Moondale

UN SECRETO QUE NO PUEDE PERMANECER OCULTO

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Christopher McLeod | Casa de McLeod

[color=orange]Tarde[/color]-[color=black]Noche[/color][/font][/b]

mcderrotado

[SIZE=2]Bajé la persiana de la habitación y cerré la ventana. Ya había llegado septiembre y en Moondale empezaba a refrescar por la noche lo que me dejaría la casa helada si se me olvidaba alguna ventana abierta, y no me hacía demasiada gracia dejar alguna persiana levantada, que pudiesen ver lo que había dentro y animarse a entrar. Siempre que lo pensaba me hacía gracia darme cuenta de que había salido de una de las pocas casas de Escocia con persianas, por no decir la única, que era así porque mi padre la había construido a medida, para ir a parar a un condado de Estados Unidos en el que tener persianas era lo normal, mientras que la gente del resto de condados se extrañaba cada vez que las veía. En todo ese aspecto Ripper era más europeo que estadounidense, en concreto de la zona más occidental de Europa.

Volví mi mente a la tarea en la que debería estar centrado. Esa misma noche, todos los “Moondies” nos íbamos a reunir en la biblioteca de la Universidad para que me ayudasen a colocar la enorme remesa de libros de todo tipo que la Universidad había adquirido con la subvención de Fenris. Gracias especialmente a Diana, que dio el primer paso para hablar con Mercy, conseguimos que nos dejase pedirles ayuda y además con algo de retribución económica para ellos, que vendría muy bien para materiales para la agencia.

En ese momento me di cuenta de que me había dejado la persiana del salón sin bajar, así que fui al primer piso y avancé rápido para no llegar tarde. Antes de bajar la persiana me quedé unos segundos mirando el cielo. Ya había anochecido y estaba despejado, por lo que se podía ver la luna en todo su esplendor iluminando la noche. Me quedé hipnotizado unos segundos, estaba en fase menguante, pero todavía se veía casi por completo, hacía cuatro días de la luna llena, todavía recordaba el aumento de las dosis y el dolor destrozándome a pesar de los analgésicos. El lobo pugnaba por salir, y cada vez lo hacía con más fuerza.

Bajé la persiana y me fui a la cocina, necesitaba llevarme algunos preparados del remedio por si acaso, normalmente no había problemas salvo en las fases lunares, pero nunca se es demasiado precavido.

Mientras lo hacía pensé en todo lo que estaba pasando, las cosas estaban ocurriendo tan rápido: el rescate de Ed, la misión de los Poderes, la nave, el Doctor, los días anteriores al comienzo del curso… Todavía no había tenido tiempo de pararme a pensar como decirle a Diana lo que era, no podía seguir ocultándole algo así. Me seguía costando seguir adelante con lo nuestro a pesar de todo lo que había pasado, la última vez que habíamos estado juntos, mientras la besaba en un hombro, tuve que echarme para atrás y simular un dolor en la espalda, cuando en realidad lo que había pasado es que me había visto a mi mismo mordiéndola y convirtiéndola. Si aún conservaba las esperanzas de que todo se solucionase era por la realidad que había visto, de la que saqué la muestra de la “cura”, aunque los Oráculos habían dicho que no podría replicarla, también habían dicho que me ayudaría, y centraba toda mi fe en eso.

No podía seguir ocultándoselo, ya estaba haciéndose demasiado tarde, aunque cada vez que me imaginaba su reacción me echaba para atrás. Quizá no quisiera saber nada de alguien como yo, alguien que podía hacerle más mal que bien, o quizá no soportase que no se lo hubiese contado hasta ahora y me dejase…había demasiadas alternativas y la mayoría no muy gratas, pero quizá si me dejase fuese mejor para ella.

Me quedé unos segundos sin pensar mientras me dedicaba a coger el inventario que había preparado y las tareas que había repartido de antemano. Cuando ya lo tuve todo recogido salí por la puerta, cerré con llave, guardé la mochila en el coche y me senté. Mientras arrancaba suspiré, sentía una sensación de pesar que me atenazaba y una sensación desagradable en el estómago. Conduje hasta casa de las Echolls con esa sensación y aún seguía con ella cuando Diana me saludó desde la ventana y me dijo que enseguida salían.

En ese momento decidí que no podía dejar que Diana me viese así, porque sabría que algo me pasaba y negándoselo solo conseguiría hacerle pasar un mal rato, tenía que tomar una decisión en un par de minutos, y así lo hice. Pasase lo que pasase tenía que contárselo, solo esperaba que todo saliese bien, aunque como suele pasar, y más en un mundo como el nuestro, no todo sale como esperamos.

Cuando Daniel, Sarah y Ed se sentaron en el asiento de atrás y Diana en el de copiloto, le di un beso y arranqué, todavía con la sensación en el estómago de que algo no iba bien.
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[spoiler]Bueno bueno, inicio de la noche con McLeod, a ver que si os gusta lo que tengo preparado.[/spoiler]

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