Moondale

SE AVECINA UNA TORMENTA

[SIZE=2] [align=center][b]Diana Echolls| Su despacho[/b]

dianaojerosa

Las semanas después de la vuelta de Escocia las había pasado en mi despacho. A veces, incluso tenía la sensación de que vivía aquí. Los archivadores con la información de los alumnos, se amontonaban en pilas que iban desde mi escritorio hasta la puerta. Por suerte para mi escasa organización y por desgracia por razones obvias, la población en la Universidad de Moondale había descendido hasta niveles ridículos, por lo que la mayoría de ellos acabarían cubiertos de moho en algún estante del sótano.

Mi relación con el grupo –exceptuando a McLeod, a Daniel y a mi hermana- se había reducido a las cenas que de vez en cuando compartíamos en mi casa. El problema era que todo era [i]demasiado normal[/i] y en el mundo en el que nos movíamos, lo normal es lo anormal y lo contrario sólo significa que estás en el ojo de la huracán y en cualquier momento volvería Mason y nos encontraría con la guardia baja, agotados por el trabajo y torpes por la falta de práctica.

Aparté esos pensamientos de mi mente y eché un vistazo a la carpeta que tenía encima de la mesa en cuyo frente aparecía un nombre Rebecca Lee. Suspiré y lo abrí. Tenía que prepararme a conciencia para una entrevista que se presentaba dura. Lo peor de mi trabajo era, sin duda, tener que profundizar en la vida de gente conocida. Preguntarles por su pasado, interesarme por qué se les pasaba por la cabeza, procurar que no dejasen la carrera a medidas…es decir, ser una entrometida de libro y a nadie le gustan las personas que cotillean demasiado.

En la carpeta de Rebecca había poca información. Sus notas no variaban mucho, era una buena estudiante, mediocre en Biología y Educación Física, pero brillante en Literatura. La mayoría de sus profesores destacaban que lo suyo no eran las relaciones interpersonales, especialmente desde la muerte de su madre hacía casi un año. No tenía hermanos, sólo un hermanastro llamado Lincoln del que no se sabía nada, al igual que de su padre biológico. Cuando no estaba en la Residencia ‘Hexe’ (¿por qué tenía un nombre tan feo? Parecía el nombre de una secta, pero ideado por una mema), vivía en casa de su padrastro o se iba a Escocia con su tío.

Cerré la carpeta sin estar muy segura de haber aprendido algo sobre ella y me eché hacia atrás en el asiento. Subí el volumen de la radio con la intención de despejar la mente hasta que Rebecca llegase, pero interrumpieron las canciones con un aviso.

[i]“Última hora: El servicio meteorológico de Estados Unidos avisa de que el condado de Ripper se encuentra en alerta naranja por fuertes vientos y tormentas que pueden desencadenar tornados. Rogamos a la población que permanezca en lugares seguros y que no salga a la calle salvo circunstancias extremas”.[/i]

– [b] [i] [color=#843181]Como si pudiera salir…[/SIZE] [/i] [/b]- Me murmuré a la radio esperando a que me respondiese. Como si definitivamente, me hubiese vuelto tarumba.

Miré el reloj de nuevo –eran las seis de la tarde- y fijé la vista en la puerta intentando obligar a Rebecca a aparecer con el poder de mi mente, pero no hubo suerte. Por tanto, opté por descolgar el teléfono y dedicarme a gastarles bromas al resto de departamentos. En cualquier otro lugar habría supuesto un despido inmediato, pero eran tiempos en los que necesitábamos el doble de razones para sonreír la mitad de lo que lo haríamos normalmente, por lo que Mercy hacía la vista gorda siempre y cuando no llamase a su despacho preguntando por Benito Camela o Dolores Fuertes de Barriga. Marqué el número del despacho de McLeod y esperé a que descolgase.

– [b] [i] [color=#457238]Dígame[/color] [/i] [/b].- Habló en su tono “soy un tipo respetable que está muy ocupado” o al menos, eso interpreté yo.

Ni siquiera le respondí. Empecé a jadear como si me fuera la vida en ello y después a gritar. Sí, estaba fingiendo un orgasmo y la verdad, es que lo estaba haciendo muy bien. Escuché a McLeod toser al otro lado de la línea.- [b] [i] [color=#457238]Diana…estoy…reunido y puse el manos libres porque pensé que era algo importante.[/color] [/i] [/b]

No es que fuese una persona muy propensa a sonrojarse, pero en ese momento me había convertido en la prima roja de Naranjito. Tuve que pensar con rapidez para que quien quiera que fuese el que estaba en el despacho de McLeod no le recomendase a Mercy mi despido inmediato

– [b] [i] [color=#843181]¡Estos universitarios![/color] [/i] [/b].- Exclamé con enfado.- [b] [i] [color=#843181]¿Por qué me habéis robado el teléfono, eh?[/color] [/i] [/b]- Le pregunté al aire a gritos. Cosa que unida a un despacho plagado de pilas de archivadores y envoltorios de gominolas me daba un aspecto bastante…demente.

La puerta se abrió de golpe mientras que al otro lado de la línea escuchaba las carcajadas de al menos, Daniel, McLeod y Sarah, aunque probablemente también estuviese la ayudante de McLeod, esa que era tan asquerosamente guapa que en mis tiempos de la otra acera me hubiese gustado más que comer con los dedos, pero a que ahora simplemente me daba un poco de envidia.

– [b]¡OH-DIOS-MÍIIIO![/b]- Exclamó la horrible Janice con su más horrible todavía voz.- [b]Winona, esta habitación está peor que tu casa. ¿Qué digo? Está peor que la mía[/b].- Me regañó sin que pudiese responder.- [b]Hace más de media hora que Georgia está en la puerta esperándote y ¿cómo se lo pagas? Gritándole y maltratándola.[/b]- Prosiguió de forma teatral.

Miré a Janice arqueando una ceja mientras empujaba a Rebecca en dirección a mi despacho y se marchaba bailando la Macarena. Todos los que trabajábamos en la Universidad de Moondale estábamos de acuerdo en que Janice no era, ni de lejos, una persona competente (y mucho menos cuerda), pero cuando el índice de actividad sobrenatural de una ciudad supera el 90%, la gente empieza escasear y los estables mentalmente hablando son los que primero desaparecen.

– [b] [i] [color=#843181]Buenas tardes, Rebecca[/color] [/i] [/b].- Le sonreí mientras ella asentía con la cabeza.- [b] [i] [color=#843181]Siéntate…donde puedas que en un segundo estoy contigo[/color] [/i] [/b]. – Rebecca buscó con la cabeza una pila de archivadores cercana y se sentó sacando un libro de su bolso.

– [b] [i] [color=#843181]¿Te estás quedando conmigo?[/color] [/i] [/b]- Le pregunté cuando todavía escuchaba las carcajadas.

– [b] [i] [color=#457238]Sí[/color] [/i] [/b].- Respondió con naturalidad.

– [b] [i] [color=#BB609C]Y nosotros también[/color] [/i] [/b]- Dijo mi hermana a gritos para que la oyese.

– [b] [i] [color=#843181]Os odio[/color] [/i] [/b].- Sonreí.- [b] [i]
[color=#843181]Os quiero, pero sois malas personas. Os castigaré sin más bromas de la línea erótica[/color] [/i] [/b].- Y antes de colgar, añadí.- [b] [i] [color=#843181]Un tornado se aproxima, así que lo mejor será que en cuanto acabe os avise y nos reunamos en algún sitio, ¿de acuerdo?[/color] [/i] [/b]

– [b] [i] [color=#BB609C]Sí, bwana[/color] [/i] [/b]- Respondió Sarah imitando a la criada de ‘Lo que el viento se llevó’. Película que, dicho sea de paso, nadie debería ver por la tele si no quiere morir de viejo en el intento.

– [b] [i] [color=#843181]Nos vemos luego[/color] [/i] [/b].- Tras eso, colgué y me dediqué a observar a Rebecca a la vez que tomaba notas. No es que de pronto me hubiese convertido en una voayeur, si no que estaba convencida de que la mejor forma de aprender de los demás es observar su comportamiento, no saturarlos con preguntas.

Pero la radio me interrumpió.

[i]“Última hora: El servicio meteorológico de Estados Unidos avisa de que el condado de Ripper se encuentra ahora en alerta roja por fuertes vientos, lluvias y riesgo de casi un 99% de que se produzcan tornados. Las autoridades piden que se mantenga la calma, pero que se extremen las precauciones”. [/i]

Rebecca y yo nos miramos sin saber muy bien qué decir. La entrevista ni siquiera había empezado, pero cuando las autoridades piden que nos calmemos, significa que ha llegado el momento de gritar y correr en círculos como si fuéramos pollos descabezados.

– [b] [i] [color=#843181]Creo que será mejor que continuemos o mejor dicho, empecemos mañana[/color] [/i] [/b].- Dije sonriéndole.

– [b] [color=#CC858A] Hasta mañana entonces[/color] [/b].- Me respondió con seriedad poniéndose en pie y guardando el libro.- [b] [color=#CC858A] ¿A la misma hora?[/color] [/b].

Asentí con la cabeza y ella salió, por lo que empecé a recoger mis cosas. Desenchufé la radio, bajé las persianas, cogí mi bolso y apagué la luz. Al darme cuenta de que estaba en mitad de mi despacho completamente a oscuras, sorteando pilas de archivadores y maldiciéndome por ser tan tonta, pensé que estaba perdiendo el tiempo que me quedaba que estar con McLeod antes de que se marchase con Mercy a hacer no sé qué. Y no es que yo fuese celosa, pero…bueno vale, estaba un poco celosa.

Cuando me centré, me sentí como un videojuego de Pokemon de los que hablaba Daniel en los que no puedes saltar un seto más pequeño que tú porque no, porque el juego tiene esa gracia. En este caso era porque no quería tirar todos los archivadores, mezclar las carpetas y que luego resultase que Sarah, por ejemplo, era un chico veinte años que solía acosar a sus compañeras. Y aunque me golpeé varias veces en varios puntos de mi cuerpo, conseguí salir. Sudorosa, cansada, aburrida y con un pequeño ataque de celos hacia mi novio y mi jefa, pero viva.

Cerré la puerta del despacho con llave y escuché un trueno. Si quería llegar a tiempo a la biblioteca para coger el coche y que mi madre no se muriese de un infarto tenía que correr.

– [b] [i] [color=#843181]…pero correr es de cobardes…[/color] [/i] [/b]- Pensé en voz alta (aprovechando que ya no quedaba nadie) y fui en dirección a la biblioteca caminando como si en realidad, no estuviese pasando nada, aunque en el fondo, estaba muerta de miedo.

[spoiler]Todos controlados por mí con permiso de Dracon.
¡Avanzamos![/spoiler]

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