorrecto. Lo bello y lo feo. Conociéndolo todo, una persona que mantenga su justicia y belleza interior puede salvar el mundo. Pero hay que mantenerlas en todo momento, ¿no? Habiendo conocido la fealdad y habiendo soportado el dolor, la persona que consiga conservar el buen corazón sin perder la amabilidad es un verdadero elegido.[/i]
Sonaba fácil, aunque apareciese resumido en pocas líneas. Pero… ¿no crees que ya va siendo hora de que lo aceptes, de que veas que tanto tú como los demás hemos pasado por eso, y ocupes el lugar que te mereces Diana?[/color]
[spoiler]Cada personaje manejado por su legitimo dueño. Espero que os guste, porque me costó mucho redactarlo en esta epoca y me subo por los tejados ya x_D[/spoiler]
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