[align=center][SIZE=3][b][font=Bookman Old Style]Mercy Sheppard | Sala de espera[/align] [/SIZE][/b][/font]
Tac. Tac. Tac. Tac. Los tacones de aguja sobre los que caminaba Mercy Sheppard se clavaban en el suelo de cerámica con despiadada parsimonia. Forzó una sonrisa y se giró sobre sí misma para volver a la incómoda (y raída) silla de la sala de espera. Se recostó y cerró los ojos un segundo para evadirse de todo. Cuando los abrió, pensó en la fotografía que debía haber tenido a su lado si hubiese estado en su puesto de trabajo (la de ella con un niño rubio de poco más de seis años). Esbozó una sonrisa irónica y pensó en aquel chico, Liad…lo que fuera que creyó que se trataba de él mismo, pero en realidad, era uno de sus múltiples sobrinos, el hijo de su hermano Jack al que no veía desde el día en que tomaron esa foto.
Siguió buceando en su memoria y una sonrisa se dibujó en su rostro: Detrás de aquella fotografía había otra mucho más importante, la de otra Mercy. Una a la que nadie llamaba “rectora”, ni tenía que trabajar durante el verano, una chica de Turee que quería ser pintora, vivir en París y pasarse las tardes en el Louvre observando con desprecio la Gioconda porque, en realidad, es una mierda de cuadro y cualquiera que tenga un mínimo de conocimientos artísticos y/o sentido de la estética, lo desprecia. Sólo es el cuadro de una tipa fea cuya sonrisa no tiene nada de especial o eso era lo que decía en sus clases provocando las carcajadas de los allí presentes. Quizás eso, sus bromas sobre los artistas (como a Miguel Ángel, al que se refería como “La Reinona” por esculpir a los hombres musculosos y a las mujeres como si fueran chicos) eran lo poco que quedaba de aquella chica que por vicisitudes del destino (y la muerte o desaparición de más de la mitad del profesorado de la facultad) había acabado siendo la rectora más joven de la historia de la Universidad. Volvió a sonreír pensando en la de mentiras que había tenido que contarle a Zoë Cooper: Fingir un acento, inventarse una personalidad con ayuda del resto de la organización…en fin, demasiadas cosas para una handler sin importancia. Como si fuera poco cantoso que una chica de poco más de metro setenta y con menos cuerpo que una Barbie pudiese hacer muay thai que consiste, básicamente, en romperle los dientes a tu adversario a base de codazos y rodillazos.
Aquella foto siempre la hacía sonreír, incluso en momentos como aquel. Quizás por eso le tenía tanto cariño y la guardaba con recelo. Había sido tomada el último verano que pasaron juntos en una de las playas de Merelia, mientras paseaban hablando de aquellos veranos que estaban por venir y nunca llegarían. Cualquiera diría que era una foto premonitoria, pues pese a que ambos aparecían rodeándole la cintura con los brazos, Xander y ella se estaban mirando con complicidad, mientras que Ethan miraba a la cámara con aire distraído.
– [b]Ya hemos terminado Mercy, puedes pasar[/b].- Al escuchar a la enfermera, se incorporó de golpe.
– [b] [color=#6A9145]Gracias, Lena[/SIZE] [/b].- Respondió con confianza. La que se había ganado a pulso después de ir allí cada día.
Abrió la puerta de la habitación con cuidado y observó, que una vez más, seguía repleta de globos con forma de corazón, flores, bombones e incluso ropa interior que le enviaban sus fans. Fenris para ellas, el playboy millonario y filántropo. Xander, para ella.
– [b] [color=#6A9145]¿Qué tal estás hoy, Xander?[/color] [/b]- Le preguntó apretando con cariño la mano derecha, el único lugar que no estaba plagado de tubos. Con cuidado, se separó de él y fue hasta la silla que continuaba junto a la ventana.- [b] [color=#6A9145]Hoy te toca decidir a ti: ¿Ana Karenina, Guerra y Paz o Crimen y castigo?[/color] [/b]- Preguntó sin apartar la vista del maletín que debía llevar por exigencias de su cargo.- [b] [color=#6A9145]O quizás debería contarte aquella vez que dejé de hablarme con mis dos únicos amigos y cómo ahora aprovecho la inconsciencia de uno de ellos para tener la conciencia tranquila…[/color] [/b]
Se quedó en silencio unos segundos esperando a que pasase como en las películas y que de pronto, Xander se despertase, pero la vida real era mucho más cruel y por toda respuesta sólo obtuvo los monocordes pitidos de la máquina que medía sus pulsaciones.
[spoiler]Me ha costado Joss y ayuda (además de unos dos meses), pero aquí está mi bebé deforme xD[/spoiler]
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