Moondale

NUESTRA VIDA AL DESCUBIERTO

[align=center][b][font=Bookman Old Style][SIZE=3]Sarah Echolls | Residencia Universitaria Fenris, Habitacion de Sarah

[color=#81BEF7]MAÑANA[/SIZE][/color][/font][/b]

sarahrandom

[SIZE=2]

Una de las peores cosas de ser Cazadora, peor aún que patrullar hasta que saliesen las primeras luces del alba y peor aún que el hecho de que tu el mundo, incluso tu madre, diera por hecho que no vivirías para cumplir treinta años, eran los sueños premonitorios. Porque ni siquiera, cuando me ponía el pijama y me metía en la cama, fuera la hora que fuera, podía descansar. Debía estar atenta y en cuanto me despertarse, apuntarlo todo en la libreta que tenía al lado de la mesita, para después llamar a McLeod y analizarlos minuciosamente.

En momentos como ese, echaba de menos cómo era mi vida antes de que aquel tipo me hablase de mi destino, cuando podía pasarme las tardes con Ed, Kaylee y Diana, sentada en la alfombra del viejo piso, mientras nos comíamos la merienda viendo ‘Lois&Clark’, ‘Yo y el mundo’ (Ed estaba enamorado de Topanga, aunque nunca quiso reconocerlo) y la serie aquel de un bigfoot que era como ‘Alph’, digo ‘Alf’ pero noventera. O aquella época en la que se nos ocurrió que íbamos a ser como las ‘Spice Girls’ y a Ed le tocó ser el cámara, técnico de sonido y mánager, porque como decía siempre Diana, “eres el más pequeño y tienes que hacer caso a los mayores, como yo”. Lo peor era que no mangoneaba sólo a Ed, si no que durante muchos años (hasta que Kaylee y yo nos rebelamos), vivimos bajo la dictadura de Diana que mandaba más que un general.

Por culpa de una de esas pesadillas o “sueños premonitorios”, como siempre me corregía McLeod, me desperté más temprano de lo habitual y bastante más cansada. Últimamente, tenía dos sueños recurrentes: En uno de ellos, todos acabábamos sepultados bajo una montaña de clones que venían a atacarnos al más puro estilo ‘Cybermen’, pero el más angustioso era uno en el que el vacío me absorbía y me quedaba allí sola, durante años, sin que nadie se diera cuenta de que existía, ni siquiera Daniel. Pese a todo, no los estaba apuntando en la libreta, porque lo que menos necesitaba mi vigilante era que le añadiese más preocupaciones.

Todo eso, unido al ruido que había aquella mañana en la residencia, me impedía volver a dormir, así que me levanté, me vestí, hice la cama y me dispuse a desayunar viendo un poco la tele. Tenía los ojos medio entrecerrados, pero encontré en la CW una reposición de Smallville, en concreto, del capítulo en el que a Lois, Lana y Chloe las poseen tres brujas, pero como siempre, se fueron a publicidad demasiado pronto. Casi por inercia, bajé el volumen y dio un largo trago que casi provoca que muera atragantada cuando en uno de los anuncios de las series nuevas vi a David Tennant. Subí el volumen automáticamente, obviando el hecho de que las temporadas de Doctor Who descansaban en un armario bajo llave, junto con mi peluche del ‘Adipose’, la taza de la TARDIS y todo lo que había encontrado por casa sobre esa serie, excepto la libreta que le regaló Kaylee a Ed (porque no quería que me odiasen). Desde que El Doctor había adoptado la forma de Ten, no veía la serie con los mismos ojos. Me vi aquel anuncio de principio a fin sin parpadear, porque no podía dar crédito a lo que estaba viendo: Era una historia basada en nuestra vida, protagonizada por el actor que tenía la cara del Doctor. Era demasiado raro para ser una simple coincidencia, pero también muy obvio para que lo hubiese provocado él mismo.

No tuve tiempo de analizar mucho más la situación porque alguien tocó a mi puerta, pensé que quizás sería Daniel, pero cuando abrí la puerta me encontré a alguien diferente: Era un chico con el pelo de un color pajizo, bastante más alto que yo, pero desgarbado y enclenque que vestía una cazadora de motero bastante ajada. Aún así, lo más raro era que me miraba de una manera extraña…como sólo me había mirado Daniel.

– [b]Sarah, tú no me conoces, pero yo a ti sí. Te he estado observando y he cuidado de ti desde que fuiste llamada[/b]. – Cuando dijo eso, me eché hacia atrás instintivamente para cerrar la puerta, pero volvió a hablar. – [b]Mi nombre es Gabriel, soy un aesir y estoy aquí porque ya no soportaba estar más tiempo alejado de ti.[/b]

– [b]¿Estás bien?[/b]- Me preguntó al ver que me había quedado con los ojos como platos.

– [b] [i] [color=#BB609C] Sí, es que…tengo que em…ah…eh…hacer unas cuantas cosas antes de ir a clase[/SIZE] [/i] [/b].- Hice una pausa, evitando mirarle a los ojos, porque nadie tenía derecho a mirarme así y menos aún, a apropiarse de la vida de Daniel- [b] [i] [color=#BB609C] Ya os compré ayer papeletas para el viaje de fin de curso: ¡Adióooos![/color] [/i] [/b]- Cerré la puerta y me apoyé en ella, con el corazón desbocado intentando no pensar en que a lo mejor, a Daniel le había pasado algo.

– [b]Si te refieres a ir de caza, puedo ayudarte.[/b] – Comentó a través de la puerta. – [b]Llevo cazando vampiros y demonios desde hace mucho. Aunque seguro que no soy tan rápido como tú.[/b] – Miré por la mirilla y le vi sonriendo de medio lado, como si fuese Daniel.

Abrí la puerta con algo de mala leche acumulada, pero controlándome para no arrancarla.- [b] [i] [color=#BB609C] No sé quién eres, ni lo que crees saber, pero no deberías hablar de cierto tipo de temas en mitad del pasillo de una residencia universitaria[/color] [/i] [/b].- Le hablé bajito, con mucha paciencia.- [b] [i] [color=#BB609C] Y no, no necesito tu ayuda, pero gracias[/color] [/i] [/b].

– [b]Perdona, hace tanto tiempo que quería hablar contigo que no me he dado cuenta.[/b] – Bajó la cabeza. – [b]Siento estar molestándote, pero desde que te vi tan sola frente a aquel bar de demonios…aquella noche te salvé y supe que era el mejor momento de mi vida.[/b]- Algo dentro de mí se removió por la rabia que estaba sintiendo. Nadie tenía derecho a burlarse de Daniel.

Sin saber qué estaba haciendo, tiré de su mano y cerré la puerta. Si iba a decir estupideces, lo mejor sería que las dijera donde nadie más que yo pudiera oírle.- [b] [i] [color=#BB609C] Necesito que me cuentes toda tu historia lo más resumida posible, por favor[/color] [/i] [/b].- Le escruté con la mirada.

– [b]Soy un aesir, uno de los últimos.[/b] – Se explicó. – [b]Llevo mucho tiempo luchando contra los demonios, pero un…amigo me habló de ti, fui a verte y vi como eras llamada, pero el Vigilante te dejó sola a merced de unos demonios y cuando quedaste inconsciente me libré de ellos. Después te seguí hasta aquí pensando que te vendría bien la ayuda.[/b]

– [b] [i] [color=#BB609C] ¿Un amigo? ¿Quién?[/color] [/i] [/b]- Fruncí el ceño. Necesitaba más paciencia de la que estaba demostrando.- [b] [i] [color=#BB609C] Ah, se me había olvidado decirte que puedes sentarte, si quieres[/color] [/i] [/b].- Solté una risita nerviosa, quería parecer cordial, pero también amenazante y lo que parecía era una persona con trastorno bipolar.

– [b]Otro Vigilante, el que ahora te ha sido asignado.[/b] – Me respondió pasándose la mano por la parte trasera de la cabeza, como hacía Daniel. – [b]No te preocupes, estoy bien de pie.[/b]

– [b] [i] [color=#BB609C] ¿Te refieres a Stephen?[/color] [/i] [/b]- Mentí. Dominic me había enseñado un par de caras para poner cuando jugábamos al póker, pero no había tenido oportunidad de probarlas.

– [b]Eh..no…a McLeod, Chirstopher McLeod.[/b] – Negó con la cabeza – [b]Es profesor de la Universidad, y bibliotecario.[/b]

[i]”Mierda”[/i].- Pensé intentando averiguar qué estaba pasando.-[b] [i] [color=#BB609C] Me estaba quedando contigo[/color] [/i] [/b].- Sonreí de forma cordial.- [b] [i] [color=#BB609C] ¿Qué te parece si llamo a McLeod para que sepa que estás aquí? Necesitarás algún lugar donde quedarte…debes estar agotado[/color] [/i] [/b].- Ofrecí de forma amable.

– [b]Tengo una cabaña en el bosque, estoy bien, no te preocupes. Solo quería que supieras que estaré por ahí si me necesitas.[/b]- Al decir eso, se giró dispuesto a irse, pero no podía permitirlo, así que necesitaba excusas y rápido.

[b] [i] [color=#BB609C] ¡No te vayas! Eh…eh…¿qué-qué te parece si…eh…te enseño el campus?[/color] [/i] [/b]- No quería tener que suplicarle que se quedara, pero necesitaba que me acompañase al despacho de McLeod.

– [b]Ya lo conozco, he estado patrullando un tiempo por aquí. Pero gracias.[/b] – Me devolvió una sonrisa que pretendía ser “la sonrisa Sarah” que me ponía Daniel a veces, pero no lo consiguió.

Como el modo Sarah no estaba funcionando, pasé al modo Diana.- [b] [i] [color=#BB609C] Tanto tiempo esp…vigilándome y ahora no quieres ni dar una vuelta conmigo, me voy a ofender[/color] [/i] [/b].- Me aparté el pelo de la cara en un gesto que pretendía que fuese sexy…o algo parecido.

– [b]No es eso…es que hay algo de lo que tengo que encargarme. Pero nos veremos pronto, si quieres.[/b]- Me ofreció y estuve a punto de darle con la taza en la cabeza, pero no quería matarlo, al menos no de momento.

– [b] [i] [color=#BB609C] Está bien, tú lo has querido…no es mi estilo, pero…[/color] [/i] [/b]- Sonreí de forma pícara y empecé a bajar la cremallera de mi sudadera para que pensase que iba a quitármela. Él, parecía azorado, pero me miraba sin evitar que se le escapase la sonrisa aquella.- [b] [i] [color=#BB609C] Date la vuelta…que me da vergüenza[/color] [/i] [/b].- Le pedí con la voz que os estáis imaginando y cuando se dio la vuelta, agarré la lámpara que había en la mesita (que había pertenecido a Ann) y se la rompí en la cabeza. El pobre pseudo Daniel, cayó al suelo inconsciente.

Me di cuenta de que me temblaban las manos, pero tenía que actuar con rapidez, por lo que cogí el móvil y marqué el número de Daniel.- [b] [i] [color=#4F5360] Hola sunshine, ¿cómo estas?[/SIZE] [/i] [/b] – Parecía que estaba con alguien, seguramente Dom. – [b] [i] [color=#4F5360] Voy…vamos de camino.[/color] [/i] [/b]

– [b] [i] [color=#BB609C] Necesito tu ayuda, tengo a un tío inconsciente en mi habitación[/color] [/i] [/b].- Me quedé callada.

– [b] [i] [color=#4F5360] ¿Eh?[/color] [/i] [/b] – Daniel parecía confundido. – [b] [i] [color=#4F5360] Creo que los dos tenemos mucho que contarnos…¿viste lo de la nueva serie?[/color] [/i] [/b]

– [b] [i] [color=#BB609C] Sí, ¿con quién estás? ¿Podéis venir a ayudarme? Es una emergencia, si entra alguien tendré que dar muchas explicaciones[/color] [/i] [/b].- Hice otra pausa y empujé al pobre chico un poco con el pie, para ver si notaba que estaba vivo.- [b] [i] [color=#BB609C] ¿Le habré hecho mucho daño?[/color] [/i] [/b]

– [b] [i] [color=#4F5360] Con Dante…[/color] [/i] [/b] – Pensé que se estaba quedando conmigo, pero parecía tenso. – [b] [i] [color=#4F5360] Se cree una especie de Dom, ya te lo explicaré.[/color] [/i] [/b] – Me explicó en voz baja. – [b] [i] [color=#4F5360] Vamos de camino.[/color] [/i] [/b] – Dijo de nuevo en voz alta.

– [b] [i] [color=#BB609C] Pon el manos libres[/color] [/i] [/b].- Empecé a hablar alto, para que el tal Dante ese me oyese.- [b] [i] [color=#BB609C] ¡Saluda a Dante de mi parte![/color] [/i] [/b]- Daniel quitó el manos libres y en voz baja, le dije.- [b] [i] [color=#BB609C] Voy a llamar a McLeod[/color] [/i] [/b].

Marqué su número, esperando que tuviese más suerte.- [b] [i] [color=#457238]Dime Sarah.[/color] [/i] [/b] – Parecía nervioso también.

– [b] [i] [color=#BB609C] Necesito tu ayuda, tengo a un tío inconsciente en la habitación[/color] [/i] [/b].- Hice una pausa.-[b] [i] [color=#BB609C] Por favor[/color] [/i] [/b].- Le supliqué.

– [b] [i] [color=#457238]Y yo acabo de encerrar en la biblioteca a una loca que se cree Diana.[/color] [/i] [/b] – Até cabos y me arrepentí de no haber avisado a McLeod de mis sueños premonitorios- [b] [i] [color=#457238]Voy ahora mismo a ayudarte.[/color] [/i] [/b]

– [b] [i] [color=#BB609C] Pues Daniel está con uno que se llama Dante que piensa que es Dominic[/color] [/i] [/b].- Al darme cuenta de lo que estábamos diciendo empecé a reírme.

– [b] [i] [color=#457238]No jodas…lo siento. ¿Y viste el anuncio?[/color] [/i] [/b]- Me preguntó.

– [b] [i] [color=#BB609C] Sí[/color] [/i] [/b].- Intentaba reírme de forma pausada para que el falso Daniel no se despertase.

– [b] [i] [color=#457238]Esto no es normal…¿quién es el que está inconsciente?[/color] [/i] [/b] – Me preguntó algo más serio.

– [b] [i] [color=#BB609C] Uno que se cree Daniel[/color] [/i] [/b].- Sonreí y me di cuenta de que necesitábamos al grupo lo más unido posible.- [b] [i] [color=#BB609C] Necesito que pases por el despacho de Diana para ver si está bien…sé que es difícil, pero yo no puedo salir de aquí, necesito poner al pseudo Daniel encima de la cama para que piensen que está durmiendo la mona[/color] [/i] [/b].- Me quedé callada un momento.- [b] [i] [color=#BB609C] No te lo pediría si no fuera importante[/color] [/i] [/b].- Aclaré.

– [b] [i] [color=#457238]Está bien, pero no sé si querrá verme. Te mantendré informada.[/color] [/i] [/b]- Dijo justo antes de colgar.

Me guardé el móvil en el bolsillo de la sudadera, cogí al falso Daniel en volandas (parecíamos los de ‘Oficiaescocésl y caballero’ pero a la inversa) y lo metí en la que había sido la cama de Ann, tapándolo hasta la cabeza. Si entraba alguien en la habitación, sólo tendría que decir que era un amigo mío que estaba muy borracho como para ir solo hasta su casa. Casi no había terminado de recoger los restos de la lámpara de Ann, cuando alguien tocó a la puerta. Pensé que quizás sería McLeod, pero me parecía de una velocidad sobrehumana y no estábamos en luna llena. Cuando la abrí, no podía dar crédito a lo que veían mis ojos, había un tipo de treinta y pocos años, con barba y pintas de caballero inglés, perdón escocés.- [b]Siento haber tardado tanto.[/b]

– [b] [i] [color=#BB609C] ¿Qué?[/color] [/i] [/b]- Pregunté sin entender muy bien de qué iba todo aquello, sólo esperaba que mis sospechas fueran equivocadas.

– [b]En venir, acabamos de hablar de lo de la copia de Daniel inconsciente.[/b]- Me explicó como si de verdad pensase que era McLeod.

– [b] [i] [color=#BB609C] Te das cuenta de que tú eres una copia también, ¿verdad? ¿Y sabes lo que les hago a las copias?[/color] [/i] [/b]- Señalé el recogedor con restos de lámpara.

– [b]¿Pero cómo voy a ser una copia? ¿Es que no me reconoces?[/b] – Me miraba con preocupación, como haría McLeod. – [b]¿Has sentido algo raro aparte de eso?[/b]- Tiré de él hacia dentro y le di un golpe con la mano en la cabeza. El falso Christopher cayó al suelo, sólo esperaba que cuando se despertase, tuviera las neuronas en su sitio, no quería ser la culpable de que tuviese que empezar a cobrar un sueldo del estado. Me acerqué hasta él y al ver que respiraba, lo subí a la cama con el falso Daniel. Cuando se despertasen, tendrían que darse muchas explicaciones, pero hubiese sido peor de haber estado Diana, que los habría dejado abrazados en pelotas. En el fondo, yo era santa.

Cuando me di la vuelta, la puerta sonó nuevamente, pero esta vez, antes de abrir, fui hasta el baúl de las armas y cogí lo primero que encontré, que en este caso, era un hacha. No pensaba cortarle la cabeza a nadie, pero un buen golpe con el mango, bastaría para librarme de quien fuera que estuviese al otro lado. Avancé hasta la puerta y abrí con el hacha en la mano, lo que no me esperaba era encontrarme con las caras de Diana, McLeod, Dom y Daniel que parecían venir de correr la maratón de Nueva York, pero a su vez, se estaban partiendo de risa.

– [b] [i] [color=#843181]¿Se puede, Dexterina?[/color][/i][/b]

[spoiler]Espero que os guste, siento que sea largo ,__,[/spoiler]

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